sábado, 28 de junio de 2014

Siete razones por las que Racing sonríe

Por Martín Estévez

Los pibes la rompen, el promedio es el mejor de la última década, la quiebra quedó en el olvido, no cambia de técnico cada 15 fechas, viene de hacer una gran campaña, jugará la Copa Sudamericana y, especialmente, Independiente navega en el Nacional B. La Academia tiene motivos para ser feliz.

1) Brillan los pibes de Inferiores
Decir que las divisiones inferiores de Racing siempre fueron un gran semillero es mentira. Sí: Milito, Lisandro López y Sergio Romero son cracks, pero ¿cuántos laterales sacó Racing en los últimos veinte años? ¿Y enganches? Por eso, que hoy convivan juveniles de los muy buenos (Vietto, Centurión, De Paul) con promesas (Galanternik, Saveljich, Rolheiser, Fabio Videla) demuestra una feliz evolución. El más experimentado de los pibes es Bruno Zuculini, que debutó en 2010, cuando tenía apenas 16 años. 
“Fue muy loco –recuerda–, estaba en Séptima y de un día para otro me citan de la Reserva. Jugué unos 15 partidos y Claudio Vivas me subió a Primera. ¡Racing era un volcán! Debuté contra Gimnasia, perdimos, quedamos en Promoción y echaron a Vivas. Es muy diferente a lo que pasa ahora, los chicos suben más despacio. Hace tres años que el club viene haciendo bien las cosas”. El apellido Zuculini es familiar en Racing. “Yo llegué a los 7 años con mi hermano Franco, que tenía 9. A él lo vendieron a Alemania en 2009, pero cuando volvió en 2011 cumplimos el sueño de jugar un partido juntos, un 3-0 contra Newell's”. 
Bruno suma 69 partidos y 6 goles, ¿ya piensa en irse a Europa? “No, antes me gustaría ganar algo con Racing”. Suena a declaración de casete. “No, no, en serio –se pone firme–. Si fuera por mí, me quedo algunos años más, lo que pasa es que si al club le llega una buena oferta, es difícil decir que no. Pero te digo la verdad: mi sueño es cumplir 100 partidos en Racing, que me den una plaqueta. Hace poco la gente cantó 'Zuculini, Zuculini', y no me puse a llorar porque me estaban viendo todos, pero tuve ganas. Yo amo a Racing. Y el día de los 100 partidos voy a llorar, seguro”.

2) El promedio ya no asusta 

Racing sufrió por los promedios, y sufrió en serio, en 2000, 2001, 2006, 2008, 2009 y 2010. Seis temporadas con la soga al cuello (incluyendo la infartante Promoción 2008 que le ganó a Belgrano) pusieron a sus hinchas siempre en alerta. Pero, por primera vez desde el año 2005, la Academia mirará con total tranquilidad la tabla del descenso. Es más: Racing comenzará con la suma más alta al iniciar una temporada desde 2003: 112 puntos. Entre 2007 y 2011, el equipo arrancó apretado: 93, 89, 92, 98 y 98 unidades. Ahora, gracias a la muy buena temporada 2012/13, Racing comenzará 8º en los promedios, con 26 puntos de ventaja sobre Argentinos Juniors, 25 arriba de Godoy Cruz y 19 más que Atlético de Rafaela. ¿Cuántas veces comenzó mejor? Sólo dos. En la temporada 1997/98 arrancó con 123 puntos; y en la 2003/04, con 124. Un dato más: en los últimos 25 años, Racing nunca lideró la tabla de promedios.

1,474 es el promedio con el que Racing iniciará la temporada 2013/14. Acumula 50 puntos de la 11/12 y 62 de la 12/13. El de mejor promedio es River, con 1,684.

3) El enemigo está en la B 

¿Para qué negarlo? El principal motivo de la alegría de Racing en esta temporada será ver a su histórico rival, Independiente, por primera vez en el Nacional B. En los últimos 40 años, la Academia fue el equipo golpeado de Avellaneda, pero la situación está cambiando. Y no sólo por el descenso del Rojo. Debajo aparece la tabla del milenio. O sea, cuántos puntos sumaron los equipos grandes desde 2001. Y ahí se ve que Racing le saca 35 a Independiente, ventaja que se extenderá durante toda la temporada 2013/14.


4) No hay caos económico 

Parece un mundo paralelo, pero en julio la AFA embargó por deudas a doce clubes y Racing no estuvo en esa lista. Tampoco hay un plantel armado en función de préstamos. Y lo más importante: la deuda que generó la quiebra y el gerenciamiento, los 34 millones de dólares que atosigaron a Racing a principios de siglo, se redujo a cero. El club sigue generando déficit mensual por el alto costo del plantel, pero equilibra la balanza con las ventas. Primero fue la de Valentín Viola al Sporting Lisboa en 2012, y este año le tocó a Luis Fariña, recientemente transferido al Benfica por 4,6 millones de dólares, de los cuales a Racing le quedaron 3 millones. Son más de 16 millones de pesos con los que se cubrirá el déficit de toda la temporada y con los que el club podrá sostener, al menos durante seis meses más, al resto de los juveniles codiciados en Europa.

5) Volvió a ser internacional

 Cuando desapareció la Copa Mercosur, en 1999, Racing comenzó a ser un equipo casero, destinado al torneo local. Durante 12 años, la Academia sólo había participado en la Copa Sudamericana 2002 y en la Libertadores 2003. Después, nada. A partir de 2009, cuando el club volvió a la democracia, comenzó a acercarse a las copas. Retornó al plano internacional en 2012, cuando jugó la Sudamericana: fue rápidamente eliminado por Colón. Pero las buenas campañas siguieron y este año, por segunda vez consecutiva, la Academia estará en la Sudamericana. El 14 y el 28 de agosto enfrentará a Lanús en busca de pasar de fase en una copa, algo que no consigue desde hace una década.

6) La estabilidad deportiva

Tres de los últimos cuatro entrenadores de Racing cumplieron su contrato. Con la excepción de Basile, que renunció, a Miguel Angel Russo, Simeone y Zubeldía les respetaron lo firmado. La novedad es que Luis fue el primero en renovar su vínculo: el proyecto a largo plazo va en serio. Al cierre de esta edición, Zubeldía sumaba 59 partidos entre torneos locales, copas y amistosos. Con tres más superará a Russo (61) y se convertirá en el DT que más dirigió a Racing en un solo período desde la creación de los torneos cortos en 1991.

7) El impulso de los 62 puntos 

Si Racing sufría en años anteriores, ese sufrimiento se trasladaba a la relación entre hinchas y jugadores. Aveldaño, Marcos Cáceres, Licht, Aued, Pablo Caballero, Lucero, Toranzo eran futbolistas a los que no insultaban pero miraban con desconfianza. Hoy, además de querer a Saja, Vietto y Centurión, los hinchas se sienten cómodos con Fernando Ortiz, Pelletieri, Zuculini, De Paul... Los 62 puntos durante la última temporada generan unidad entre hinchas y jugadores. Habrá que aprovecharla.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4437 (AGOSTO DE 2013)

jueves, 26 de junio de 2014

Ricardo Centurión - La gambeta

Por Martín Estévez

Le dicen el Wachiturro y no le molesta ni un poco. Típico talento surgido de las clase baja, declara con prolijidad para evitar conflictos. Pero el verdadero Ricky, el que tuvo que gambetear la discriminación para sobrevivir, aparece en la cancha: impredecible, creativo y valiente para bancarse las patadas.

No hace falta empezar este texto con los lugares comunes que se usan cada vez que se cuenta la historia de un futbolista surgido de la clase baja, de un pibe que es parte de una familia empobrecida. Los que no lo sufrimos, deberíamos quitarnos el derecho a contar esas historias, porque es muy fácil imaginar el frío, el hambre y las formas de discriminación más abyectas, pero es muy difícil soportarlas. Y cuando alguno de ellos, de los que más sufren, de los que no saben de cloacas, asfalto, delivery o vacaciones, empieza a tener éxito en el fútbol, los resortes fascistas de la sociedad aparecen de golpe. ¿A qué viene todo esto? A que cuando se menciona a Centurión, buena parte de nosotros pensamos en la imagen suya que circuló en internet con un arma en la mano, o en su festejo haciendo el pasito wachiturro como si fuera algo excéntrico, algo ajeno, una anormalidad. Si hubiera aparecido una foto de Gabriel Batistuta (perdón, Bati, pero algún ejemplo tenemos que usar) con un arma, se lo asociaría con que fue a cazar, o con que es coleccionista. Pero cuando apareció una foto de Centurión con un arma, digámoslo directamente, se lo asoció con la delincuencia. Muy injustamente. Le pasó a Centurión aquella vez, pero les pasa todos los días a todos los pibes que, como él, son maltratados por su condición social, por su color de piel, por su forma de vestir. Lo grita una frase escrita en las paredes de las villas argentinas: “Mi cara, mi ropa y mi barrio no son delito”.

