Por Martín Estévez
Los 35 años sin títulos
no fueron sólo sufrimiento deportivo. Los problemas económicos llevaron a
Racing a la quiebra y a cerrar sus puertas durante algunos días. El período
transcurrido entre 1967 y 2000 es la página más triste de la historia.
Las historias exitosas
son siempre más conocidas. El que gana es popular, admirado, eterno. En todas
las revistas que se publiquen sobre la historia de Racing habrá lugar para el
heptacampeonato del amateurismo, el tri de 1949-1951, el Equipo de José, el
paso a paso. Pero esos son apenas los momentos sublimes, los feriados felices
de un Racing que está mucho más habituado a trabajar cada día para ganarse el
pan. El período emblemático de esa historia de sacrificio abarca desde el día
en que Cárdenas le dio el título mundial hasta que Loeschbor cabeceó de pique
al suelo ante Vélez. Esos 35 años de grandes tristezas y pequeñas alegrías que
son tan parte de la historia de Racing como cualquier título.
De Glasgow a Campana
Luego del campeonato del
mundo, Racing disputaba con Boca y River el título de club más grande de la Argentina. En 1968
estuvo al borde de ganar el Nacional; perdió un triangular desempate ante Vélez
y River. En el 69 disfrutó de los goles de Walter Machado Da Silva y cayó en
semifinales del Metropolitano contra Chacarita. Pero, así como antes de que
asumiera Pizzuti en el 65, el equipo estaba a la deriva, cuando José se fue en
1969 volvió la tormenta.
El Metro 70 fue la
segunda peor campaña de la historia: 11º. Para peor, Basile, Perfumo y Rulli
dejaban el equipo. Volvió a ser 11º en el 71. En el 72 llegó Fillol, Cárdenas
se puso el ataque al hombro (11 goles) y Racing fue subcampeón del Metro. Fue
un respiro muy breve, porque en el 73 terminó 12º, pese a los 10 goles del
Pampa Jorge.
Los dirigentes fueron
corriendo a buscar a Pizzuti en 1974. José formó un equipo respetable que
estuvo a un punto de las semifinales del Metro y terminó 3º en el Nacional. A
partir de ahí, el tobogán hacia el infierno. Para el 75 se sumaron jugadores
sin vuelo: Marenda, Atiliano González, Cardaccio... Apenas el Ropero Díaz y
Fortunato se salvaron de la mediocridad. Y la figura fue Gottardi, autor de 16
goles. Racing, que llegó a perder 7-1 contra Unión, terminó 16º en el Metro. La
única alegría fue un 5-4 al Rojo con cuatro goles del Pampa Jorge, que dejó el
club semanas después.
Otra vez llegaron
refuerzos nulos (Balbuena, Magallanes, Papandrea) y Racing quedó entre los
peores de su zona en el Metro 76, lo que obligó a jugar la humillante Zona
Descenso. Se salvó recién a una fecha del final y terminó anteúltimo con 7
puntos, uno más que San Telmo, que se fue a la B.
Ya sin Gottardi y Scotta,
se hizo una inversión desmesurada: 80 millones de pesos por Julio Villa; las
cuentas empezarían a complicarse hasta terminar en convocatoria de acreedores
durante la década del 80. Villa nunca deslumbró; Racing se salvó del descenso
recién en la 43ª y anteúltima jornada, y terminó 13º. La llegada de Avallay
ayudó para que el equipo mejorara en el Nacional: 2º en su zona.
Casares, Asad,
Prycodko... Racing seguía incorporando jugadores que no dejarían nada. No había
plan institucional y sólo importaba ganar de cualquier forma. Víctor Rodríguez
arrancó con tres victorias en 1977, pero no duró mucho. A la Academia la salvaron sus
pibes (Barbas y Gabriel Calderón), Cejas y Avallay, que metió 16 goles. Villa
fue vendido a mitad de torneo; Racing terminó 9º en el Metro y llegó a cuartos
de final en el Nacional.
Tras una temporada
similar en el 79 (8º en el Metro, cuartos en el Nacional), en 1980 asumió el
Toto Lorenzo como DT. ¿Cambió algo? Poco: 10º en el Metro y pobre papel en el
Nacional. La de 1981 fue parte de las tres campañas que provocaron el descenso,
pero la menos culpable: con un indomable Juan Ramón Carrasco (18 goles), Racing
terminó 5º en el Metro. La noticia triste fue la clausura del estadio. Durante
algunas semanas llegó a ser usado como depósito de papas para recaudar dinero.
Pensar en el 82 duele.
Esa pésima campaña (16º entre 19) fue irremontable en los promedios. Estuvo 725
minutos sin hacer goles y fue humillado por Talleres (0-4), Racing de Córdoba
(0-4) y Newell’s (1-5). El 83 fue un suplicio. Un equipo sin talento hizo lo
que pudo durante 36 fechas fatídicas. “Racing parece un equipito de casados
donde cada uno hace lo que quiere”, declaraba el delantero Félix Orte. El 18 de
diciembre quedó sellado el descenso al perder 4-3 contra Racing de Córdoba en
Avellaneda.
