sábado, 8 de marzo de 2014

Racing Club (1968-2000): al borde de la desaparición

Por Martín Estévez

Los 35 años sin títulos no fueron sólo sufrimiento deportivo. Los problemas económicos llevaron a Racing a la quiebra y a cerrar sus puertas durante algunos días. El período transcurrido entre 1967 y 2000 es la página más triste de la historia.

Las historias exitosas son siempre más conocidas. El que gana es popular, admirado, eterno. En todas las revistas que se publiquen sobre la historia de Racing habrá lugar para el heptacampeonato del amateurismo, el tri de 1949-1951, el Equipo de José, el paso a paso. Pero esos son apenas los momentos sublimes, los feriados felices de un Racing que está mucho más habituado a trabajar cada día para ganarse el pan. El período emblemático de esa historia de sacrificio abarca desde el día en que Cárdenas le dio el título mundial hasta que Loeschbor cabeceó de pique al suelo ante Vélez. Esos 35 años de grandes tristezas y pequeñas alegrías que son tan parte de la historia de Racing como cualquier título.

De Glasgow a Campana
Luego del campeonato del mundo, Racing disputaba con Boca y River el título de club más grande de la Argentina. En 1968 estuvo al borde de ganar el Nacional; perdió un triangular desempate ante Vélez y River. En el 69 disfrutó de los goles de Walter Machado Da Silva y cayó en semifinales del Metropolitano contra Chacarita. Pero, así como antes de que asumiera Pizzuti en el 65, el equipo estaba a la deriva, cuando José se fue en 1969 volvió la tormenta.

El Metro 70 fue la segunda peor campaña de la historia: 11º. Para peor, Basile, Perfumo y Rulli dejaban el equipo. Volvió a ser 11º en el 71. En el 72 llegó Fillol, Cárdenas se puso el ataque al hombro (11 goles) y Racing fue subcampeón del Metro. Fue un respiro muy breve, porque en el 73 terminó 12º, pese a los 10 goles del Pampa Jorge.

Los dirigentes fueron corriendo a buscar a Pizzuti en 1974. José formó un equipo respetable que estuvo a un punto de las semifinales del Metro y terminó 3º en el Nacional. A partir de ahí, el tobogán hacia el infierno. Para el 75 se sumaron jugadores sin vuelo: Marenda, Atiliano González, Cardaccio... Apenas el Ropero Díaz y Fortunato se salvaron de la mediocridad. Y la figura fue Gottardi, autor de 16 goles. Racing, que llegó a perder 7-1 contra Unión, terminó 16º en el Metro. La única alegría fue un 5-4 al Rojo con cuatro goles del Pampa Jorge, que dejó el club semanas después.

Otra vez llegaron refuerzos nulos (Balbuena, Magallanes, Papandrea) y Racing quedó entre los peores de su zona en el Metro 76, lo que obligó a jugar la humillante Zona Descenso. Se salvó recién a una fecha del final y terminó anteúltimo con 7 puntos, uno más que San Telmo, que se fue a la B.

Ya sin Gottardi y Scotta, se hizo una inversión desmesurada: 80 millones de pesos por Julio Villa; las cuentas empezarían a complicarse hasta terminar en convocatoria de acreedores durante la década del 80. Villa nunca deslumbró; Racing se salvó del descenso recién en la 43ª y anteúltima jornada, y terminó 13º. La llegada de Avallay ayudó para que el equipo mejorara en el Nacional: 2º en su zona.

Casares, Asad, Prycodko... Racing seguía incorporando jugadores que no dejarían nada. No había plan institucional y sólo importaba ganar de cualquier forma. Víctor Rodríguez arrancó con tres victorias en 1977, pero no duró mucho. A la Academia la salvaron sus pibes (Barbas y Gabriel Calderón), Cejas y Avallay, que metió 16 goles. Villa fue vendido a mitad de torneo; Racing terminó 9º en el Metro y llegó a cuartos de final en el Nacional.

Tras una temporada similar en el 79 (8º en el Metro, cuartos en el Nacional), en 1980 asumió el Toto Lorenzo como DT. ¿Cambió algo? Poco: 10º en el Metro y pobre papel en el Nacional. La de 1981 fue parte de las tres campañas que provocaron el descenso, pero la menos culpable: con un indomable Juan Ramón Carrasco (18 goles), Racing terminó 5º en el Metro. La noticia triste fue la clausura del estadio. Durante algunas semanas llegó a ser usado como depósito de papas para recaudar dinero.

Pensar en el 82 duele. Esa pésima campaña (16º entre 19) fue irremontable en los promedios. Estuvo 725 minutos sin hacer goles y fue humillado por Talleres (0-4), Racing de Córdoba (0-4) y Newell’s (1-5). El 83 fue un suplicio. Un equipo sin talento hizo lo que pudo durante 36 fechas fatídicas. “Racing parece un equipito de casados donde cada uno hace lo que quiere”, declaraba el delantero Félix Orte. El 18 de diciembre quedó sellado el descenso al perder 4-3 contra Racing de Córdoba en Avellaneda.


