domingo, 17 de febrero de 2013

La invasión china

Por Martín Estévez

Su fortaleza económica, sus 1.340 millones de habitantes y un rígido sistema de entrenamiento la transformaron en potencia deportiva. Los cuestionamientos se multiplican. Sus medallas olímpicas, también.

Los entrenadores y funcionarios estatales recorren las escuelas cada dos años. Se realizan análisis a 200 millones de niños y a los 400 mil que cuentan con mayor potencial, según sus capacidades físicas, se les indica a qué deporte se dedicarán. A partir de los 7 u 8 años se alejarán de sus familias para vivir en un centro deportivo donde entrenarán entre 6 y 8 horas por día. El gasto económico es inmenso. El objetivo: construir medallistas olímpicos.

Comprender el éxito del deporte chino es complejo. Corriendo el riesgo de simplificar demasiado, podemos centrarnos en cuatro condiciones. 1) Una población de 1.340 millones de habitantes. 2) Un Estado que es la segunda potencia económica y está dispuesto a invertir. 3) Una ideología hegemónica que remarca a la patria y el honor como lo más importante. 4) Un sistema de entrenamiento con altas dosis de autoritarismo y al borde de la crueldad.

No se trata de demonizar a la República Popular China, sino de explicar su furioso avance en los Juegos Olímpicos, en los que participa desde 1984. ¿Qué sucedió antes? Una guerra civil entre 1927 y 1949 que enfrentó a comunistas (liderados por Mao Tse-Tung) y nacionalistas. Venció el Partido Comunista, y los derrotados crearon una nación independiente, Taiwán. La República Popular siguió sin participar porque el Comité Olímpico les permitía a los taiwaneses competir bajo el nombra de China. Finalmente, se decidió que Taiwán pasara a ser China Taipei y la República Popular China debutó en 1984.

Desde entonces, el Estado tomó a los Juegos Olímpicos como un modo de ganar prestigio. En un país con altísimos índices de empobrecimiento, se gastó muchísimo en el desarrollo de los deportistas. China, históricamente, se había destacado en tenis de mesa y badminton; entonces el Estado impulsó al resto de los deportes olímpicos. En medio de acusaciones por el uso de drogas, anabólicos, hormonas masculinas en mujeres y entrenamientos inhumanos, China trepó desde sus 5 medallas de oro en Barcelona 1992 hasta las 51 logradas en Beijing 2008.

El Sistema Deportivo Nacional funciona con eficacia. Los padres casi nunca se oponen al entrenamiento de sus hijos, porque les reporta ganancias millonarias y porque negarse es considerado un acto antipatriótico. La inversión retorna a través de los mismos atletas, que cuando acumulan millones están patrióticamente obligados a devolver parte de su dinero. De hecho, cuando Yao Ming firmó su primer contrato en la NBA, la mitad de sus ingresos terminaron en manos del Ministerio de Deportes chino. Los que se niegan (como Tian Liang, estrella de salto en trampolín) son expulsados del equipo olímpico. El sistema tiene un lado positivo para la población: en las últimas décadas la esperanza de vida ha aumentado más de tres años, en parte gracias al fomento de las prácticas deportivas.

En ese contexto, parece frívolo enfocarse en lo deportivo, pero también es parte de la disputa de poder. Entonces, ¿qué se puede esperar de la actuación China en Londres 2012? Inicialmente, que no supere las 51 medallas de oro conseguidas como local en 2008. El objetivo es alcanzar 40 oros. ¿Quiénes serán las principales estrellas? La tenista Li Na (ganó Roland Garros en 2011), Liu Xiang (en 110 metros con vallas), el nadador Sun Yang (campeón mundial en 800 y 1500 metros libre), el basquetbolista Yi Jianlian (juega en la NBA), Ma Long y Zhang Jike (reyes del tenis de mesa), y los equipos de gimnasia artística. Todos ellos, claro, provienen del Sistema Deportivo Nacional.

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº41 (MARZO DE 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario