miércoles, 29 de diciembre de 2010

Historia de los Mundiales: parte 2 (1974-2006)

Ya te habíamos contado sobre Mussolini, Sindelar y boicots. Ahora es el turno de más dictaduras, héroes anónimos y sobornos. Repasamos las últimas nueve Copas del Mundo al estilo [W].

Alemania 1974. Durante las Eliminatorias, la Unión Soviética y Chile disputan el repechaje para clasificar al Mundial. Los soviéticos se niegan a jugar en el Estadio Nacional chileno porque era un campo de concentración. Tenían razón: la dictadura de Pinochet torturaba y asesinaba seres humanos ahí. La FIFA envió una delegación a revisar el estadio, pero aunque los militares no alcanzaron a limpiar todas las manchas de sangre, el informe fue positivo. La Unión Soviética mantuvo la negación y Chile clasificó automática y tristemente. Encima, ya en el Mundial, el que quizás fue el mejor equipo de la historia, la Naranja Mecánica de Holanda, perdió la final con los locales. ¡Buuu!

Argentina 1978. Treinta mil argentinos no pueden contarnos cómo vivieron esa copa porque fueron secuestrados, torturados y asesinados por el Estado nacional. El verdadero orgullo lo generaron el plantel de Holanda y algunos futbolistas suecos, que acompañaron a las Madres de Plaza de Mayo en su dolor. ¿Mundial? ¿De qué Mundial hablan? Lo único que debemos recordar de 1978 es que los genocidas deben ir a prisión. Y exigirlo.


España 1982. Argelia estaba por lograr un histórico pasaje a segunda ronda para el fútbol africano. Sólo podía quedar eliminada si Alemania derrotaba a Austria por uno o dos goles. Los austríacos, con ese resultado, también clasificaban. ¿Conclusión? Alemania 1 Austria 0, y chau Argelia. Ah: otra vez el que mejor jugó (Brasil) se quedó con las manos vacías y festejó Italia. Ufa.

México 1986. Colombia fue elegida como sede, pero en una reunión secreta, la gerencia de Adidas, sponsor del Mundial, explicó que no le era rentable porque en Colombia “ocho de cada diez personas anda descalza”. La FIFA, permisiva con la Italia fascista y la Argentina genocida, impuso condiciones imposibles hasta obligar a Colombia a renunciar. La federación colombiana acusó a la FIFA de "multinacional del fútbol”. ¿Y el título de Argentina? Más allá del gol de Maradona con la mano, esta vez fue bastante limpito. Vale festejar…

Italia 1990. En la final, Alemania derrotó 1-0 a Argentina, pero el verdadero campeón fue Camerún: llegó hasta cuartos de final (ganaba 2-1 y a Inglaterra le dieron dos penales), hizo feliz a África y el plantel festejó el 7º puesto dando la vuelta olímpica en el Estadio San Paolo. En nuestro país casi nadie se acuerda del gol de Troglio a Unión Soviética, pero sí de la canción del Mundial: “Notti magicheee… inseguendo un goal… sotto il celo di un state italianaaa…”.


Estados Unidos 1994. En las Eliminatorias, Brasil le paga a la federación ecuatoriana para no jugar en la altura de Quito. El empate que consigue en Guayaquil termina siendo clave en su clasificación. El Mundial comienza, pero apenas uno de cada cuatro estadounidenses sabe que se está jugando. El colombiano Andrés Escobar mete un gol en contra que elimina a su equipo: al volver a Colombia es asesinado por la mafia. Y en la final se juegan 120 minutos pero nadie mete un gol. Brasil, el que compró favores ecuatorianos, se consagra campeón en los penales.

Francia 1998. Francia campeón ante su gente, ¡qué lindo! El plantel estaba formado en su mayoría por descendientes de nacidos en Argelia, Ghana, Guadalupe, Nueva Caledonia… Ah: una encuesta realizada ese año certificó que la mitad de los franceses deseaba expulsar a los inmigrantes. Pero, claro, si ganan la Copa del Mundo ya no sólo negros o inferiores: son negros o inferiores campeones.

