martes, 25 de noviembre de 2008

David Beckham: Joga Bonito



AUNQUE HOY SEA UNO DE LOS HOMBRES MÁS FAMOSOS DEL PLANETA, AL MEDIOCAMPISTA DE REAL MADRID LO RECHAZARON TRES CLUBES ANTES DE LLEGAR A MANCHESTER. CRITICADO POR GENERAR DINERO CON SU IMAGEN, LIDERA A LA SELECCIÓN INGLESA RUMBO A ALEMANIA 2006 Y PROMETE MÁS DE LO SUYO: FÚTBOL Y GOLES.

Junio de 1998. Se juega el Mundial de Francia, e Inglaterra avanza con buen paso. En octavos de final el cruce es ante Argentina. Los roces entre ambas selecciones crecen desde 1966. Es “el” partido. El mundo, expectante. Las esperanzas inglesas están puestas en su goleador --Alan Shearer--, su joven promesa --Michael Owen-- y su figura --David Beckham--. El partido es intenso, épico. Shearer y Owen anotan, pero Argentina hace lo suyo y el encuentro queda 2-2. Cuando los ingleses parecen desequilibrar la balanza en su favor, Beckham se deja llevar por sus impulsos y golpea a Diego Simeone. Su expulsión marca el fin del dominio de Inglaterra, que acabaría perdiendo por penales. Y el peor momento en la vida de David Beckham.
Todo Inglaterra lo culpó de la eliminación. Entonces, no hubo marketing que sirviera. Portadas de diarios con gigantes “Stupid Boy” en los titulares, mensajes agresivos en las paredes de la casa de sus padres y alguna amenaza de muerte decoraron la terrorífica escena que vivía. ¿Cómo salió de ese pozo? ¿Campañas en su favor, publicidad, nuevo corte de pelo? No. Resurgió como surgió: jugando al fútbol. Es que Beckham es, ante todo, futbolista.
Es difícil hablar de él sin ser repetitivo. Treinta mil páginas de Internet, cientos de biografías, producciones fotográficas y publicidades lo transforman en tema común. Común, sí, pero que puede ser tratado de un modo distinto, sin focalizar en sus tatuajes ni en qué marca de ropa interior usa.

Amor por el balón
Beckham no es deportista porque serlo es un buen negocio. Lo es porque su padre –David Edgard, empleado de una compañía de gas- le transmitió su pasión por el fútbol. Y, particularmente, por el Manchester United. “Amo al fútbol. Lo más importante para mí es la familia, pero sin el fútbol estaría perdido”, explica el mediocampista del Real Madrid.
El pequeño David empezó a jugar a los 8 años en el Ridgeway Rovers, donde metió 101 goles en tres temporadas. En 1986 ganó un concurso de habilidades futbolísticas organizado por el legendario Bobby Charlton. El premio: entrenar con las promesas del Barcelona. Allí conoció al finlandés Jari Litmanen, y también a la frustración: Barcelona decidió no ficharlo. Poco después, tampoco superó las pruebas en Tottenham Hotspur y en el humilde Leyton Orient.
En ese momento, cuando parecía que ser futbolista no era su destino, apareció su orgullo, su entereza. Continuó en el Leytonstone dando lo mejor de sí, y tuvo premio. Sin que él lo supiera, los ojeadores del Manchester espiaron su carrera y sus logros llegaron a oídos del entrenador Alex Ferguson: el 8 de julio de 1991 fue incorporado al equipo filial.

El equipo de sus sueños
Beckham formó parte de la mejor camada juvenil de Manchester, junto a Micky Butt, Ryan Giggs y Paul Sholes. Los llamaban los “Fergie Babes”, pero el arribo a Primera fue complicado. Los más grandes mantenían un gran nivel y, en 1995, David debió marcharse --cuando ni había debutado en la Premier League-- al Preston North, de la Tercera División.
Volvió cinco meses después, dispuesto a pelear por un lugar. Y festejó su primer título, la Premier League 1995/1996, como protagonista. Un gol desde mitad del campo en el primer partido de la temporada 96/97, ante Wimbledon, le abrió algunas puertas más de las miles que se le abrirían a partir de ese momento. La ola Beckham ya no pararía de crecer. Debutó en la selección a los 21 años y los campeonatos con Manchester llegaron a 14. Su remate se perfeccionó de tal modo que en Inglaterra lo consideraban el mejor del mundo.

