jueves, 12 de noviembre de 2009

Cuando Vélez se volvió loco

SE CUMPLEN DIEZ AÑOS DESDE QUE MARCELO BIELSA LOGRÓ, CON EL CLUB DE LINIERS, EL TÍTULO QUE LO IMPULSARÍA A LA SELECCIÓN ARGENTINA: EL CLAUSURA '98.

“Estoy feliz porque voy a dirigir a uno de los planteles más prestigiosos del fútbol argentino”.
El 29 de agosto de 1997, luego de los exitosos ciclos de Carlos Bianchi y Osvaldo Piazza, Marcelo Bielsa asistía a su primer entrenamiento como director técnico de Vélez. Llevaba cuatro años sin trabajar en Argentina: tras sus títulos en Newell’s Old Boys había partido a México.
No pidió refuerzos y rápidamente comenzó a elaborar en el plantel la idea de dejar de lado la tradicional línea de cuatro defensores, para jugar con tres. Mauricio Pellegrino, Sebastián Méndez, Víctor Hugo Sotomayor y Raúl ‘Pacha’ Cardozo fueron algunos de los ‘afectados’ por la modificación táctica. Y no les gustó.
“Es un país individualista, urgente. Se palpa que hay más disposición para los proyectos personales que para los colectivos”, decía Bielsa cuando le preguntaban cómo veía a la Argentina luego de sus años en el exterior. Su valiente reflexión social se demostraría también en el aspecto futbolístico.
La conjunción Vélez-Bielsa comenzó con 3 triunfos (incluidos un 5-0 y un 3-0) y 2 empates. Desapareció la estampilla que traía de ‘técnico defensivo’, porque paraba en el campo a un equipo osado. Pero lo que dejaba dudas, paradójicamente, era la defensa, en especial luego de un partido que iba ganándole 3-0 a Ferro y terminó 3-3. Los hinchas ya habían chiflado al equipo y al técnico durante un triunfo 2-1 ante Gimnasia de Jujuy, y el empate en el clásico agravó los enojos. Finalmente terminó 4º en el Apertura ‘97, con 32 puntos.
“La gente quedó desencantada con mi gestión: advierte que sólo cambiaron la posición en la tabla y el técnico”.
Bielsa no era ni Bianchi ni Piazza. Traía sus propias convicciones que, según él, son lo único que no puede sustituirse. Mientras armaba el equipo para afrontar el Clausura ’98 recibió al único refuerzo, Fernando Pandolfi, quien retornaba de Italia. Pero, durante los torneos de verano, la incomodidad que sentía el plantel con su forma de entrenar y hacer jugar al equipo empeoró cuando se enfrentó a José Luis Chilavert, arquero y estrella de Vélez. “Para mí, todos ustedes son iguales”, le dijo Bielsa al plantel durante una práctica. “Yo no soy igual a los demás, usted tiene que valorar los títulos”, respondió Chilavert y dejó la concentración. El paraguayo mediatizó la disputa y el entrenador guardó silencio. Parecía que no había modo de juntarlos, pero solucionaron sus diferencias en una charla privada que reconocerían años después.
“El éxito convence y produce arraigo. Lo difícil es convencerse primero para llegar al éxito después”.
Otra ‘máxima bielsista’ puesta en práctica: insistió e insistió con sus ideas, hasta convencer al plantel, que antes lo miraba con desconfianza, de cuál era el camino. Es cierto, los resultados llegaron rápido, como un 3-0 a Unión con dos goles del ‘Pato’ Camps; o el 3-2 al Boca del ‘Bambino’ Veira.
Experimentó, se animó, atacó Bielsa con su Vélez. Hasta incluyó a cinco delanteros desde el inicio en el partido ante Argentinos Juniors. Curiosamente, pese a Cordone, Pandolfi, Camps, el ‘Cholo’ Posse y Darío Husain, terminó 0-0.
“No cambió nada desde el torneo anterior. Estructuralmente es el mismo equipo: tres delanteros, un volante de ataque y un defensor subido a la mitad de la cancha cuando el rival juega con dos atacantes”.
El mismo Bielsa explicaba cómo jugaba Vélez, sin advertir que quizá sí había cambiado algo: la convicción. Los futbolistas terminaron por confiar en un tipo que defendía sus ideas con argumentos, que solucionaba sus diferencias cara a cara y que respetaba y exigía a todos por igual.
3-0 a Independiente, 6-1 a Colón, 4-1 a Ferro… Vélez era ofensivo y goleaba seguido, y sus hinchas terminaron de sacarse el sombrero ante Bielsa el 31 de mayo de 1998. Ese domingo, con gol de Martín Posse, derrotó 1-0 a Huracán y se consagró campeón una fecha antes del final del Clausura. Gimnasia La Plata cayó en Rosario ante Newell’s y no pudo estirar la definición.
“Cuando llegó a Vélez no lo aceptamos, veníamos de cuatro años diferentes –reconoció Christian Bassedas tiempo después–. Los jugadores cometimos errores con él, por inmadurez o por creer que las sabíamos todas. Pero terminamos todos contentos y convencidos”. Bassedas, Camps y Pandolfi eran los generadores de fútbol de aquel Vélez, intentando abastecer a velocistas como Cordone, Camps y Darío Husain. A la hora de correr y recuperar la pelota, ahí estaban Compagnucci, Claudio Husain, Federico Domínguez y Castromán. Más la línea de tres, por fin aceptada, el mítico Chilavert en el arco… y al costado, en cuclillas y con el chupetín que le sirvió para dejar el cigarrillo, el tipo que consiguió llevar su locura a las tribunas del Fortín, el mismo hombre que meses después trasladaría sus convicciones a la Selección Argentina: Marcelo Bielsa.


PUBLICADO EN LA PÁGINA WEB DE FOX SPORTS, MAYO DE 2008

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