martes, 29 de julio de 2014

El medallero (octubre de 2013)

Por Martín Estévez

Oro: Juan Martín Del Potro
El gran Nalbandian anunció su retiro, así que abracémonos a Delpo más que nunca. Campeón en el ATP 500 de Tokio, llegó a la final del Masters 1000 de Shanghai después de derrotar claramente al mejor tenista del año, Rafa Nadal. Y ya está número 5 del mundo.

Plata: Felipe Contepomi
A los 36 años, el apertura le dijo adiós a Los Pumas tras una trayectoria llena de récords: jugó 87 partidos en la Selección, estuvo presente en cuatro Mundiales (incluido el histórico de 2007) y anotó nada menos que 651 puntos con la celeste y blanca. Aplausos.

Bronce: UPCN Vóley
Aunque su posición en el Mundial de Clubes no fue nada rutilante (terminó en el cuarto puesto), sí brilló en un partido concreto: cuando en la primera fase derrotó 3-2 al Trentino de Italia, campeón del mundo. En semifinales lo detuvo Cruzeiro de Brasil.

Plomo: Los Pumas
Sabemos que el Rugby Championship es un torneo de nivel altísimo, pero como en 2012 el equipo había conseguido un empate, nos habíamos ilusionado con no perder algún partido. No hubo caso: fueron seis derrotas en la segunda participación en el campeonato.

Lata: Carlos Ischia
El DT les pide perdón a los hinchas de La Academia, porque su paso por el club fue pésimo: un empate, cuatro derrotas y renuncia. También tendrían que pedir perdón Villar, Cahais, Hauche, Camoranesi, Migliónico... Todo están hundiendo a Racing en la peor campaña de su historia.

Cartón: Antonio Mohamed
El Turco puso el corazón en juego para volver a Huracán, pero terminó destrozado. Los quemeros se ilusionaron, pero el equipo empezó a perder, perder y perder y, tras la quinta derrota consecutiva, Mohamed decidió su renuncia. Otra vez, el Globo mira los promedios en la B Nacional...

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4440 (NOVIEMBRE DE 2013)

domingo, 27 de julio de 2014

Balance 2013: Nadal para discutir

Por Martín Estévez

Rafa fue el mejor tenista del año: superó sus lesiones y ganó dos de los tres Grand Slams que jugó. Djokovic, Murray y Ferrer también merecen aplausos por su buen 2013.

En los últimos diez años, el mando del tenis masculino se lo disputaron Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Entre 2004 y 2009 dominó el suizo. El español brilló en 2010. Y 2011 fue la consagración del serbio. El año 2012 resultó muy parejo y hasta se repartieron los cuatro Grand Slams: ganaron uno cada uno, y el US Open fue para Andy Murray. Pero en esta temporada no hubo discusión posible: 2013 fue el año de Nadal.

Rafa lo comenzó con pésimas noticias: una persistente lesión en su rodilla izquierda no sólo lo tenía fuera de las canchas, sino que amenazaba, directamente, con ponerle fin a su carrera. Llevaba siete meses sin jugar, había descendido al quinto puesto del ranking y su primer torneo no despejó las dudas: en febrero perdió la final del ATP 250 de Viña del Mar ante el argentino Horacio Zeballos, que ocupaba en puesto 73. 

A partir de ahí, Nadal comenzó un recorrido lleno de triunfos y mostrando un nivel inesperadamente alto. Sobre polvo de ladrillo, su superficie favorita, ganó San Pablo, Acapulco, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros, acumulando 37 victorias consecutivas. Pero más llamativo fue su excelente rendimiento sobre cemento: campeón en Indian Wells, Montreal, Cincinnati, el US Open y finalista en Monte Carlo. Apenas se le podría cuestionar su derrota en la primera ronda de Wimbledon ante Steve Darcis (135º), pero sería injusto. Rafa ganó casi todo lo que jugó y se convirtió claramente en el mejor tenista del año.

Siempre arriba

Aunque el brillo de Nadal haya sido intenso, no opacó las buenas temporadas de Novak Djokovic, Andy Murray y David Ferrer. Djokovic lideró el ranking durante la mayor parte del año y ganó su séptimo Grand Slam, el Abierto de Australia. Además fue campeón en Dubai y Monte Carlo (ante Nadal), y finalista en Wimbledon y el US Open. Aunque se mostró más vulnerable que en 2011 y 2012, su permanencia entre los mejores es admirable.

Murray, por su parte, dominó en césped: ganó Queen’s y Wimbledon, cortando una racha de 77 años sin campeones británicos. También festejó en Brisbane y Miami, y fue finalista en Australia. En los últimos años era el cuarto del pelotón, pero en 2013 dio un paso adelante: tuvo mejores resultados que Federer y se acomodó en el podio mundial.

David Ferrer ya tiene 31 años y muchos anunciaban que en 2013 comenzaría su decadencia, pero sucedió lo contrario. Consiguió su mejor puesto en el ranking: fue Nº3 en julio. ¿Cómo lo logró? Aprovechó la lesión de Nadal a principios de temporada y la irregularidad de Federer para sumar, sumar y sumar puntos. Incluso con pobre record ante los Top Ten (ganó un partido y perdió ocho), se las arregló para ser campeón en Auckland y Buenos Aires; y finalista en Acapulco y Roland Garros. Si fuera exclusivamente por su talento, Ferrer nunca hubiera estado entre los diez mejores; si fuera por su voluntad, sería número uno.

Un caso especial

Las palabras Federer y decepción nunca juegan juntas. Roger ha construido una carrera tan maravillosa que nada de lo que haga merece castigo. A los 32 años, padeció la temporada por sus problemas físicos (su único título fue en el césped de Halle), pero enfrentó sin miedo a los grandes: cinco sets ante Murray en Australia y partidazo contra Nadal en Cincinnati. Claro que los puntos clave que antes ganaba, este año los perdió; y retrocedió en el ranking hasta un irrespetuoso 7º puesto. La lógica indica que el suizo comenzará a ser superado por más rivales hasta su retiro, pero él ha desafiado y ridiculizado a la lógica durante años. Sí: 2013 fue uno de los años “menos buenos” en la carrera de Federer, pero jamás hay que subestimarlo.

Las revelaciones

En las ediciones de Access DirecTV de febrero y mayo de 2012 insistíamos con cuatro promesas que serían estrellas en el futuro. Y el vaticinio comenzó a cumplirse. El canadiense Milos Raonic (22 años) llegó por primera vez al Top Ten, fue campeón en San Jose y finalista en Montreal. El japonés Kei Nishikori (23) alcanzó el puesto 11, ganó Memphis y derrotó a Federer en Madrid. El búlgaro Grigor Dimitrov (22) está entre los treinta mejores tras ser finalista en Brisbane y derrotar a Djokovic (entonces número 1) en Madrid. Y el australiano Bernard Tomic (21), que fue campeón en Sydney y superó a Richard Gasquet (9º) en Wimbledon, amenaza con un gran año 2014. Otros que lograron más de lo que se esperaba fueron el suizo Stanislas Wawrinka y el polaco Jerzy Janowicz.

Los sudamericanos

Juan Martín Del Potro fue el líder de una interesante camada de argentinos que se ubican entre los setenta mejores. Delpo sigue sin meterse entre los tres líderes del ranking (en 2013 estuvo 6º), pero se acerca: fue campeón en Rotterdam y Washington; derrotó a Djokovic en Indian Wells y a Ferrer en Wimbledon. Juan Mónaco (campeón en Dusseldorf), Carlos Berlocq (en Bastad), Horacio Zeballos (en San Pablo) y Federico Delbonis (23 años, finalista en Hamburgo) completan el quinteto fuerte argentino.

¿Y el resto? Colombia mantiene expectativas con el interesante Santiago Giraldo (no sale del Top 100 desde enero de 2010) y con Alejandro González (este año alcanzó su mejor ranking, 108º). Brasil depende de lo que haga Thomaz Bellucci (mala temporada), y Chile advierte con nostalgia los últimos años de la carrera de Paul Capdeville (este año le robó un set a Nicolás Almagro en San Pablo).