Beckham S.A.
¿Por qué, entonces, pese a sus méritos deportivos, se lo acusa de ser más una empresa que un futbolista? O lo que es lo mismo: ¿por qué Beckham es más famoso que jugadores de su nivel --o incluso superiores-- como Zinedine Zidane, Thierry Henry o hasta Ronaldo? Aquí la respuesta se encuentra fuera del campo de juego: marketing. Una campaña muy bien desarrollada a su alrededor potencia su imagen. Beckham es un excelente futbolista, pero no se destaca sólo por eso. Es un referente para los jóvenes del mundo y tanto él como los clubes que lo contrataron explotaron esa faceta.
Si al producto casi perfecto del deportista exitoso, lindo y joven se le suma una mujer exitosa, linda y joven, el impacto comercial se multiplica. Así ocurrió cuando -en 1997- David se puso en pareja con Victoria Adams, entonces estrella de las Spice Girls. Desde hace nueve años la prensa no los deja en paz, aunque a ellos no parece caerles mal. Se habla de su casamiento en una mansión de Dublin; de sus tres hijos (Brooklyn, Romeo y Cruz); de sus problemas domésticos… La realidad alimentó su imagen excéntrica: luego de que en 2000 intentaran secuestrar a Brooklyn, David aumentó sus medidas de seguridad. Hoy, entrar a su casa es tan difícil como entrar al Palacio Real.


Fútbol, fútbol, fútbol
Si un desinformado ve a Beckham en medio de un encuentro, puede maravillarse. Pero no porque lleve joyas de oro, sino por su clase, su estampa, su pegada, su regate… En el campo de juego no hay dinero que valga: gana el que mejor juega. Y Beckham juega muy bien.
Pese a llenarse de gloria con el Manchester, nadie --ni él mismo-- podía olvidar el fatídico Mundial ’98. Tenía una cuenta pendiente. Empezó a saldarla en las Eliminatorias 2002, cuando su selección se estaba quedando afuera: hizo un golazo sobre el final para empatarle 2-2 a Grecia. Pero había más: el sorteo del Mundial de Japón-Corea puso a Inglaterra en el mismo grupo que Argentina. Cuatro años después, otra vez el planeta paralizado. Un partido trabado, una corrida de Owen, un penal. Y Beckham frente a la pelota, con el riego de fracasar por segunda vez. Estupor. El grito desaforado de David cuando la pelota golpeó a la red anunció la muerte de los fantasmas que lo habían perseguido durante cuatro años. Inglaterra ganó 1-0. Beckham, esta vez, fue héroe.
La eliminación en cuartos de final ante Brasil y un penal errado en la Eurocopa 2004 no le quitaron el respeto de los aficionados ingleses. Saben que su capitán --lo es desde 1999-- no falló en el partido en el que no tenía que fallar.

Realmente Beckham
Cumplió un ciclo en Manchester, después de la andanada de títulos y de tener problemas personales con Alex Ferguson. Aun enojado, reconoció la ayuda que le brindó el entrenador: “Me ha enseñado a ser el futbolista que soy”.
¿Qué otro club podía requerirlo tanto como el Real Madrid? Desesperados por adquirir figuras para seguir su intensa campaña de marketing (sí, otra vez esa palabra), los Merengues lo unieron a Ronaldo, Raúl, Roberto Carlos… Pese a lo que indudablemente puede aportar Beckham en el campo, también es indudable que Florentino Pérez (entonces presidente del Madrid) apuntó más al negocio que a lo deportivo. Si no, ¿para qué contratar a un futbolista cuya posición ya estaba cubierta por Figo? ¿Para qué generar diversos eventos públicos alrededor de su llegada? Y, especialmente, ¿para qué imponer en su contrato una cláusula para quedarse con un porcentaje de sus ganancias por imagen?
Desde su llegada, cada vez que el Madrid viaja a Japón, David es furor en Asia. Incluso, un templo budista en Bangkok tiene imágenes suyas que se veneran tanto como las de Buda. Sin embargo, los resultados futbolísticos no fueron los esperados: en tres años, el Real Madrid apenas ganó una Supercopa Española. “Beckham no debería mezclar el fútbol con la moda si quiere explotar su potencial”, advirtió Johan Cruyff tiempo atrás. Los Galácticos no terminan de funcionar, pero el Real siguió con su estrategia de sumar estrellas: Owen, Robinho, Cicinho… Porque aunque el Madrid pierda en la cancha, gana en la billetera. Entrada a los mercados internacionales, giras por China, Japón y Malasia, ventas de camisetas, gorras, entrevistas exclusivas… En este caso, el negocio no lo monta Beckham, lo monta el Madrid.
¿Qué hace él para ayudar a ese negocio? Cuida su imagen y no oculta sus excentricidades: tatuajes, prácticas de golf, botines de piel de canguro con el nombre de sus hijos… Durante el Mundial 2002, por ejemplo, quiso cortarse el cabello en forma de cresta. ¿Fue a una peluquería? No. Le pagó un pasaje Londres-Seúl a su peluquero personal. Waltham Forest, la colonia donde vivió David hasta los 13 años, se lleva su parte: las autoridades organizan visitas guiadas por el hospital donde nació, el club donde empezó a jugar, la escuela…
Su futuro también relacionará al fútbol con el dinero. Se dedicará a la “David Beckham Academy” de Greenwich, su academia de fútbol para niños. “Será para jóvenes con todo tipo de habilidades, porque no hay que ser el mejor del mundo para jugar. Yo no lo era”, cuenta. Es cierto: cuesta saber si su frase tiene que ver con la humildad o con un consejo de su asesor de imagen. Creerle es cuestión de fe.


