sábado, 15 de enero de 2011

El festejo de (los) Argentinos

Festeja Argentinos Juniors, campeón después de 25 años, y festejan los argentinos porque empieza el Mundial. En medio de la fiesta, [W], como siempre, propone pensar y no olvidar.

Miénteme una vez…

En octubre de 2008, Claudio Borghi era un inútil. Gran parte de la prensa especializada (especializada en vivir del último resultado) lo declaraba incapaz luego de dirigir a Independiente durante 17 partidos (4 triunfos, 4 derrotas, 9 empates). Los sabelotodo, que se reproducen en Argentina, explicaban sus éxitos en Chile con una máxima llena de análisis y pensamiento: “El fútbol chileno no existe”.

En septiembre de 2001, nuestros brillantes periodistas repetían como loros, llenos de preocupación, que el fútbol argentino iba camino a la polarización, al dominio de dos equipos, y comparaban a nuestro torneo con el uruguayo: como allá siempre ganaban Peñarol y Nacional, acá iban a ganar siempre Boca y River. ¿En qué se parecen las estructuras del fútbol argentino y del uruguayo? Nunca nos lo dijeron.

En junio de 2010, Maradona es el peor del mundo, el que no sabe nada de fútbol, el que convoca al muerto de Garcé, al burro de Palermo, el que no lleva a ídolos como Zanetti y Cambiasso, el que envía al fútbol argentino a la ruina, el que se va a drogar con los 23 jugadores y…

En junio de 2010, el Diego es el mejor del mundo, el más grande, ya van a ver, con él le ganamos a todos, que se muera Riquelme, al menos Garcé pone huevo, si Zanetti no ganó nada, el que no salta es un inglés, aguante Diego, barrilete cósmico, de qué planeta viniste y que todos los que lo critican se vayan a la…

… y sabrás la verdad de lo antedicho

En junio de 2010, Claudio Borghi es un genio. El país futbolero lo declara héroe, y humilde, y talentoso, y el que todos quieren tener. Se remarca no sólo que salió campeón con Argentinos Juniors, sino que ya había ganado todo en el fútbol chileno. Qué grande, Borghi, se llenan los labios los malparidos de siempre, llevándose a la boca la saliva que antes habían escupido.

En junio de 2010 ya sabemos que los últimos ocho torneos argentinos fueron ganados por ocho equipos distintos, y que doce clubes celebraron en los últimos diez años. Bienvenidos Estudiantes, Lanús, Banfield y Argentinos a la era de los festejos postergados, a la era en la que el poder económico pesa pero el fútbol pesa todavía más, bienvenidos aunque los gurúes nos expliquen que ganaron porque el fútbol argentino es pésimo y va rumbo a que salga campeón cualquiera, porque así sucede en el fútbol de Tahití.

Bienvenidos todos nosotros a la Argentina bicentenaria, donde seguimos leyendo lo que dicen los grupos de poder, y repitiéndolo hasta cansarnos. Bienvenidos al país de los que no pagan impuestos porque nadie los paga y se quedan un vuelto porque nadie lo devuelve. Bienvenidos también al país de los que trabajan en silencio, a conciencia, de los que piensan y saben que el tiempo les dará la razón.

En [W], nuestra conciencia nos obliga a tomar partido, a gritar lo que sentimos sin fijarnos en nuestros bolsillos. No creemos que Maradona sea Dios o un idiota, sino una persona que debe ser juzgada según sus actos. Y, vale decirlo, tampoco creemos que el Mundial sea el momento en el que todos los argentinos debamos unirnos en un grito, y mirarnos a los ojos, y sentir cómo se nos hincha el pecho. La injusticia social, el hambre, las personas violadas y abusadas y maltratadas durante cada día, cada hora, cada minuto que transcurre son mucho más importantes para esta Nación, para este pueblo, para poder mirarnos entre nosotros sin vergüenzas, culpas y temor.

No pedimos que pienses en eso durante los partidos: no está mal que durante noventa minutos Corea del Sur sea el enemigo y Messi, nuestra salvación. Se permite disfrutar del Mundial, claro que sí. Pero sin olvidar que hay causas mayores, mucho mayores que un partido de fútbol, que todavía nos esperan.

PUBLICADO EN REVISTA [W] N°13, JUNIO DE 2010

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