Serena Williams y sus 17 Grand Slams
En 2013, el circuito femenino volvió a generar menos interés que el masculino. Pero incluso en ese contexto, la figura de Serena Williams aumentó su grandeza. La estadounidense, al igual que en 2012, ganó dos Grand Slams (Roland Garros y el US Open) y alcanzó 17 en su carrera, marca apenas superada por cinco tenistas en la historia. Además, Serena se impuso en otros siete torneos, liderando el ranking con comodidad. 
En Australia festejó Victoria Azarenka y en Wimbledon lo hizo Marion Bartoli, que en agosto anunció su retiro por problemas físicos. ¿Una sorpresa? La rumana Simona Halep (22 años) fue campeona en Nuremberg, ‘s-Hertogenbosch, Budapest y New Haven. Después de Serena, fue la que más títulos ganó. ¿Nace una estrella?

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº60 (NOVIEMBRE DE 2013)

jueves, 24 de julio de 2014

El medallero (septiembre de 2013)

Por Martín Estévez

Oro: Lionel Messi
Fue el líder de una Selección que se clasificó al Mundial con dos fechas de anticipación. Superó a Crespo como el segundo máximo goleador con la celeste y blanca. Le hizo tres goles al Valencia y, luego, tres al Ajax. Suma 383 en su carrera. ¿Qué más puede hacer?

Plata: Damián Blaum 

Logro histórico para la natación argentina: el porteño de 32 años se consagró campeón mundial en la especialidad aguas abiertas. En el Grand Prix realizado en Italia, se quitó las ganas acumuladas, porque había sido subcampeón en 2007, 2009, 2010 y 2012.

Bronce: Luis Scola 

Luifa siempre deja de lado sus vacaciones y pone en riesgo su físico por amor a la Selección de básquet. Y encima la rompe: fue figura del equipo que, al terminar tercero en el FIBA Américas de Venezuela, consiguió la clasificación al Mundial de 2014.

Plomo: Racing Club 

Después de años de paz, volvió el peor Racing: dirigentes que pelean entre sí perjudicando al club y jugadores con bajísimo nivel (Cahais, Corvalán, Migliónico, Hauche) que son responsables de un inicio espantoso: dos empates y ocho derrotas en diez partidos.

Lata: David Nalbandian 

Aunque sus problemas físicos complicaron mucho sus resultados en el circuito, el tenista cordobés siempre rendía en la Copa Davis. Esta vez ni pudo estar presente en las semifinales ante República Checa y su retiro parece una consecuencia lógica. ¿Fin de la historia?

Cartón: Diego Cagna 

Su segundo paso por Tigre fue exageradamente corto. Dirigió apenas seis partidos, en los que consiguió un triunfo, un empate y cuatro derrotas. Eso no es lo peor, sino que el Flaco terminó con el alma por el piso: “Ya no estoy disfrutando de dirigir. El fútbol se volvió muy sanguinario”.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4439 (OCTUBRE DE 2013)

sábado, 19 de julio de 2014

Fernando Monetti - “Volvimos para quedarnos”

Por Martín Estévez

Llegó al club a los 12 años, lo subieron a Primera a los 16, debutó a los 21. Hoy, a los 24 años, el Mono ya es un referente de Gimnasia. Figura en el ascenso y también en este Torneo Inicial, asegura que el objetivo principal es no sufrir con el promedio, y cuenta cómo influyó la abuela Lita en su carrera.

Llevaba mas de cuatro años entrenando con la Primera, integrando el plantel profesional, atajando en Reserva o sentándose en el banco de suplentes. Lo habían llevado a su primera pretemporada a los 16 años y ya tenía 21. Sabía que era joven, que tenía que ser paciente, pero la oportunidad parecía no llegar nunca. Hasta que el 21 de noviembre de 2010... “Fue un día de concentración, normal –recuerda Fernando Monetti–. Por dentro presentía algo, no sé por qué, pero igual estaba tranquilo. Jugábamos contra Vélez, que peleaba el campeonato, yo iba a ser suplente. En la entrada en calor, el Gato Sessa se quedó duro, no se podía mover, y se fue al vestuario. Ahí me di cuenta de que podía llegar a debutar. En la tribuna estaban todos, siempre iban: mis viejos, mi abuela, mis hermanos, mi novia, ¡pero no podía avisarles que iba a jugar! Un amigo me vio precalentando y salió corriendo a la platea para avisarles que jugaba. Me sorprendió a mí mismo la tranquilidad con la que entré. No sé si por tantos años en Primera, o por haber estado tanto tiempo en un vestuario, o por haberme hecho tanto la cabeza con que el día que me tocara yo tenía que responder, pero estaba tranquilo. La primera pelota fue un mano a mano con el Burrito Martínez, ¡imaginate! Haber tapado esa pelota me generó una confianza muy grande. Era la primera vez de todo, lo disfrutaba y a la vez tenía que hacerlo bien. La primera salida por la manga, ver a la gente, el saludo, la primera pelota que fue justo un mano a mano... Empatamos 0 a 0 y todos me felicitaron”.

Claro que la historia de Monetti, del Mono, del arquero de Gimnasia y Esgrima La Plata, empezó mucho antes. “De chiquito vivía con mis viejos y con mi hermano más grande, que probó con el fútbol, pero ahora es periodista. Siempre en La Plata. Yo había jugado al básquet en Fomento de Los Hornos, pero fuera de eso llegaba a mi casa y jugaba a la pelota todo el día, en el fondo con mi hermano o con mis amigos, en la calle. Fútbol, fútbol, fútbol hasta altas horas de la noche. Un día, mi abuela Lita me regaló un buzo de arquero. No es que yo siempre atajara, simplemente me lo regaló. Yo no me lo sacaba nunca, aunque hiciera calor. Un día la acompañé a una casa de comidas que había a la vuelta de mi casa y nos atendió el dueño, Marcelo Ramos, que también era director técnico de Alumni de Los Hornos. Me preguntó si me gustaba atajar y le dije que sí; y si le tenía miedo a los pelotazos, y le dije que no. Entonces me dijo que fuera a atajar en su club. Les contamos a mis viejos, dudaron un poco los dos, pero mi abuela ayudó para convencerlos. Al jueves siguiente fui a entrenar y ya nunca dejé de atajar”.

-¿Cómo se lo agradeciste a tu abuela? 
-Le regalé mi camiseta, claro, pero yo creo que todos los días hay que agradecerle. No va a alcanzar un regalo. A ella la llena mucho poder ver un partido por la tele. Mira fútbol, le interesa, sabe bastante. Ella y mi abuelo Ernesto me siguen. Verme en la tele para ellos es algo grande. Darles una alegría a mí me reconforta mucho.

-¿Y cuándo llegaste a Gimnasia? 
-A los 12 años. Me probé en pre prenovena y quedé junto a otros amigos con los que después tuve la suerte de compartir plantel, como el Pata Castro, Leandro Sapetti y Emiliano Méndez. En esa época metía un viaje en micro bastante largo para ir a entrenar, íbamos con Federico Quiroga, que hoy juega en Cambaceres. Ahí empecé un largo camino, con más cosas buenas que malas. Las buenas fueron llegar con un grupo de amigos, adaptarme, estar cómodo en el club. En toda mi etapa en inferiores me tocó ir solamente una vez al banco, desde pre prenovena hasta la Sexta División, que fue cuando me subieron a Primera. Además, nuestra categoría (la 89) siempre peleó los puestos de arriba.

-Siempre titular en inferiores, pero en Primera tuviste que esperar bastante.
 -¡Sí, cuatro o cinco añitos de espera! Cuando subí, a los 16 años, estaban Olave, Bangardino y Kletnicki. El técnico era Troglio, igual que ahora. Pedro dudaba por mi edad, pero al final el entrenador de arqueros (Gabriel Vega) lo convenció. Esa pretemporada fue una experiencia bárbara. La idea era que después volviera a mi división, y a mí no me gustaba mucho eso, así que entrené fuerte para que no pasara. El último día de la pretemporada, Vega me comunicó que iba a entrenar toda la semana en Primera y bajar el fin de semana para jugar en inferiores.

