El deporte de los dieciocho hoyos pelea contra un planeta de exigencias y avances vertiginosos, y sobrevive respetando sus preceptos tradicionales: concentración, constancia… y etiqueta.
El golf se burla del vertiginoso mundo actual, del compre ya, del hágalo enseguida, del corra ahora o quede quieto para siempre. En el golf se piensa, se camina y se aprende con filosofía casi oriental. Requiere paciencia y tiempo. No hay talento natural que alcance. Lo comprobó Michael Jordan, el mejor basquetbolista de la historia: cuando se mudó al golf tuvo que centrarse en el esfuerzo más humilde, y ni así. Autocontrol, disciplina: por allí viaja el golf. Lo dijo Mark Twain: “El golf es un hermoso paseo arruinado por una minúscula pelotita blanca”. Amigarse con la pelotita significa embellecer ese recorrido. Veamos cuál es.
Tee de salida
El tee es el primer golpe, el que sirve como punto de partida. Se llama igual que el pequeño soporte (tee) sobre el que se coloca la pelota para realizarlo. Como el punto de partida del golf es su pasado, el tee de este artículo también lo será.
El origen del golf es tan difuso como el de la mayoría de los deportes. Aunque hay rastros anteriores (algunos historiadores afirman que golf proviene de kolf, que significa palo en holandés), la primera certeza podemos espiarla en la Escocia del siglo XV. ¿Cuál certeza? Es nombrado en dos actas del Parlamento que lo prohibían. El rey James II lo deleznaba porque no era útil para las futuras guerras como sí lo era la arquería. Las primeras asociaciones de golf se formarían siglos después: la Honourable Company of Edinburgh Golfers (1744) y la Saint Andrews Society of Golfers (1754).
¿Por qué dieciocho hoyos?
Aunque el mito supone que se debe a que el whisky tiene dieciocho medidas, el número de hoyos es en honor a la tradición. Antes, los campos de golf poseían cantidad indefinida. El más prestigioso, el de Saint Andrews, tenía once por capricho de la topografía y, para potenciar el espacio, se jugaba “de ida y de vuelta”: en total, 22 hoyos. En 1764 se redujo el número de hoyos a nueve. Ida y vuelta, por lo tanto, sumaban dieciocho. Poco a poco, el resto de los campos fue tomando los patrones del campo ideal, el de Saint Andrews, hasta que los dieciocho hoyos se impusieron por decantación.
Cada hoyo tiene un “par”: el número de golpes promedio con el que un profesional emboca la bola. El “par” va siempre de 3 a 5 golpes. De allí surge la terminología “cuatro bajo el par” o “cinco sobre el par”: es el número de golpes realizado por el golfista comparado con el par de la cancha. La jugada maestra por excelencia es el albatros (completar un hoyo tres golpes bajo el par). Los profesionales, en tanto, suelen agarrarse la cabeza cuando realizan un bogey, doble bogey o triple bogey (uno, dos o tres golpes sobre el par).
Fairway: el camino por recorrer
El fairway es el recorrido ideal entre el tee de salida y la zona cercana al hoyo. Cuando el camino se desvía, es probable que caiga en el rough (zona con pasto más alto y desprolijo). Si el fairway son los placeres de nuestra vida, el rough son nuestras pequeñas crisis. Para disfrutar el recorrido y no sufrirlo hay que practicar y practicar. Golpear una pelota de golf es sencillo; pero golpearla bien es una virtud. Quienes minimizan al golf por su escaso esfuerzo físico suelen ignorar la complejidad de su principal golpe: el swing. Para realizarlo correctamente hay que coordinar el movimiento de 124 músculos.
Approach: el tiro de aproximación
Aunque el approach es el golpe que se realiza para dejar la pelota lo más cerca posible del hoyo, en este artículo lo usaremos para acercarnos al presente. Desde aquellos primeros juegos (reglas inexistentes, elementos improvisados), el golf ha evolucionado gracias a la tecnología, aplicada especialmente en los palos. Originalmente de cualquier madera disponible, han aumentado su complejidad hasta límites asombrosos. En la década de 1980 se impuso el grafito para los mangos y se fabricaron los primeros palos completamente de metal. Hoy, cada jugador puede usar hasta 14 palos distintos, que poseen distintas denominaciones según sus características: maderas (aunque son de acero o titanio; se usan para golpes largos), híbridos (para media distancia), hierros (corta distancia) o putters (para el golpe decisivo).