Había que volver rápido, pero no se volvió rápido. Deportivo Español realizó una campaña anormal en 1984 (67 puntos en 42 partidos) y Racing nunca pudo acercarse. En el octogonal, Gimnasia La Plata lo liquidó en la final.

Otra vez lo mismo en el 85. Esta vez fue Rosario Central el que ganó el torneo con 11 puntos de ventaja. El 23 de octubre, Racing perdió 3-1 contra Villa Dálmine, derrota que generó una memorable frase de Gustavo Costas: “Con la historia que tiene este club era terrible tener que ir a jugar a Campana sabiendo que en la tribuna había hinchas que lo habían ido a ver a Glasgow”.

De la Primera B a la gloria
En 1985 no sólo terminó debajo de Central, también lo superó ¡San Miguel! En el octogonal, ya con Basile como DT, el equipo liderado por Walter Fernández y Colombatti eliminó con lo justo a Banfield, pasó por arriba de Quilmes y llegó a la final contra Atlanta. Arrasó en el primer partido: 4-0, pero hubo un cambio reglamentario y los jugadores se enteraron en el vestuario que la diferencia de goles no importaba. Al igual que 18 años después, un 27 de diciembre Racing empató 1-1 (golazo de Sicher) y festejó a lo grande.

Una reestructuración del fútbol lo dejó seis meses sin jugar. El paso por la B generó un agujero financiero enorme y a los dirigentes se les ocurrió alquilar el equipo. Sí: Racing le prestó su plantel a Argentino de Mendoza, que jugaba un torneo regional. Para peor, ni siquiera pudieron ganarlo.

En la vuelta a Primera se lograron buenos resultados gracias al regreso de Fillol, los goles de Colombatti y el aporte de Costas y Olarán. El 5º puesto generó una expectativa que creció en la temporada 87/88. Con Basile en el banco, José Toti Iglesias y Rubén Paz, la Academia dio un salto de calidad. Ganó las primeras cinco fechas, incluyendo un histórico 6-0 a Boca (Iglesias 2, Colombatti 2, Medina Bello y Acuña), y se mantuvo invicto en los 11 primeros partidos. Una racha de derrotas lo dejó en el 4º puesto. Claro que no hubo demasiados lamentos, porque el equipo de Basile avanzaba en la Supercopa. Primero eliminó al Santos de Brasil: 2-0 en Avellaneda y 0-0 en Brasil. La semifinal contra River fue épica: ganó 2-1 en la ida (dos de Walter Fernández) y en la revancha perdía 1-0, pero Néstor Fabbri empató sobre la hora con un cabezazo. La final ante Cruzeiro es más conocida: 2-1 en Avellaneda y 1-1 en Brasil, con gol de Catalán, para ganar una copa internacional después de 21 años.

En la 88/89, la Academia llegó a la fecha 19 en la punta, pero a Navarro Montoya le cayó un proyectil, se le dio por perdido el partido contra Boca y le descontaron dos puntos. Ese hecho despedazó a un equipo que nunca se recuperó y terminó 9º. En la 89/90 otra vez arrancó bien, pero volvió a caer y quedó 8º.

Los torneos se dividieron en Apertura y Clausura después del Mundial 90 y aunque Racing contrató a Goycochea, héroe en Italia, apenas ganó 2 partidos de 19. Asumió Perfumo para el Clausura y llegó el Turco García. Con él, Rubén Paz, Ortega Sánchez y la aparición del Beto Carranza, Racing armó un equipo ofensivo que goleó 5-2 a River y llegó a la fecha 13 peleando el título con Boca. Otra vez la mala suerte: le ganó 2-0 a Mandiyú, pero Paz se lesionó metiendo el segundo gol y no pudo jugar contra Boca. Fue una catástrofe: 1-6 en la Bombonera. Racing terminó 4º y en la liguilla para la Libertadores logró una remontada memorable: perdió 3-0 en la ida contra Vélez y le ganó 5-1 la revancha, pero Boca lo eliminó por penales en semifinales.


La temporada 91/92 es la más apática que se recuerde: deportivamente, no pasó casi nada. Racing se dedicó a empatar (igualó 21 partidos), nunca hizo más de dos goles y sumó 39 puntos en 38 partidos. El equipo tampoco funcionó en el Apertura 92, pero sorprendió en la Supercopa, eliminando a Independiente (un gol del Turco García con la mano) y a Flamengo para llegar a la final. El primer partido fue decisivo: Cruzeiro goleó 4-0 en Brasil y se aseguró la copa. En el Clausura 93 apareció el poder goleador del paraguayo Carlos Torres (metió 9) y Racing terminó de modo esperanzador, porque Pizzuti puso a un equipo juvenil que goleó 4-0 a Talleres.

Esos juveniles protagonizarían la Copa Centenario, que se jugó durante las Eliminatorias para el Mundial. Racing, con el Lagarto Fleita y el Piojo López conformando la dupla de ataque, le ganó 2-1 y 3-2 a Independiente, 3-2 a Vélez (tres del Piojo) y 1-0 a River. Luego cayó ante Belgrano y San Lorenzo, y se despidió del torneo.