Ricky, como le dicen sus amigos, tiene 20 años y durante la entrevista mide lo que dice. Piensa mucho en cada palabra, baja la cabeza y trata de no equivocarse. Sabe que tiene que manejar un lenguaje que no es el que usa en su casa, en su barrio, con su familia. Habrá escuchado cinco, diez, cientos de consejos sobre cómo declarar ante la prensa, qué es lo que se puede decir y qué no. Todo eso pasa por la cabeza de Centurión mientras escucha las preguntas.

-La rompiste en tus primeros partidos, te vendieron, se cayó el pase, te operaron, volviste a jugar. ¿Cómo te sentís ahora?
-Tranquilo. La verdad es que mi carrera empezó muy rápido, todo pasó de golpe, muchas cosas que yo no me esperaba. Sabía que la posibilidad iba a llegar porque estaba haciendo las cosas bien. Cuando el técnico me dijo que iba a jugar y conocí en el plantel  a gente más grande, con experiencia, crecí mucho. En este semestre estoy más maduro y más tranquilo que antes.

-¿Qué es lo que te acordás de esos días?
-Que cuando llegó Zubeldía, me dijeron que me estaba mirando. Pero no me puse loco, seguí haciendo las cosas como las venía haciendo. Me dijo que iba a estar en Primera hasta julio y que, si me adaptaba bien al grupo, me quedaba. Y en uno de los primeros entrenamientos me avisó que iba a jugar. “Vas a arrancar de titular el domingo, pero no te desesperes, tené los pies sobre la tierra”, me pidió.

-¿Y en qué momento, desde tu debut, estuviste más nervioso?
-En la final de la Copa Argentina contra Boca, en San Juan, por todo lo que se vivía. Te puedo decir que si pasara ese momento ahora, lo tomaría con más tranquilidad.

-Tenés una vida muy distinta a la que tenías hace un par de años. ¿O no tanto?
-Sí, te cambia la vida, nadie te puede decir que no. En inferiores o en Reserva no te conoce nadie, pero cuando te empezás a mostrar y te empiezan a pedir fotos en la calle, cambiás el ritmo de vida. Igual te vas acostumbrando. Yo hoy te puedo decir que sé separar las cosas, que soy un profesional... pero hay que disfrutar, también.

Antes de decir “hay que disfrutar, también”, Centurión levanta la cabeza por primera vez durante la entrevista. Y hasta cambia el tono de voz. Suena más sincero. “Hay que disfrutar, también”. Como si se lo dijera a sí mismo, al Centurión que cuida cada palabra para no tener conflictos. Pero enseguida baja la cabeza y se concentra en responder correctamente la siguiente pregunta.

-¿La pasaste muy mal cuando por una lesión se frustró tu pase al fútbol ruso?
-Que se caiga el pase no me molestó tanto como saber que tenía una lesión. Sé que soy joven y voy tener la oportunidad de una transferencia, pero cuando me avisaron que tenía que operarme fue difícil. Era mi primera operación y tenía un poco de miedo.

-¿Qué es lo peor de ser futbolista?
-Lo peor que le puede pasar a un jugador es estar en un club al que querés, donde naciste, y tener que pelear ahí abajo, viendo si te vas o te quedás en Primera. A mí no me tocó, pero debe ser feo, porque cuando nacés en un club le tomás mucho cariño.

-¿Les pedís consejos a los más grandes o eso es algo que se dice para dar la sensación de que el plantel está unido?
-Uno sabe ubicarse, pero cuando sentís que no sabés las cosas, sí: te apoyás en un grande. Ellos mismos se dan cuenta de que necesitás ayuda. Pero si yo sé que alguien está haciendo las cosas mal, aunque sea más grande, voy y se lo digo. Así se forma un plantel: diciéndonos las cosas en la cara.

-En el partido contra Boca, se lo vio a Bianchi gritándoles a sus jugadores: “Métanles, que son cancheros”. ¿Te molestó?

Silencio. Por segunda vez, Centurión levanta la cabeza. Suspira e intenta decir lo que siente. “Me pareció raro que un técnico de jerarquía como él...”. Pero se frena. Sabe que no tiene sentido empezar una polémica. Aprendió los códigos. Como en el barrio, en el fútbol hay que aprender los códigos para sobrevivir. Aunque no debería ser así, Centurión baja la cabeza y comienza a decir lo que tiene que decir: “La verdad es que nosotros siempre jugamos así. Jugamos igual cuando vamos 0-0, o cuando perdemos 3-0. Yo siempre digo que todo queda en la cancha, ya está. Entiendo a los de Boca porque yo también tengo compañeros a los que no les gusta que les pisen la pelota. Por ejemplo, a mí Fernando Ortiz siempre me dice: 'Todo bien con que la pises, pero siempre para adelante, sacale rédito a la jugada. No quiero que sobres ni que cancherees'. Por suerte ellos saben muy bien que nosotros no hacemos eso”.

Por dentro, Ricky debe tener ganas de decir otras cosas, no las que son correctas, sino las que siente. Contar que a él ahora lo ovacionan treinta mil personas desde una tribuna, pero que si se pone un gorrito y una capucha, y camina por Palermo, los mismos que lo ovacionan lo van a mirar con cara de sospecha. Tiene tanto mérito por tirarla larga y gambetear en mitad de cancha como por haberse bancado una infancia de las más difíciles. Termina la nota y se hace un silencio. Centurión levanta la cabeza otra vez y dice algo suyo, algo menos correcto: “¿Sabés qué? Yo juego de esta forma porque soy así. Llegué hasta acá jugando así y no lo pienso cambiar. Los que me conocen saben cómo soy. Y lo que digan de afuera no me interesa”.
PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4437 (AGOSTO DE 2013)

miércoles, 18 de junio de 2014

Racing Club - Temporada 1903

Leandro Boloque, autor del primer gol conocido
Partidos amistosos
1) Sudamericano (?) PG (goleadores desconocidos)
2) Plata United (V) 6-0 (goleadores desconocidos)
3) Club Atlético Argentino (L) 2-1 (L. Boloque, A. Paz)
4) América (?) 1-0 (goleador desconocido)
5) Barracas United (V) 5-3 (F. Balestrieri, B. Debenedetti 2, A. Artola, I. Oyarzábal)
6) California (N) 3-0 (goleadores desconocidos)
7) Libertad Sur (N) 0-1
8) La Rosales (?) 1-1 (goleador desconocido)
9) Olimpo de Quilmes (L) 1-0 (C. Vigil)
10) La Rosales (V) 1-0 (A. Capurro)
11) La Rosales (L) 0-0
12) La Capital (L) 2-2 (Demannis e/c, J. Paz)
13) La Rosales (N) 5-0 (F. Balestrieri 2, C. Vigil, G. Winne, M. Alvear)

Resumen 1903. Jugó 13 partidos amistosos. Ganó 9, empató 3 y perdió 1.

Goleadores en amistosos (1903)
Francisco Balestrieri 3
Bernardo Debenedetti 2
Cándido Vigil 2
Leandro Boloque 1
Alfredo Paz 1
Arturo Artola 1
Ignacio Oyarzábal 1
Antonio Capurro 1
José Paz 1
Germán Winne 1
Modesto Alvear 1
En contra 1

Partidos amistosos jugados (1903)
Antonio Serra 3
Ignacio Oyarzábal 3
Francisco Balestrieri 3
Arturo Fernández Silva 2
Germán Vidaillac 2
Pedro Viazzi 2 
Alfredo Paz 2
Enrique Poujade 2 
José Paz 2
Martín Iturburu 2
Bernardo Debenedetti 2
Cándido Vigil 2
Alfredo Lamoure 1
Raimundo Lamoure 1
Pedro Werner 1
Teodoro Tarela 1
Elías Camels 1
Juan Collazo 1
Alberto Mignaburu 1
Juan Sepich 1 
Leandro Boloque 1
Julio Planisi  1
Alejandro Vigil 1
Bernardo Etcheverry 1
Antonio Capurro 1
Arturo Artola 1
Germán Winne 1
Modesto Alvear 1

¡Una que pateemos todos!

Por Martín Estévez

La relación entre la música y el fútbol es tan antigua como inevitable. En estas páginas proponemos un enfoque particular: ¿qué dicen las letras de las canciones populares sobre el deporte más hermoso del mundo?