-Como hincha de Gimnasia, habrás sufrido mucho esos años difíciles que terminaron con el descenso de 2011. 
-Sí, un montón. Pasé muchos años en el club, vi el proceso durante el que Gimnasia fue decayendo, y eso culminó con el descenso. Eran años que desgastaban cada vez más. Veníamos salvándonos con lo justo, ganamos una Promoción contra Rafaela, un desempate contra Huracán... pero todo terminó con el descenso, y lo pagó gente que no lo merecía, como muchos chicos que pusimos la cara en ese momento; el Indio Ortiz, que agarró como técnico; o Guillermo Barros Schelotto, que vino a retirarse y tuvo que sufrir el descenso por culpa de malas acciones de dirigencias anteriores, que de a poco fueron devastando al club. Eso obviamente nos dolió, me dolió, para todos los chicos que estábamos en el club fue un golpe duro.

-¿El descenso fue lo peor de tu carrera? 
-Sí, fue el día más triste. Venía embalado porque Angel Cappa me había dado continuidad, era titular aunque en el plantel estaba el Gato Sessa, que le había dado mucho al club. Tenía en la cabeza la idea de devolverle esa confianza a Cappa. Sabíamos que estábamos en una situación difícil, pero de verdad estábamos convencidos de que podíamos salvar a Gimnasia. Haber descendido fue durísimo. Por suerte muchos de los que estábamos tuvimos revancha y pudimos ascender a Primera.

-¿Resultó más difícil de lo esperado el primer año en el Nacional B? 
-Sí, se hizo complicado porque no conocíamos la categoría. Al ser un torneo largo, la ansiedad influye mucho. Vos jugás todo un semestre con presión y recién vas por la mitad del torneo, en pocos partidos podés tirar a la basura todo lo que hiciste. Nosotros empezamos con malos resultados, hasta quedamos cerca de las posiciones de descenso. La llegada de Troglio nos dio aire, fue un golpe anímico importante para el grupo, empezamos a sacar buenos resultados y nos ilusionamos con entrar en la Promoción, pero no nos alcanzó. A la temporada siguiente sí se encaró todo de manera más fuerte desde el principio; se sumó gente del club, como el Bochi Licht y Nico Cabrera, que entendían qué necesitaba Gimnasia.

-Nombrás a Licht y Cabrera como referentes, pero ahora vos también lo sos: estás al borde de los cien partidos. 
-Lo importante es haber mantenido la continuidad. La verdad es que nunca imaginé que iba a jugar tantos partidos en el club. Por mi edad, y por cómo se fue dando todo, no es poca cosa. El otro día hablaba con el Bochi de que él había llegado a 180 partidos y pensé: “¡Qué bien llegar a 180!”. Para alcanzar esas metas hay que ir por buen camino, y llegar a los 100 me hace creer que estoy haciendo bien las cosas.

-¿Cómo vivías el momento en el que eras figura, pero el equipo no ganaba? 
-Son situaciones encontradas, el equipo no funcionaba, pero yo aportaba lo mío. Me tocó tener mucho trabajo en una época, pero si perdíamos siempre, me iba con un sabor amargo.

-En internet existen varios videos con tus atajadas, ¿sos de sentarte a verlas?
-No. Las veo después de cada partido, cuando el cuerpo técnico nos muestra un resumen. Lucas, que es la persona que se encarga de los videos, me hace uno aparte y con Vega, el entrenador de arqueros, lo analizamos para ver cómo resolví cada situación. Ahí veo algunas atajadas mías y cómo le pegué a la pelota, cómo estaba parado en determinada situación. Eso sirve mucho para ir reconociendo los errores y para ver las cosas positivas. Todo sirve para achicar el margen de error.

-Se esperaba un poco menos de Gimnasia en el arranque del torneo, pero sacaron 14 puntos en 8 fechas. ¿Ustedes también calculaban sumar menos? 
-Nosotros sabíamos que dependíamos de nosotros. Podíamos hacer un gran torneo, pero teníamos que seguir por el mismo camino por el que logramos el ascenso. Con esa mentalidad, con esa agresividad en el juego, que es a lo que siempre apunta el cuerpo técnico. Sabíamos que no se esperaba mucho de nosotros, pero si estábamos sólidos de la cabeza, podíamos arrancar bien. Y a medida que llegaron los triunfos, esa confianza fue creciendo.

-¿Qué tabla miran primero, la del campeonato o la de los promedios? 
-La de los promedios, siempre. La idea es engrosar el promedio para no sufrir el año que viene. De eso no hay dudas. Después veremos en qué posición quedamos, pero sin perder de vista los promedios.

-Si te ofrecieran terminar el torneo con 27 puntos, ¿aceptás? 
-¡Sí! Si se puede hacer más puntos, haremos más, pero el primer objetivo es llegar a 25 para estar tranquilos.

-En los últimos años, Estudiantes fue el equipo fuerte de la ciudad, y Gimnasia estuvo un escalón más abajo. ¿Eso está empezando a cambiar? 
-Desde el momento en que volvimos a Primera, sí, porque no ascendimos como un equipo que volvió a ver qué pasaba. Volvimos para quedarnos. No venimos a cosechar puntos como sea, a empatar como podamos. Venimos con mentalidad ganadora, a conseguir los tres puntos. El técnico nos ayudó a que no respetemos tanto a los rivales.

-Sos un arquero con buenas chances de ser transferido, pero nunca presionaste al club para que te vendiera. ¿Por qué?
-Más que nada, por una cuestión de respeto. Obviamente, alguna vez con mi representante o con mi familia hablé de eso, ¡pero bastante poco también! Es respeto hacia el compañero que tengo al lado que está trabajando para el club, como lo estoy haciendo yo. Y que esté hablando o pensando en otra cosa sería una falta de respeto hacia mi compañero y hacia el club que me dio la oportunidad de mostrarme en Primera.

Admirador de Sebastián Saja, Oscar Ustari y del inglés Joe Hart (arquero del Manchester City), y más cercano al estilo Guardiola que al estilo Mourinho, Monetti es realista respecto de un rumor que va ganando fuerza: la posibilidad de ser convocado a la Selección. “No tuve contacto con nadie. No sé si estoy cerca, yo no lo creo. La palabra Selección es algo grande, no es fácil llegar con todos los arqueros que hay. Valoro que me nombren, significa que hice las cosas bien, pero es una meta muy alta. Sería un sueño, pero no es que estoy pensando en hacer todo lo posible por la Selección, pienso en hacer todo lo posible por Gimnasia”.


La mejor y la peor jugada
Aunque Monetti tiene solamente 24 años (nació el 21 de febrero de 1989), los casi cien partidos que suma en Gimnasia lo obligan a pensar un rato sobre cuál fue el gol más tonto que le hicieron y cuál fue la mejor atajada de su carrera, al menos hasta ahora. “El peor gol fue en la B, en Entre Ríos contra Patronato. Patearon desde afuera del área, de sobrepique, la pelota se venía moviendo. pero yo la quise retener igual. Cuando la quise agarrar, se me fue un poco para atrás. Pero estaba cerca de la línea del arco, así que cuando intenté agarrarla de vuelta ya estaba adentro. Por suerte tuve revancha en ese mismo partido, porque atajé un penal y terminamos ganando 3 a 2”. ¿Y la mejor atajada? “La que me viene a la mente fue en Pergamino, contra Douglas Haig, también en el Nacional B. Fue un cabezazo, creo que de Leandro Gioda, a mi derecha, dificilísimo. Me felicitaron todos”.

