Por Martín Estévez
La delegación argentina consiguió menos
medallas que en los dos Juegos Olímpicos anteriores, pero 21 de nuestros
representantes terminaron en los 11 primeros puestos de su especialidad. Son
los propios atletas quienes afirman que, gracias al Enard, el deporte nacional
tiene un futuro prometedor.
“Los deportistas sabemos que la situación
mejoró mucho y no nos cansamos de agradecerlo. Comparado con lo que pasaba diez
años atrás, se modificó de un extremo a otro. Antes teníamos apoyo, pero un
sistema muy trabado, y en la alta competencia es necesario tomar decisiones
rápidas. Ahora cumplen todo lo planificado y sin demoras”. Las palabras son de
Cristian Rosso, remero que junto a Ariel Suárez terminó 4° en la categoría
doble scull y se llevó un diploma olímpico de Londres 2012. Pero podrían ser de
cualquiera de los atletas argentinos que participaron en los Juegos.
El análisis de una competencia tan inmensa
es extremadamente complejo. Puede dividirse por deportista, por disciplina,
comparando con otros países, por repercusiones sociales, desde lo económico y
un infinito etcétera. Sin embargo, entre el mar de datos existentes, elegiremos
desde nuestra subjetiva mirada los que consideramos más importantes.
Si una de las conclusiones es que la
preparación mejoró desde 2008 hasta 2012, ¿por qué disminuyó la cantidad de
medallas? “El apoyo fuerte del Enard comenzó hace dos años, y los resultados no
se consiguen a corto plazo –explica Rosso–. Argentina va a mejorar en el
futuro. En cuatro años sí se van a conseguir más podios y diplomas”. Cuidado:
medir el éxito o fracaso de la política deportiva de un país únicamente por la
cantidad de medallas es un despropósito absoluto. Para
argumentar esta opinión, intentemos una mirada más global.
¿Medallas,
para qué?
Más allá de una alegría pasajera cada
cuatro años, ¿para qué les sirve a los habitantes de una nación que su país
gane medallas? ¿Por qué una parte del
presupuesto nacional está destinado a que un atleta gane competencias que no
afectan nuestra vida cotidiana?
Sin pensarlo, podríamos llegar a la
conclusión de que no tiene sentido invertir en un deportista (aunque fuera el
heroico Sebastián Crismanich), porque sus éxitos no modifican los índices
políticos más importantes, como
los culturales, educativos o económicos. Si la Argentina no
mejora ni empeora porque un lanzador de bala obtenga un diploma, ¿para qué
invertir?
La respuesta es compleja. Un Estado
nacional medianamente decente sabe que el deporte es una herramienta clave para
favorecer la salud, la educación y la organización social de un país. Y son
necesarios dos factores para desarrollar esa herramienta: poseer la
infraestructura necesaria y generar en los sujetos el deseo de practicar
deportes. El primer objetivo se logra invirtiendo en la construcción y
mantenimiento de centros deportivos, desde modernizar el Cenard hasta pagar el
sueldo de un profesor municipal de tenis de mesa. El segundo objetivo es más
difícil de alcanzar, y una de las estrategias es a través de ídolos y
referentes. Seamos claros: desde que Las Leonas son Las Leonas, la cantidad de
mujeres que juegan al hockey en la
Argentina creció espectacularmente. Desde que Paula Pareto
ganó la medalla de bronce, nacieron más judocas que en todas las décadas
anteriores. Y no tengan dudas de que, desde el oro logrado por Crismanich, las
academias de taekwondo deben estar sumando estudiantes como nunca antes.
Respondamos ahora sí, la pregunta inicial.
¿Para qué les sirve a los habitantes de una nación que su país gane medallas
olímpicas? Para que se fomente la práctica del deporte, una herramienta fundamental
para mejorar la salud, la educación y la organización social.
¿De
dónde sale la plata?
Es necesario diferenciar a la Secretaría de Deporte
de la Nación y
al Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). La Secretaría es
responsable de los dos objetivos que mencionamos: generar infraestructura y
fomentar la práctica. El Enard, en cambio, apunta al desarrollo de los mejores
deportistas para su participación en las principales competencias.
El presupuesto del Enard surge de un
impuesto del
1% sobre el consumo de telefonía celular que fue aprobado en diciembre de 2009.