Había que volver rápido,
pero no se volvió rápido. Deportivo Español realizó una campaña anormal en 1984
(67 puntos en 42 partidos) y Racing nunca pudo acercarse. En el octogonal,
Gimnasia La Plata
lo liquidó en la final.
Otra vez lo mismo en el
85. Esta vez fue Rosario Central el que ganó el torneo con 11 puntos de
ventaja. El 23 de octubre, Racing perdió 3-1 contra Villa Dálmine, derrota que
generó una memorable frase de Gustavo Costas: “Con la historia que tiene este
club era terrible tener que ir a jugar a Campana sabiendo que en la tribuna
había hinchas que lo habían ido a ver a Glasgow”.
De la Primera B a la gloria
En 1985 no sólo terminó
debajo de Central, también lo superó ¡San Miguel! En el octogonal, ya con
Basile como DT, el equipo liderado por Walter Fernández y Colombatti eliminó
con lo justo a Banfield, pasó por arriba de Quilmes y llegó a la final contra
Atlanta. Arrasó en el primer partido: 4-0, pero hubo un cambio reglamentario y
los jugadores se enteraron en el vestuario que la diferencia de goles no
importaba. Al igual que 18 años después, un 27 de diciembre Racing empató 1-1
(golazo de Sicher) y festejó a lo grande.
Una reestructuración del
fútbol lo dejó seis meses sin jugar. El paso por la B generó un agujero financiero
enorme y a los dirigentes se les ocurrió alquilar el equipo. Sí: Racing le
prestó su plantel a Argentino de Mendoza, que jugaba un torneo regional. Para
peor, ni siquiera pudieron ganarlo.
En la vuelta a Primera se
lograron buenos resultados gracias al regreso de Fillol, los goles de
Colombatti y el aporte de Costas y Olarán. El 5º puesto generó una expectativa
que creció en la temporada 87/88. Con Basile en el banco, José Toti Iglesias y
Rubén Paz, la Academia
dio un salto de calidad. Ganó las primeras cinco fechas, incluyendo un
histórico 6-0 a
Boca (Iglesias 2, Colombatti 2, Medina Bello y Acuña), y se mantuvo invicto en
los 11 primeros partidos. Una racha de derrotas lo dejó en el 4º puesto. Claro
que no hubo demasiados lamentos, porque el equipo de Basile avanzaba en la Supercopa. Primero
eliminó al Santos de Brasil: 2-0 en Avellaneda y 0-0 en Brasil. La semifinal
contra River fue épica: ganó 2-1 en la ida (dos de Walter Fernández) y en la
revancha perdía 1-0, pero Néstor Fabbri empató sobre la hora con un cabezazo. La
final ante Cruzeiro es más conocida: 2-1 en Avellaneda y 1-1 en Brasil, con gol
de Catalán, para ganar una copa internacional después de 21 años.
En la 88/89, la Academia llegó a la fecha
19 en la punta, pero a Navarro Montoya le cayó un proyectil, se le dio por
perdido el partido contra Boca y le descontaron dos puntos. Ese hecho despedazó
a un equipo que nunca se recuperó y terminó 9º. En la 89/90 otra vez arrancó
bien, pero volvió a caer y quedó 8º.
Los torneos se dividieron
en Apertura y Clausura después del Mundial 90 y aunque Racing contrató a
Goycochea, héroe en Italia, apenas ganó 2 partidos de 19. Asumió Perfumo para
el Clausura y llegó el Turco García. Con él, Rubén Paz, Ortega Sánchez y la
aparición del Beto Carranza, Racing armó un equipo ofensivo que goleó 5-2 a River y llegó a la fecha 13
peleando el título con Boca. Otra vez la mala suerte: le ganó 2-0 a Mandiyú, pero Paz se
lesionó metiendo el segundo gol y no pudo jugar contra Boca. Fue una
catástrofe: 1-6 en la
Bombonera. Racing terminó 4º y en la liguilla para la Libertadores logró
una remontada memorable: perdió 3-0 en la ida contra Vélez y le ganó 5-1 la
revancha, pero Boca lo eliminó por penales en semifinales.
La temporada 91/92 es la
más apática que se recuerde: deportivamente, no pasó casi nada. Racing se
dedicó a empatar (igualó 21 partidos), nunca hizo más de dos goles y sumó 39
puntos en 38 partidos. El equipo tampoco funcionó en el Apertura 92, pero
sorprendió en la Supercopa ,
eliminando a Independiente (un gol del Turco García con la mano) y a Flamengo
para llegar a la final. El primer partido fue decisivo: Cruzeiro goleó 4-0 en
Brasil y se aseguró la copa. En el Clausura 93 apareció el poder goleador del
paraguayo Carlos Torres (metió 9) y Racing terminó de modo esperanzador, porque
Pizzuti puso a un equipo juvenil que goleó 4-0 a Talleres.
Esos juveniles
protagonizarían la
Copa Centenario , que se jugó durante las Eliminatorias para
el Mundial. Racing, con el Lagarto Fleita y el Piojo López conformando la dupla
de ataque, le ganó 2-1 y 3-2 a
Independiente, 3-2 a
Vélez (tres del Piojo) y 1-0 a
River. Luego cayó ante Belgrano y San Lorenzo, y se despidió del torneo.