99 Los partidos que acumula Monetti en Gimnasia por torneos locales (hasta el 24/9/13). Fueron 17 en la temporada 2010/11 (en Primera), 37 en la 2011/12, otros 37 en la 2012/13 (ambas en el Nacional B) y 8 en la 2013/14. Además jugó dos partidos por Copa Argentina: 1-0 a Desamparados en 2011; y 3-0 a Douglas Haig en 2013. Fue expulsado una vez, ante Quilmes en mayo de 2012.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4439 (OCTUBRE DE 2013)

viernes, 18 de julio de 2014

Descubriendo a… Federico Andrada

Por Martín Estévez

Máximo goleador de las inferiores de River, en su tercer partido en Primera ya demostró por qué.

Los datos de las divisiones inferiores suelen ser ignorados hasta que aparece uno de esos datos imposibles de ignorar. Eso sucedió en 2011, cuando Federico Oscar Andrada se convirtió en el máximo goleador histórico entre los juveniles de River, superó los 138 que había anotado José Sand. Eso podría significar una dosis de confianza o una pesada mochila; en el caso del Tanque de Carapachay, todavía está por verse.

Nacido el 3 de marzo de 1994, comenzó jugando al baby en Deportivo Drysdale, un club de su ciudad cuyo clásico rival es Unión de Munro. Llegó a River a los 7 años y enseguida demostró eficacia frente a los arqueritos: en infantiles marcó 87 goles. Entre Novena y Octava hizo 32 más, y se ganó la convocatoria para la Selección Sub 15 que en 2009 fue tristemente eliminada en la primera ronda del Sudamericano jugado en Bolivia. Andrada al menos metió un penal en la derrota 1-3 ante Uruguay. Sus 13 goles en Séptima lo confirmaron como una de las grandes promesas de River, que le ofreció rápidamente el primer contrato con una cláusula de rescisión altísima: 15 millones de euros.

Ya en 2011, llegó a los 143 goles en su carrera juvenil y participó del Sudamericano Sub 17 disputado en Ecuador. Esta vez le fue mejor: marcó 4 tantos, Argentina finalizó tercera y consiguió la clasificación para el Mundial. Una lesión lo dejó fuera de esa Copa del Mundo, pero en 2012 viajó a su primera pretemporada con el plantel profesional, dirigido por Matías Almeyda. Su nombre era conocido entre los más fanáticos, pero tuvo que esperar hasta el 2 de junio de 2013 para debutar en Primera: seis minutos en la derrota 2-0 contra Argentinos Juniors, resultado decisivo en el descenso de Independiente.

El primer gol llegó rápido, en su tercer partido: de atropellada para ganarle 1-0 a Rosario Central en la fecha 3 del Inicial 2013. Delantero potente de 1,80 metros y fanático de River, el Tanque deberá demostrar partido a partido  qué lo llevó a ser el chico récord de las inferiores millonarias.

*La frase. “Rechace ofertas de otros clubes porque primero quiero jugar y ganar algo en River. Despues si pensare en otras cosas”.
 
*En 140 caracteres. Escribe seguido en su cuenta de twitter: @FedeAndrada, donde muestra su amistad con Kranevitter, Gío Simeone, Lanzini...
 
*Referentes. Asegura que aprendió mucho mirando a cuatro delanteros: Batistuta, Wayne Rooney (foto), Cavenaghi y Trezeguet.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4439 (OCTUBRE DE 2013)

jueves, 17 de julio de 2014

Estadísticas de Claudio Piojo López

Partidos oficiales: 741 - Goles: 215

Partidos oficiales en Racing (1992-1996 y 2007): 162 - Goles: 42
Partidos oficiales en Valencia (1996-2000): 179 - Goles: 72
Partidos en Selección Sub 23 (1996): 17 - Goles: 7
Partidos en Selección Argentina (1995-2004): 55 - Goles: 10
Partidos oficiales en Lazio (2000-2004): 144 - Goles: 40
Partidos oficiales en América (2004-2006): 103 - Goles: 29
Partidos oficiales en Kansas City Wizards (2008-2009): 66 - Goles: 15
Partidos oficiales en Colorado Rapids (2010): 15 - Goles: 0
Partidos amistosos (1992-2010): 71 - Goles: 25

Total (oficiales + amistosos)
Partidos jugados: 812 - Goles: 240

miércoles, 16 de julio de 2014

Racing Club - Temporada 1905

Primer sello oficial del club
Torneo de Tercera División 1905
1) Estudiantil Porteño (V) 1-4 (goleador desconocido)
2) Estudiantil Porteño (L) 4-4 (C. Vigil, G. Vidaillac y falta registro de dos)
3) Alumni "B" (V) 0-5
4) San Isidro "B" (L) Ganó por no presentación
5) Gath y Chaves (V) 4-1 (P. Viazzi 2, C. Vigil, G. Vidaillac)
6) Estudiantes "C" (V) 2-1 (G. Winne, I. Oyarzábal)
7) Instituto Americano (V) 1-0 (C. Vigil)
8) General Belgrano "B" (V) 3-1 (goleadores desconocidos)
9) Estudiantes "C" (L) Ganó los puntos por no presentación
10) San Isidro "B" (V) 8-0 (G. Vidaillac, C. Vigil 2, P. Werner, P. Viazzi, G. Winne 2, M. Alvear)
11) Gath y Chaves (L) Ganó los puntos por no presentación
12) General Belgrano "B" (L) Ganó los puntos por no presentación
13) Alumni "B" (L) 0-1
14) Instituto Americano (L) Perdió los puntos por no presentación

• Finalizó 3º en la zona B. Jugó 14 partidos. Ganó 9, empató 1 y perdió 4. Metió 23 goles y le hicieron 17.  
• El goleador: Cándido Vigil, con 5 goles.

Partidos amistosos
1) Estudiantil Porteño (V) 2-4 (I. Oyarzábal, M. Alvear) [corresponde a la Copa El Diario, de Tercera División]
2) Benito Villanueva (V) 1-2 (goleador desconocido)

• Resumen total 1905. Jugó 16 partidos. Ganó 9, empató 1 y perdió 6.

Goleadores en partidos oficiales (1903-1905)
1º Cándido Vigil 5
2º Germán Vidaillac 3
3º Pedro Viazzi 3
4º Germán Winne 3
5º Ignacio Oyarzábal 1
6º Pedro Werner 1
7º Modesto Alvear 1

Goleadores en partidos amistosos (1903-1905)
1º Francisco Balestrieri 8
2º Modesto Alvear 8
3º Cándido Vigil 5
4º Bernardo Etcheverry 5
5º Antonio Capurro 4
6º Bernardo Debenedetti 3
7º Tomás Cafferata 2
8º Arturo Artola 2
9º Martín Iturburu 2
10º Alberto Mignaburu 2
11º Ignacio Oyarzábal 2
12° Raimundo Lamoure 2
 
Partidos oficiales jugados (1903-1905)
1º Cándido Vigil 8
2º Germán Vidaillac 8
3º Pedro Viazzi 7
4º Germán Winne 7
5º Ignacio Oyarzábal 7
6º Pedro Werner 7
7º Alfredo Lamoure 7
8º Tomás Cafferata 7
9º Raimundo Lamoure 7
10º Modesto Alvear 7
11º Arturo Fernández Silva 7

Partidos amistosos jugados (1903-1905) 
1º Francisco Balestrieri 8
2º Cándido Vigil 8
3º Modesto Alvear 8

4º Ignacio Oyarzábal 7
5º Pedro Viazzi 7
6º Alfredo Lamoure 6
7º Pedro Werner 6
8º Teodoro Tarela 6
9º Julio Planisi  5
10º Raimundo Lamoure 5
11º Tomás Cafferata 5
12º Antonio Serra 4
13º Martín Iturburu 4
14º Bernardo Debenedetti 4
15º Germán Vidaillac 4 
16º Bernardo Etcheverry 3
17° Arturo Fernández Silva 3

• Resumen partidos oficiales 1903-1905. 
Jugó 14 partidos. Ganó 9, empató 1 y perdió 4. Metió 23 goles y le hicieron 17. 

