sábado, 12 de octubre de 2013

Historias olímpicas

Por Martín Estévez

Desde su primera edición, en 1896, los Juegos acumulan decenas de sucesos apasionantes. Elegimos algunos de ellos y te los contamos.

Directo al Olimpo
Los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, los de Atenas 1896, se acercaban a su fin. La sensación de los griegos era ambigua: estaban contentos por el éxito organizativo, pero tristes porque no habían ganado ninguna competencia atlética. Hasta que se corrió la maratón: Spiridon Louis, un humilde pastor, arrasó con sus rivales y obtuvo la medalla de oro para Grecia. Tras el triunfo, el rey le preguntó qué deseaba: “Un burro y una carreta para acarrear agua –respondió–. Y también que quede en libertad mi hermano, que está preso por una pelea”. Le cumplieron los deseos y, hasta su muerte, fue tratado como un verdadero héroe nacional.

Saltando contra el destino
Cuando era pequeño, el estadounidense Raymond Ewry sufrió una intensa poliomielitis que lo dejó temporalmente sin caminar. Para recuperarse, él mismo creó un intenso tratamiento basado en ejercicios muy exigentes. Tan exigentes, que terminó convirtiéndose en un excelente atleta. Brilló en las tres especialidades de salto sin impulso: en largo, en alto y triple. Ganó tres medallas de oro en París 1900, tres en Saint Louis 1904 y dos más en Londres 1908.

Batalla infinita
Los que creen que los partidos de tenis son muy largos, ¿qué hubieran pensado del duelo entre el finlandés Alfred Asikainen y el soviético Martin Klein en Estocolmo 1912? En las semifinales de lucha grecorromana, se enfrentaron durante once horas. El ganador fue Klein, pero terminó tan exhausto que no pudo presentarse a la final.

Justicia poética
En el aire se respiraba muerte. La edición de 1936 se realizó en Berlín, tierra dominada por Adolf Hitler y sus ideas enfermas, fascistas, asesinas. El genocida intentó utilizar a los Juegos para mejorar su imagen internacional, pero lo hizo con terroríficos métodos: censurando toda noticia negativa que intentara enviarse desde el correo de Berlín hacia el exterior. Entre saludos fascistas y la prohibición de que participaran alemanes de religión judía, se escurrió una luz de esperanza: Jesse Owens, un “negro inferior” para los nazis, fue la gran estrella al ganar cuatro medallas de oro ante la mirada furiosa de Hitler. En su país, Estados Unidos, no recibió un trato mejor: el presidente Franklin Roosevelt no lo invitó a las celebraciones post Juegos por su color de piel.

Malditas guerras
Desde su primera edición, los Juegos Olímpicos sólo se han interrumpido en dos ocasiones. La primera sucedió como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. La competencia iba a realizarse en Berlín, que se había impuesto en la elección a Budapest y Alejandría. Sin embargo, la guerra, que había comenzado en julio de 1914, no se detuvo hasta 1918 y los Juegos fueron suspendidos.
La segunda interrupción fue más prolongada. Helsinki había sido la sede elegida para 1940, pero el comienzo de la Segunda Guerra, un año antes, generó su lógica cancelación. Justo antes del estallido del conflicto, Londres fue designada organizadora de la edición de 1944, pero ni siquiera pudo comenzar a planearla, porque la guerra se extendió hasta el ’45.

La banda de Puskas
La selección de Hungría de la década del ‘50 fue uno de los equipos más brillantes de la historia. En el Mundial de 1954 terminó en el segundo puesto, pero dos años antes había logrado la medalla de oro en Helsinki 1952. Liderada por Ferenc Puskas, completó una campaña majestuosa: 2-1 a Rumania, 3-0 a Italia, 7-1 a Turquía, 6-0 a Suecia y 2-0 a Yugoslavia.