Japón/Corea del Sur 2002. Argentina es eliminada en primera ronda después de un proceso brillante con Bielsa como entrenador. ¿Cómo sostener el interés en los países organizadores, débiles futbolísticamente? No costó tanto: Japón pasó de ronda por primera vez y Corea del Sur llegó a semifinales tras eliminar a Italia y España… con groseras ayudas arbitrales. El campeón, Brasil, recibió ayuditas mínimas, así que se lo damos por bueno.

Alemania 2006. Un Mundial políticamente correcto en el que incluso el local no fue beneficiado. Es cierto que el fútbol bastante amarrete de Italia derrotó en la final a Zidane y a otros franceses más agradables de ver, pero todo pareció bastante “legal”.

Ya llega Sudáfrica 2010 y promete taparnos las verdades más dolorosas con el gigantesco show del fútbol. Hay que disfrutar de los goles lujosos y las tácticas inteligentes, sí, pero también tomar conciencia de que muchas, demasiadas veces, lo más importante en los Mundiales no sucede dentro del campo de juego. 

PUBLICADO EN REVISTA [W] Nº12 (ABRIL DE 2010) 

martes, 28 de diciembre de 2010

Historia de los Mundiales: capítulo 1 (1930 a 1970)

Sabemos que en estos meses te vas a cansar de leer notas sobre Sudáfrica 2010, pero ninguna con el estilo [W]. Traiciones, amenazas, esperanza, guerras: te mostramos la otra cara de la Copa del Mundo.

Ya sabemos de memoria que Brasil ganó cinco Copas del Mundo, que Maradona la rompió en México ’86, que nunca se había disputado un Mundial en África. Esos datos, fáciles de encontrar hasta en la Paparazzi, no están en esta nota. En [W] queremos ofrecerte una mirada distinta. En esta primera parte, espiamos qué pasó entre 1930 y 1970.

Uruguay 1930. Uruguay era el mejor, pero aunque fue campeón no pudo demostrarlo. ¿Por qué? Porque había ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, pero al primer Mundial no asistieron las potencias de entonces (Inglaterra, Holanda, Suiza, Italia), un poco por los costos y mucho como represalia por la elección de la sede. No es culpa de los uruguayos (hasta ofrecieron pagar los traslados), pero el Mundial no fue tan mundial.



Italia 1934. En la Italia fascista del genocida Benito Mussolini, el local tenía que ser campeón para usar la copa como propaganda política. Si la renuncia de Uruguay, en respuesta al boicot de 1930, ya le había quitado méritos deportivos, la manipulación que significaba competir bajo un contexto que se asemejaba al Infierno le quitó casi todo prestigio a la conquista del campeón Italia. ¿Se festeja un título que festejó Mussolini?

Francia 1938. No es tan triste como el ’34, pero tampoco huele a fresias. Para empezar, se rompió el trato de realizar el torneo alternadamente en América y Europa porque Jules Rimet, presidente de la FIFA, quería ver un Mundial en su tierra. Uruguay y Argentina, disconformes, no participaron. Otro candidato, Austria, fue anexionado por la Alemania de Hitler, pero el mejor austríaco, Matthias Sindelar, se negó a jugar con la esvástica en el pecho y, tras ser perseguido porque su esposa era judía, se suicidó junto a ella. Como si no fuera suficiente, la copa quedó otra vez en manos de Mussolini. Todo mal.

Brasil 1950. Brasil participó en el ’38 pese a que Sudamérica había sido traicionada, y tuvo premio: la localía. Alemania fue excluida (como repudio a los hechos de la II Guerra Mundial) por la misma organización que permitió las amenazas de Mussolini en 1934 y los festejos de Videla en 1978. De los 16 clasificados, tres renunciaron (la India, porque no les permitían jugar descalzos). El campeón fue Uruguay, valiente para ganarle el juego decisivo (famoso Maracanazo) a los brasileños, injustamente tildados de fracasados luego de anotar 21 goles en los 5 partidos previos.

Suiza 1954. Suiza organizó un Mundial prolijito, pero otra vez el campeón no fue indiscutido: aunque Alemania levantó la copa, el mejor había sido Hungría, que metió 27 goles en 5 partidos, incluyendo un 8-3 a los alemanes en primera ronda. No es para tanto: mejor un campeón con suerte que jugar al lado de un campo de concentración, ¿no?

Suecia 1958. Aunque Hungría no tuvo a sus mejores futbolistas, que escaparon del país por la invasión soviética, en 1958 por fin se puede hablar de fútbol. El campeón, Brasil, comienza a construir su reino en base a un estilo aún inimitable. Y, lo más importante, gana sin ayudas políticas o antirreglamentarias. Era hora.