• Resumen total 1903-1905. Jugó 47 partidos. Ganó 34, empató 5 y perdió 8.

martes, 15 de julio de 2014

Tácticas mundiales

Por Martín Estévez

A ocho meses del inicio de Brasil 2014, repasamos las estrategias que revolucionaron la Copa del Mundo. Una nota sobre fútbol en la que ningún futbolista es mencionado. 
 
En los inicios del fútbol, los jugadores veían la pelota y no pensaban en otra cosa que meter un gol. La iban empujando hacia adelante y en cuanto el arco no estaba muy lejos, pateaban. Los arqueros eran los únicos que pensaban en evitar goles; los demás deseaban hacerlos. Poco a poco, algunos futbolistas fueron retrocediendo para que el traslado de la pelota desde el arquero a los demás no fuera tan extenso. Era la primera vez que se pensaba en cómo distribuirse en el campo para jugar mejor. Era el nacimiento de uno de los conceptos más apasionantes que nos regala el fútbol: la táctica. A ocho meses del inicio del Mundial 2014, repasemos cómo evolucionaron los sistemas tácticos en la historia de la Copa del Mundo.

El sistema 2-3-5

Alrededor de 1890, los equipos ingleses comenzaron a utilizar un sistema que permitía un rápido traslado de la pelota a través de una idea que hasta ese momento no era habitual: los pases entre jugadores. Dos de ellos (llamados defensores) se ubicaban cerca de su arquero para recuperar el balón y pasárselo a alguno de los tres que se ubicaban en el centro del campo (mediocampistas). El objetivo era que la pelota les llegara a los cinco más adelantados (delanteros), cuya función era meter goles. Así nació el 2-3-5. En los Mundiales de 1930, 1934 y 1938 fue el sistema principal. Y, al ser netamente ofensivo, el promedio de goles por partido era muy alto.

La WM (3-2-2-3)

En 1925, hubo un importante cambio en la ley del offside. Antes, para que un futbolista estuviera habilitado al recibir un pase, debían haber tres futbolistas entre su posición y el arco rival. A partir del ’25, tienen que ser sólo dos. Eso dio aun más posibilidades a los delanteros de imponer su superioridad numérica. El Arsenal de Inglaterra, dirigido por Herbert Chapman, fue el primer equipo que implementó una táctica para frenar a los atacantes rivales. Mantuvo cinco jugadores ofensivos pero hizo retroceder a dos para que estuvieran más cerca de los volantes, que ya no eran tres: uno de ellos se convirtió en defensor. Así se formó un esquema 3-2-2-3, que dibujaba una W y una M sobre el campo de juego. Comenzó a utilizarse en el Mundial 1938 y fue la principal táctica en 1950. Su principal objetivo era emparejar la lucha y que hubiera siempre cinco jugadores en ataque y cinco defendiendo.

La variante 3-2-3-2

Aunque no suele ser mencionada entre las grandes tácticas, el sistema utilizado por la selección de Hungría en la década de 1950 merece una mención. Con la WM, los futbolistas habían quedado “emparejados”: cada uno marcaba y era marcado por el mismo rival, en un mano a mano donde predominaba el talento o el estado físico de uno sobre otro. El técnico húngaro Gusztav Sebes hizo sólo una modificación, pero rompió la estructura: retrasó a uno de los tres delanteros para que jugara sin marcación. Con ese 3-2-3-2, Hungría ganó todos sus partidos, excepto el más importante: la final del Mundial de 1954, contra Alemania.

Nacen los laterales (4-2-4) 

El buen estado físico de algunos futbolistas brasileños fue vital para la aparición de una exitosa táctica: el 4-2-4. Pensando en cómo cubrir todo el terreno de juego, había cuatro delanteros, dos en el centro y uno en cada costado; dos mediocampistas centrales y dos defensores centrales. Los dos futbolistas restantes realizaban una doble función: si su equipo no tenía la posesión de la pelota, jugaban como defensores, uno en cada punta. Pero si su equipo atacaba, se adelantaban hasta ser mediocampistas. Con el 4-2-4, Brasil se consagró campeón en 1958 y en 1970. En 1962 también ganó la copa, pero utilizando una variante táctica en la que un delantero se retrasaba a la línea media.

El fútbol total

A principios de la década de 1970, el holandés Rinus Michels ideó la mayor revolución táctica en la historia del fútbol. Su idea era pretenciosa, casi inalcanzable: que todos defendieran y que todos atacaran. Aunque la distribución inicial era con cuatro defensores, tres mediocampistas y tres delanteros, sería un insulto llamar 4-3-3 a esa aceitada maquinaria en la que los futbolistas intercambiaban puestos, rompían líneas, presionaban en bloque, pensaban en conjunto. Hasta el arquero se convirtió en una opción de pase para sus compañeros, en parte del circuito de juego. Lo que logró Michels, primero en Ajax y luego en la selección de Holanda, fue más ideológico que futbolístico: convenció a sus jugadores de que lo colectivo está sobre lo individual, de que colaborando con el de al lado se construye mejor, de que siempre hay posibilidades que el sistema impuesto nos esconde. Aquella selección de Holanda, apodada la Naranja Mecánica, brilló durante el Mundial 74. Pero, como en el mundo, la solidaridad entre los compañeros y el sentido colectivo no pudieron imponerse: en la final, Alemania ganó 2-1.

El conservadurismo (4-4-2)

Desde 1958, la línea de cuatro defensores estaba impuesta. Luego empezó a poblarse el mediocampo: si para la década del ’70 los volantes ya eran tres, en los ’80 la mayoría de los equipos resignaron otro delantero para formar un rombo en el centro del campo. Una de las mejores selecciones con ese sistema, el 4-4-2, fue Brasil en el Mundial 1982. El truco era que sus cuatro mediocampistas eran hábiles y tres de ellos pensaban más en atacar que en defender. Sin embargo, otra vez los resultados y los merecimientos no se dieron la mano: Brasil perdió ante la defensiva Italia, que terminó siendo campeona. El sistema 4-4-2 se mantuvo vigente durante 25 años, pero los volantes fueron reacomodándose hasta formar una línea de cuatro jugadores, similar a la de los defensores.

Variantes defensivas 

Aunque entre 1982 y 2007, el 4-4-2 fue el sistema más utilizado en el planeta (con la variante 4-3-1-2 en los equipos más “ofensivos”), hubo algunos detalles tácticos interesantes en los Mundiales. En 1986, Argentina, dirigida por Carlos Bilardo, ganó la copa con un 3-5-2: los defensores se ubicaban en el centro y, si necesitaban ayuda, los mediocampistas laterales retrocedían cambiando el sistema a 5-3-2. En Estados Unidos 1994, la Italia de Arrigo Sacchi usó un ultradefensivo 4-5-1 y llegó hasta la final, en la que jugó a que no le hicieran goles y logró terminar 0 a 0. Por suerte, perdió por penales ante Brasil. Lo opuesto intentó Argentina, dirigida por Marcelo Bielsa, en 2002: tres defensores, tres volantes, un mediocampista ofensivo y tres delanteros. Merecía la gloria, pero el equipo fue rápidamente eliminado. Bielsa intentó algo similar en 2010, dirigiendo a Chile, y logró una histórica clasificación a octavos de final.

España y el 4-2-3-1

Desde su creación, el fútbol se había vuelto un juego cada vez más defensivo. Aunque es pronto para afirmarlo, porque estamos en medio de ese proceso, la selección de España impulsó, a partir de 2007, un cambio más mental que táctico: en vez de pensar tanto en recuperar la pelota, hay que pensar en no perderla; en vez de limitar a los rivales marcándolos, hay que limitarlos obligándolos a marcar. El esquema (cuatro defensores, dos volantes defensivos, tres ofensivos y sólo un delantero) es dinámico: los volantes más adelantados y los defensores laterales llegan permanentemente a posición de gol. Y el delantero tiene que hacer goles, claro, pero también engañar, arrastrar defensores, abrir espacios para sus compañeros. Jugando así, España ganó la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012. Su sistema, el volátil 4-2-3-1, será el más utilizado durante Brasil 2014. ¿V0lverá a imponerse?