Pies descalzos, sueños negros
Las desigualdades sociales que existen en el planeta se reflejan también en los Juegos Olímpicos: los países empobrecidos suelen estar lejos de las medallas. Una de las hermosas excepciones fue la de Abebe Bikila, un etíope que en Roma 1960 corrió descalzo la maratón y ganó con record mundial incluido. Para la edición de Tokio 1964 ya llegaba como candidato, pero una apendicitis, apenas 40 días antes de la competencia, lo dejó fuera de la lista de candidatos. No importó: Bikila consiguió otra vez la medalla de oro.

Black Power
La discriminación racial, que continúa hasta nuestros días, era aún más violenta a fines de los ’60. Se evidenció en México 1968, cuando los atletas negros se unieron en una fuerte propuesta simbólica. El punto más intenso fue tras la carrera de los 200 metros: los estadounidenses Tommie Smith (oro) y John Carlos (bronce) subieron al podio con guantes negros, en representación de la pobreza a la que estaban sometidas las personas de piel negra. Smith añadió un pañuelo negro alrededor de su cuello; y ambos llevaban la insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos. Fue conmocionante: en el podio, con evidentes gestos de dolor en sus rostros, ambos bajaron la cabeza y levantaron un puño. Era el saludo del Black Power, que simbolizaba la lucha negra en busca de justicia. ¿Fueron respetados? Nada de eso. En el estadio los silbaron y, al volver a Estados Unidos, los maltrataron la prensa y las autoridades. Su valentía, sin embargo, sigue marcando el camino.

La masacre de Munich
El suceso más terrible de la historia de los Juegos ocurrió en Munich 1972. Durante la madrugada del 5 de septiembre, un comando de la organización palestina Septiembre Negro ingresó en la villa olímpica y capturó a once atletas israelíes. Dos de ellos fueron asesinados, mientras que los nueve restantes murieron horas después en el aeropuerto, cuando la policía intentó detener a los criminales. Pese a eso, los Juegos continuaron.

Diez a los catorce
Había nacido en Rumania, tenía 14 años y practicaba gimnasia artística. Ninguno de los datos hacía esperable su ingreso al panteón de los dioses olímpicos. Ninguno, excepto su talento. Nadia Comaneci todavía es recordada por los excelsos movimientos que la llevaron a ganar tres medallas de oro, una de plata y una de bronce en Montreal 1976. Fue la primera gimnasta en lograr puntaje perfecto de los jurados: 10.

Los grandes boicots
Poco antes del inicio de Moscú 1980, la Unión Soviética había invadido Afganistán. En parte por ese motivo, y en parte como estrategia para demostrar poder ante su oponente en la Guerra Fría, Estados Unidos decidió no participar en los Juegos e impulsó un boicot al que adhirieron 56 países, entre ellos Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay. En 1984, la Unión Soviética respondió boicoteando los Juegos de Los Angeles, también con éxito: se sumaron 14 de los más poderosos países.

El equipo de los sueños
¿Fueron el mejor equipo de cualquier deporte de todos los tiempos? Es muy probable. En Barcelona 1992, muchos de los mejores basquetbolistas de la historia (Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Charles Barkley, Scottie Pippen) representaron a Estados Unidos bajo el seudónimo de Dream Team. Brindaron lujosos shows, derrotaron a todos sus rivales por al menos 32 puntos y, más que la medalla de oro, ganaron un lugar en la historia del deporte.

Bañado en oro

Durante muchos, muchos años, cada vez que alguien mencione a las grandes figuras de los Juegos Olímpicos nombrará a Michael Phelps. El tiempo, incluso, engrandecerá su ya inmensa figura. Sus catorce medallas de oro son un record total y de larga duración. El estadounidense, antes que un nadador, es un competidor voraz. En Atenas 2004 sumó seis oros; en Beijing 2008, ocho. Y lo más sorprendente es que ya está preparando sus brazadas para lanzarse al agua en Londres. ¿Seguirá aumentando sus legendarias estadísticas?

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº45 (JULIO DE 2012) 

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