Chile 1962. Argentina era uno de los dos postulantes para organizar el Mundial, pero se lo quedó Chile (de nula tradición futbolística), que en 1960 soportó el terremoto de Valdivia y mantuvo la confianza de la FIFA. En lo futbolístico, Brasil fue otra vez campeón con justicia y el local (ayudado por el árbitro en un juego contra Italia) consiguió un brillante tercer puesto.

Inglaterra 1966. ¿Siempre tiene que pasar algo? Los países africanos renunciaron a la Eliminatoria porque no se les otorgó un cupo (debían dividirlo con Asia), pero no fue todo. En la final, cuando Inglaterra y Alemania empataban 2-2, le dieron un gol al local… ¡aunque la pelota no entró! Sí: Inglaterra campeón, pero a mano armada.

México 1970. Durante las Eliminatorias, un cruce entre Honduras y El Salvador extremó la tensión política entre ambos y provocó una guerra que generó más de 4 mil muertos. Pero terminemos este capítulo con algo más agradable: el Mundial fue el de mejor nivel hasta entonces y la rompió Brasil, que con Pelé y gran elenco revolucionó al fútbol.

PUBLICADO EN REVISTA [W] Nº11 (MARZO DE 2010)

lunes, 27 de diciembre de 2010

La guerra del golf

El deporte de los dieciocho hoyos pelea contra un planeta de exigencias y avances vertiginosos, y sobrevive respetando sus preceptos tradicionales: concentración, constancia… y etiqueta.

El golf se burla del vertiginoso mundo actual, del compre ya, del hágalo enseguida, del corra ahora o quede quieto para siempre. En el golf se piensa, se camina y se aprende con filosofía casi oriental. Requiere paciencia y tiempo. No hay talento natural que alcance. Lo comprobó Michael Jordan, el mejor basquetbolista de la historia: cuando se mudó al golf tuvo que centrarse en el esfuerzo más humilde, y ni así. Autocontrol, disciplina: por allí viaja el golf. Lo dijo Mark Twain: “El golf es un hermoso paseo arruinado por una minúscula pelotita blanca”. Amigarse con la pelotita significa embellecer ese recorrido. Veamos cuál es.

Tee de salida
El tee es el primer golpe, el que sirve como punto de partida. Se llama igual que el pequeño soporte (tee) sobre el que se coloca la pelota para realizarlo. Como el punto de partida del golf es su pasado, el tee de este artículo también lo será.

El origen del golf es tan difuso como el de la mayoría de los deportes. Aunque hay rastros anteriores (algunos historiadores afirman que golf proviene de kolf, que significa palo en holandés), la primera certeza podemos espiarla en la Escocia del siglo XV. ¿Cuál certeza? Es nombrado en dos actas del Parlamento que lo prohibían. El rey James II lo deleznaba porque no era útil para las futuras guerras como sí lo era la arquería. Las primeras asociaciones de golf se formarían siglos después: la Honourable Company of Edinburgh Golfers (1744) y la Saint Andrews Society of Golfers (1754).

¿Por qué dieciocho hoyos?
Aunque el mito supone que se debe a que el whisky tiene dieciocho medidas, el número de hoyos es en honor a la tradición. Antes, los campos de golf poseían cantidad indefinida. El más prestigioso, el de Saint Andrews, tenía once por capricho de la topografía y, para potenciar el espacio, se jugaba “de ida y de vuelta”: en total, 22 hoyos. En 1764 se redujo el número de hoyos a nueve. Ida y vuelta, por lo tanto, sumaban dieciocho. Poco a poco, el resto de los campos fue tomando los patrones del campo ideal, el de Saint Andrews, hasta que los dieciocho hoyos se impusieron por decantación.

Cada hoyo tiene un “par”: el número de golpes promedio con el que un profesional emboca la bola. El “par” va siempre de 3 a 5 golpes. De allí surge la terminología “cuatro bajo el par” o “cinco sobre el par”: es el número de golpes realizado por el golfista comparado con el par de la cancha. La jugada maestra por excelencia es el albatros (completar un hoyo tres golpes bajo el par). Los profesionales, en tanto, suelen agarrarse la cabeza cuando realizan un bogey, doble bogey o triple bogey (uno, dos o tres golpes sobre el par).