El vínculo entre la música y el fútbol es visible, aparece en todos lados, renace en cualquier rincón. Las muestras evidentes son las canciones de cancha, con ritmos nacidos de la música popular; los fanáticos de las bandas, que toman códigos de las hinchadas; o que los grandes recitales se hagan en estadios de fútbol. Una nota que detalle ese vínculo (socialmente complejo y sorprendente) ocuparía media revista, así que seremos menos pretenciosos y nos enfocaremos en un punto: de qué modo es mencionado el fútbol en las letras de la música popular.

Dos por cuatro es goleada 
En la década de 1920, el fútbol ya tenía lugar gracias al tango. ‘Patadura’, escrito por Enrique Carrera Sotelo y cantado por Carlos Gardel, tiene frases geniales: “De puro patadura estás siempre en orsai”, “no servís siquiera para patear un hands” o “de linesman hay un puesto si querés jugar”. Además menciona figuras de la época: Seoane, Tarascone, Monti y Ochoa. 

Otro conocido es ‘El sueño del pibe’ (Reinaldo Yiso): “Mamita querida, ganaré dinero, seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé”. Y también ‘Cero a cero‘ (Juan Sarcione): “Si hasta con Lauri y con viento a favor estoy viendo que voy a perder”. 

‘Largue a esa Mujica (Juan Sarcione) nombra más de cuarenta futbolistas jugando con el significado de sus apellidos. ¿Más títulos para buscar en Internet? ‘Mi primer gol’; ‘Bernabé, la Fiera’; ‘Lemita’; ‘Sami’ (para el español Josep Samitier); ‘Tarasca solo’; ‘A José Manuel Moreno’; ‘Déjelo, señora’; ‘Pelota de cuero’… Y la lista podría seguir.

Letras intercontinentales
 La relación música-fútbol es internacional. Enumeremos ejemplos: Rod Stewart jugó en Brentford (Tercera División inglesa) y estuvo a prueba en el Barcelona. Julio Iglesias fue arquero del Real Madrid ‘B’, pero un accidente automovilístico lo sacó de las canchas. Cuando el Fortuna Dusseldorf de Alemania estaba cerca de la desaparición, la banda Die Toten Hosen invirtió dinero para poner su nombre en la camiseta y salvarlo. Elton John adquirió acciones del Watford en 1976. El equipo estaba en Cuarta División y con él vivió su edad de oro: subió a la Premier League y fue subcampeón inglés en 1983. John Lennon, sobre quien se discute si era de Liverpool o de Everton, declaró que deseaba que Racing le ganara a su odiado Celtic en 1967. El caso increíble es el de Bob Marley: su muerte se debió a una herida recibida mientras jugaba al fútbol, que se desarrolló hasta generar un cáncer.

Específicamente en sus letras, Joaquín Sabina incluyó al fútbol en ‘Tango del quinielista’: “Mientras Marlon Brando en la pantalla baila un tango en París, vuelve el recuerdo del árbitro traidor… ¿Cómo es posible que un penalti deshaga tantos sueños?”. También en ‘Dieguitos y Mafaldas’: “De González Catán, en colectivo, a la cancha de Boca, por laguna, va soñando ‘hoy ganamos el partido’ la niña de los ojos de la Luna”. 

Joan Manuel Serrat nombra a Ladislao Kubala, ídolo de Barcelona, en ‘Temps era Temps’. Ricardo Arjona le escribe a un viejo amor para contarle: “Ya no juego más al fútbol por mi rodilla”. Y en ‘Duele verte’ se queja porque otro ocupa su lugar “mientras yo caliento el banco de suplentes con la camiseta puesta pa’ incluirme en tu futuro”. Alejandro Sanz le dice a su papá que es más que “el silencio en el sofá viendo un partido en zapatillas.  

Carlos Vives homenajea a Carlos Valderrama en ‘Pa Mayte’: “Soy pacífico, soy caribe y en Santa Marta juego fútbol con el Pibe”. Nuestros Illya Kuryaki and the Valderramas lo incluyeron en su nombre. Shakira reconoce en ‘Inevitable’: “No sé preparar café y no entiendo de fútbol”. El mexicano Jáuregui se dedica al ‘fut-rock’: todas sus canciones tienen vínculo con la pelota. Y los españoles resultaron ácidos: Potato compuso ‘Dedícate a otra cosa’, apuntando al entonces delantero Julio Salinas; y la Habitación Roja cantó ‘Nunca ganaremos el Mundial’, vaticinio que tuvieron que archivar en 2010.

¡Vamos, vamos, Argentiiina!
Acá somos futboleros, pero las menciones en las letras no son multitudinarias. Lo más repetido son las canciones para Diego Maradona. Rodrigo (“De cebollita soñaba jugar el Mundial y consagrarse en Primera”), Andrés Calamaro (“En el alma llevo la camiseta de Boca que me regaló alguna vez”), Los Cafres (“Pelusa, no sé lo que quieren de vos, tus enemigos se muerden”), el francés Manu Chao (“¡Santa Maradona priez pour moi!”), Attaque 77 (“El pibe de Fiorito late en nuestro corazón”), La Guardia Hereje (“En la villa se juntaban los pendejos para verte gambetear") y Charly García (“Yo ya perdí el autobús como el Maradona blues”) son algunos de los que se inspiraron en Diego. ‘Maradó’, de Los Piojos, es un tema que Andrés Ciro Martínez cantaba con los botines que Diego le había regalado colgados en el micrófono: “Muerde la lengua de Joao Havelange” y “dicen que escapó de un sueño en casi su mejor gambeta” son sus frases memorables.

Hablando de Los Piojos, en ‘El balneario de los doctores crotos’ le cantan a un tipo que “escucha la lucha del Globo campeón” y que “se volvió loco y dice que es Baley”, arquero campeón mundial en 1978. Los Fabulosos Cadillacs homenajearon al fútbol en el título de un disco: “La marcha del golazo solitario”, igual que Divididos en “Gol de mujer”. La banda liderada por Ricardo Mollo, además, reveló en ‘Qué ves’: “El bien y el mal definen por penal”. 

Attaque 77 le cantaba a una chica que frecuentaba la Bombonera: “Siempre está sola en la cancha, apartada de los demás, mira el partido mientras canta, siempre es la misma canción. Dale Bo, dale Bo, dale Bo…”. También festejaba una separación porque había más tiempo “para ir a la cancha a ver al campeón”; e ilustraba así una situación desesperada: “Iba perdiendo 3 a 0 al metegol

El gran Luis Alberto Spinetta le hizo un guiño a Norberto Alonso en ‘El anillo del capitán Beto’; y Miguel Mateos imaginó como inimaginable “el día después de Racing campeón”, tema que habrá cantado feliz el 28 de diciembre de 2001.

Fito Páez parece poco futbolero, pero le encontramos cinco menciones: se describe como “el chico que jugaba a la pelota” en ‘Al lado del camino’; asegura “soy Canalla desde mi más tierna edad” en ‘Los buenos tiempos’; advierte que “la tribuna grita gol el lunes por la capital” en ‘Mariposa tecknicolor’; intuye que “en el Parque Independencia y en Arroyito también, las muchachas, los muchachos, hoy se van a enloquecer” en ‘Caminando por Rosario’; y describe: “El sábado a la tarde en la cancha se oye un solo grito: ¡Dock Sud ya tuvo un hijo y lo bautizaron Arsenal!”, en ‘El chico de la tapa’.

Andrés Calamaro recuerda: “Cuando era niño y conocí el estadio Azteca me quedé duro, me aplastó ver al gigante”. Y reflexiona: “Me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78”. Sobre aquella Copa del Mundo, la banda Fun People tiene una mirada más realista: “Una noche del 78, hombres al mando del General Camps acribillaron a mis padres; sus gritos fueron tapados por los gritos de gol”.

¿Hay más ejemplos? Muchos. Kevin Johansen juega a la enumeración en 'Guacamole':  “Samaranch, Havelange, Copa UEFA Mundo de la FIFA y “River Plate, Boca Juniors, Chacarita, Diego Maradona protagonizan la letra. El uruguayo Alfredo Zitarrosa contaba que Garrincha llevaba el balón “atado al pie, como una luna atada al flanco de un jinete. Unido al pie como un equilibrista unido va a la muerte. Las Pastillas del Abuelo mencionan a figuras más terrenales en 'Qué carajo es el amor': “Pura escuela de tablones, Avellaneda y Bajo Flores, tiros libres de Pipo y Rubén Paz. Pipo, para los despistados, es Néstor Gorosito. En 'Cancha', El Otro Yo hace una parodia: “No me voy a afeitar, no me voy a bañar ni me voy a comprar un auto nuevo; ¡fútbol, a la cancha!.