Presente y futuro
Beckham atraviesa otra temporada complicada con el Madrid, porque Barcelona va camino a ganar la liga, y a los Merengues se los devoraron el Arsenal en la Champions y el fantástico Diego Milito junto al Zaragoza en la Copa del Rey. Él no es tratado con cariño por una parte de la afición. “Las críticas son excesivas –lo defiende el técnico del Arsenal, Arsene Wenger-. Es el mayor asistidor en España. Un jugador corriente no es capaz de eso. Me recuerda a lo que pasó con Platini: cuando se retiró reconocieron lo gran jugador que era”.
Sin chances de festejos en Madrid, la mente de David está en el Mundial. Su imagen pública seguirá generando polémicas, y él insistirá con sus dichos: “Soy futbolista, no showman. La fama no me atrae, pero aprendí a vivir con ella”. Una vez, el ilustre Alfredo Di Stéfano se preguntó si Beckham pensaba en los fotógrafos cuando pateaba los corners. La respuesta no es conocida, pero no importa. Porque en el campo de juego, piense o no en su imagen, David Beckham demuestra que es un crack.

EXPEDIENTE FÚTBOL
Nombre completo: David Robert Joseph Beckham.
Fecha de nacimiento: 2 de mayo de 1975, en Leytonstone, Inglaterra.
Altura: 1,80m
Peso: 67 kg.
Debut profesional: 23 de septiembre de 1992, en Manchester-Brighton por la FA Cup.
Primer gol: Ante Galatasaray (Turquía), el 7 de diciembre de 1994 por la Champions League.
Trayectoria: Divisiones Juveniles de Leytonstone (1984-1991); Manchester United (1991-1994 y 1995-2003); Preston North (1995); Real Madrid (2003-2006); Selección de Inglaterra (1996-2006).
Titulos: 6 Premier League (1995/96, 96/97, 98/99, 99/2000, 2000/01 y 02/03); 2 FA Cup (1995/96 y 98/99); 2 Charity Shield (96 y 97); 2 Supercopas de Inglaterra (96 y 97); Liga de Campeones 98/99 y la Copa Intercontinental 1999, todos con Manchester. Supercopa Española 2003, con Real Madrid.
Premios: Jugador joven inglés 1996 y 1997; Balón de Plata Europeo 1999 y 2001; Mejor Deportista Británico 2001; Balón de Bronce Europeo 2002.

EXPEDIENTE BUSINESS
Marca registrada
: David Beckham S.A.
Ganancias en Manchester: Recibió un promedio de 15 millones de euros anuales en el club inglés, entre contrato y publicidades.
Valor de su pase: Real Madrid pagó 35 millones de euros por él. Según los especialistas, actualmente vale 45 millones.
Ganancias en Real Madrid: El club le paga 6,5 millones de euros anuales.
Ganancias publicitarias: Tiene contratos con ocho prestigiosas marcas. Su ingreso por vender su imagen es de más de 10 millones de euros por año.
Contando dinero
• Para impulsar uno de los discos de su esposa Victoria, cantó en la canción 'Out of Your Mind'.
• Su mansión en Inglaterra es denominada Beckingham Palace. Cuando jugaba en Manchester, organizaba fiestas a las que asistían Elton John y Phil Collins. Allí construyó su propio campo de golf.
• Le habrían ofrecido 15 millones de euros por los derechos de una película sobre su vida. No aceptó.
• Tiene catorce automóviles lujosos.
• Algunas de las cartas que escribió de joven fueron subastadas: pagaron 1.500 dólares.
• Viste diseños de Versace, Dolce&Gabbana y Armani.

118 Los goles que lleva en 617 partidos. Jugó en Manchester (397 encuentros, 86 goles), Preston (5/2), Real Madrid (128/14) e Inglaterra (87/16).

PUBLICADO EN FOX SPORTS (EDICIÓN EL SALVADOR) Nº4, MAYO DE 2006

lunes, 24 de noviembre de 2008

Mundo Messi


DETRÁS DE LA MAYOR APARICIÓN ARGENTINA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, EXISTE UN UNIVERSO APARTE: SU BARRIO, SU ESCUELA, SU PRIMER CLUB Y SUS AMIGOS SON EL PUNTO DE PARTIDA INELUDIBLE PARA CONOCER AL VERDADERO ORIGEN DE LIONEL.

La historia, como casi todas las historias, comenzó en un hospital, la Clínica Italiana de Rosario. Pero esta historia, como casi ninguna de las historias, haría precioso cada lugar que el protagonista iluminó.
Lionel Andrés Messi nació el 24 de junio de 1987. Jugó en Newell’s Old Boys. Sufrió un desajuste hormonal. Viajó a España. Lo contrató Barcelona y se convirtió en una estrella. La historia es conocida, sí. Pero la verdadera historia, escondida entre la timidez de algunos protagonistas y el silencio de otros, asoma, reluce, se alimenta. Se transforma en una leyenda que suma páginas cada día.