Fairway: el camino por recorrer
El fairway es el recorrido ideal entre el tee de salida y la zona cercana al hoyo. Cuando el camino se desvía, es probable que caiga en el rough (zona con pasto más alto y desprolijo). Si el fairway son los placeres de nuestra vida, el rough son nuestras pequeñas crisis. Para disfrutar el recorrido y no sufrirlo hay que practicar y practicar. Golpear una pelota de golf es sencillo; pero golpearla bien es una virtud. Quienes minimizan al golf por su escaso esfuerzo físico suelen ignorar la complejidad de su principal golpe: el swing. Para realizarlo correctamente hay que coordinar el movimiento de 124 músculos.

Approach: el tiro de aproximación
Aunque el approach es el golpe que se realiza para dejar la pelota lo más cerca posible del hoyo, en este artículo lo usaremos para acercarnos al presente. Desde aquellos primeros juegos (reglas inexistentes, elementos improvisados), el golf ha evolucionado gracias a la tecnología, aplicada especialmente en los palos. Originalmente de cualquier madera disponible, han aumentado su complejidad hasta límites asombrosos. En la década de 1980 se impuso el grafito para los mangos y se fabricaron los primeros palos completamente de metal. Hoy, cada jugador puede usar hasta 14 palos distintos, que poseen distintas denominaciones según sus características: maderas (aunque son de acero o titanio; se usan para golpes largos), híbridos (para media distancia), hierros (corta distancia) o putters (para el golpe decisivo).

La víctima de los palazos es una pelota de 4,26 centímetros. Originalmente era de cuero liso relleno con plumas. Al descubrir que a medida que se abollaba la pelota alcanzaba mayores distancias, se añadieron los tradicionales hoyos que se mantienen hasta la actualidad. Las pelotas oficiales tienen 336, que evitan que se genere presión delante y un gran vacío detrás durante el traslado aéreo.

¿Me animo o no me animo?
Los principiantes no deben asustarse viendo imágenes de ESPN con campos infinitos. Las primeras prácticas son en pequeños sectores repletos de pelotas; y los primeros juegos, en campos turísticos-ejecutivos que no sobrepasan los 6.000 metros de extensión. No es necesario enfrentar a nadie para practicar golf, pero los más competitivos pueden jugar contra cualquiera gracias al handicap. En criollo, se trata de restarle golpes al que peor juega (lo máximo que se descuenta es 36). Por caso, si juego contra alguien que tiene 10 puntos de handicap y yo tengo 20, él deberá realizar once golpes menos para ganarme.

La etiqueta
En el golf son tan importantes las reglas de juego como las de comportamiento. De hecho, las sanciones no son reglamentarias: se imponen amonestaciones morales por mal comportamiento. ¿Algunas reglas éticas? No golpear la bola si hay alguien en la dirección del golpe; no arrojar los palos por bronca o disgusto; no hablar cuando un jugador prepara un golpe; reparar cualquier daño que sufra el campo; no demorar más de cinco minutos buscando una pelota perdida; no usar jeans ni remeras sin cuello; las mujeres, ni jeans, ni escotes, ni tacos… ¿Tradición o exageración? El límite entre ambas.

No todo es color verde
La instalación de campos de golf produjo muchas veces problemas ecológicos. No sólo por el gasto de agua para riego o la pérdida de biodiversidad, sino porque el uso de pesticidas y fertilizantes puede afectar aguas subterráneas. Actualmente, antes de construirlos suelen realizarse investigaciones para reducir estas problemáticas. Como contrapartida positiva, en muchas canchas se plantan especies de árboles que enriquecen a su entorno natural.

Los intocables
Aunque la lista podría extenderse con otros nombres, al elegir a los mejores golfistas de la historia hay un puñado que nunca falta. Entre 1962 y 1986, Jack Nicklaus ganó 18 Grand Slams (los cuatro torneos más importantes): seis veces el Master, cinco el PGA Championship, cuatro el US Open y tres veces el British Open. Ben Hogan (entre 1946 y 1959), Arnold Palmer (1955 a 1965) y el sudafricano Gary Player (1958 a 1978, único no estadounidense de la lista) también son genios unánimes. El dominador de los últimos años es conocido tanto por su juego como por cuestiones extragolfísticas: Tiger Woods no sólo es el rey negro de un deporte en el que a los negros les colocaban excremento en los hoyos para que no jugaran, sino que su reciente escándalo matrimonial puso en el rough, en la parte áspera, a su carrera. Justo a él, al deportista que más dinero ganó en la última década.