En ‘Ya no sos igual, Dos Minutos acusa a un tal Carlos porque “se olvidó de pelearse los domingos en la cancha. Y Yerba Brava no puede creer que un amigo se haya hecho policía: “Cuando ibas a la cancha, parabas con la hinchada y tomabas vino blanco; ahora patrullás la ciudad, si vas a la cancha, vas en celular.

Dos historias curiosas. La Todo Mal Orquesta, alquimista de ritmos balcánicos, enumera en ‘No siente motivos para estar triste. Entre ellos, ser hincha de Huracán. Hasta que un Quemero los conversó en un recital y la letra, misteriosamente, pasó a decir “de Arsenal.

Santi Aysine, de Salta la Banca, canta en ‘Ilusa ilusión: “Racing vuelve a hacerme mal y eso no va a hacer más que cooperar con tu recuerdo. Hace poco frenó de golpe un recital para decir: “Gol de Argentinos. Es que, con ese gol, Independiente quedaba al borde del descenso.

Más canciones con detalles futboleros para descubrir: ‘El Messi as(Coti), ‘Anda suelto un Tigre (para Radamel Falcao), ‘Su jugador favorito (La Granja), ‘La cumbia de los trapos(Yerba Brava), ‘Just want to meter mi gol (Molotov), ‘Arde la ciudad (La Mancha de Rolando), ‘Gol en el campo (La Polla Records), ‘Fútbol (Kapanga), ‘Distinto a los demás (Juana La Loca), ‘River Plate (Joaquín Levinton) y una decena de canciones de Ignacio Copani, fanático de River, al que hasta le dedicó un disco. Mención especial a ‘Abran cancha (Sebastián Monk), una hermosa oda a la derrota digna.  

El podio
En las letras de Zambayonny (ver texto aparte) sobran referencias futboleras. Bersuit Vergarabat, con o sin Gustavo Cordera, no tiene tanta cantidad, pero sí calidad. En ‘Toco y me voy hay un buen ejemplo: “En un picado cualquiera mi alma se echa a rodar, toda la vida es un baile y te pueden bailar aunque no quieras, lo verás en una cancha o en un bar”. Y termina con una comparación fuerte: “La camiseta es como un Dios”. Además confesaron admiración por Ricardo Bochini en 'El baile de la gambeta': “Soy de la escuela del Bocha, voy con la fantasía a la estrategia fría. Y, si no hay copa, que haya cope para la gente”.

Para el final, el ganador del campeonato: entre su etapa con los Caballeros de la Quema y su presente solista, Iván Noble acumuló veinte referencias futbolísticas, la mayoría geniales. Cuando narra un espantoso ‘Domingo muerto de la década del 90, describe: “Prendés la radio y Boca es un desastre, 2 a 2 con Mandiyú. En ‘No hay lamenta que “ya viste a tantos campeones besando remeras prestadas. En ‘Bienvenito le cuenta a su hijo: “Te trajimos a un lugar lleno de gente que salta a cabecear con los codos. Y dos de las mejores, como para cerrar esta revista e ir corriendo a escucharlas: “Siempre listos para cabecear y nunca nos cobran un puto córner (en ‘Malvenido) y “Partido chivo el que jugamos, todos atrás y Dios de 9, todos abajo y Dios de 9, todos atrás y nuestro Dios... siempre en orsai....


Zamba de Bahía Blanca

Fanático del fútbol, Zambayonny cumplió el sueño del hincha: compuso el himno de su club, Olimpo. “Fue un honor”, se emociona.

¡Che, hay un monton, tenés razón!”, dice sobre las referencias futbolísticas en sus canciones. Ahí entiende por qué El Gráfico le pidió una entrevista. Se llama Diego Perdomo, pero todos le dicen Zambayonny. Muchos asocian su nombre con el que putea cuando canta”, pero está lejos de ser solamente eso. Cantautor metódico, fue nominado para los Premios Gardel por su disco Búfalos de Agua. 
Se suponía que la nota iba a durar 15 o 20 minutos, pero se extendió un poquito: hace dos horas que Zamba habla de fútbol y de sus canciones. Vos sos la gloria, yo soy un club que entró en convocatoria”, canta en 'El equilibrio del mundo'. Están pidiendo línea de cinco los que soñaban jugar distinto”, se indigna en 'Deja vu'. Desde aquel gol a los ingleses con la mano, estamos acostumbrados a mirar para otro lado”, hipotetiza en 'Un mundo perfecto'. Y un largo etcétera. Encontramos al menos 18 guiños futboleros. ¿El mejor? Cuando ya no sabe cómo hacer para que una chica deje de pasearse desnuda por su casa, le propone: Te puedo regalar hasta la 12 del Goyco contra Italia, ¡a ver si así te tapás!”. Igual que él, no vamos a explicar el chiste. “Yo hago guiños a un público dentro del público -admite-. Y los guiños futboleros son muy claros. Está bien que una parte del público se los pierda, porque le genera la curiosidad de entender”.
Hincha de Olimpo (vivió su infancia en Bahía Blanca), tuvo una gran responsabilidad. Hace unos años, Fútbol para Todos le pidió a un cantante de cada club que hiciera una versión del himno. Olimpo no tenía y tuve que componerlo. Fue un honor, jamás lo hubiera imaginado”.
¿Qué más dijo Zambayonny durante dos horas de charla futbolera? Acá, algunos extractos:
• “No sé por qué elegí a Olimpo, pero me adueñé de los colores, iba a ver básquet y jugué en Inferiores. Llegué hasta la Sexta. Era wing derecho, pero nada de tirar centros: le pegaba al arco, tenía el egoísmo del delantero.
• “Todos los hinchas son exactamente iguales. El del Manchester y el de Bella Vista de Bahía. Todos creen que su pasión es la única y la más grande, y que la AFA los quiere tirar al bombo.
• “Cuando alguien me pregunta por qué miro partidos absurdos, le explico que en el fútbol está latente todo el tiempo que pase algo histórico. Aunque estés mirando Platense-Atlanta. Un tipo puede hacer un taco desde mitad de cancha, puede haber una remontada de un 4-0 en los últimos veinte minutos, puede inventarse una jugada nueva. Y eso va a ser historia. Una historia que por ahí a vos no te interesa, pero a mí sí y a las estadísticas también.
• “Yo creo que las canciones tienen que resultar, pero también que ser bellas. Sería un tacticista de la música, pero no tanto. Si Bilardo fuera músico, hubiera ganado discos de platino, pero los premios Gardel se los darían a Bielsa”.
• “Pelé es el Paul McCartney del fútbol: no se pelea nunca con quien no tiene que pelearse y va a estar siempre a la sombra de Lennon-Maradona. Mauro Laspada, uno de mis ídolos de Olimpo, podría ser Pappo. Hay muchas comparaciones posibles. Por ejemplo, Nito Mestre y Crespo. Nito fue relegado por Charly García en Sui Generis; y Crespo tuvo la mala suerte de que Batistuta estuviera en su mejor momento. A Cristiano Ronaldo le está pasando con Messi. También son comparables productores y técnicos. Gustavo Santaolalla, que hace funcionar a cualquier banda, sería como el Tata Martino, que al equipo que agarra lo  hace jugar bien.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4437 (AGOSTO DE 2013

martes, 17 de junio de 2014

El medallero (julio de 2013)

Por Martín Estévez

Oro: Gerardo Martino
Segunda medalla dorada consecutiva para el Tata. Si el mes pasado celebrábamos su buena campaña en Newell's, esta vez fue protagonista de una noticia bomba: es el nuevo entrenador del Barcelona. Sí, del Barcelona. Y lo logró con trabajo y transparencia. Ovación.

Plata: Federico Delbonis
En agosto de 2011 lo habíamos elegido como una de las promesas del tenis mundial. Dos años más tarde, el zurdo de 22 años le ganó al mejor jugador de la historia, Roger Federer, en las semifinales del ATP de Hamburgo. Y por primera vez está en el Top 70 del ranking.

Bronce: Carlos Berlocq
¡Qué mes para el tenis argentino! A los 30 años, Charly consiguió su primer título ATP. En Bastad, Suecia, derrotó 7-5 y 6-1 al español Fernando Verdasco (35º) y volvió a ser uno de los 50 mejores del ranking. Además, superó los 80 triunfos en torneos de ese nivel.

Plomo: El Porvenir
A la pésima situación deportiva (en 2006 jugaba en el Nacional B y ahora está tres categorías más abajo, en la D) se suma la participación “oficial” de la barra brava en las actividades del club. ¿La violencia se soluciona institucionalizándola? Seguro que no.

Lata: Javier Weber
Con él como entrenador, la Selección de vóley había progresado en los últimos años, pero la actuación en la Liga Mundial 2013 fue totalmente decepcionante: un triunfo y 11 derrotas alejaron a Argentina de las potencias de este deporte. A replantearse el camino.

