jueves, 20 de noviembre de 2008

Baghdatis no está solo


SURGIDO DESDE LA PEQUEÑA ISLA DE CHIPRE, SE CONVIRTIÓ EN EL ÍDOLO DE LAS MINORÍAS. PERO NO ES EL ÚNICO JUGADOR QUE DESPERTÓ A ALGÚN PAÍS QUE, ANTES, NI SIQUIERA FIGURABA EN EL MAPA TENÍSTICO.

El pequeño Marcos tomó una raqueta por primera vez en su pueblo, Limassol, y comenzó a jugar en uno de los apenas doce clubes de tenis que existían en Chipre. Quince años después, Marcos Baghdatis es el más reconocido de los 796.823 habitantes de su país. Su popularidad alcanzó el máximo nivel este año, al ser finalista del Abierto de Australia. Demostró que no es imprescindible ser originario de un territorio con raíces tenísticas para triunfar en el circuito y generó que los aficionados comiencen a analizar a los jugadores sin subestimarlos por su nacionalidad. La pregunta, entonces, surge espontánea: ¿quién puede ser el próximo Baghdatis? ¿Desde qué lugar insospechado puede aparecer una estrella del tenis?

El pasado
Siempre hubo casos de jugadores que despertaron a países tenísticamente dormidos. El histórico bajo nivel de Noruega, por ejemplo, chocó contra la habilidad de Christian Ruud, quien durante su etapa juvenil no perdió ningún partido. En 1995 fue 39º pero, pese a todo, en Noruega no creció la práctica del tenis. En Ecuador, en cambio, el sorprendente éxito de Andrés Gómez (campeón de Roland Garros 1990) tuvo sucesión en Nicolás Lapentti.
Entre las mujeres se destacan tres casos. Yayuk Basuki, nacida en una de las 13.667 islas que componen Indonesia, llegó al 19º lugar y fue la primera campeona de su país. Leila Meskhy representó a Georgia, estado que se independizó en 1991 y que, un año después, ganó (gracias a ella) una medalla en Barcelona ’92. Y Angélica Gavaldón, la hermosa mexicana que inició el estilo de las jugadoras-modelos, llegó al 34º puesto en 1996, nunca igualado en el país azteca.

El presente
Los casos actuales son aun más curiosos. El Gran Ducado de Luxemburgo tiene menos de 83 mil habitantes. Sin embargo, uno de ellos, Gilles Muller, fue en 2001 el número uno juvenil. Mejoró su técnica en Francia e ingresó al lote de los 60 primeros, logro sólo alcanzado por una mujer: Anne Kremer (18ª).
El frío, en invierno, no permite jugar al tenis en Finlandia a techo descubierto: la temperatura alcanza los 30 grados bajo cero. A Jarkko Nieminen no le importó y, cuando Björn Borg lo vio jugar, dijo: “Puede convertirse en una figura destacada”. Este año ganó su primer título ATP. Su esposa, Anu Weckstrom, es la mejor jugadora de badminton de Finlandia, país al que ambos representaron en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Hablar de tenis en Dinamarca es hablar de Kenneth Carlsen. En un país donde imperan el fútbol, el golf y el ciclismo (las bicicletas se alquilan de forma gratuita), él -desde 1991- le hace un lugar al tenis. Su mejor posición fue 43º y jugó más de 500 partidos. Carlsen es miembro de la Asociación del Corazón de Dinamarca (una organización de beneficencia) y participa activamente en la defensa de los derechos de los elefantes en África.
El entusiasmo por Nieminen o Carlsen en sus países no es comparable con el fervor por Paradorn Srichaphan en Tailandia: lo aclaman por ser el mejor jugador asiático de la historia (fue 9º del mundo). Su talento lo hizo tan conocido como su exotismo: es aficionado al rojo (en Tailandia es el color de la victoria) y, antes de los partidos, recoge pasto o polvo de ladrillo de la cancha y se lo guarda en el bolsillo como amuleto. Embajador cultural de su país, en 2003 fue elegido Tailandés del Año y uno de los 29 héroes de Asia.

Ellas también pueden
Hay mujeres que generan orgullo en sus países. Dally Randriantefy nació en la isla de Madagascar, un mosaico de 18 etnias diferentes que sufre un alto grado de contaminación. La única referencia tenística de Madagascar era que allí había nacido Roland Garros, un valiente aviador de la Primera Guerra Mundial que no tuvo relación con el tenis. Aun así, un Grand Slam lleva su nombre. Sin competencia local, Randriantefy buscó rivales en los torneos más importantes. Llegó a ser 44ª del ranking y su carrera sigue en ascenso.
India, en tanto, disfruta de Leander Paes (ex Nº1 en dobles), pero no existió ninguna tenista profesional antes de Sania Mirza. Con 1,53m de estatura, a los 18 años fue la primera hindú en ganar un torneo y, en doce meses, pasó del puesto 326 al 31. Revolucionó a sus compatriotas por su vestimenta: el sector más radical de la cultura islámica la amenazó por utilizar vestidos que descubrían sus piernas y se hicieron manifestaciones en las que quemaron sus fotos. Ese odio contrastó con la obtención del título en Hyderabad, India, donde miles de aficionados la vivaron durante y después de la final. “En mi país jugaba sobre canchas de tierra, llenas de agujeros y en las que me torcía el tobillo doce veces por día”, recuerda Sania.
Polonia también tuvo un gran tenista en el pasado (Wojtek Fibak), pero le faltaban mujeres en el circuito. Nacida en Varsovia, la bella Marta Domachowska rompió esa regla tácita y se transformó en estandarte de los polacos. Ingresó en el grupo de las 50 mejores del planeta y es imprescindible para su país en la Copa Federación: con sólo 20 años, ya disputó 42 encuentros.
Existen más casos de buenos tenistas surgidos en países sin tradición, como Juan Antonio Marín (Costa Rica), Catalina Castaño (Colombia), Sargis Sargsian (Armenia), y Maret Ani y Kaia Kanepi (Estonia). Mientras que Eleni Danilidou (Grecia), Frederica Piedade (Portugal) y Selima Sfar (Túnez) pelean debajo del centésimo puesto.
En Zimbabwe, colonia británica hasta 1980 y uno de los países más pobres del mundo, la esperanza de vida es de 38 años y el 10% de la población es analfabeta. Dentro de ese panorama, existe una clase alta, de la que provienen los hermanos Byron y Cara Black, únicos africanos que lideraron un ranking mundial (lo lograron en dobles). Ayudados por su padre -también tenista-, ellos y otro hermano, Wayne, son la imagen de Zimbabwe en el deporte. Cara sigue entre las mejores y acumula records: jugó más de 1.100 partidos. En la Copa Federación, para encontrarle pareja, Zimbabwe recurrió a Julia Muir, quien no figuraba en los listados de la WTA.
Nombres y más nombres de tenistas que ya son héroes modernos en sus países y que pueden seguir creciendo. ¿Quién conseguirá que su juego lo lleve a los titulares de todos los periódicos del mundo? La respuesta, desconocida hasta ahora, deja lugar, al menos, a una precisión: en el mundo del tenis, Baghdatis no está solo.

PUBLICADO EN FOX SPORTS (EDICIÓN EL SALVADOR) Nº3, ABRIL DE 2006

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