El doctor Norberto Luis Odetto atendió el parto en el que Celia Cuccittini y Jorge Messi vieron nacer a su tercer hijo, que pesó 3,6 kilos: “A Lionel no volví a verlo –reconoce Odetto–, y evidentemente no recuerdo cada uno de los partos de mi carrera. Pero la sensación es rara, me lo hacen notar seguido”.

Lionel vivió su infancia, junto a sus padres y a sus hermanos Rodrigo y Matías (después nacería María Sol), en una casita de la calle Lavalleja, ubicada en el barrio de La Bajada, cuatro kilómetros al sudeste del centro de Rosario. Un barrio de puertas abiertas y chicos jugando en las veredas. Un barrio sin seguridad privada y sin más lujos que la compañía de los seres queridos. “Era muy tímido con todos, callado, pero conmigo hablaba más –recuerda Cintia Arellano, su mejor amiga–. Todo el tiempo estaba en su casa, sólo salía para jugar a la pelota. O se iba a lo de su tía Marcela y volvía, nada más. Lo único que le gustaba era el fútbol”.

“Era un iluminado de Dios. ¿Viste cuando uno dice ‘éste va a ser así’? Él es futbolista desde que nació”
, cuenta la madre de Cintia, Claudia, quien cuidaba a Lionel cuando su mamá no podía. En la angosta calle Lavalleja, rodeado de chicos más grandes que él, empezó a llamar la atención. “Cuando jugaba, le pegaban, se caía y lloraba, pero enseguida se paraba y seguía corriendo. Se notaba que era distinto: la habilidad que tenía, la rapidez…”, rememora Cintia. “Jugaba con sus dos hermanos. El Pulga era chiquito y ellos para pararlo lo cagaban a patadas –dice entre risas un integrante de la familia Quiroga, vecinos de enfrente–. Él lloraba, y entonces ellos le pegaban para que no siga llorando y no los rete la mamá. Vi cómo lo pateaban los hermanos, cómo se la bancaba de chiquito, y digo: ¿cómo no se va a bancar las patadas de los del Chelsea?. Los chicos no jugaban todo el día a la pelota, pero él sí. Se iban todos y él seguía solo, en el portón. Mi suegra lo retó muchas veces porque era tarde y seguía con los pelotazos, jaja”.

Chico entre los chicos
Su destino próximo fue el club Grandoli, donde también jugaban sus hermanos. Fundado el 12 de febrero de 1980, ubicado sobre la calle Laferrere al 4700, en sus canchitas de tierra --y algo de pasto-- jugó Lionel desde los 4 hasta los 6 años. “Era un distinto, habilidoso, los pasaba a todos”, asegura Salvador Aparicio, su primer entrenador. Y relata: “A los chicos los hacía trotar, saltaban un poco y enseguida les daba la pelota. Yo quería que jueguen…”. Aparicio dejó el puesto de entrenador en 2005, pero sigue presente en las actividades del club. Al equipo de Lionel también lo dirigió, durante algunos meses, el propio Jorge Messi.

En Grandoli se juntan más de cien personas cada vez que hay partido. Allí los chicos juegan desde los 4 hasta los 13 años. Gonzalo Díaz fue compañero de Messi durante sus tres años en el club. Juntos, ganaron todo lo que jugaron. “Él agarraba la pelota y la jugada terminaba en gol. Marcaba la diferencia aunque le pegaran. Acá es así: si sos chiquito y jugás bien, te rompen todo”, impone mientras recuerda a los compañeros de equipo, como Emmanuel Biancucchi, arquero y primo de Lionel. Del club surgieron otros jugadores como Maxi Biancucchi (también primo de Messi, juega en Fernando de la Mora, de Paraguay) y Gustavo Arriola (pasó por Rosario Central, Colombia, México y Bolivia).
“Acá hay muchos que se destacan. Vi a varios que podrían haber sido como Messi, pero no tuvieron constancia para entrenar”, exagera Gonzalo. ¿Exagera?
Las quince cuadras que separan a la casa de los Messi del club fueron recorridas por Lionel y su abuela materna, Celia, ante cada entrenamiento. Ella no lo vio jugar en Primera: murió antes de que se fuera a España. La otra tristeza fue el motivo por el que Messi dejó Grandoli. Siempre iba a los partidos acompañado por su familia, pero en una ocasión su padre no pudo pagar los $2 de la entrada. Pidió que por una vez lo dejasen pasar, pero no. Ésa fue la última tarde que Lionel Messi usó la camiseta naranja de Grandoli.