Golf argentino
El golf llegó a la Argentina en 1879, cuando Henry Smith arribó al puerto de Buenos Aires con una bolsa de palos de golf entre su equipaje. Sin embargo, quien jugó el primer partido fue otro escocés, Valentin Scroggie, en 1892. Pronto se fundó en el barrio de Belgrano el San Martín Golf Club, primer campo de golf de Sudamérica. En 1893 ya había canchas de golf en el Hurlingham Club y en el Lomas Athletic Club.

Argentina tuvo en su historia dos golfistas de brillo internacional: Roberto De Vicenzo y Ángel Cabrera. De Vicenzo ganó el prestigioso British Open en 1967; Cabrera obtuvo el US Open 2007 y el Master en 2009. ¿Logrará alguno más?

El green: la meta deseada
El green es el terreno circular que rodea al hoyo, prolijamente podado, pero peligrosamente rodeado. Sí: como los grandes objetivos de la vida, cerca de la meta están las mayores complicaciones, en este caso pozos de arena, de tierra y hasta pequeños espejos de agua. La última complicación del artículo, decidir el evento más importante de la historia del golf, es resuelto con un swing que mueve, en vez de músculos, 124 caracteres: en 1971, Alan Shepard jugó al golf en la superficie de la Luna, convirtiéndolo (hasta que haya fútbol en Marte) en el único deporte interplanetario.



PUBLICADO EN VARÚA Nº8 (MARZO DE 2010)

domingo, 26 de diciembre de 2010

La casa del fútbol sudamericano

Fútbol, fútbol, fútbol. Mirar hacia todos lados y ver fútbol. El Museo del Fútbol Sudamericano es ideal para cumplir el sueño de los fanáticos y satisfacer la curiosidad de los que no lo son. Y es también una obra arquitectónica que deja estupefactos a los más exigentes visitantes.

En Luque, Paraguay, cerquita del aeropuerto internacional Silvio Pettirossi y a sólo dos kilómetros de Asunción, se encuentran enfrentadas dos construcciones enormes, imponentes, lujosas. De un lado, la sede de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF). Del otro, el museo: inaugurado en enero de 2009, sus 9.450 metros cuadrados están envueltos con un estilo arquitectónico moderno e impactante. Más de 183 mil kilos de acero se utilizaron para construir las coberturas metálicas. El frente, de planos curvos, intensifica su belleza con fuentes, plazoletas y un inmenso balón blanco y negro apoyado sobre un espejo de agua. El blanco, predominante en la obra, contrasta con los espacios verdes que la rodean.

Financiado gracias al superávit generado por la CSF entre 2006 y 2008, dentro del museo se respiran goles, jugadas, el pasado y presente del ultra prestigioso fútbol sudamericano. Más de 2.200 personas caben en su centro de convenciones, que no tiene columnas y puede dividirse, en apenas minutos, en cuatro salas para eventos simultáneos.

“Ésta es una obra para la Historia”, dijo Joseph Blatter, presidente de la FIFA, al visitarlo. Y lo certifica el centro de exposiciones, magnánime obra circular repleta de imágenes, videos y estadísticas de fútbol. Dividido en dos niveles unidos por una rampa interactiva (sus muros modifican su contenido a voluntad de los visitantes), allí están los elementos más preciosos para los aficionados: camisetas como la que Diego Maradona utilizó durante el Mundial de 1986, una con el número 10 que vistió el mismísimo Pelé, la de Alfredo Di Stéfano en Real Madrid, los botines Puma con los que jugó Obdulio Varela en el Maracanazo, histórica final del mundo que Uruguay le ganó a Brasil en 1950... Todos los héroes sudamericanos tienen su espacio. Y el broche de oro es literalmente de oro: la FIFA cedió una réplica original de la Copa del Mundo, la única que no fue entregada a un país por ganar el torneo.