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº59 (OCTUBRE DE 2013)

sábado, 12 de julio de 2014

San Lorenzo - Santo remedio

Por Martín Estévez

En 2012, San Lorenzo era un caos económico, institucional y deportivo. Incluso estuvo a minutos de irse al descenso. Quince meses después, un milagro parece haber ocurrido: el club se ordenó, el equipo gana más de lo que pierde y hasta el Papa (sí, el Papa) aporta lo suyo para recuperar la grandeza.
 

Es 24 de junio de 2012. Ningún hincha de San Lorenzo se puede olvidar de este día. Se juega la última fecha del Torneo Clausura y el Ciclón se está yendo al descenso. Otra vez. Como en el 81. El equipo ya no depende de sí mismo: necesita ganar y esperar que Banfield pierda su partido ante Colón. Pero en el Nuevo Gasómetro se está consumando una pesadilla. San Martín de San Juan gana 1 a 0, y la resignación empieza a golpear la puerta. Sin embargo, el mundo está lleno de detalles relevantes, y uno de ellos sucede en el minuto 29 del primer tiempo. El arquero de los sanjuaninos, Leonardo Corti, salta para tomar una pelota fácil. Carlos Bueno, más por inercia que por decisión, choca contra el cuerpo del arquero y le comete falta. Pero el árbitro, Germán Delfino, no cobra nada. No lo ve, duda, se equivoca, o simplemente sus sentidos se ven obstaculizados por decenas de miles de cuervos que sufren en las tribunas. Delfino no cobra nada, Bueno empuja la pelota al gol, y San Lorenzo, que agonizaba, recibe el electroshock de la esperanza. A partir de ese detalle relevante, la vida de San Lorenzo comienza a cambiar. Primero, mete dos goles más y derrota 3-1 a San Martín, mientras Banfield es goleado en Santa Fe. Luego, revitalizado, le ganará la Promoción a Instituto con un 2-0 de visitante y empatando en casa. Sí, el club era un caos: deudas millonarias, dirigentes cuestionados, un plantel desvalorizado... Pero era un caos que se quedaba en Primera División. Sus hinchas, que habían sentido el aliento del Nacional B durmiendo en su cama, supieron que era el momento de unirse.

Bernardo Romeo, entonces jugador del club y actual manager, recuerda esos días de angustia: "Había conflictos internos, externos, la ansiedad de la gente, mucha preocupación, los empleados no cobraban, se generaba un malestar permanente. Pensábamos en salir como fuera, vivimos partidos muy bravos y tardes de mucho sufrimiento. Lo digo honestamente: yo no podía dormir, no salía de mi casa... Lo peor que me podía pasar era el descenso con San Lorenzo, hubiera sido una mancha muy grande en mi carrera. Tener ese final hubiera sido un puñal muy grande que hubiera llevado durante toda mi vida. La presión es tan grande que a veces te complica en lo emocional. De hecho, ese año me cansé tanto, por tanta presión, que decidí retirarme porque no podía más, aunque físicamente hubiera podido seguir".

Matías Lammens, actual presidente del club, también tiene muy presentes aquellos días: "Para San Lorenzo, descender hubiera sido un golpe tremendo, no sólo a nivel deportivo, sino también a nivel institucional, por lo que significaba en cuanto a la pérdida de ingresos. La situación hubiera sido muy grave. Era un panorama muy triste, muy negro. El día del partido contra San Martín no podía dormirme, me acosté a las doce, me levanté dos horas después y me puse a dar vueltas. El solo hecho de imaginar a San Lorenzo jugando en el Nacional B me sacaba el sueño".

Luego de asegurar la permanencia, el club vivió días de acefalía. El mandato de Carlos Abdo se vio interrumpido por una renuncia forzada, y los hinchas de San Lorenzo aclamaban que un hombre se hiciera cargo del desastre: Marcelo Tinelli. El sabía que tenía demasiado para perder y poco para ganar, así que buscó un método para no quedar tan expuesto en caso de que las cosas no salieran bien. Eligió a su amigo Matías Lammens para que tomara temporalmente las riendas del club y prometió darle su apoyo absoluto, al punto que dos meses después, cuando se realizaron las elecciones, Tinelli fue parte de la lista y se convirtió en vicepresidente de su amado San Lorenzo.

"En el momento en el que nos tocó tomar el gobierno del club, la situación era catastrófica -recuerda Lammens-. San Lorenzo venía de jugar la Promoción y era un club absolutamente descapitalizado. Nos encontramos con sólo ocho jugadores profesionales, no teníamos cómo afrontar el campeonato que empezaba semanas después. Nosotros nos empezamos a meter en el club en julio; lo hicimos por una cuestión de necesidad, porque alguien tenía que hacerse cargo. Con Marcelo y el resto de la comisión directiva, consideramos que teníamos una responsabilidad histórica. No podíamos dejar a San Lorenzo a la deriva. Ese momento fue uno de los peores en los 105 años de historia de San Lorenzo. Después del descenso y la pérdida de la cancha, para mí, fue el peor".

Los hinchas sabrán cuán exacto o cuán exagerado es Lammens en su relato. Más allá de eso, era evidente que había que tomar decisiones para cambiar el rumbo. "El pasivo era muy importante: 234 millones de pesos, más 15 millones con los jugadores, y los empleados en paro -puntualiza el presidente-. Ese fue el primer escenario que encontramos. El primer diagnóstico que hicimos fue que San Lorenzo tenía que dejar de perder dinero todos los meses. Tenía un déficit operativo mensual de entre 2 y 2,5 millones de pesos. Haciendo una analogía con una situación médica, era como un enfermo que estaba en terapia intensiva y día tras día se agravaba. Un pasivo grande, sin jugadores propios, sin capital y sin ingresos genuinos, porque los aportes de la televisión ya estaban tomados con dos años de adelanto... Lo primero que hicimos fue cortar el déficit, trabajar en la generación de ingresos. Yo siempre estuve convencido de que San Lorenzo tenía un gran potencial en cuanto a socios. Cuando asumimos, el club tenía 29 mil socios activos. Hoy ya superamos los 50 mil. Y ese es el principal ingreso que tenemos actualmente. Por las cuotas sociales recibimos 60 millones de pesos por año; por televisación nos tocan 28 millones".

El 1º de septiembre de 2012, luego de ganar las elecciones, la dupla Lammens-Tinelli asumió oficialmente sus funciones. "Había que salir de la mala noticia: San Lorenzo era un escándalo todos los días -continúa la historia en versión Lammens-. Problemas en la comisión directiva, con los jugadores... No había plata para las semillas del campo de juego, la cancha auxiliar no tenía césped. Para la siembra eran algo así como 36 mil pesos, pero el gerente no tenía la plata para mandarle al canchero. Y por supuesto, el otro tema delicado era la deuda con Agremiados: 15 millones de pesos; San Lorenzo no podía empezar el torneo".

Si una de las primeras decisiones a nivel económico fue reducir el déficit, una de las primeras a nivel institucional fue incorporar la figura del manager como planificador deportivo y nexo entre la dirigencia y el entrenador. Y el elegido fue un héroe contemporáneo: Bernardo Romeo.

"Yo soy técnico recibido, pero no tenía la decisión de trabajar, me quería tomar un descanso -cuenta Berni-. Estaba muy tranquilo de vacaciones y me llamó Marcelo, que estaba con Matías, para ofrecerme el cargo. Sabían que yo amo al club, y que tengo el perfil que ellos querían. Apenas una semana después, empezamos a trabajar".

Lo primero que intentó implementar Romeo en el plantel fue el orden: "Yo jugué veinte años y noto que es fundamental. Cuando los jugadores ven que la dirigencia está haciendo cosas por ellos y por el club, se tranquilizan. En mi última etapa como jugador, el club era un despelote. Como dijo alguna vez Ortigoza, antes la ropa estaba sucia y ahora, no. Nosotros tratamos de bajar una línea al jugador. Ellos son dueños y esclavos de sus palabras, pero si declaran algo que nos parece fuera de lugar les preguntamos por qué, tratamos de unificar criterios para cuidar al club".