¿Ley kirchnerista? No: recibió 55 votos a favor y apenas uno en contra en el
Senado.
Los
resultados también existen
A no confundirse: limitar la importancia de
triunfos y derrotas olímpicas no significa ignorarla. En definitiva, los
resultados influyen en el objetivo final: fomentar la práctica deportiva.
El 42° lugar en el medallero fue impulsado
principalmente por Sebastián Crismanich, ganador en la categoría hasta 80 kilos
del
taekwondo. El correntino había sido destacado en nuestra edición de noviembre
de 2011 como uno de los deportistas del mes, y fue protagonista de una nota en
abril de este año, en la que declaraba: “Si estoy con todas las luces, como
cuando gané los Panamericanos el año pasado en Guadalajara, puedo conseguir una
medalla. Busco formar parte de la historia”. Lo logró.
Un escaloncito debajo de él, Las Leonas
revalidaron sus hazañas y consiguieron la cuarta medalla consecutiva. Esta vez
fue de plata. “Lo de las chicas, como siempre, fue espectacular –resalta
Jorgelina Rimoldi, símbolo de la selección de hockey entre 1991 y 2001–. Buena
parte de esos logros se debe a que ahora llegan mejor preparadas. Nosotras,
cuando fuimos a Atlanta 96, recibíamos una beca mínima de la Secretaría. Y , si
podíamos irnos de gira, era porque otros países nos invitaban. Las cosas
cambiaron para mejor”.
El primer bronce de la delegación lo
consiguió Juan Martín Del Potro. En semifinales, perdió un histórico partido
ante Roger Federer (6-3, 6-7 y 17-19), pero se levantó y le ganó el tercer
puesto a Novak Djokovic. Al igual que el fútbol, el tenis depende más de su
propia evolución que del Enard. Es el que menos apoyo recibió entre los
deportes olímpicos: $ 361.000. “El balance del tenis argentino es muy bueno
gracias a Juan Martín –remarca Martín Jaite, ex N°9 del mundo y actual capitán
de Copa Davis-. Su logro está a la altura de los más importantes de nuestros
tenistas”.
La otra medalla llegó justamente de la
disciplina en la que más se invirtió: el yachting. Los $ 11.398.000 tuvieron como premio el bronce
obtenido por Lucas Calabrese y Juan de la Fuente en la clase 470. Es el quinto Juego
consecutivo en el que el deporte de la vela le significa medallas a nuestro
país.
Ganadores
sin medalla
La ya mencionada dupla Rosso-Suárez estuvo
cerquita del podio y terminó cuarta. “El balance es totalmente positivo
–festeja Rosso-. Teníamos el objetivo de estar entre los seis primeros y lo
superamos. Fue una experiencia excelente desde todos los puntos de vista. Gracias
al Enard, para entrenarnos tuvimos botes que estaban al nivel de los mejores
países, y fuimos a tres Copas del Mundo. Sin esas Copas, no hubiéramos llegado
a los Juegos”.
El judo consiguió dos diplomas. Paula
Pareto, medallista en 2008, demostró que sigue en la elite y finalizó 5º.
Emmanuel Lucenti alcanzó el 7° lugar. Ninguno supera los 27 años, por lo que
podrían competir en Río de Janeiro 2016.
Más sorpresivo fue lo de Germán Lauro (6°
en lanzamiento de bala, batiendo el récord argentino) y Federico Molinari (8°
en anillas, primer gimnasta finalista). “El principal logro de los Juegos fue
la cantidad de diplomas que se consiguieron –señala Jorgelina Rimoldi–. Que
Lauro y Molinari hayan alcanzado una final olímpica son hechos históricos”.
Además, aplaudimos desde nuestras páginas a
Miguel Correa y Rubén Rézola (5° en canotaje), Carola López Rodríguez (9ª en
taekwondo), la dupla María Gabriela Best-María Laura Abalo (9ª en remo), Juan
Manuel Cano (22° en marcha), Miguel Bárzola (35° en maratón) y a Braian Toledo,
que a los 18 años consiguió el puesto 30° en lanzamiento de jabalina.