Cartón: La violencia
Es ingenuo creer que escribiendo podemos ser parte de la solución, pero todos los espacios son de lucha y es justo repetirlo: no nos acostumbremos a que el fútbol genere muertes ni derrame sangre inocente. La interna de la barra de Boca es sólo una muestra de una problemática enorme.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4437 (AGOSTO DE 2013)

viernes, 13 de junio de 2014

US Open - Finales felices


Agassi y Sampras, tras la final de 2002 
Por Martín Estévez

A fin de mes comenzará el US Open, último Grand Slam de la temporada. Para entrar en calor, repasamos las diez mejores finales de la historia del torneo.

Aunque el año dura doce meses, la temporada tenística se esfuma rápidamente. De los cuatro principales torneos de la temporada, ya hemos vivido tres: Australia, Roland Garros y Wimbledon. Y el 26 de agosto comenzará el cuarto: el US Open. En New York se disputará un torneo clave para definir quién será el número 1 del año, y en un escenario que ha sido testigo de históricos y memorables partidos. Mientras esperamos el inicio del último Grand Slam del 2013, recordemos diez de las grandiosas finales que ha tenido el Abierto de los Estados Unidos.

1884: El primer emperador
El US Open se disputa desde 1881. Inicialmente, sólo competían tenistas de clubes que fueran miembros de la United States Nacional Lawn Tennis Association. Y aunque el número de competidores era reducido, es destacable el dominio de Richard Sears: ganó los primeros siete campeonatos de forma consecutiva, logro nunca repetido, y perdiendo apenas dos sets en esas siete finales. La que simbolizó su superioridad fue la definición de 1884: Sears derrotó 6-0, 6-0 y 6-0 a Howard Taylor. También es record: nadie más ha ganado una final sin perder games.

1927: Invasión francesa
El primer extranjero campeón había sido el inglés Laurence Doherty en 1903. Los estadounidenses pusieron nombre a los 44 siguientes finalistas, hasta que, en 1926, hubo final francesa: René Lacoste venció a Jean Borotra. El partido más apasionante llegó un año después, cuando Lacoste tuvo que defender su título ante el local Bill Tilden, uno de los cinco mejores de la historia y seis veces campeón en su país. En un partido de alto vuelo, el francés se impuso 11-9, 6-3 y 11-9.

1929: El record más valioso
El mencionado Richard Sears (entre 1881 y 1887) y William Larned (1901-1911) ya habían ganado siete veces el principal torneo estadounidense. Bill Tilden sumaba seis y había caído en la final del ’27, pero tuvo revancha dos años después: se impuso en un cambiante 3-6, 6-3, 4-6, 6-2 y 6-4 a su compatriota Francis Hunter y alcanzó el récord, con el aliciente de que sus siete campeonatos fueron en una época de mayor competitividad.

1962: Laver completa el Grand Slam
En 1961, Roy Emerson había derrotado a Rod Laver en una final entre australianos. Al torneo siguiente, el mítico Laver se vengó al ganarle 6-2, 6-4, 5-7 y 6-4 a Emerson, completando así el Grand Slam: la hazaña de obtener los cuatro principales torneos el mismo año. El gran Rod repitiría el Grand Slam en 1969, siendo el único en la historia en lograrlo dos veces.

1977: El grito sudamericano
El primero en llegar a una final del US Open había sido el peruano Alex Olmedo en 1959, pero perdió ante el australiano Neale Fraser. Por eso, el título que consiguió Guillermo Vilas en 1977 fue una alegría para todo el continente. El argentino le ganó la final a Jimmy Connors, el jugador con más títulos en la historia y cinco veces campeón en el abierto estadounidense. El marcador final (2-6, 6-3, 7-6 y 6-0) fue apenas la comprobación matemática de un logro fenomenal.

1980: Choque de estilos
El estadounidense John McEnroe era irascible, soberbio y de perfil alto. El sueco Bjorn Borg, más tranquilo y respetuoso. Ellos protagonizaron un duelo clásico que tuvo uno de sus puntos más intensos en la final del US Open 1980: McEnroe ganó los dos primeros (7-6 y 6-1), pero Borg salvó dos sets infartantes (7-6 y 7-5) y forzó el quinto. El sueco, que ya había perdido dos finales, sufrió de nuevo: cayó 6-4 en el decisivo. Borg nunca pudo festejar en New York: perdería también en la final de 1981 contra McEnroe, que totalizó cuatro títulos en New York.

1987: El señor de las finales
Ivan Lendl, es cierto, jugaba bien en todos lados. Por algo, el checo nacionalizado estadounidense ganó más de mil partidos y ocho Grand Slams. Pero en el US Open se inspiraba especialmente: llegó a ocho finales consecutivas entre 1982 y 1989, y fue campeón tres veces: en 1985, 1986 y 1987. El último título, tras un gran juego decisivo contra el sueco Mats Wilander: 6-7, 6-0, 7-6 y 6-4.

2002: La despedida perfecta
Pete Sampras es una leyenda viva: 14 Grand Slams ganados y una carrera majestuosa. Había obtenido el US Open en 1990, 1993, 1995 y 1996; y anunció que la edición de 2002 sería el último torneo de su historia. No solamente ganó el torneo ante su público, sino que lo hizo ante su archienemigo Andre Agassi: 6-3, 6-4, 5-7 y 6-4. Final feliz.

2008: La era Federer
Apenas dos años después del retiro de Sampras, el enorme Roger Federer se adueñó del US Open. Fue campeón cinco veces consecutivas, siempre ante rivales distintos: Lleyton Hewitt, Andre Agassi, Andy Roddick, Novak Djokovic… Su quinta víctima fue Andy Murray, que recibió una lección de tenis en 2008: el suizo se impuso 6-2, 7-5 y 6-2 mostrando un nivel casi extraterrestre.

2009: El milagro argentino
¿Quién detuvo el ciclo ganador de Federer? Sorpresivamente, Juan Martín Del Potro, en el que es hasta ahora su único Grand Slam. El argentino cortó la racha de Roger con un épico triunfo en la final: 3-6, 7-6, 4-6, 7-6 y 6-2. Así se convirtió en el segundo sudamericano en conseguir el título en Flushing Meadows.

Ellas también brillaron
Las mujeres, claro, también tuvieron sus finales memorables. La chilena Anita Lizana le dio el primer título a Sudamérica en 1937, cuando derrotó a la polaca Jadwiga Jedrzejowska. La brasileña Maria Bueno se consagró cuatro veces, la última en 1966, con un contundente 6-3 y 6-1 ante la local Nancy Richey. La argentina Gabriela Sabatini ganó su único Grand Slam justamente en Estados Unidos, al derrotar a Steffi Graf en 1990. Por espectacularidad, una de las mejores finales fue la de 1984, cuando chocaron dos gigantes y Martina Navratilova venció 4-6, 6-4 y 6-4 a Chris Evert. Y otra, la de 1994, cuando la española Arantxa Sánchez Vicario superó 1-6, 7-6 y 6-4 a Steffi Graf. También hubo dos definiciones entre hermanas: en 2001, Venus Williams le ganó el partido decisivo a Serena, que en 2002 se tomó revancha.

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº57 (AGOSTO DE 2013)

jueves, 12 de junio de 2014

Independiente – Hay que pasar el infierno

Por Martín Estévez

Les guste o no a sus miles de hinchas, ya es una realidad: Independiente se fue al descenso y tendrá que soportar, uno por uno, 42 partidos en el Nacional B. Para leer durante el viaje por todo el país, que recién comienza, analizamos 6 razones por las que bajó de categoría, repasamos 6 momentos inolvidables de estas tres temporadas y descubrimos 6 motivos por los que se puede soñar con que el Rojo de Avellaneda, viejo y querido Rey de Copas, vuelva pronto a la Primera División.

6 motivos por los que descendió

Futbolistas de vuelo bajo
"Ahí están, ahí los ven, los que nos mandan a la B”, cantaron en algún momento las enfurecidas almas rojas. Al final hubo aplausos para los jugadores, más porque pusieron la cara para la trompada final que por haber jugado bien. El caso simbólico fue el de Rolfi Montenegro (foto), que volvió para salvar al club, tuvo un nivel bajo y terminó silbado por algunos hinchas. Aunque el contexto es importante, en los resultados, los jugadores tienen mucha influencia. Y la mayoría de los que pasaron por Independiente en estos tres años fueron desde el rendimiento tibio hasta el fracaso rotundo. Los hinchas no nos perdonarían la falta de valentía para especificar nombres. Maximiliano Velázquez, lateral, jugó 40 partidos de los que significaron el descenso con un nivel de pobre para abajo. Cristian Pellerano (48 juegos) y Nicolás Cabrera (27), que ya habían mostrado intrascendencia en Racing, aportaron más nada que algo en el mediocampo. Hilario Navarro, considerado un traidor del otro lado de Avellaneda, empezó para ídolo y terminó desaparecido entre lesiones y malos rendimientos. Leonel Núñez casi no hizo goles (4 en 24 partidos). Lucas Mareque y José Vélez fueron de los laterales que peor rindieron en la historia del club. Lo poquísimo que mostró Gabriel Vallés (41 partidos), el fracaso de Walter Busse, la parsimonia de Víctor Zapata, la ineficacia del colombiano Marco Pérez... Y las condenas, que el pueblo de Independiente sabrá justas, siguen en “Refuerzos sin compromiso”.