Una nueva era
Pese a los esfuerzos, los resultados futbolísticos no aparecían. El equipo, dirigido por Ricardo Caruso Lombardi, siguió instalado en zona de descenso, con la soga al cuello desde el inicio mismo de la temporada 2012/13. La decisión fue rescindir el contrato del entrenador que, siempre envuelto en polémicas, había sostenido a San Lorenzo en Primera.

"Fue el momento más difícil desde que asumimos -remarca Lammens-. Era complicado, no se daban los resultados, y el tema tomó mucha trascendencia mediática. Nos debemos una autocrítica por cómo manejamos la situación, nos pesó la inexperiencia. Nosotros somos muy jóvenes, estamos aprendiendo a pasos acelerados. Hoy, seguramente, lo hubiéramos manejado distinto. El otro momento muy duro fue la detención de Pablo Migliore".

"Sí, la decisión más difícil que tomé fue la de Migliore, no tengo dudas -señala Romeo-. Fui su compañero, tengo un gran recuerdo de él, pero fue una situación que nos superó a todos. Había que tomar una decisión, nos juntamos con los dirigentes y lo resolvimos. A tres meses de haber asumido, chocar con esa situación fue complicado".
Ya sin Caruso en el banco, hubo que elegir el nombre del nuevo entrenador. Era un buen momento para delinear un proyecto a largo plazo, con un estilo de juego y de conducción. El elegido, esta vez, fue Juan Antonio Pizzi.

"Había que tener una línea de trabajo -confirma Romeo-. Por eso fue la elección de Pizzi: es un tipo de perfil europeo, que sabe trabajar con un manager. Sabe que yo voy a estar dedicado a mi función y nada más. El proyecto estaba encaminado en lo institucional, pero no en lo futbolístico. Y el 12 de octubre de 2012, con Juan, arrancamos con eso: un diseño futbolístico, que no hubiera más conflictos, que existiera un buen vestuario, armonía en los entrenamientos. Lo principal era una bajada de línea institucional con el plantel, que se hablara exclusivamente de lo futbolístico. No fue tan fácil, especialmente porque en octubre estábamos complicados con el descenso. Pero aparecieron los resultados y la tranquilidad. También ayudó el trabajo de Osvaldo Coloccini y Fernando Kuyumchoglu en las divisiones inferiores. Era fundamental apuntar a los chicos, y a los seis meses ya fueron cinco o seis a la pretemporada con la Primera. Es un trabajo importante que se hizo y que ahora disfrutamos todos. De golpe crecieron un montón de chicos que no pensábamos que crecerían tanto. Ahora el problema es de Pizzi, que tiene que hacer jugar a los mejores. Es que cuando llegan los resultados, todo es más fácil".

Sin embargo, los resultados no llegaron inmediatamente. Pizzi también tuvo que soportar una tormenta de críticas durante una mala racha que llegó a su punto más profundo cuando Racing lo cacheteó con un contundente 4-1 en el Nuevo Gasómetro. "No podíamos ganar de locales y después de ese partido empezó el rumor de la gente, las presiones. Pero hablé con Matías y le dije que este era un proyecto a largo plazo, que teníamos que estar tranquilos. Cuando viene la mala hay que estar firmes y bien de la cabeza, porque en el fútbol no se puede ganar siempre".

¿Podrá entonces San Lorenzo transformarse en uno de esos pocos clubes que, aunque el equipo pierda tres partidos seguidos, sostiene al técnico? "¡Lo primero es no perder tres partidos seguidos! -exclama Lammens, un poco en broma y mucho en serio-. Pero ya demostramos en la mala racha del año pasado que queremos sostener un proyecto. Lo que pasa es que cuando se pierde es tremendo, siempre me amargué como hincha, y como dirigente es peor. Igual, creo que San Lorenzo, hoy, puede soportar tres partidos sin victorias en caso de que nos toque. Por eso nos animamos a firmar un contrato de dos años con el técnico.

Memoria y balance
En estos primeros días de septiembre, la gestión Lammens-Tinelli cumple un año. Un año en el que se modificó la situación. "Hubo muchos cambios, es verdad -refuerza Romeo-. En un año pasaron muchas cosas positivas en el club. Lo fundamental es la tranquilidad que hay en la ciudad deportiva, en la sede, la tranquilidad que tienen los hinchas. Están relajados, hay paz. Es lo más importante para un club: trabajar todos los días con paz y armonía".

La evolución de los juveniles es otro motivo para brindar. "Nuestra idea es tener alguna vez un equipo formado por 8 o 9 jugadores de las inferiores -puntualiza Lammens-. Y para eso hubo que salir de la inmediatez del resultado. Las inferiores son formativas: sinceramente, si gana o pierde la Quinta, no me modifica nada. Lo que importa es que aprendan a jugar. Y en cuanto a la Primera, creo que San Lorenzo necesitaba recuperar su línea histórica de buen juego. Se había perdido eso. En un momento, era ir de visitante a algún lado y pensar: 'el punto está bien'. La historia indica que San Lorenzo tiene que ser protagonista en todas las canchas. Eso es lo que busca Pizzi y a nosotros ese planteo nos entusiasma".

"El logro de esta comisión es haber hecho un cambio tan rápido -elogia Romeo-. Lo primero era salir de la zona de descenso. Lo logramos con un buen torneo en el semestre pasado. Y después apareció la posibilidad de jugar la Sudamericana, de avanzar en la Copa Argentina. De a poquito vamos poniendo a San Lorenzo en donde tiene que estar".

San Francisco de Almagro
Como si esto (buenas campañas, orden institucional, mayor número de socios) fuera poco, el Papa es hincha de San Lorenzo. Ya lo sabemos todos, pero sigue siendo increíble: el Papa es hincha de San Lorenzo. "Es una emoción enorme -asegura Lammens-. Francisco es una de las personas más influyentes del mundo. Ahora estamos más familiarizados con él, pero pensar que el Papa es de San Lorenzo es muy fuerte. Cuando estuvimos en Italia con él, me reconocía, me saludaba, y yo pensaba: ¡es el Papa! Es muy importante, como dirigentes, saber capitalizar eso. En Roma tomabas un taxi, decías que eras de San Lorenzo y te respondían 'la escuadra del Papa'. Le ha dado un renombre internacional al club que creo que no se hubiera logrado ni con un título deportivo. Estamos trabajando con una agencia para asociar la imagen de Francisco con San Lorenzo, y para que las ganancias tengan fines benéficos. Creemos que San Lorenzo tiene que recuperar el rol social. Uno de nuestros proyectos es la construcción de un centro contra la adicción al paco. Tenemos que lograr que los chicos que viven del otro lado de la cancha, en vez de estar del paredón para allá fumando paco, estén del paredón para acá jugando al fútbol. Si nos quedamos sólo con lo que pasa en la cancha durante 90 minutos, como dirigentes seríamos cortoplazistas, egoístas e irresponsables".

Evidentemente, en un año no se puede modificar todo. Pero haber avanzado desde la puerta del infierno del descenso hasta este presente de Cuervomóviles, Correas, Cauteruccios, Boedos y hasta Papas hinchas de San Lorenzo es motivo para festejar. La vuelta a Boedo, el desendeudamiento y potenciar a las divisiones inferiores siguen siendo trabajo por hacer, tarea para la casa. ¿Pensás en algo más?, le preguntamos a Lammens. "Después de volver a Boedo -responde- nos va a quedar un objetivo que todos lo de San Lorenzo conocemos : la Copa Libertadores".