No importa la fecha: el museo está en actividad permanente. La CSF organiza allí ceremonias de sus principales torneos, seminarios, conferencias y múltiples actividades culturales y sociales. Además, su complejo cinematográfico cuenta con siete pantallas gigantes y es otro atractivo que genera que toda visita sea corta. El tour puede realizarse en grupos o en forma individual, entonces no hay excusas que valgan: para los locos por el fútbol y para los que quieren entender esa locura, el Museo del Fútbol Sudamericano es, sencillamente, el lugar que lo tiene todo.


PUBLICADO EN REVISTA PLUNA (FEBRERO DE 2010)

jueves, 2 de diciembre de 2010

Mucho más que ir de pesca

La pesca con mosca es el modo más artístico e intelectual de capturar peces. Requiere talento para fabricar señuelos, inteligencia para adaptarse a distintos ríos y lagos, y apertura mental para disfrutar los placeres que envuelven a la actividad.

“Si nunca has devuelto un pez vivo al agua… sólo prueba hacerlo”. Las palabras son de Mel Krieger, quien no por casualidad fue uno de los más brillantes exponentes de la pesca con mosca. Él comprendió como muy pocos el espíritu de la actividad: mucho más cercana al arte y al placer que al éxito y al beneficio. Mucho más cercana a abrazar a la naturaleza que a aprovecharse de ella.

La pesca con mosca es una variante de la pesca tradicional con diferencias simples pero trascendentales. En lugar de las carnadas tradicionales, se presenta al pescador el desafío de utilizar un señuelo artificial (la mosca) que imita a los insectos usados habitualmente.

Lo que importa es la mosca
La mosca representa el detalle artístico de la actividad: los pescadores más dedicados las fabrican artesanalmente utilizando plumas, hilos y pelos. Suena sencillo, pero no lo es. ¿Por qué? Porque el tipo de mosca depende de los peces que se desee capturar, de las aguas que se recorran, del tipo de caña que se utilice. Aunque las variantes son infinitas, se dividen en tres grupos primarios: las moscas secas, las húmedas (o ninfas) y las streamers.

La mosca seca es la que posee la cualidad de flotar. Por lo tanto debe asemejarse a un insecto que cayó al agua o que tiene alas (abejas, hormigas, avispas). Si el pescador utiliza una mosca seca pero prescinde de una línea flotante, su señuelo resultará ineficaz: los peces rápidamente advertirán que aquello que siempre flotó en la superficie se encuentra debajo del agua. ¿Puede un pez ser tan perceptivo? Créanlo: lo son.

La mosca húmeda, o ninfa, es aquella que incita bajo el agua el deseo de los peces. El objetivo, entonces, es diseñar señuelos parecidos a insectos acuáticos (stoneflies, mosquitos). Por último, las streamers también se sumergen, pero no imitan a insectos sino a pequeños peces o alevinos.

Además existen moscas que están por fuera de las imitadoras y que son el regusto de los pescadores más excétricos: las moscas impresionistas. Se trata de señuelos realizados con motivos artísticos, con estilos creativos y vistosos que, sin embargo, no resultan inútiles: sus colores generan tanta irritación que terminan siendo atacadas por las truchas. ¿Truchas? Sí, son los objetivos de la pesca con mosca y hay grupos predominantes: la trucha de arroyo (cambia de color según su alimentación), la trucha arco iris (puede superar los 10 kilos de peso) y la trucha marrón (la más deseada, pues es difícil capturarla), además de la perca (única especie que no fue introducida por el hombre) y el salmón encerrado (el más difícil de hallar en Argentina).

Origen submarino
Aunque existen escritos que testifican que la pesca con mosca se practicaba en Alemania en el siglo XIII, en la Argentina la semilla fue colocada a principios del siglo XX. El perito Francisco Pascasio Moreno (explorador de la Patagonia) sugirió entonces introducir peces de alto valor deportivo en las aguas sureñas. Desde Estados Unidos y Europa llegaron así las primeras crías de truchas arco iris y marrón, que se adaptaron y reprodujeron. Vaya si lo hicieron: en la actualidad casi no hay ríos patagónicos sin truchas.

Durante décadas se utilizaron cañas de bambú, hasta que la década de 1960 comenzaron a producirse cañas de fibra de vidrio, más livianas y menos costosas. Adoptadas casi unánimemente por los pescadores, mantuvieron su auge hasta mediados de los años ’70, cuando surgieron las cañas de carbono y grafito, que aún mantienen su vigencia.

