viernes, 30 de septiembre de 2011

Siempre Academia

Editorial de “Cien ídolos de Racing”, por Martín Estévez

Ningún apodo de los existentes en el fútbol argentino resume tan bien la historia de un club como La Academia. Racing es La Academia porque enseñó una nueva forma de jugar en nuestro país: el estilo criollo. Desde los orígenes del fútbol hasta la década de 1910, la pelota vivía en el aire. Pelotazos frontales, muchos pases largos y centros en busca de algún cabezazo fortuito: el estilo inglés. Racing fue el primer campeón que jugaba con la pelota por el piso, toques cortos, vistosidad, juego de equipo: el sello argentino.

Sus siete títulos consecutivos entre 1913 y 1919 marcaron un hito, una refundación: el fútbol argentino era, por fin, argentino. La sucesión de logros (21 títulos en el Amateurismo, primer tricampeonato profesional, primer equipo argentino campeón del mundo) terminaron de adornar la parte más gloriosa de su historia. En la década del 70 comenzó otra etapa: más compleja, más dramática, con menos festejos (dos títulos en 43 años). Y, sin embargo, tan representativa e importante como la anterior.

Si Racing se había hecho grande por sus triunfos, siguió siendo grande por sus hinchas. Durante cuatro décadas, abuelos y nietos, padres e hijos, tíos y sobrinos revalidaron el sobrenombre de La Academia enseñándose unos a otros la fidelidad, la paciencia, la pasión, la fe. La esperanza. Racing descendió, quebró, perdió una y otra y otra vez, y ellos siempre estuvieron ahí: llenaron el estadio cuando volvió a Primera División en 1985, cuando no podía jugar en 1999, cuando sobrevivió a la Promoción en 2008.

En esta edición especial hemos decidido honrar las dos partes de la historia. Están aquí, claro, los ídolos triunfantes, ganadores y campeones; pero están también los ídolos que enorgullecieron a los hinchas en los momentos más difíciles, los valientes, los que no necesitaron de vueltas olímpicas para instalarse en lo más profundo del corazón del hincha de Racing.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO: CIEN ÍDOLOS DE RACING (FEBRERO DE 2011)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Los hits (enero de 2011)

 
Los jugadores que se destacaron en el mes – por Martín Estévez

Siete top tens repetidos del mes pasado. Mientras Barcelona bate récords también en esta sección (tiene 5 entre los 12 mejores), un asiático se hizo un lugarcito.

1) Lionel Messi (Barcelona)
Líder por tercer mes consecutivo. Seis goles, triplete ante Betis. Crack.

2) Cristiano Ronaldo (Real Madrid)
Ni sus 23 goles en 20 partidos de liga le alcanzan para destronar a Lio.

3) Edinson Cavani (Napoli)
Vive una temporada consagratoria. Tremendo hat-trick ante la Juventus.

4) Andrés Iniesta (Barcelona)
A su inteligencia y armado de juego le suma gol: hizo 3. El otro as catalán.

5) Antonio Di Natale (Udinese)
Hizo 28 goles en la liga pasada, lleva 15 en ésta, 5 de ellos durante enero.

6) Pedro (Barcelona)
¡Seis goles en 22 días! En Barcelona brillan todos, pero no tanto como él.

7) Xavi Hernández (Barcelona)
Otro del líder de España. Por algo es uno de los tres mejores del mundo.

8) Hulk (Porto)
Un mimado de esta sección: ya suma 17 goles en 17 partidos de liga portuguesa.

9) Samuel Eto’o (Internazionale)
El Inter campeón del mundo juega mal, pero él sigue haciendo goles.

10) Robin Van Persie (Arsenal)
Un gol a Leeds, uno a Birmingham, dos a West Ham, tres a Wigan... La rompió.

Del 11 al 20: 11) Zlatan Ibrahimovic (Milan), 12) David Villa (Barcelona), 13) Neymar (Brasil Sub 20), 14) Petr Cech (Chelsea), 15) Giuseppe Rossi (Villarreal), 16) Helton (Porto), 17) Carlos Tevez (Manchester City), 18) Ja-Cheol Koo (Corea del Sur), 19) Martín Palermo (Boca), 20) Frederic Kanouté (Sevilla).

PUBLICADO EN EL GRÁFICO N°4407 (FEBRERO DE 2011)

lunes, 19 de septiembre de 2011

El medallero (enero de 2011)

Por Martín Estévez

Oro: Selección de Handball
Reconocemos que últimamente no le venimos dando demasiado lugar al handball en la revista, pero estamos a tiempo de remediarlo: el triunfo ante Suecia y el pase a la segunda fase del Mundial nos entusiasmó a todos. Que de la mano de Eduardo Gallardo...

Plata: Martín Palermo
El fútbol oficial está detenido en Argentina, pero él se las arregla para brillar más que su pelo. Todas las semanas aparece alguien pidiendo que se retire rápido, y todas las semanas él da motivos para quedarse para siempre. Esta vez, y otra vez, liquidó a River.