Los DT no le encontraron la vuelta
Seis entrenadores formaron parte de la campaña que llevó a Independiente al Nacional B (siete si se cuenta el interinato de Ricardo Pavoni). De distinta clase: dos con prestigio y que habían sido campeones en el club (Américo Gallego y Miguel Brindisi); un símbolo de River (Ramón Díaz); un símbolo de Huracán (Antonio Mohamed); y dos ex jugadores de la casa haciendo sus primeras armas (Daniel Garnero y Cristian Díaz). Ninguno pudo armar un equipo fuerte, decidido, con personalidad. Garnero llegó recomendado por César Menotti, entonces asesor del club. Acumulaba siete partidos sin ganar de su paso por Arsenal, y en el Rojo llevó la suma a 14: empató 3, perdió 4 y se fue junto a Menotti. Mohamed priorizó la Copa Sudamericana 2010 (la ganó) y fue el que tuvo números menos condenables, aunque nada buenos. Cristian Díaz comenzó como interino, pero una sucesión de triunfos extendieron su estadía a 25 partidos: improvisación que se pagó cara. Otro Díaz, Ramón, demostró que depende del plantel que tenga, y en Independiente tuvo uno bastante pobre. Gallego (foto) parecía un salvador infalible, pero falló y terminó empatando su historia en el Rojo: un título, un descenso. A Brindisi se lo trató con suavidad porque ganó tres de sus primeros cinco partidos, pero en el momento decisivo, los últimos cinco, empató tres y perdió dos.


La deuda bajo la alfombra
A esta altura, creer que las pésimas administraciones no inciden en los resultados es, como mínimo, absurdo. A veces inciden más y a veces menos, pero inciden. El caso de Independiente es extremo: debe 320 millones de pesos. Cuando se habla de fútbol estamos acostumbrados a escuchar cifras astronómicas sin pensarlas ni un segundo. Hagámoslo: 320 millones de pesos, cifra admitida por el presidente Javier Cantero. Aun así, Independiente siguió contratando jugadores, sostuvo planteles extensos y generó nuevas deudas. Para demostrar la influencia directa del factor económico, durante marzo de 2013 (en plena lucha por no descender) el plantel suspendió un entrenamiento para exigir que le pagaran parte de una deuda.

Lo marearon tantas copas
Este punto presenta una discusión ideológica: ¿está bien apuntar más alto de lo que podemos llegar? Independiente se entusiasmó en 2010 con la posibilidad de volver a ganar un título internacional después de quince años. En la Copa Sudamericana fue avanzando fases casi a los manotazos (contra Defensor Sporting zafó a 15 minutos del final, a Tolima y a la Liga de Quito los eliminó solamente por tener más goles como visitante) y llegó a una final atípica: jugaban el Rojo, que terminó último en el torneo argentino, contra Goiás, descendido en la liga brasileña. El Rojo sufrió, pero terminó ganando por penales. Ese 8 de diciembre, mientras todos festejaban (foto), casi ninguno advertía que estaban hipotecando el futuro: Independiente terminó con 14 puntos en la que fue la peor de estas seis pobres campañas. Los hinchas, lo sabemos, van a recordar aquel momento de esperanzas con dolor: se pensaba entonces en que renacía el Rey de Copas, porque al club se le abrían las puertas para jugar muchos torneos internacionales: la Copa Libertadores, la Suruga Bank, la Recopa, la siguiente Sudamericana... Los promedios ya eran una preocupación (Independiente, recordemos, sufrió hasta la fecha 35 de la temporada 2010/11), pero muchos creían que el casi milagro de la Sudamericana podía repetirse con un plantel que, insistimos, perdía más de lo que ganaba. La doble competencia fue permanente durante estas tres temporadas; incluso en 2013, cuando jugó la Sudamericana. Y no sólo desgastó físicamente a los jugadores, sino que cada eliminación (porque Independiente no ganó ni una sola de todas las copas que jugó) resultó un golpe anímico fuerte.


Demasiadas malas rachas
Es cierto que la mayoría de los equipos argentinos son irregulares en cuanto a resultados, pero Independiente fue claramente el más “rachero” de los últimos tres años. ¿Qué significa rachero? Que es capaz de conseguir cuatro triunfos seguidos y, después, perder cuatro al hilo con los mismos jugadores. Fue un equipo demasiado anímico y lo terminó pagando. Las malas rachas, además, fueron más extensas que las buenas. En la 2010/11, por ejemplo, arrancó con 7 partidos sin ganar (el DT era Garnero). Dos meses después, acumuló 5 empates seguidos entre torneo y Sudamericana. Y en esa misma temporada, ya con Mohamed como técnico, otra racha terrible: 13 sin ganar, con siete empates y seis derrotas. De esos 13 sin ganar pasó directamente a 8 sin perder (tres por la Libertadores), hasta que cayó ante Racing por el Clausura 2011. En 2012, con Ramón Díaz en el banco, sufrió cuatro derrotas consecutivas, más una por Copa Argentina. Cristian Díaz, inmediatamente, revirtió el ánimo: perdió un partido de ocho. Pero al segundo tropiezo (1-3 con Arsenal) llegó la peor tormenta de la historia del club: un cruel vendaval de 15 partidos sin triunfos (especificados en la tabla que aparece debajo) que no sólo liquidó a Cristian Díaz, sino que abarcó los primeros partidos de la era Gallego. Siguieron las rachas: cuando el Tolo ganó su primer partido, encadenó cinco triunfos al hilo. Pero, sin nada en el medio, después sufrió 11 partidos sin ganar. Después de esos 11, ganó dos y arrancó otra seguidilla pésima: siete encuentros sin festejos que terminaron con el alejamiento del Tolo y la llegada de Brindisi. Y Miguelito, para no ser menos, llegó a sumar 7 partidos sin derrotas, pero arrancará en el Nacional B con una acumulación de 6 sin ganar.

Refuerzos sin compromiso
No fue una mala elección, fueron muchas malas elecciones. Antes de cada uno de los seis campeonatos que condenaron a Independiente, entre directores técnicos y dirigentes decidieron quiénes reforzarían a planteles que, evidentemente, no eran la gran cosa. Y eligieron mal, muy mal. De alrededor de veinte nombres, apenas puede defenderse el rendimiento de cinco: Facundo Parra, Gabriel Milito, Cristian Tula, Fabián Vargas y (que los de Independiente no nos insulten) Ernesto Farías. El resto, indefendible. Durante la temporada 2010/11 llegaron Maxi Velázquez, Roberto Battión, Cristian Pellerano, Nicolás Cabrera, el mencionado Parra, Iván Vélez, Germán Pacheco, Matías Defederico (uno de los fracasos más rotundos) y un caso emblemático: Jairo Castillo, por quien se hizo un esfuerzo, jugó dos partidos y se le rescindió el contrato. En la 2011/12 se sumaron Osmar Ferreyra (de los que más jugaron: 65 partidos), el Tecla Farías y dos refuerzos bastante inexplicables: el uruguayo Adrián Argachá (sólo 12 encuentros) y el delantero Gino Clara, que jugó apenas una vez. Si hasta ahí las incorporaciones eran una ensalada sin cohesión, para la temporada decisiva, la 2012/13, hubo un plan: traer jugadores experimentados para soportar la presión. Y evidentemente el plan fracasó, porque el Rojo sumó apenas 39 puntos y los que terminaron aplaudidos fueron los juveniles surgidos del club. Además de los rescatables Tula y Vargas, los (mal) elegidos fueron Claudio Morel Rodríguez, Jonathan Santana, Víctor Zapata, Luciano Leguizamón y Juan Felipe Caicedo.