El primero de la fila
Paralelamente al fútbol –en realidad, nada en el Mundo Messi es paralelo al fútbol–, Lionel hizo el jardín y la primaria en la Escuela Nº66 General Las Heras (al igual que Horacio Ameli). Linda, amplia y típica, allí permanece el recuerdo del pequeñito Lío gambeteando compañeros con una pelota, un bollo de papel o una plasticola. Las maestras coinciden en que no se destacaba, pero era un alumno aceptable. De 1º a 4º grado, concurrió en el turno tarde. “Yo era maestra de 4º de la mañana –comenta Viviana Kosciuk–. Mi grado participó en un Intercolegial y, como faltaban chicos, invitaron a Lionel, que era de la tarde: salimos campeones invictos. Al año siguiente lo tuve como maestra en Lengua y Sociales. Era tímido, callado. A mí no me gusta el fútbol, pero cuando juega Leo lo veo sí o sí”. “No era de los que revolucionaban la clase, era tranquilo. El fútbol era su pasión y se dedicaba a eso –se suma con dulzura Andrea Sosa, su “seño” de matemáticas en 5º y 6º grado–. Incluso era buscado por chicos de otros grados para que juegue en sus equipos. Era chiquitito, flequilludo y siempre fue el primero de la fila”.

Su maestra de 7º grado, Silvana Suárez, recuerda las palabras de su hijo, que cursaba con él: “¡Cómo juega al fútbol ese pibe!”. “Jamás tuvimos un problema con Leo –dice Silvana-. Su familia es gente muy buena. Lo que más recuerdo es su carita dulce y su sonrisa permanente”. Su eterna amiga Cintia hizo el jardín y la primaria con él, y siempre tiene algo que aportar cuando de Piqui se trata. ¿Piqui? “Sí, le decían así. Un día un chico le gritó ‘Piqui, vení’, y le quedó. Yo era la que le pasaba los machetes en la regla, jaja. Él era muy vago, pero no le iba mal. Cuando jugaban a la pelota en gimnasia, los chicos sabían que el que ganaba el pan y queso ganaba el partido, porque lo elegía a él”.
El colegio secundario, en cambio, fue apenas un suspiro. Lionel cursó los primeros cuatro meses y entonces se fue del país.

La gran ilusión, la gran desilusión
Se debe subrayar un dato: la familia Messi es fanática de Newell’s, excepto Matías, hermano de Lionel. Al menos lo eran cuando lo llevaron ahí luego del paso por Grandoli, con la intención de que juegue en las Divisiones Inferiores. Pasó la prueba y enseguida se destacó. Todo marchó bien hasta que en 1998 se descubrió el bajo número de sus hormonas de crecimiento. “Sí, sí, también lo iba a ver cuando jugaba en Newell’s –certifica Cintia, demostrando haber compartido cada paso de Lío–. También los pasaba a todos y hacía goles. Durante el tratamiento se tenía que dar inyecciones todos los días, y lo hacía él mismo. Y cuando nos enteramos de que el club no le iba a pagar los gastos nos pusimos todos muy tristes”.

En principio, tanto Newell’s como Acindar, la metalúrgica donde trabajaba Jorge, iban a aportar los $900 por mes que costaba el tratamiento. La ayuda duró poco. Jorge reclamaba una y otra vez cuotas de 200 pesos que se atrasaban. La situación económica familiar era preocupante. Entonces, Jorge consiguió una posibilidad de trabajar en España. Lionel tenía 13 años. “Cuando los chicos del barrio le hicieron la despedida a Lío estuve con él –relata Cintia–. Me abrazaba y me decía: ‘No llores, no llores’ ”. El barrio también lo despidió con emoción. Jorge y Lionel se fueron para no volver. Si todo iba bien, el resto de la familia se sumaría a la odisea española.

Grande entre los grandes
Es casi innecesario repetir que, al llegar a Barcelona, bastó una prueba con pelota para que el club se hiciera cargo (sin demoras ni excusas) del tratamiento de Lionel. El dato desconocido es cómo superó el proceso lógico de adaptación. “Lo que lo ayudó mucho durante los primeros meses en España –cuenta Cintia– es que en la pensión había otros chicos argentinos. Iba al colegio y practicaba con ellos. Es que a los argentinos siempre los tienen un poco de lado”, retrata con crudeza. Evidentemente, viajar al extranjero a los 13 años no es un paraíso para nadie. Lionel, chiquito aún, lo superó con grandeza.

En Barcelona, el trato profesional es placentero para Lionel, quizá como nunca podría haber sido en Argentina. En un año, los catalanes le dieron tres aumentos salariales sin que él ni su familia lo solicitaran. Incluso, por la relevancia de su contrato actual (entre 6 y 7 millones de euros anuales) el presidente del club, Joan Laporta, reunió al plantel y le explicó los motivos por los que se le pagaba esa suma. Y no sólo lo profesional es placentero: la amistad con Ronaldinho creció hasta tal punto que Messi se mudó a dos cuadras de la casa del brasileño. Es así: las nuevas páginas del libro de Lío se escriben en catalán.

Rosario siempre…
Hubo vueltas olímpicas en España, pero también hubo vueltas en Argentina: vuelta a casa, al club, a la escuela… El último retorno al barrio fue en las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Se juntaron alrededor de cuatrocientas personas, que incluso llegaban desde otros lugares. “Lo molestaban muchísimo –dice Don Quiroga–. En esos días, él se ponía a hablar con alguien y enseguida se juntaban diez personas alrededor y no podía seguir. Venir acá se le hace cada vez más difícil”.

