lunes, 25 de agosto de 2014

Polo – La gran Alegría

Por Martín Estévez

¡Casi un milagro! Polito, Ulloa, Monteverde y Mannix dejaron a Ellerstina afuera de la final.

Fin. Se terminó. La definición repetida, los finalistas de siempre, el clásico moderno. Se acabó la rutina, la tradición, el previsible hecho de que Ellerstina y La Dolfina jueguen todas las finales importantes. Se destruyó la idea de que en el polo pasa siempre lo mismo. La destrozaron cuatro tipos. Uno es el único canadiense que jugó la Triple Corona en este siglo: Fred Mannix. Otro es un ex La Dolfina, con todo lo que eso significa: Lucas Monteverde. El tercero es una promesa de 27 años que ya es realidad: Hilario Ulloa. Y el que resta se transformó por un rato en la oveja negra de la familia: Pablo Pieres, 8 goles de hándicap, terminó derrotando a los 29 que sumaban Facundo, Gonzalo y Nicolás. Pieres contra Pieres, ganó el que nadie esperaba.

En la Zona A, avanza Ellerstina. En la B, La Dolfina. Apenas definido el fixture del Abierto, las primeras conclusiones eran esas. Los de Cañuelas lideraron su grupo, claro. Y Ellerstina arrancó firme contra Chapaleufú, pero ya ante La Aguada, ante esta versión de transición de La Aguada, necesitó un chukker suplementario para seguir invicto. Raro. En la definición de la zona, contra Alegría (34 goles, nada de otro mundo) llegó 5-5 al final del tercer chukker. No pisó el acelerador y, entonces, no pisó al rival. Polito y Ulloa le acertaban seguido a los mimbres: 9-7 para Alegría en el cuarto, 13-9 en el quinto.

Ellerstina había levantado varios partidos así en los últimos años, pero el final del sexto período dejó una diferencia extrema: 16-10. Los de negro ya no jugaban contra Alegría, sino contra el reloj. En el séptimo descontaron a 17-13. Cuatro goles: la misma diferencia que de la que se habían recuperado contra La Aguada una semana antes. Pero no. Alegría corrió, luchó, contraatacó cuando tuvo que contraatacar y se llevó el partido. Sí, en serio: 19-17. Adiós, Ellerstina.

Había jugado las últimas quince finales de la Triple Corona, diez consecutivas contra La Dolfina. No perdía su grupo desde Hurlingham 2008. Y no faltaba a la final de Palermo desde 2004. Definía el grupo contra Alegría, que jamás había llegado a una final de Triple Corona. Pero perdió. Ellerstina perdió su silla en la Catedral porque Mannix estuvo concentrado, porque Ulloa cubrió más espacios que nunca, porque Monteverde aportó la experiencia de quien ganó cuatro veces el Abierto, porque Polito no respetó apellidos, ni estadísticas, ni pronósticos. La definición repetida, los finalistas de siempre, el clásico moderno se terminó. Fin.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº338 (DICIEMBRE DE 2013)

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