El cuervomóvil
Al principio la idea parecía un poco rústica, un trabajo de hormiga con pocas chances de alcanzar el éxito. Pero terminó resultado eficaz. "Nosotros creíamos que San Lorenzo era un gigante dormido -explica Matías Lammens-. Un club de cuatro millones de hinchas no podía tener solamente 29 mil socios. Algo fallaba. Varios de los dirigentes conocen sobre marketing y estaban de acuerdo en que había potencial, pero al socio había que ir a buscarlo. Así nació el Cuervomóvil, con la idea de ir a buscar al socio hasta su propia casa". El Cuervomóvil fue presentado en diciembre de 2012. Es un micro pintado con los colores de San Lorenzo que recorre puntos estratégicos del país, en el cual los hinchas pueden convertirse en socios al instante. "En agosto estuvo en Formosa, la provincia número 22 que visita -se enorgullece el presidente-. Hemos conseguido más de 10.500 socios sólo en el micro, y la mayoría adheridos al débito automático, por lo que prácticamente no tenemos morosidad".

La vuelta
Desde que San Lorenzo se quedó sin el Gasómetro, sus hinchas se sienten desarraigados, lejos de casa. Volver a Boedo parecía un sueño, pero la tenacidad de los cuervos en el reclamo ayudó para que al club le reconocieran prioridad sobre la utilización del predio. El retorno está cada vez más cerca. "Como hincha, me gustaría que el proceso de la vuelta a Boedo fuera más rápido -asume Lammens-. Estamos en conversaciones con la empresa que hoy tiene el predio, el fideicomiso está con muy buena marcha, estamos juntando el dinero para pagar eventualmente lo que sería la expropiación; pero nosotros queremos hacer un acuerdo con Carrefour para compartir el espacio, estamos muy avanzados. Nuestro sueño es tener en tres o cuatro años el estadio en Avenida La Plata".

Siempre cerca
Desde los inicios de la década de 1990, Marcelo Tinelli se convirtió en un hincha emblemático de San Lorenzo. A medida que creció su popularidad como empresario y conductor televisivo, también aumentó su influencia sobre el club. Alguna vez había participado económicamente, pero en 2012 fue la figura que unificó a un club que bordeaba el caos. Integró una fórmula electoral con Matías Lammens y, tras el contundente triunfo en las elecciones, comenzó a ejercer su activo rol de vicepresidente. “La imagen de Marcelo ayudó y ayuda muchísimo -asegura Lammens-. Cuando nosotros asumimos, lo que pasaba era que los jugadores no querían venir a jugar al club, los proveedores querían cobrar urgente porque sentían que San Lorenzo quebraba. Y cuando aparece Marcelo irradia credibilidad, por lo que significa, por lo que representa, porque en su trabajo es un tipo muy exitoso y porque tiene una imagen muy positiva en la gente. Lo que transmite él es muy importante. A nivel confianza y credibilidad, pero mucho más a nivel sponsors: cuando está Marcelo atrás, todo se multiplica por mil. Cuando aparece Marcelo, salimos hasta en la revista Paparazzi, aunque no tengamos nada que ver con ese ambiente. Si lo sabemos capitalizar y estamos sólidos, para San Lorenzo todo eso es bárbaro”.
¿Cuánto influye realmente Tinelli en las decisiones que se toman en San Lorenzo? Mucho. Tiene línea directa con Bernardo Romeo y, obviamente, con Lammens. “Hablo muy seguido con Marcelo -confirma el presidente-. Cuando estuvimos en Italia, todas las noches fuimos a comer hablando de San Lorenzo. Hablamos de otras cuestiones personales, pero es inevitable, la relación está atravesada por San Lorenzo desde todos los costados”.


“Ahora todos quieren venir”

Matías Lammens marca la diferencia con respecto a la temporada anterior, cuando, según él, “nadie quería jugar en San Lorenzo”. 

“Cuando asumimos, nadie quería jugar en San Lorenzo. Los que estaban se querían ir y los que podían venir se negaban. Teníamos que pedirles por favor y empeñar nuestra palabra, porque nadie le creía a San Lorenzo". Lo que cuenta Matías Lammens sucedió hace un año, antes del inicio de la temporada 2012/13. "La situación más grotesca que vivimos fue después de firmar el contrato con Juan Mercier. Cuando llegó al club, ¡no había quién le abriera la puerta! Lo que pasaba era que los empleados estaban de paro. Eso habla un poco de cómo estaba San Lorenzo".

Antes del inicio de la 2013/14, la situación se modificó, y San Lorenzo incorporó a lo grande: el arquero Cristian Alvarez, los defensores Fabricio Fontanini y Emmanuel Mas, los volantes Juan Cavallaro, Fernando Elizari y el retornado Néstor Ortigoza, y el delantero Martín Cauteruccio. "Ahora todos los jugadores quieren venir, en el último mercado de pases quedó claro -festeja Lammens-. San Lorenzo es el único equipo que incorporó 6 o 7 jugadores, y de todos compró un porcentaje del pase. Así demostramos que este es un proyecto a mediano plazo. Por supuesto que en este semestre existe una apuesta deportiva fuerte, porque nos reforzamos muy bien. Pero lo hicimos sin descuidarnos, sin tirar la casa por la ventana. Pensando que, si nos va bien, los jugadores van a tener valor de reventa. Históricamente, se traían dos o tres figuras, algún préstamo, el jugador rendía o no rendía, pero se iba, y a San Lorenzo no le quedaba nada, era la vidriera. Eso cambió".

¿Cómo se deciden los nombres de las incorporaciones? "Hay un gran trabajo de Romeo -responde Lammens-. Es fundamental tener un buen vestuario, porque San Lorenzo ya ha tenido problemas por tener grandes planteles con vestuarios complicados".

El elogiado Romeo aporta su punto de vista: "Hay que crear una buena convivencia, porque los protagonistas son los jugadores. Tienen que tener virtudes futbolísticas, pero yo me meto mucho en el tema humano. De hecho, por San Lorenzo pasaron muchos que no pudieron triunfar por situaciones que no eran deportivas. Es importante que sean buena gente, que vengan con ganas y paciencia, y que respeten el estilo del entrenador".

¿Es imposible repatriar a las grandes figuras? "Hablé con algunos jugadores que estaban afuera, pero no era el momento -explica el manager-. Hoy es muy difícil competir con equipos del exterior. Apuntamos a lo mejor que había en el mercado local: Elizari, Cavallaro, Cauteruccio, que había sido compañero mío en Quilmes. El y Scocco, a mi entender, eran los mejores 9 que habían. Hicimos un almuerzo con Matías, Marcelo y Juan, cuando terminó el campeonato, y nos pusimos de acuerdo en los puestos que había que reforzar. A partir de ahí tiramos nombres. Creo que incorporamos bien, sobre todo para el futuro del club, porque hay jugadores con mucha proyección, como Mas y Fontanini. Excepto Alvarez, que tiene 27, son todos jóvenes. A él, Juan lo conocía mucho de Central. Lo sedujo la idea de estar más cerca de la Selección, quería volver a San Lorenzo para tener la chance de jugar el Mundial. Hay que hacerles saber a los jugadores que son patrimonio del club, que no sólo tienen que entrenar, sino ser profesionales afuera, que se deben al hincha".

La pasión de Viggo
Son varios los futbolistas que compraron metros cuadrados para ir recuperando el predio de Boedo: Fabricio Coloccini, el Pocho Lavezzi, Gonzalo Bergessio, Pablo Zabaleta... Y entre los nombres destacados, figura el de un personaje que nunca jugó, pero que ya es parte de la vida de San Lorenzo: el estadounidense Viggo Mortensen, actor de 54 años que alguna vez interpretó al personaje de Aragorn en El Señor de los Anillos. "Con Viggo, uno nunca deja de sorprenderse -jura Lammens-. El tipo pasó su infancia en la Argentina, no es argentino ni es de Boedo. ¡Vive en Nueva York! Pero ama a San Lorenzo y también quiso hacer su aporte para la vuelta a Boedo. Viendo el sentimiento que tiene por el club, es imposible no emocionarse y no hacerle un reconocimiento".

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4438 (SEPTIEMBRE DE 2013)