En Grandoli también se reunió mucha gente. Lionel saludó a todos los chicos del club y conversó con su primer entrenador. Tampoco dejó de lado a la escuela. “Vino el 8 de julio, cuando la institución cumplió 53 años. Hicimos un acto formal –apunta la señorita Andrea– y pedimos que no faltara nadie. Los chicos pensaban que íbamos a repartir chocolate, jaja. Pero no: cuando terminó el acto apareció Lionel y se volvieron locos. A los más chiquitos les firmó autógrafos uno por uno, y pasó por todos los grados”.


Vivir sin Lionel
El barrio La Bajada es “el barrio de Messi”, esté o no ahí. Su mamá y dos de sus hermanos siguen viviendo allí entre cada viaje a España. Sus ex maestras sufren frente a la tele cada vez que lo golpean. A Cintia hasta la visitaron periodistas japoneses queriendo saber más sobre “Lío”. “Cuando salgo, todos me conocen como ‘la amiga de Messi’. No saben mi nombre, pero saben eso. Mis amigas están enamoradas de él, me piden que les cuente. Por suerte mi novio no está celoso… ¡porque también es fanático! ‘Pedile una remera’, me dice”. Cintia tiene camisetas de todo tipo y color, firmadas por su amigo Lío. Las guarda intactas, sin quitarle las etiquetas. Casi del mismo modo que La Bajada guarda cada recuerdo, cada momento y cada anécdota del Mundo Messi. Intactos. Y sin etiquetas.


***EL BOTELLAZO DE LA ABUELA

Antes de Barcelona-Real Madrid, Messi había tenido otros clásicos. Porque Grandoli, su primer club, tiene tres rivales tradicionales: Alice, Nuevo Horizonte e Independencia. En un encuentro ante Alice, siempre jugado con alguna pierna fuerte, se armó una revuelta. Enseguida entraron los padres y se pelearon entre ellos. Nerviosa, la abuela de Lionel, Celia, “le revoleó una botella de vidrio por la cabeza a uno de Alice –recuerda Salvador Aparicio (foto), quien era el entrenador de Grandoli–. Por suerte no lo lastimó mucho. Lo mejor fue que ese partido al final lo ganamos”.

PUBLICADO EN FOX SPORTS (ARGENTINA) Nº1, ABRIL DE 2006

jueves, 20 de noviembre de 2008

Baghdatis no está solo


SURGIDO DESDE LA PEQUEÑA ISLA DE CHIPRE, SE CONVIRTIÓ EN EL ÍDOLO DE LAS MINORÍAS. PERO NO ES EL ÚNICO JUGADOR QUE DESPERTÓ A ALGÚN PAÍS QUE, ANTES, NI SIQUIERA FIGURABA EN EL MAPA TENÍSTICO.

El pequeño Marcos tomó una raqueta por primera vez en su pueblo, Limassol, y comenzó a jugar en uno de los apenas doce clubes de tenis que existían en Chipre. Quince años después, Marcos Baghdatis es el más reconocido de los 796.823 habitantes de su país. Su popularidad alcanzó el máximo nivel este año, al ser finalista del Abierto de Australia. Demostró que no es imprescindible ser originario de un territorio con raíces tenísticas para triunfar en el circuito y generó que los aficionados comiencen a analizar a los jugadores sin subestimarlos por su nacionalidad. La pregunta, entonces, surge espontánea: ¿quién puede ser el próximo Baghdatis? ¿Desde qué lugar insospechado puede aparecer una estrella del tenis?

El pasado
Siempre hubo casos de jugadores que despertaron a países tenísticamente dormidos. El histórico bajo nivel de Noruega, por ejemplo, chocó contra la habilidad de Christian Ruud, quien durante su etapa juvenil no perdió ningún partido. En 1995 fue 39º pero, pese a todo, en Noruega no creció la práctica del tenis. En Ecuador, en cambio, el sorprendente éxito de Andrés Gómez (campeón de Roland Garros 1990) tuvo sucesión en Nicolás Lapentti.
Entre las mujeres se destacan tres casos. Yayuk Basuki, nacida en una de las 13.667 islas que componen Indonesia, llegó al 19º lugar y fue la primera campeona de su país. Leila Meskhy representó a Georgia, estado que se independizó en 1991 y que, un año después, ganó (gracias a ella) una medalla en Barcelona ’92. Y Angélica Gavaldón, la hermosa mexicana que inició el estilo de las jugadoras-modelos, llegó al 34º puesto en 1996, nunca igualado en el país azteca.