Gesto de grandeza
Si la creación de la mosca enlaza a la pesca con el arte, otra acción la vincula con la sensibilidad: el catch and release (capturar y devolver). Aunque es una práctica que afortunadamente se ha extendido en distintas variantes de la pesca, la idea de devolver a los peces con vida a las aguas fue fuertemente impulsada por los pescadores con mosca.

“Debería existir un límite estricto en la cantidad de peces que se pueden matar. El concepto de pesca con devolución debería aplicarse en todas nuestras aguas. Sería ideal una filosofía que eleve la experiencia de la pesca a un nivel superior al de un instinto del hombre por buscar alimento”. Otra vez la cita pertenece a Mel Krieger (1928-2008), uno de los mejores pescadores con mosca de la Argentina.

¿Cómo hacerlo? Con cuidado, porque si el pez resulta demasiado herido no sobrevivirá. La gravedad de las heridas depende, por ejemplo, de la profundidad con la que el anzuelo se atora, el tipo de anzuelo que se usa, la duración de la captura y el tiempo en que se mantuvo al pez fuera del agua.

Kit del pescador principiante
Aunque la mosca es el alma de la actividad, no es lo único imprescindible. Una vestimenta apropiada, por caso, fomenta el éxito. Debe ser con tonos ocre, verde o marrón, para mimetizarse con el paisaje y no ahuyentar a los peces. Los pantalones tienen que ser cómodos y el sombrero no se usa sólo por tradición pescadora: protege del agua, del viento, del frío y de los rayos solares.

Con respecto a la caña, es recomendable comprar una de grafito o carbono de una marca reconocida, pues poseen garantía de por vida. Las cañas se numeran de 1 a 15 según su utilidad en distintos ambientes. Para un principiante es recomendable una número 6 ó 7, que se utilizan para pescar en ámbitos medianos y grandes. Los números más bajos corresponden a cañas para peces pequeños; y los más altos, para lugares ventosos y muy grandes.

Las líneas, fundamentales pues determinan la ubicación de la mosca en el agua, pueden ser de flote o hundimiento y terminan en un nylon cónico transparente denominado líder, que sujeta al señuelo.

¿Dónde practicar?
Aunque los ríos Paraná y Paraguay son un buen sitio, los especialistas apuntan hacia abajo. “La Patagonia norte es reconocida mundialmente por la productividad de sus aguas y la belleza de sus paisajes, donde pueden practicarse desde el vadeo y la pesca con mosca seca hasta flotar con guías profesionales y probar suerte con grandes streamers”, explica Francisco Pollizer, quien junto a su familia se ocupa personalmente de brindarles comodidad a quienes visitan Spring Creek Lodge.

Localizado sobre el río Chimehuín, a 11 kilómetros de Junín de Los Andes, el lodge posee un extenso predio de 60 hectáreas. “La temporada se extiende desde noviembre hasta mayo. Contamos con seis cabañas, clubhouse, quincho y muchas facilidades que permiten al pescador dedicarse a lo que consideramos un deporte y un arte –expresa Pollizer–. Su ubicación estratégica nos permite pescar en las aguas del río Chimehuin prácticamente desde nuestra cabañas, y tenemos acceso a más de diez ríos y diez lagos en un radio menor a 80 kilómetros”.

Si el Chimehuin representa por sí solo una gran tentación (pescadores de otros países visitan Argentina para disfrutarlo), el deseo se potencia por la variedad: los ríos Malleo, Aluminé y Quilquihue (entre otros) también forman parte de la propuesta de Spring Creek. “Y con el volcán Lanín dominando un paisaje repleto de aves –completa Pollizer–. Los pescadores tienen la oportunidad de pescar truchas salvajes cada día en distintos ambientes, asesorados en todo momento por guías bilingües. Y también les proponemos actividades complementarias como rafting, kayak y trekking”.

Experiencia completa
La pesca con mosca no se trata sólo del goce de pescar: vadear los ríos superando obstáculos, disfrutar del esplendor de la naturaleza, conocer verdaderamente la vida marina y vivir cada momento con total intensidad forman parte del cóctel que genera miles de aficionados en el planeta. 

PUBLICADO EN VARÚA Nº7 (DICIEMBRE DE 2009)