A
curar las heridas
“Los Juegos no fueron lo que esperábamos
–reconoce Juan Manuel Vivaldi, arquero de la Selección masculina de
hockey–. Aspirábamos a terminar entre el 5° y el 8° puesto, pero quedamos
décimos. No alcanzamos el mejor rendimiento ni en lo individual ni en lo
colectivo, y eso en los Juegos Olímpicos se paga carísimo”. Y esquiva las
excusas fáciles: “No me gusta decir que los resultados no se dieron porque los
rivales se levantaron mejor que nosotros. Tenemos que hacernos una autocrítica
fuerte. Tuvimos todas las chances para hacer una preparación excelente, no hay
reclamos posibles. Tenemos que ser menos irregulares”.
No es el único que dejó Londres con una
mezcla de alegría y tristeza. Jennifer Dahlgren debe sentirse peor: anuló sus
tres lanzamientos de martillo. Es buen momento para no olvidar sus enormes
logros de los últimos años.
Lo de la Selección de handball ya
era un éxito, porque fue la primera vez que consiguió la clasificación. Quedó,
sin embargo, la sensación de que había potencial para mejorar el 10° puesto
final. “El salto de calidad que dio Argentina en los últimos años es enorme
–confirma Cristian Canzoniero, histórico exarquero de la Selección –. La mayoría
del plantel juega en el exterior y recibe apoyo económico. El problema es que
avanzar a nivel internacional es cada vez más difícil; una cosa es pasar de ser
el 20° equipo del
mundo al 18°, eso no cuesta tanto. Pero entre el 10° y el 8° hay un abismo. Al
único que se le podía ganar y no se le ganó fue Túnez. La realidad es que
estamos para pelear con los mejores africanos y los peores europeos. Apuntar
más arriba sería un error”.
En el listado de los que imaginaban mejores
resultados se incluyen Cecilia Biagioli (17º en aguas abiertas), David
Nalbandian (afuera en la primera ronda del
tenis) y Georgina Bardach (47º en 400 metros combinado).
La
lógica económica
En definitiva, ¿a la Argentina le fue
bien o mal? Lamentamos que la respuesta sea poco osada, pero le fue como marca su realidad
social. El medallero evidencia que las potencias económicas son también
potencias olímpicas: Estados Unidos, China, Gran Bretaña, Rusia, Alemania...
Esperar que la Argentina
termine en los primeros puestos sin antes transformar su realidad de país
oprimido es una ilusión sin fundamento. Es injusto compararnos con los más
poderosos. Nos guste o no, nuestras medidas son México (7 medallas) y Colombia
(8). Y, como
objetivo a largo plazo, acercarnos a Brasil (17 medallas). Creer que sólo con
esfuerzo pelearemos mano a mano con Australia
o Francia es tan ingenuo como
creer que, en la vida, todas las personas tienen las mismas posibilidades de
progresar.
*Diez hechos inolvidables
Remando
contra la historia. El Comité Olímpico
Internacional (COI) invita a países para que participen en disciplinas en las
que, por su bajo nivel, no podrían estar. El caso más recordado fue el de Eric
Moussambani, de Guinea Ecuatorial, quien nadó en Sydney 2000. En Londres, se
destacó el nigeriano Hamadou Issaka, elegido para competir en remo. La primera
vez que lo intentó fue tres meses antes de los Juegos; terminó cayendo al agua.
Issaka es un nadador de 35 años que subsiste como jardinero y limpiador de piletas. “Antes
de los Juegos, nunca había probado un bote olímpico porque en Africa
no tenemos”, contó.
Análisis
del
medallero. Estados Unidos lideró por 16º vez en la
historia: sumó 10 oros más que en 2008 (46 contra 36) y recuperó el primer
lugar perdido ante China, que logró 38. Gran Bretaña aprovechó la localía para
pasar de 4° a 3° (29 oros); fue su mejor actuación desde 1920. Rusia quedó 4°
(24 oros); y Corea del Sur pasó de 7° a 5°. Alemania retrocedió de 5° a 6°, y
Francia recuperó terreno: había sido 10° en Beijing y fue 7° en Londres.
Completaron el Top Ten: Italia, Hungría y Australia.
Roger,
cada vez más grande. Uno de los pocos logros que le
faltaban a la gloriosa carrera de Federer era una medalla olímpica en singles
(había ganado oro en el dobles de 2008). En Londres, venció a Falla,
Benneateau, Istomin, Isner y Del Potro hasta llegar a la final, donde perdió
ante Andy Murray. ¿Fracaso? Su imagen besando la medalla de plata con una
sonrisa enorme respondió que no. El suizo sabe valorar los logros ajenos y,
cerca del
final de su carrera, también los propios.