La víctima de los palazos es una pelota de 4,26 centímetros. Originalmente era de cuero liso relleno con plumas. Al descubrir que a medida que se abollaba la pelota alcanzaba mayores distancias, se añadieron los tradicionales hoyos que se mantienen hasta la actualidad. Las pelotas oficiales tienen 336, que evitan que se genere presión delante y un gran vacío detrás durante el traslado aéreo.
¿Me animo o no me animo?
Los principiantes no deben asustarse viendo imágenes de ESPN con campos infinitos. Las primeras prácticas son en pequeños sectores repletos de pelotas; y los primeros juegos, en campos turísticos-ejecutivos que no sobrepasan los 6.000 metros de extensión. No es necesario enfrentar a nadie para practicar golf, pero los más competitivos pueden jugar contra cualquiera gracias al handicap. En criollo, se trata de restarle golpes al que peor juega (lo máximo que se descuenta es 36). Por caso, si juego contra alguien que tiene 10 puntos de handicap y yo tengo 20, él deberá realizar once golpes menos para ganarme.
La etiqueta
En el golf son tan importantes las reglas de juego como las de comportamiento. De hecho, las sanciones no son reglamentarias: se imponen amonestaciones morales por mal comportamiento. ¿Algunas reglas éticas? No golpear la bola si hay alguien en la dirección del golpe; no arrojar los palos por bronca o disgusto; no hablar cuando un jugador prepara un golpe; reparar cualquier daño que sufra el campo; no demorar más de cinco minutos buscando una pelota perdida; no usar jeans ni remeras sin cuello; las mujeres, ni jeans, ni escotes, ni tacos… ¿Tradición o exageración? El límite entre ambas.
No todo es color verde
La instalación de campos de golf produjo muchas veces problemas ecológicos. No sólo por el gasto de agua para riego o la pérdida de biodiversidad, sino porque el uso de pesticidas y fertilizantes puede afectar aguas subterráneas. Actualmente, antes de construirlos suelen realizarse investigaciones para reducir estas problemáticas. Como contrapartida positiva, en muchas canchas se plantan especies de árboles que enriquecen a su entorno natural.
Los intocables
Aunque la lista podría extenderse con otros nombres, al elegir a los mejores golfistas de la historia hay un puñado que nunca falta. Entre 1962 y 1986, Jack Nicklaus ganó 18 Grand Slams (los cuatro torneos más importantes): seis veces el Master, cinco el PGA Championship, cuatro el US Open y tres veces el British Open. Ben Hogan (entre 1946 y 1959), Arnold Palmer (1955 a 1965) y el sudafricano Gary Player (1958 a 1978, único no estadounidense de la lista) también son genios unánimes. El dominador de los últimos años es conocido tanto por su juego como por cuestiones extragolfísticas: Tiger Woods no sólo es el rey negro de un deporte en el que a los negros les colocaban excremento en los hoyos para que no jugaran, sino que su reciente escándalo matrimonial puso en el rough, en la parte áspera, a su carrera. Justo a él, al deportista que más dinero ganó en la última década.
Golf argentino
El golf llegó a la Argentina en 1879, cuando Henry Smith arribó al puerto de Buenos Aires con una bolsa de palos de golf entre su equipaje. Sin embargo, quien jugó el primer partido fue otro escocés, Valentin Scroggie, en 1892. Pronto se fundó en el barrio de Belgrano el San Martín Golf Club, primer campo de golf de Sudamérica. En 1893 ya había canchas de golf en el Hurlingham Club y en el Lomas Athletic Club.
Argentina tuvo en su historia dos golfistas de brillo internacional: Roberto De Vicenzo y Ángel Cabrera. De Vicenzo ganó el prestigioso British Open en 1967; Cabrera obtuvo el US Open 2007 y el Master en 2009. ¿Logrará alguno más?
El green: la meta deseada
El green es el terreno circular que rodea al hoyo, prolijamente podado, pero peligrosamente rodeado. Sí: como los grandes objetivos de la vida, cerca de la meta están las mayores complicaciones, en este caso pozos de arena, de tierra y hasta pequeños espejos de agua. La última complicación del artículo, decidir el evento más importante de la historia del golf, es resuelto con un swing que mueve, en vez de músculos, 124 caracteres: en 1971, Alan Shepard jugó al golf en la superficie de la Luna, convirtiéndolo (hasta que haya fútbol en Marte) en el único deporte interplanetario.
PUBLICADO EN VARÚA Nº8 (MARZO DE 2010)
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