Bronce: Emanuel Ginóbili
Es el tercer mes consecutivo de Manu en el medallero. Oro, plata, bronce, todo le queda bien. ¿Qué hizo este mes, de especial? Metió 44 tiros libres consecutivos. Sí: cuarenta y cuatro. San Antonio sigue liderando la NBA gracias a él. ¡Barrilete cósmico!

Plomo: Walter Erviti
No es que nos pongamos del lado de los dirigentes, pero la verdad es que podría haber tenido una reacción más inteligente. Como no lo dejan irse de Banfield, patalea, falta a las prácticas y hace declaraciones explosivas. Con tu talento, eso no te hace falta, Walter.

Lata: Leonardo Mayer
El tenista correntino volvió luego de una larga inactividad por la fractura de una vértebra de su columna y la pasó mal: perdió 6-2, 6-0 y 6-4 ante Eduardo Schwank en el Abierto de Australia. Su último triunfo fue en mayo de 2010 y ahora peligra su lugar en el Top 100 de la ATP.

Sionista (Paraná)
Un mes fatídico. Apostó todas las fichas a la Liga de las Américas de básquet y quedó eliminado contra Cocodrilos de Venezuela. Cuando volvió y miró la tabla de posiciones de la Liga Nacional se encontró con la preocupante verdad: suma nueve derrotas consecutivas y pelea la permanencia.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO N°4407 (FEBRERO DE 2011)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Rodolfo Arruabarrena - Pensamiento lateral

Por Martín Estévez

Un mes después de anunciar su retiro del fútbol, el Vasco asumió la dirección técnica de Tigre y, fiel al puesto de toda su vida, ni se le ocurre juntar a cuatro centrales en la defensa. “Me gusta jugar con marcadores de punta y con enganche, afirma.

Las doce letras que conforman la palabra Arruabarrena generan tres ideas inmediatas en el cerebro. La primera, emparentarlo con la Generación Bianchi que ganó todo en Boca, más precisamente con la línea defensiva: Ibarra, Bermúdez, Samuel y Arruabarrena. La segunda idea es el recuerdo de su paso por el Villarreal de Manuel Pellegrini que llegó a las semifinales de la Champions League. Y la tercera... sí, la tercera idea transcurre en Mar Azul, “donde Arruabarrena sale a barrenar. ¿Podría el Vasco, en su nueva función de director técnico, aparecer de nuevo en una publicidad que nada tiene que ver con el fútbol? “Nooo... Bueno, no sé. Si la oferta es buena..., responde, y se ríe.

-Vasco, se conoce cómo jugabas y tu personalidad, pero nadie sabe mucho sobre el Arruabarrena técnico. ¿Cómo te definirías, cuáles son tus principios?
-Antes que nada, tener la pelota la mayor cantidad de tiempo posible. La posesión es importante. Que haya sociedades, que haya triangulaciones. Y me gusta jugar con laterales. Pero todo depende siempre de los momentos y del estado de ánimo de los jugadores. Tenemos un buen plantel.

-Más allá de las circunstancias, ¿tu idea es jugar con línea de cuatro en defensa y que entre esos cuatro haya dos laterales?
-Sí, es la idea. Ya llegó Mariano (Pernía) y hay dos o tres opciones que estamos evaluando. La idea es jugar con laterales y que los laterales suban, se proyecten.

-Hay que tenerle respeto al puesto después de toda una vida como lateral, ¿no?
-Sí, me gusta jugar con laterales. Sé que actualmente hay pocos y por eso tenemos que ir a buscar afuera, porque es difícil encontrarlos acá. Por ese motivo me puso contento la llegada de Pernía.

-¿Te interesa trabajar con las Inferiores en la formación de jugadores? Para formar laterales, por ejemplo.
-Sí, estamos muy en contacto con Fabio Radaelli (el coordinador) y con toda la gente de Inferiores. Los chicos se están entrenando con nosotros, en el mismo lugar. Hemos subido a cinco o seis pibes que tienen futuro, que deben ir trabajando, ser profesionales. Y lo están haciendo muy bien. Me pone contento, quiero que si tienen oportunidades las aprovechen; que estén preparados para jugar en Tigre o en cualquier otro lado.

-¿Cómo formaste al cuerpo técnico?
-El profe Julio Santella es uno de los mejores preparadores físicos que tuve en mi carrera. Con él me une algo personal. A Diego Markic lo conocía, vivimos en el mismo lugar, nuestras mujeres son amigas, teníamos buena relación. Así fueron llegando todos; son todos muy capaces. Yo soy un técnico nuevo, voy a tener limitaciones y necesito que el cuerpo técnico me diga “Esto está bien, esto está mal, acá le erraste, acá no”. Al que menos conocía era a Fernando Belloso, entrenador de arqueros. Pero hablé con un par de muchachos, con Miguel Ángel Russo, que ha trabajado con él, y por lo visto hasta ahora, es un fenómeno.

