domingo, 20 de octubre de 2013

Maria Sharapova - El tenis no es lo de menos

Por Martín Estévez

Maria Sharapova se destaca por su belleza, pero también por su talento. La rusa lleva siete años intentando consolidarse como número 1 del mundo. ¿Lo logrará esta vez?

Desde el inicio de su carrera, el nombre de Maria Sharapova estuvo asociado al de Anna Kournikova. Tal como había sucedido con Anita algunos años antes, Maria empezó a destacarse en el tenis cuando era adolescente: una adolescente rusa, con pelo larguísimo y rubio, llena de talento e impactantemente hermosa. Las comparaciones deberían haber terminado allí, pero continuaron. Se llegó a acusar a Maria de cuidar más su imagen que su entrenamiento, acusación que Kournikova recibía constantemente. Aunque la categoría de Anna era indiscutible, nunca pasó del noveno puesto del ranking mundial ni alcanzó una final de Grand Slam. Sharapova, en cambio, ganó este año en Roland Garros su cuarto torneo grande y volvió a ser la número 1 del ranking. No hay discusión posible: tenísticamente hablando, Maria supera a Kournikova con total comodidad.

Las historias de los y las grandes tenistas suelen tener puntos en común: comenzaron a jugar desde muy pequeños, arrasaron en sus categorías y deslumbraron a cada entrenador y espectador que les pasó cerca. La historia de Sharapova no se diferencia en ese aspecto. Sin embargo, enfocando de otro modo, es posible encontrar detalles muy distintos. 

Su padre, Yuri, y su madre, Yelena, vivían en Gómel, territorio soviético que actualmente pertenece a la República de Belarús. El 26 de abril de 1986, a 300 kilómetros de su casa, se produjo la tragedia de Chernobyl: un terrible accidente en el que la explosión de una central nuclear mató a 31 personas, forzó la evacuación de 160 mil y obligó a cinco millones a vivir en zonas contaminadas por las peligrosísimas radiaciones generadas. Entre esas zonas perjudicadas estaba Gómel. En septiembre de 1986, Yelena supo que estaba embarazada y decidieron alejarse para no arriesgar la salud de la bebé. Así, el 19 de abril de 1987, en Janti-Mansi, Rusia, nació la mejor tenista de la actualidad.

Cuando apenas podía caminar, el tío de Yevgeny Kafelnikov (número 1 del mundo en 1999) le regaló su primera raqueta. Maria mostró interés y aptitudes. A los 6 años, jugó un torneo infantil en Moscú al que había sido invitada la gran Martina Navratilova. Ella quedó maravillada con Sharapova y convenció a su familia de que se mudara a Florida, Estados Unidos, para inscribirla en la Academia de Nick Bolletieri, donde se formaron muchas grandes tenistas durante las últimas décadas.

Entre 1994 y 1996, Maria vivió en Florida sólo junto a su padre, porque Yelena no conseguía la visa para instalarse en Estados Unidos. Fueron años difíciles; el dinero no sobraba, el desarraigo le generaba tristeza y no iba a la escuela porque no conocía el idioma. Cuando Yelena pudo mudarse, ofició de maestra y le enseñó ella misma. Días después de cumplir 14 años, fue invitada a su primer torneo entre las mayores, en Sarasota, Estados Unidos. Maria enfrentó a una tenista de 23 años, Karin Miller, y la puso contra las cuerdas: terminó perdiendo 6-7, 6-4 y 6-4. Ese año, como juvenil, ganó 25 de sus 28 partidos.

En 2002 se instaló entre las grandes promesas del circuito femenino al alcanzar la segunda ronda en Indian Wells (perdió con Monica Seles) y ganar tres torneos consecutivos. A partir de entonces, conoció el éxito: fue campeona en Tokio y Quebec en 2003, y en Wimbledon 2004. Aquella final ganada ante Serena Williams le permitió llegar al Top Ten cuando apenas tenía 17 años. Al final de esa temporada también se impuso en el Tour Championships, que enfrenta a las ocho mejores del ranking.

En agosto de 2005 ya era la número 1 del mundo, pero también comenzaría una constante: cada vez que accedió al liderazgo, le duró poco tiempo. Ganó el US Open 2006 (venció a las dos mejores del ranking, Amelie Mauresmo y Justine Henin) y volvió a liderar otro ratito en 2007. Ese año, donó 100 mil dólares para un proyecto de las Naciones Unidas cuyo objetivo era colaborar con la reactivación de las zonas afectadas de Chernobyl.

Llegó una vez más a la cima luego de obtener el Abierto de Australia en 2008 y del retiro de Henin; duró apenas tres semanas. Las lesiones la hicieron salir del Top 100 en 2009 y no volvió a su mejor nivel hasta mediados de 2011, temporada en la que ganó Roma y Cincinnati, y alcanzó la final de Wimbledon. 

Su brillante comienzo de 2012 (finalista en el Abierto de Australia, Indian Wells y Miami, campeona en Stuttgart, Roma y Roland Garros) la llevo al número 1 por quinta vez. En sus anteriores cuatro períodos, acumuló solo 17 semanas como líder. Consolidada tenísticamente, a los 25 años está en condiciones de mantenerse en la cima por largo tiempo. Admiradores que le deseen el éxito, seguramente, no faltarán.

ESCRITO ORIGINALMENTE PARA SER PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº46 (AGOSTO DE 2012)

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