El presente
Los casos actuales son aun más curiosos. El Gran Ducado de Luxemburgo tiene menos de 83 mil habitantes. Sin embargo, uno de ellos, Gilles Muller, fue en 2001 el número uno juvenil. Mejoró su técnica en Francia e ingresó al lote de los 60 primeros, logro sólo alcanzado por una mujer: Anne Kremer (18ª).
El frío, en invierno, no permite jugar al tenis en Finlandia a techo descubierto: la temperatura alcanza los 30 grados bajo cero. A Jarkko Nieminen no le importó y, cuando Björn Borg lo vio jugar, dijo: “Puede convertirse en una figura destacada”. Este año ganó su primer título ATP. Su esposa, Anu Weckstrom, es la mejor jugadora de badminton de Finlandia, país al que ambos representaron en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Hablar de tenis en Dinamarca es hablar de Kenneth Carlsen. En un país donde imperan el fútbol, el golf y el ciclismo (las bicicletas se alquilan de forma gratuita), él -desde 1991- le hace un lugar al tenis. Su mejor posición fue 43º y jugó más de 500 partidos. Carlsen es miembro de la Asociación del Corazón de Dinamarca (una organización de beneficencia) y participa activamente en la defensa de los derechos de los elefantes en África.
El entusiasmo por Nieminen o Carlsen en sus países no es comparable con el fervor por Paradorn Srichaphan en Tailandia: lo aclaman por ser el mejor jugador asiático de la historia (fue 9º del mundo). Su talento lo hizo tan conocido como su exotismo: es aficionado al rojo (en Tailandia es el color de la victoria) y, antes de los partidos, recoge pasto o polvo de ladrillo de la cancha y se lo guarda en el bolsillo como amuleto. Embajador cultural de su país, en 2003 fue elegido Tailandés del Año y uno de los 29 héroes de Asia.

Ellas también pueden
Hay mujeres que generan orgullo en sus países. Dally Randriantefy nació en la isla de Madagascar, un mosaico de 18 etnias diferentes que sufre un alto grado de contaminación. La única referencia tenística de Madagascar era que allí había nacido Roland Garros, un valiente aviador de la Primera Guerra Mundial que no tuvo relación con el tenis. Aun así, un Grand Slam lleva su nombre. Sin competencia local, Randriantefy buscó rivales en los torneos más importantes. Llegó a ser 44ª del ranking y su carrera sigue en ascenso.
India, en tanto, disfruta de Leander Paes (ex Nº1 en dobles), pero no existió ninguna tenista profesional antes de Sania Mirza. Con 1,53m de estatura, a los 18 años fue la primera hindú en ganar un torneo y, en doce meses, pasó del puesto 326 al 31. Revolucionó a sus compatriotas por su vestimenta: el sector más radical de la cultura islámica la amenazó por utilizar vestidos que descubrían sus piernas y se hicieron manifestaciones en las que quemaron sus fotos. Ese odio contrastó con la obtención del título en Hyderabad, India, donde miles de aficionados la vivaron durante y después de la final. “En mi país jugaba sobre canchas de tierra, llenas de agujeros y en las que me torcía el tobillo doce veces por día”, recuerda Sania.
Polonia también tuvo un gran tenista en el pasado (Wojtek Fibak), pero le faltaban mujeres en el circuito. Nacida en Varsovia, la bella Marta Domachowska rompió esa regla tácita y se transformó en estandarte de los polacos. Ingresó en el grupo de las 50 mejores del planeta y es imprescindible para su país en la Copa Federación: con sólo 20 años, ya disputó 42 encuentros.
Existen más casos de buenos tenistas surgidos en países sin tradición, como Juan Antonio Marín (Costa Rica), Catalina Castaño (Colombia), Sargis Sargsian (Armenia), y Maret Ani y Kaia Kanepi (Estonia). Mientras que Eleni Danilidou (Grecia), Frederica Piedade (Portugal) y Selima Sfar (Túnez) pelean debajo del centésimo puesto.
En Zimbabwe, colonia británica hasta 1980 y uno de los países más pobres del mundo, la esperanza de vida es de 38 años y el 10% de la población es analfabeta. Dentro de ese panorama, existe una clase alta, de la que provienen los hermanos Byron y Cara Black, únicos africanos que lideraron un ranking mundial (lo lograron en dobles). Ayudados por su padre -también tenista-, ellos y otro hermano, Wayne, son la imagen de Zimbabwe en el deporte. Cara sigue entre las mejores y acumula records: jugó más de 1.100 partidos. En la Copa Federación, para encontrarle pareja, Zimbabwe recurrió a Julia Muir, quien no figuraba en los listados de la WTA.
Nombres y más nombres de tenistas que ya son héroes modernos en sus países y que pueden seguir creciendo. ¿Quién conseguirá que su juego lo lleve a los titulares de todos los periódicos del mundo? La respuesta, desconocida hasta ahora, deja lugar, al menos, a una precisión: en el mundo del tenis, Baghdatis no está solo.

