Por Martín Estévez
Hace cincuenta años, en 1962, Coronel Suárez
ganaba el Campeonato Argentino Abierto por segunda vez consecutiva, alimentando
su leyenda.
Ya es una tradición de
nuestra revista: retroceder exactamente cincuenta años hacia el pasado para
recordar, espiando las viejas páginas de El Gráfico, qué sucedió en la
temporada de polo que se jugó medio siglo atrás.
En 1962, la importante
cobertura que hacía la revista disminuyó, en parte por la gran variedad de
deportes que luchaban por su espacio, y en parte porque no fue una temporada
memorable para el polo argentino. Los artículos publicados durante la temporada
alta fueron tres. Recordémoslos.
Empezó la serie de Coronel Suárez
Ese fue el título de la
nota escrita por Diego Bonadeo y publicada el 14 de noviembre, que explicaba
que la temporada había estado interrumpida por las lluvias y por “una epidemia
equina de extraño y científico nombre: laringotraqueítis”.
El enfoque principal era
la definición de dos torneos: el Abierto de Hurlingham y el de Los Indios. En
semis de Hurlingham, Santa Ana le había ganado a Tortugas, y Coronel Suárez a
Los Indios. “Ni Santa Ana ni Coronel Suárez llegaron a la final del Abierto de
Hurlingham jugando como para brindar un espectáculo de mucha envergadura
–sostenía Bonadeo-. Sin embargo, y merced al alza en el juego de algunos
jugadores respecto de las semifinales, el partido resultó técnicamente lo mejor
que hayamos visto desde 1960” .
El triunfo en la final de Hurlingham correspondió a Coronel Suárez. Como era
habitual en aquellos años, los resultados no fueron publicados. Así se analizó
el desarrollo del partido: “Comienzo favorable a Santa Ana, merced al
disimulado pero eficiente trabajo de Luis Lalor en el medio juego y a la
asombrosa multiplicidad de Gastón Dorignac en toda la cancha (...) Pero crecieron Juan Cavanagh y Daniel González. Los Harriott también fueron partícipes de esa alza
final de Coronel Suárez, especialmente Juan Carlos hijo, quien una vez más
demostró su capacidad para llevar la bocha corta sin revolear el taco, además
de su excepcional ubicación para encontrarse con ella en las devoluciones o en
los pases de sus compañeros”. En el Abierto de Los Indios, el campeón fue el
equipo que formaron Los Indios-Coronel Suárez al derrotar a Tortugas-Aurora.
Polo
diferente
“El jueves en un potrero.
El domingo en Palermo”. Así se presentaba la nota del 28 de noviembre, en la
que Diego Bonadeo criticaba con dureza el estado de los campos de juego. “En un
potrero de San Isidro (oficialmente registrado como cancha número cuatro del
Jockey Club) comenzó la disputa de la copa República Argentina el jueves
último. Y tan potrero era esa ‘cancha’ (la palabra potrero es ‘originaria’ de
Alejandro Lalor, jugador de La
Alicia ), que los mismos equipos que el jueves jugaron dos muy
malos partidos en San Isidro, el domingo en Palermo, sin jugar brillantemente,
por lo menos por momentos hicieron polo agradable”.
En el artículo se mencionan
los triunfos de La Alicia
sobre Guardia del Monte; de Los Indios ante Los Ranchos y también contra
Guardia del Monte; y de Los Ranchos sobre Tortugas B. Lo más interesante es un
recuadro titulado “Relaciones de dependencia”, donde Bonadeo cuestiona
fuertemente a la
Asociación. “¿Qué relación de dependencia existe de la Asociación Argentina
de Polo al Jockey Club y viceversa cuando se juegan torneos patrocinados en las
canchas de San Isidro? La
Asociación hizo el fixture del Campeonato Abierto ‘ayudando’
a los Menditeguy en el sentido de proporcionarles más tiempo para que se pusieran
en forma. La negativa de éstos y de su cuarteto –precisamente Jockey Club- de
participar en el Abierto una vez hecho el fixture produjo trastornos en la
programación”.
Coronel Suárez: la importancia de Juan Carlitos
Harriott
Sorprendentemente, el desarrollo
del Abierto Argentino de 1962 no tuvo lugar en las páginas de El Gráfico.
Recién el 23 de enero del '63, mediante un balance de la temporada, nos
enteramos de que Coronel Suárez se consagró campeón por segunda ocasión
consecutiva y por séptima vez en su historia, con Juan Carlos Harriott hijo
como figura.
Ese análisis, que entonces sirvió para darle un cierre a la
temporada, también servirá como cierre de esta nota, publicada cincuenta años
después. “En tres años, cuatro disyuntivas. Tortugas, Santa Ana, Coronel Suárez
o El Trébol podían ser campeones argentinos de polo de alto hándicap. En 1960,
campeón El Trébol. En 1961 y 1962, campeón Coronel Suárez. Conclusiones
posibles: faltan equipos, faltan jugadores, no hay promoción, el polo se vino
abajo, etcétera. El Trébol ganó en 1960 un campeonato que tuvo un proceso
anormal desde la iniciación de la rueda decisiva: accidentes, reemplazos y un
match final cuyo desenlace todavía hoy es discutido en el ambiente polístico.
Coronel Suárez fue campeón los dos últimos años con el mismo equipo: Horacio
Heguy, Daniel González, Juan Carlos Harriott, hijo, y Juan Carlos Harriott,
padre. No es un equipo ideal. Inclusive en los propios componentes del campeón
hay coincidencia en este sentido. A la rotunda afirmación de todos ellos
‘Coronel Suárez tiene menos sentido de equipo que El Trébol de hace veinte
años’; Horacio Heguy hace aún más severa la autocrítica: ‘y también menos que
Venado Tuerto. Tampoco tenemos una línea de juego definida. Nos falta hacer más
prácticas’”.
PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº329 (NOVIEMBRE DE
2012)
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