Con esa base más Cacho Borelli y el Turco García, que volvieron de la Selección, Carlos Babington armó el equipo que peleó el Apertura 93 hasta la última fecha. Hubo triunfos memorables: 1-0 a Independiente con gol de De Vicente; 2-0 a Vélez, la tarde del supergolazo de chilena de Fleita; y 1-0 a River con otro del Lagarto. Llegó a la anteúltima fecha a un punto, pero perdió 6-0 contra Boca en la Bombonera. El tercer puesto, igual, fue meritorio. En el Clausura 94 navegó en mitad de tabla.

Con el club en crisis económica y campañas mediocres (12º en el Apertura 94), el presidente Juan De Stéfano intentó un golpe de efecto y contrató a Diego Maradona como técnico para el Clausura 95. Junto a Fren, hicieron una campaña pobre (2 victorias, 6 empates, 3 derrotas) apenas recordada por un triunfazo: 1-0 en la Bombonera con gol de Galarza.

La buena noticia: De Stéfano perdió las elecciones. La mala noticia: ganó Osvaldo Otero. Secundado por Daniel Lalín, llevaron la crisis al límite contratando trece jugadores, algunos muy buenos (el Mago Capria, el Chelo Delgado, Pompei) y otros de relleno (Ragg, Echazú, Diego Yáñez). Racing llegó a la 17ª fecha con Miguel Brindisi en el banco y dos goleadas seguidas: 3-0 a Lanús y 4-1 a Newell’s. El Boca de Maradona (el mismo que había dirigido a Racing seis meses antes) llegaba puntero e invicto, pero Racing le dio uno de los cachetazos más grandes de su historia: fue un 6-4 ya mítico, con tres goles de Capria, dos de López y uno de Delgado. La Academia terminaría subcampeona de Vélez; Boca, 4º.

En el Clausura 96, apareció la mala suerte, que en realidad nunca se iba. En la 9ª fecha, le ganaba 1-0 a Estudiantes y quedaba muy cerca de la punta, pero en el minuto 91, el arquero Carlos Bossio fue a cabecear el último córner y empató el partido. Sí: el primer gol de cabeza de un arquero en la historia del fútbol argentino fue contra Racing, y cuando peleaba el título. Recuperó terreno, pero en la 12ª fecha, otra vez sopa: le ganaba 2-0 a Huracán y terminó 2-2 por un gol en offside y otro sobre la hora, tras un tiro libre que se desvió en la barrera. El cierre de la temporada tuvo dos alegrías: el día de su despedida, el Piojo López hizo el gol para ganarle 1-0 al Boca de Maradona y Caniggia, y arruinarle otra vez el título. Y luego, en un desempate, Racing derrotó 1-0 a Gimnasia con golazo de Delgado y se clasificó para la Libertadores.

Con Basile de DT, Racing peleó el Apertura 96 (fue 4º) y la Libertadores 97: quedó afuera en semifinales contra Sporting Cristal de Perú. En el Apertura 97 explotó todo: se fue Basile, el equipo terminó 13º y vendieron a Capria para levantar los embargos. Lalín se separó de Otero y ganó las elecciones, prometiendo una austeridad que no existió. Con Angel Cappa, el equipo encontró una línea de juego en el Clausura 98, pero terminó 15º. Lalín decretó la quiebra del club para evitar los embargos y seguir haciendo incorporaciones. Una locura total. Mientras al club le exigían 34 millones de dólares, sumaba a Latorre, Matute Morales, Sessa, Capria... En la cancha mejoró y terminó 3º, pero en febrero de 1999 se determinó que un club en quiebra no podía dar déficit y se ordenó el cese de actividades.

Los hinchas lloraban, resistían y llenaban estadios vacíos. Los jugadores entrenaban sin saber si iban a jugar. Lalín intentaba aclarar, pero oscurecía y le tiraban un redoblante en la cara en agradecimiento por haber hundido a Racing. Consiguieron abrir las puertas del club, pero en el Clausura 99 le permitían jugar algunos partidos sí y otros no. Encima, perdía seguido.

Para el Apertura 99 se habían ido las figuras, sólo quedaba Delgado. Costas armó un equipo batallador que sumó 30 puntos, pero vendieron al Chelo y en el Clausura 2000 terminó 18º. Sin plata para armar el plantel y caos institucional, terminó último en el Apertura, con un triunfo en 19 fechas.

A fines de 2000 todo era una pesadilla: el equipo había ganado 4 partidos en un año, estaba cerca del descenso y, si descendía, perdía los ingresos que le permitían sobrevivir. La situación económica y la deportiva eran una sola: la peor. Racing se moría de a poco y sus hinchas llenaban las canchas esperando un milagro...

PUBLICADO EN EL GRÁFICO: 110 AÑOS DE RACING (MARZO DE 2013)

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