PUBLICADO EN FOX SPORTS (EDICIÓN EL SALVADOR) Nº3, ABRIL DE 2006

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Capitanes argentinos de Copa Davis

Alejandro Echagüe (foto)
Estuvo al frente del equipo durante una serie: en abril de 1968 enfrentó a Venezuela. Modesto Vázquez, Norberto Herrero y Roberto Aubone perdieron 3-2 en Caracas por la primera fase de la Zona Sudamericana. Cuando la Argentina volvió a jugar, un año después, Echagüe ya no estaba. En los años siguientes se dedicaría a la enseñanza en el Belgrano Athletic, donde ayudó en el surgimiento de figuras como José Luis Clero, Fernando Dalla Fontana o Ivanna Madruga. Murió en marzo de 2008.

Elio Lito Álvarez
“¿Qué hubiera pasado si no se cruzaba Lendl en nuestro camino?”, se habrá preguntado Lito Álvarez luego del final de su capitanía en la Copa Davis. Nacido en España, viajó a la Argentina en 1950 y empezó a practicar a los 11 años. Como jugador fue finalista de Hilversum 1977 y ganó un ATP en dobles. En 1978, en su debut como líder en la Davis (la había jugado desde 1969), venció 4-1 a Ecuador como capitán y jugador. En la final sudamericana le ganó 3-2 a Chile en Buenos Aires, pero en la definición americana, sobre la rápida carpeta de Memphis, Estados Unidos venció 4-1. En 1980, sólo como capitán, con Clerc y Vilas en el equipo, liquidó a Brasil por 4-1 en Sao Paulo y tuvo revancha ante Estados Unidos, en el Buenos Aires Lawn Tennis, donde se ganaron todos los singles para festejar el 4-1 final y el acceso al Grupo Mundial. El rival al que se recibió, Checoslovaquia, hacía posible superar la primera ronda, pero hubo que conformarse con admirar a Iván Lendl, quien ganó sus tres puntos para que los europeos triunfasen 3-2. En medio de la desazón, Lito Álvarez dejó su puesto.

Ricardo Cano
Tras disputar la Copa Davis como jugador durante once años, Ricardo Cano asumió la capitanía en agosto de 1982 para mantener a la Argentina en Primera. “Los primeros días me sentía una sirvienta: buscar las bebidas, preparar las toallas…”, contó. Pero consiguió la permanencia al derrotar 3-2 a Alemania. La gran campaña en el Grupo Mundial ’83 (venció 3-2 a Estados Unidos y 5-0 a Italia) se cortó en semifinales, cuando la Suecia de Mats Wilander se llevó la serie por 4-1. Cano siempre sufrió la pelea entre Vilas y Clerc: “Ninguno cede nada para permitir una convivencia aceptable”, se lamentaba. Dijo que renunciaría si la AAT (que elegía a los jugadores) volvía a convocar a ambos. Y, días después, tuvo que presentar su renuncia.

Gerardo Wortelboer
Tan poco conocido era Gerardo Wortelboer antes de su capitanía que, desde que asumió en diciembre de 1983, los medios lo llamaron “Wolterboer” durante varias semanas. Jugador de buen nivel en los ’60, dirigió una escuela de tenis en Texas hasta su convocatoria. “Para cualquiera, esto es un poco el sueño dorado”, dijo. El debut fue ante Alemania en la primera fase del Grupo Mundial ’84: Vilas y Clerc (peleados entre sí) le dieron la victoria por 4 a 1. En cuartos de final, Estados Unidos eliminó a la Argentina al ganarle 5 a 0. Jugar sin Ganzábal, De la Peña (excluidos por la Asociación) y Vilas (enemistado con Clerc) fue demasiada ventaja en 1985. Derrotas contra Ecuador (4-1) y Unión Soviética (3-2) hicieron descender al equipo. “La culpa es de todos”, sentenció Wortelboer antes de dejar el cargo.

PUBLICADO EN 'EL GRAN TENIS ARGENTINO', SEPTIEMBRE DE 2005

domingo, 9 de noviembre de 2008

Frana-Miniussi: bronce pese a todo

Frana saca, Miniussi espera. Ganaron la única medalla argentina en Barcelona '92.

La aleación entre Javier Frana y Christian Miniussi en oídos argentinos significa la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos Barcelona '92.
Habían debutado como pareja en la Copa Davis 1986, ganaron el ATP de Florencia y continuaron unidos hasta 1988. Volvieron a juntarse para Roma 1990 y se separaron luego de nueve torneos sin éxitos. Aunque para 1992 su relación era tirante, se unieron para un último y definitivo esfuerzo. En unos Juegos fantásticos, llegaron a semifinales y quedaron a un paso de la final: perdieron un partido épico ante los alemanes Boris Becker y Michael Stich por 6-7, 2-6, 7-6, 6-2 y 4-6. Esa medalla de bronce fue el mejor recuerdo para una dupla que, a pesar de sus diferencias personales, hizo historia.

57 Los partidos que jugaron como pareja de dobles. Ganaron 30 y perdieron 27. Obtuvieron una medalla de bronce olímpica, el título en Florencia 1988 y llegaron a otras dos finales.

PUBLICADO EN 'EL GRAN TENIS ARGENTINO', SEPTIEMBRE DE 2005