domingo, 29 de diciembre de 2013

¡Show time!

Por Martín Estévez

El deporte estadounidense, tan amante de los grandes espectáculos, vivirá este mes el Super Bowl y el All-Star Game de la NBA.

La cultura estadounidense es invasiva. Sus modas, su música, su idioma intentan expandirse por el planeta, ocupar lugares, aprovechar la globalización para transformar la mayor cantidad de regiones posibles en un ‘estado unido’ más, en pequeñas ciudades norteamericanas esparcidas por el mundo. Esa es la explicación para que aquí, en América Latina, estemos escribiendo y leyendo sobre el Super Bowl, uno de los dos grandes sucesos que conmocionarán al deporte durante febrero. El otro será el tradicional y siempre atractivo All-Star Game de la NBA.

¡Touch down!
El Super Bowl, también conocido como Súper Tazón entre los hispanos, es mucho más que un partido de fútbol americano. En Estados Unidos lo consideran un gigantesco evento social: buena parte de la población digita ese día en función del juego. O, en realidad, del show que rodea al juego. Estadio lleno, famosos artistas cantando en cada interrupción, cientos de millones de televidentes, rituales en los bares... 

Las estadísticas abruman tanto que es difícil comprender su magnitud: es transmitido a más de 120 países y en más de treinta idiomas diferentes; treinta segundos de publicidad cuestan nada menos que dos millones de dólares; en 2011, sólo en Estados Unidos, fue visto por 110 millones de personas.

Para aquellos que no lo saben, la aclaración necesaria: el Super Bowl es la final de la NFL (National Football League), el enfrentamiento que define quién es el campeón de la temporada de fútbol americano. Y por si aún existe alguien que no sepa qué es el fútbol americano, es ese deporte con pelota ovalada y jugadores con cascos, extremadamente popular en Estados Unidos, que suele aparece en numerosísimas películas de Hollywood.

Aclarado esto, hablemos del All-Star Game. Durante un fin de semana, la NBA, principal liga de básquet del mundo, congela su programa de partidos para que sus mejores jugadores participen de actividades que, al igual que el Super Bowl, están más relacionadas con el espectáculo que con la competencia deportiva. Lanzamientos de triples, volcadas monstruosas y un partido entre los mejores jugadores de la Conferencia Este enfrentando a los mejores de la Conferencia Oeste son tres de los principales hechos organizados para potenciar a la NBA y, claro, generar una interesante recaudación de dólares.

El juego de las diferencias
Sin embargo, más allá de las similitudes, existe una diferencia clave entre uno y otro: su trascendencia deportiva. El Super Bowl, aun si no tuviera montado un gran circo alrededor, sería el partido más importante de la temporada para los amantes del fútbol americano. En el campo de juego, no hay marketing que valga y ganar es un objetivo sin atenuantes.

Este mes se realizará la 47ª edición. Será el 3 de febrero en el estadio Mercedes-Benz Superdome de New Orleans. Es un producto económicamente tan potente que, al igual que sucede con los Juegos Olímpicos, las ciudades se postulan para ser la sede. Este año, por ejemplo, las otras candidatas fueron Phoenix y Miami. Para New Orleans tendrá un importante contenido emocional: será la primera vez que reciba al Super Bowl desde que el huracán Katrina arrasó con parte de la ciudad en 2005.

Al cierre de esta edición aun no estaban definidos los nombres de las franquicias finalistas, e intentar adivinar suele ser inútil: en las últimas ocho ediciones hubo seis campeones distintos. Los únicos que repitieron festejo fueron los Pittsburgh Steelers y los populares New York Giants.

El All-Star Game, por su parte, significa muy poco deportivamente. Los basquetbolistas de la NBA se juegan las tripas durante la temporada regular y durante los playoffs, que son las instancias que permiten llegar a las finales. El Juego de las Estrellas, en cambio, les representa casi unas minivacaciones, horas de relajación para divertirse y divertir al público.

Desde 1951, los mejores de la historia han sido protagonistas. Entre los que ganaron el premio al jugador más valioso de un All-Star Game están Bill Russell, Julius Erving, Larry Bird, Michael Jordan (1988, 1996 y 1998), Magic Johnson (1990 y 1992), Shaquille O’Neal y Kobe Bryant. En 2012, el Oeste derrotó 152-149 al Este y Kevin Durant fue el MVP.

En 1984 se agregó como atractivo al partido principal una exhibición de volcadas (Jordan lo ganó dos veces con movimientos memorables); y en 1986, el concurso de lanzamientos triples (el actual campeón es Kevin Love, un gigante de 2,08 que juega en Minnesota). La última gran innovación sucedió en 1994, cuando comenzó a jugarse un partido entre los mejores novatos, ahora transformado en un choque entre jugadores debutantes contra aquellos que transitan su segunda temporada en la liga. El 16 y 17 de este mes, en Houston, las estrellas volverán a brillar.

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº52 (MARZO DE 2013)

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