Con esa base más Cacho
Borelli y el Turco García, que volvieron de la Selección , Carlos
Babington armó el equipo que peleó el Apertura 93 hasta la última fecha. Hubo
triunfos memorables: 1-0 a
Independiente con gol de De Vicente; 2-0 a Vélez, la tarde del supergolazo de chilena
de Fleita; y 1-0 a
River con otro del Lagarto. Llegó a la anteúltima fecha a un punto, pero perdió
6-0 contra Boca en la
Bombonera. El tercer puesto, igual, fue meritorio. En el
Clausura 94 navegó en mitad de tabla.
Con el club en crisis
económica y campañas mediocres (12º en el Apertura 94), el presidente Juan De
Stéfano intentó un golpe de efecto y contrató a Diego Maradona como técnico
para el Clausura 95. Junto a Fren, hicieron una campaña pobre (2 victorias, 6
empates, 3 derrotas) apenas recordada por un triunfazo: 1-0 en la Bombonera con gol de
Galarza.
La buena noticia: De
Stéfano perdió las elecciones. La mala noticia: ganó Osvaldo Otero. Secundado
por Daniel Lalín, llevaron la crisis al límite contratando trece jugadores,
algunos muy buenos (el Mago Capria, el Chelo Delgado, Pompei) y otros de
relleno (Ragg, Echazú, Diego Yáñez). Racing llegó a la 17ª fecha con Miguel
Brindisi en el banco y dos goleadas seguidas: 3-0 a Lanús y 4-1 a Newell’s. El Boca de
Maradona (el mismo que había dirigido a Racing seis meses antes) llegaba
puntero e invicto, pero Racing le dio uno de los cachetazos más grandes de su
historia: fue un 6-4 ya mítico, con tres goles de Capria, dos de López y uno de
Delgado. La Academia
terminaría subcampeona de Vélez; Boca, 4º.
En el Clausura 96,
apareció la mala suerte, que en realidad nunca se iba. En la 9ª fecha, le
ganaba 1-0 a
Estudiantes y quedaba muy cerca de la punta, pero en el minuto 91, el arquero
Carlos Bossio fue a cabecear el último córner y empató el partido. Sí: el
primer gol de cabeza de un arquero en la historia del fútbol argentino fue
contra Racing, y cuando peleaba el título. Recuperó terreno, pero en la 12ª
fecha, otra vez sopa: le ganaba 2-0
a Huracán y terminó 2-2 por un gol en offside y otro
sobre la hora, tras un tiro libre que se desvió en la barrera. El cierre de la
temporada tuvo dos alegrías: el día de su despedida, el Piojo López hizo el gol
para ganarle 1-0 al Boca de Maradona y Caniggia, y arruinarle otra vez el
título. Y luego, en un desempate, Racing derrotó 1-0 a Gimnasia con golazo de
Delgado y se clasificó para la
Libertadores.
Con Basile de DT, Racing
peleó el Apertura 96 (fue 4º) y la Libertadores 97: quedó afuera en semifinales
contra Sporting Cristal de Perú. En el Apertura 97 explotó todo: se fue Basile,
el equipo terminó 13º y vendieron a Capria para levantar los embargos. Lalín se
separó de Otero y ganó las elecciones, prometiendo una austeridad que no
existió. Con Angel Cappa, el equipo encontró una línea de juego en el Clausura
98, pero terminó 15º. Lalín decretó la quiebra del club para evitar los
embargos y seguir haciendo incorporaciones. Una locura total. Mientras al club
le exigían 34 millones de dólares, sumaba a Latorre, Matute Morales, Sessa,
Capria... En la cancha mejoró y terminó 3º, pero en febrero de 1999 se
determinó que un club en quiebra no podía dar déficit y se ordenó el cese de
actividades.
Los hinchas lloraban,
resistían y llenaban estadios vacíos. Los jugadores entrenaban sin saber si
iban a jugar. Lalín intentaba aclarar, pero oscurecía y le tiraban un
redoblante en la cara en agradecimiento por haber hundido a Racing. Consiguieron
abrir las puertas del club, pero en el Clausura 99 le permitían jugar algunos
partidos sí y otros no. Encima, perdía seguido.
Para el Apertura 99 se
habían ido las figuras, sólo quedaba Delgado. Costas armó un equipo batallador
que sumó 30 puntos, pero vendieron al Chelo y en el Clausura 2000 terminó 18º. Sin
plata para armar el plantel y caos institucional, terminó último en el
Apertura, con un triunfo en 19 fechas.
A fines de 2000 todo era
una pesadilla: el equipo había ganado 4 partidos en un año, estaba cerca del
descenso y, si descendía, perdía los ingresos que le permitían sobrevivir. La
situación económica y la deportiva eran una sola: la peor. Racing se moría de a
poco y sus hinchas llenaban las canchas esperando un milagro...
PUBLICADO EN EL GRÁFICO: 110 AÑOS DE RACING (MARZO
DE 2013)
Lalin y la puta que te pario, chorro
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