6 momentos para la historia

El increíble 5-4 en la Bombonera
Aunque en la historia futbolística de Independiente estas tres temporadas serán una gran sombra negra, sin matices, no todas fueron malas para el Rojo. Hubo momentos felices: la obtención de la Copa Sudamericana 2010, tres triunfos contra Racing (uno por goleada: 4-1), los 29 puntos en el Clausura 2011, la noche en la que eliminó a Boca de la Sudamericana 2012... Y el episodio más luminoso, al menos desde lo emotivo, fue el 5-4 contra Boca en el Clausura 2012. Es por esa tarde-noche increíble que resulta difícil catalogar como un fracaso el paso de Ernesto Farías por el club. El Rojo arrastraba cinco derrotas seguidas y un equipo lleno de juveniles (Diego y el Patito Rodríguez, Fabián Monserrat, Patricio Vidal) dirigido por Cristian Díaz visitó en la Bombonera al equipo de Julio Falcioni, que venía de ser campeón y acumulaba 33 partidos sin perder como local. Fue un encuentro hermoso: el Rojo se puso 2-0 en seis minutos, gracias a Vidal y a Osmar Ferreyra. Descontó Roncaglia, pero Farías estiró el resultado a 3-1. Boca fue a buscarlo y, con gritos de Riquelme, Roncaglia y Pablo Ledesma se puso 4-3 arriba a quince minutos del final. El partido se moría y, a dos minutos del cierre, Farías lo empató: 4-4. Boca quiso aprovechar la última, pero salió un contraataque perfecto y el Tecla, en su noche más gloriosa en Independiente, definió por arriba de Orion. Recontra golazo, triunfo enorme, como en los viejos tiempos: Boca 4, Independiente 5.

La derrota contra Jubilo Iwata
La madrugada del 3 de agosto de 2011 marcó un quiebre anímico fundamental en la vida de Independiente. No exageramos. El año 2010 se había cerrado con la obtención de un título internacional, la Copa Sudamericana, después de quince años. Y en el Clausura 2011, el equipo sumó 29 puntos que le permitieron escaparse de la Promoción y respirar tranquilo. Además, River se iba al Nacional B y el Rojo quedaba como uno de los dos grandes sin descensos. Se hablaba del retorno del Rey de Copas, porque Independiente, gracias a esa Sudamericana, accedía a otros cuatro torneos internacionales que podían aumentar su cuenta. La eliminación de la Copa Libertadores 2011 fue dolorosa pero esperable: de local, no pudo contra Godoy Cruz (1-3) ni contra Liga de Quito (1-1), equipo que terminó clasificando a la siguiente ronda junto a Peñarol. Lo inesperado fue perder la Suruga Bank ante el Jubilo Iwata. El Rojo fue confiado a Japón a enfrentar a un equipo débil, repleto de jugadores locales y con apenas un extranjero: el desconocido brasileño Gilsinho. Todo listo para una fiesta, pero el equipo de Mohamed jugó muy mal, empató 2-2 y terminó perdiendo por penales. El plantel quedó golpeado y para peor, el 24 de agosto perdió la Recopa Sudamericana contra Inter de Porto Alegre. Las copas se volvieron un trauma: Liga de Quito eliminó al Rojo de la Sudamericana 2011 y la Universidad Católica lo dejó afuera en 2012. Ni siquiera en la Copa Argentina pudo cambiar la mala imagen: quedó eliminado rápidamente en 2012 y 2013. Ahora, y por lo menos hasta 2015, verá las copas internacionales desde afuera.

Los otros grandes, a la expectativa
El sufrimiento de Independiente retumbó en el fútbol argentino: casi todos deseaban que el Rojo se fuera a la B. La postura más controversial fue la de los hinchas de River, porque si caía Independiente, Boca quedaba como el único grande sin descensos. Igual, cantaron “el que no salta se va a la B” cuando le ganaron al Rojo a dos fechas del cierre. San Lorenzo condenó a Independiente al ganarle en el Libertadores de América; pero no hubo burlas, ya que fue sin público visitante. La gran fiesta, claro, la hicieron los de Racing, que estuvieron 38 fechas preparándose con afiches, fantasmas, videos en internet, banderas y canciones. Incluso, en el triunfo 2-0 ante Boca, el fantasma de la B entró a la cancha, dio una vuelta a lo Toti Iglesias y gambeteó a la policía mientras los hinchas deliraban.

Las muecas del destino
Muchos rivales que colaboraron con el descenso metiéndole goles a Independiente tienen historias para contar. Cristian Tula, ovacionado durante 2013, le hizo uno jugando para San Lorenzo (empataron 1-1) en el Apertura 2010. Esos puntos perdidos después los padeció él mismo. José Sand estuvo un año sin hacer goles en Racing... excepto dos contra Independiente, en 2012. A Tomoyuki Arata no lo recuerda nadie, pero es el japonés que empató el partido cuando Independiente estaba ganando la Suruga Bank, copa que terminó perdiendo por penales. Guillermo Roffes, de Huracán, hizo un solo gol en su carrera: el 1-0 a Independiente en 2010. Hasta un Marangoni festejó contra el Rojo: Rodrigo, para Tolima y por la Sudamericana. Leguizamón no sólo anduvo mal en su paso por el club: le había hecho goles con la camiseta de Arsenal. Varios futbolistas detestados por el Rojo también fueron verdugos: Fuertes, Schiavi, Chirola Romero, Maxi Moralez y la Gata Fernández. Incluso Palermo hizo su aporte con un gol en 2011. El que más gritó contra Independiente en estos tres años fue Rubén Ramírez: dos con Banfield y tres con Godoy Cruz. Hasta Gabriel Milito, el héroe retornado, metió un gol en contra de la valla roja.


El regreso de Gabriel Milito
El primer caso importante fue el de Gustavo López. Gustavito, crack del equipo campeón en el 94, había hecho una gran carrera en Europa y su retorno era lógico. El declaraba que quería volver, la gente quería que volviera, pero pasaron los años, las chances se fueron cayendo y, un día, Gustavo López se retiró sin volver a ponerse la camiseta roja. En los últimos años, los posibles retornos fueron muchos: sonaron Diego Forlán, Matías Vuoso, Oscar Ustari, Lucas Biglia, Esteban Cambiasso, Daniel Guiñazú, el Pocho Insúa... pero nadie volvió. Por eso, cuando Gabriel Milito anunció su regreso, revolucionó al club. El Mariscal había sido campeón y figura en el Apertura 2002 (último título local) y se fue al Zaragoza español, donde la rompió hasta tal punto que en 2007 fue contratado por el Barcelona. Durante cuatro temporadas, Milito convivió con las superestrellas del Barça y se llenó de títulos: tres ligas españolas, dos Copas del Rey, tres Supercopas españolas, dos Champions League, una Supercopa europea y un Mundial de Clubes. Además, fue un habitué de las convocatorias de la Selección, con la que jugó el Mundial 2006. Con esos logros en la valija, a los 30 años, decidió volver. El gran día fue el 10 de agosto de 2011, en un triunfo 2-1 por la Recopa Sudamericana. Jugó una temporada en el Rojo, en la que acumuló 14 triunfos, 8 empates y 13 derrotas, pero las lesiones no lo dejaron en paz y se retiró ovacionado después de un 0-0 contra San Lorenzo, el 17 de junio de 2012. Sin cobrar, se quedó a colaborar externamente con el plantel en la lucha por evitar el descenso. Le ofrecieron ser el DT cuando se fue Américo Gallego, pero no aceptó. Seguramente, seguirá ligado al club durante mucho tiempo.

Las humillaciones deportivas
El camino hacia el infierno del Nacional B fue casi una tortura para los hinchas de Independiente. Con excepción de festejos esporádicos (la Sudamericana 2010, el 5-4 a Boca, los clásicos en casa contra Racing), la mayoría de los partidos terminó no sólo en derrota: algunos quedarán como manchas en el glorioso currículum rojo. En la temporada 2010/11 sufrió un 0-4 en cancha de Banfield, un 1-4 en Mendoza contra Godoy Cruz y un 0-3 ante Arsenal en Sarandí. Encima, Racing le ganó 2-0 con un gol del odioso Teo Gutiérrez, y hasta perdió los dos partidos del verano: 2-3 contra San Lorenzo y 0-2 ante Boca. En la 2011/12, cayó 5-1 en un amistoso contra el Ajax de Holanda (jugó la Reserva), fue goleado 3-0 de visitante por Banfield y por Colón, All Boys le ganó por el mismo resultado en Avellaneda y quedó eliminado en la segunda ronda de la Copa Argentina contra Belgrano. Y en la reciente temporada, Racing le ganó 2-0 ¡con goles de Sand!, perdió de local contra Arsenal, Belgrano y Godoy Cruz, y Arsenal lo eliminó de la Copa Argentina.


6 motivos para volver a creer

El apoyo de su hinchada
Durante la temporada se comprobó que los hinchas de Independiente también acompañan en las malas. Fue un año difícil, lleno de sufrimiento, pero siempre con mucha gente en las tribunas. Lo mejor sucedió la tarde del descenso, cuando se reaccionó gritando el amor por el club y sin violencia. Sorprendentemente, en el peor momento de la historia, el Rojo aumentó su cantidad de socios: tiene nada menos que 84 mil. Y lo que hagan sus hinchas puede ser vital durante la próxima temporada. El Nacional B será un torneo largo y lleno de equipos del interior. Cuando juegue de local, la gente será importante con sus expresiones: puede generarles presión a los jugadores propios, ya colmados con la responsabilidad de devolver a Independiente a Primera; o puede achicar al rival, meterle miedo, intimidarlo. Cuando San Lorenzo, Racing y River pasaron por la Segunda División, hicieron explotar las canchas. Seguramente, cuando empiece el torneo, los del Rojo estarán ahí, pero lo difícil vendrá a medida que avance el torneo y algún que otro resultado no sea el esperado: ahí habrá que armarse de paciencia por el bien del equipo. Tal como dice Eduardo Sacheri en su columna de esta edición, esta es la gran oportunidad de los hinchas de demostrar que son capaces de seguir al Rojo hasta el mismísimo infierno. Seguro que la van a aprovechar.

Los ejemplos de los otros grandes
Seguramente, muchos hinchas de Independiente habrán pensado que si el equipo descendía, se iban a morir, se mudarían de país, dejarían de ver fútbol para siempre. Y seguramente habrán comprobado que no fue así, que el descenso duele, se sufre, nos hunde en lo más oscuro de nuestra alma futbolera, pero no es la muerte, la mudanza ni el abandono de nadie. Ya está, Rojo, hay que mirar para adelante. Ya les pasó a otros grandes y volvieron a lo grande. El último caso fue el de River. Cuando descendió, Matías Almeyda (foto) anunció su retiro, se hizo cargo del equipo y empezaron a llegar figuras: Cavenaghi, el Chori Domínguez, Leonardo Ponzio y hasta David Trezeguet. River sufrió, sí, recibió burlas, pero volvió a Primera con fuerza: en la primera temporada ni siquiera pensó en los promedios y finalizó subcampeón del Torneo Final. Antes le había sucedido a Racing, que se fue en 1983, volvió en 1985 y en 1988 estaba celebrando la Supercopa, con varios integrantes del plantel que había ascendido. Y también a San Lorenzo, que descendió en el 81, volvió en 1982 y desde entonces ganó sus primeros torneos internacionales, y no volvió a tener problemas con los promedios hasta 2012, cuando se salvó ganando la Promoción.

Las posibles incorporaciones
Al cierre de esta edicion, la dirigencia y el cuerpo técnico de Independiente ya habían empezado la profunda depuración de un plantel rico en número y pobre en prestaciones. Si el Rojo dependiera solamente de los sobrevivientes del naufragio, estaría en problemas, pero no va a ser así. Del mismo modo que la mala elección de los refuerzos fue una de las causas que determinaron el descenso, una buena nómina de incorporaciones puede ser decisiva para el retorno. Independiente, además de contar con un presupuesto alto (los derechos televisivos serán iguales o similares a los que tenía estando en Primera), tendrá un bonus: el sentimiento. Si algún jugador quiere a la camiseta, es el momento de alzar la voz, como hicieron en su momento la Brujita Verón, el Piojo López, Trezeguet, el Kily González, Maxi Rodríguez, el mismo Rolfi Montenegro y tantos otros. De hecho, apenas consumado el descenso, aparecieron los primeros voluntarios, desde un héroe de la Sudamericana 2010 como Facundo Parra hasta jugadores de menor chapa, pero surgidos de las inferiores, como Juan Eluchans, Adrián Calello e Ismael Sosa. ¿Quién más se ofrece?

El aporte de las divisiones inferiores
La importancia del semillero no es sólo un lindo discurso. Gracias al semillero, hace no tanto tiempo, Independiente disfrutó del Kun Agüero y recibió más de veinte millones de dólares por su pase. Y no es sólo una cuestión económica: ¿quién mejor que un pibe que nació, se crió y creció en el club para defender la camiseta? Las inferiores de Independiente siempre fueron fuente de talento. En el último partido en Primera, sin ir más lejos, hubo trece futbolistas surgidos en el club. Es el momento de darles continuidad y apoyo. Los arqueros Diego Rodríguez (foto), Fabián Assmann y Facundo Daffonchio; los defensores Julián Velázquez, Leonel Galeano, Lucas Villalba, Nicolás Villagra, Alexis Zárate, Federico Gay y Gonzalo Contrera; los volantes Fabián Monserrat, Fernando Godoy, Leonel Miranda y Franco Bellocq; los delanteros Francisco Pizzini, Patricio Vidal, Raúl Millañanaco, Martín Benítez, Eloy Rodríguez y Adrián Fernández (gran aparición durante el Torneo Final 2013). Ellos, y los que vayan surgiendo, tienen que ser la base del equipo que pelee por devolver al Rojo a la Primera División.

La lucha contra los barras
El tema quedo en segundo plano ante el protagonismo de la tabla de promedios, pero había generado una gran polémica que no tuvo final feliz. Javier Cantero, presidente del club, intentó, a principios de 2012, frenar la gran influencia de la barrabrava en el club. Dejó de darle el dinero que recibía durante las gestiones anteriores, de facilitarle entradas y de permitirle el libre acceso a todos los rincones de la institución. Al principio recibió el apoyo de los hinchas, hartos de sentir miedo al ir a la cancha, y del ambiente futbolístico en general. Sin embargo, al momento de realizar acciones específicas para sumarse a la lucha de Cantero, la gran mayoría de los dirigentes y protagonistas miraron para otro lado. Muchas veces, por miedo; otras, por falta de posibilidades; pero lo peor es que varios no se sumaron porque son cómplices de los barras. Por momentos generó orgullo la postura de Cantero, gritándose cara a cara con Bebote, peligroso integrante de la barra roja. Y por momentos sus decisiones se volvieron turbias, como cuando forzó la renuncia de Florencia Arietto al retirarle el apoyo. Ella, como jefa de seguridad del club, había tomado fuertes decisiones. “Hay cuestiones muy básicas que no se pueden modificar y que tienen que ver con lo técnico para desarticular mafias –denunció Arietto tras dejar su cargo–. Se maneja mucho dinero y, si no hay compromiso, se fortalecen esos lazos que cuesta desarticular”. Cantero tuvo pobres argumentos para explicar su salida: “No aflojé en la lucha contra los barras, pero avanzamos mucho en un año y nos plantamos ahí. Yo no pretendía seguir avanzando y ella, sí. Tampoco quiero jugar en una iglesia y sin banderas”. Sería injusto pretender que Cantero se inmole en una cruzada personal si no tiene apoyo masivo. Pero estaría bien que su iniciativa sirviera como primer paso para solucionar un problema que no tiene que ver con el folclore futbolístico, sino con violencia, corrupción y muerte. Independiente y su gente intentaron sacarse de encima la amenaza permanente de los barras. No pudieron, al menos hasta ahora. Pero si lo consiguen pronto, seguramente el resultado serán un club más sano, más justo e incluso más grande de lo que ya es.


De la tristeza a la humildad
La soberbia no sólo genera antipatía, sino que suele empujar al fracaso. Ejemplos, en el deporte y en el mundo en general, sobran. Y en algún momento, como les habrá pasado a todos los clubes del mundo, le sucedió a Independiente. Por citar un ejemplo, sufrió el delirio de grandeza del ex presidente Julio Comparada, que creyó que podía manejar todo a su manera y construir un megaestadio sin pensar antes en los costos, que supuso que sólo con la camiseta, el equipo iba a obtener resultados. No es momento de hacer leña del árbol caído, pero los de Independiente saben de lo que hablamos. El Rojo fue el orgullo nacional durante veinte años. Tal como muestra la tabla, entre 1965 y 1984 sumó 17 títulos y vio a su clásico rival caer a la Primera B. Es lógico que en ese contexto triunfal se hayan generado falsas ideas, como que nunca podría descender. Pero el famoso “no somos Racing” se volvió en contra. Las últimas décadas han sido grises, difíciles, con menos títulos y este fatal descenso. Han sido tristes. Pero esta tristeza será también aprendizaje. Independiente aprenderá a cuidarse de los demás y de sí mismo. Crecerá. Este baño de humildad que resultará jugar al menos durante un año en el Nacional B tiene que servirle a todo Independiente para no volver a cometer los mismos errores. Para saber que, si las decisiones son malas, hay castigo. Que el orgullo se convierta en humildad es lo mejor que podría pasarle al club para empezar la reconstrucción.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4436 (JULIO DE 2013)