De
sexo debil, nada. La nadadora china Shiwen Ye batió
un récord olímpico y uno mundial en Londres, algo poco habitual pero probable.
El problema es que sus marcas en los 200 (2m08s39) y en los 400 metros combinado
(4m28s43) generaron sospechas, especialmente porque tiene sólo 16 años.
Impactaron los últimos 50
metros de la competencia de 400, que recorrió en 28s93,
menos que Ryan Lochte, ganador masculino. Se habló de doping, pero nosotros
creemos en su inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
El
rey de todos los tiempos. Michael Phelps lo logró.
Había anunciado que serían sus últimos Juegos Olímpicos y le faltaban tres
medallas para superar las 18 de la gimnasta ucraniana Larissa Latynina, récord
histórico. Ganó 4 de oro (100
metros mariposa, 200 combinado y las postas de 4x100
combinado y 4x200 libre) y 2 de plata. Así, el nadador estadounidense alcanzó
22 medallas en su carrera, marca que difícilmente sea mejorada en las próximas
décadas.
Próceres
nacionales. Respecto a Beijing 2008, fueron menos
los países que ganaron medallas: 87 contra 82. Siete subieron al podio por
primera vez en su historia: Bahrein (Maryam Yusuf Jamal, bronce en 1500 metros ); Chipre
(Pavlos Kontides, bronce en yachting); Botswana (Nijel Amos, plata en 800 metros ); Gabón
(Anthony Obame, plata en taekwondo); Guatemala (Erick Barrondo, plata en
marcha); Montenegro (plata en handball femenino); y el caso más espectacular:
Kirani James ganó la prueba de 400 metros y le dio a Granada, pequeño país del
Caribe con apenas 90 mil habitantes, la medalla de oro.
Bolt
y el boom de Jamaica. Si Phelps era una de las
grandes estrellas que se anunciaban en la previa, la otra era Usain Bolt. El
velocista había logrado 3 oros en 2008 y repitió la hazaña en Londres ganando
las mismas pruebas: 100
metros , 200 metros y la posta 4x100. Jamaica vivió una
fiesta, ya que Bolt batió el récord olímpico en los 100 metros (9s63), el
equipo nacional mejoró el récord mundial en 4x100 (36s84) y tres jamaiquinos
llenaron el podio de los 200 metros: Bolt, Yohan Blake y Warren Weir. En el
medallero, Jamaica
terminó 18°. Tres de sus 4 oros fueron regalo de Bolt.
Alguna
vez iba a perder. Yelena Isinbayeva es la mejor
saltadora con garrocha de la historia. Batió 28 veces el récord mundial hasta
alcanzar la nunca superada marca de 5,06 metros . La rusa había ganado la medalla de
oro en Atenas 2004 y en Beijing 2008, pero en Londres no pudo ser. Saltó 4,70 metros y se quedó
con el bronce. Primera finalizó la estadounidense Jennifer Suhr (4,75 m ) y segunda, la cubana
Yarisley Silva.
La
presión mais grande do mundo. El fútbol brasileño
sigue sin ganar la medalla de oro olímpica. Con Neymar, Hulk y Leandro Damiao
era candidatazo, pero México lo superó 2-1 en la final y le destrozó la moral.
Tremenda presión sufrirán sus jugadores en los próximos cuatro años. Primero
serán locales en el Mundial 2014, con el fantasma del Maracanazo de 1950
(Uruguay les ganó la final) sobre sus espaldas. Y luego, en 2016, serán la sede
de los Juegos Olímpicos, con la búsqueda del
oro futbolístico como
misión imprescindible.
Vecinos
felices. Venezuela había ganado una medalla de oro
en sus 16 participaciones: el boxeador Francisco Rodríguez, en México 1968. En
Londres, el esgrimista Rubén Limardo terminó con la espera y consiguió la
segunda. Sudamérica, que había sumado 5 oros en Beijing 2008, terminó con 6:
además de Venezuela ganaron Brasil (3), Argentina (1) y Colombia (1). Chile y
Ecuador, que habían logrado una de plata en 2008, se fueron con las manos
vacías.
PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4426 (SEPTIEMBRE DE
2012)
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