-Además de Russo, ¿con qué directores técnicos conversás habitualmente?
-Tengo los teléfonos de muchos, pero trato de no molestar. Hablo con Diego Cagna, con Juan Antonio Pizzi, con Russo, he charlado con Bianchi... No tengo problemas con nadie. Me han aconsejado muy bien.

-¿Qué tipo de jugador preferís? ¿El talentoso rebelde que rompe con la táctica o el...?
-(Interrumpe) Todo equipo necesita de esos jugadores. Uno puede darle diferentes maneras de jugar u opiniones sobre algunos movimientos, pero el jugador tiene que decidir. Tiene que tener esa rebeldía. Tampoco quiero que un 2 me vaya a jugar de 9, eh.

-Actualmente son pocos los equipos que juegan con enganche. ¿Te gustaría que Tigre lo tenga o va a depender de esos momentos de los que hablabas antes?
-Depende de la situación. No, de la situación no: del estado de ánimo, tanto de Cachete (Morales) como de Botta. Y también tengo a Emiliano, del que no me sale el apellido griego y dificilísimo que tiene (NdeR: se refiere a Emiliano Ellacopulos, que realizó su primera pretemporada). Pongo muchas esperanzas en ellos. Yo he jugado casi siempre con enganche en Boca, en Villarreal también. Voy a adaptarme a los momentos, a la circunstancia y al rival, pero me gusta jugar con enganche. De mitad de cancha hacia arriba tengo variedad: puedo jugar 3-1-2, 2-3-1, 4-2... Esperemos tener 20 o 21 jugadores parejos. Sería muy bueno para todos.

-¿Qué es lo que más te molestaba que le hiciera un director técnico a un jugador?
-La indiferencia. Hay que estar. Primero hay que ser un ejemplo: el tema de los horarios, de las concentraciones. Y hay que estar. Porque el que juega siempre está contento, pero en algunos momentos es más importante el que no juega. Este cuerpo técnico lo sabe y tratamos de estar en todo.

-¿Y que es lo que más te molestaría que un jugador te hiciera a vos como técnico? Lo que no perdonarías...
-La falta de respeto. Te vuelvo a repetir: si vas de frente, si vos cumplís con las pautas que en principio imponés, nadie te puede decir nada. Me ha sucedido: he llegado y he tenido que dejar a jugadores afuera, pero fui de frente, lo dije. Hay chicos que han rescindido su contrato, hay jugadores que han sido compañeros míos y que tuvieron que irse a préstamo; pero todos lo entienden, lo comprenden. Son profesionales.


No se suelta, el Vasco. Después de tantos años en el rol de futbolista, intenta separarse de esa imagen sin que resulte chocante, trata de hablar con más formalidad pero sin ser antipático. Se siente como cualquiera de nosotros cuando empezamos un nuevo trabajo: observado y con ganas de demostrar por qué lo eligieron.

-Este cambio en tu carrera, ¿lo planeaste así? ¿Creías que ibas a ser técnico tan rápido y en Primera División?
-No, estas cosas aparecen de golpe. Había hecho el curso, pero me retiré más por temas familiares que por otra cosa. Me gusta entrenar, me gusta concentrar, pero fui a Chile y estaba solo, mi familia me extrañaba. Eran señales. En un momento dije “ya está”. Y surgió todo esto. Fue muy rápido, pero estoy contento. Me gusta, cada vez me gusta más, y espero que los jugadores comprendan lo que quiero.

-Desde que asumiste, ¿nombraste la palabra “promedio o está prohibida hasta que empiece el torneo?
-En la primera charla dije que vamos a mirar el promedio porque es obvio, está ahí. Pero hay que tratar de trabajar y conseguir resultados. Si conseguís resultados, sumás puntos. Si sumás puntos, dejás de pensar en el promedio y, a la vez, podés aspirar a algo más. Pero hay que trabajar con tranquilidad, no hay que ser tan impaciente.

-¿Se puede jugar igual de local y de visitante?
-No es que se puede: se tiene que jugar igual. No sé por qué no se hace habitualmente. Tigre, de Caruso Lombardi para acá, sacó más puntos de visitante que de local. Quizás haya que tomar algunas precauciones porque el local te va a ir a buscar, pero se tiene que jugar igual. Si vos tenés la posesión de la pelota, tenés movilidad... La gente se puede oír durante los primeros dos, tres minutos. Después, son once contra once.

-¿Qué técnicos marcaron tu carrera? ¿De cuáles vas a tomar cosas para dirigir?
-Uno es Menotti. Si bien debuté con el Maestro Tabárez, él fue el que me dio más continuidad. También Carlos Bianchi, Manuel Pellegrini... y te agrego uno más: lo poco que he tenido a Marcelo Bielsa me ha gustado. Su forma de trabajo, la franqueza. Fueron solo tres o cuatro semanas: algunos amistosos, la Copa América y la clasificación para el Mundial, pero me encantó. Y no porque sean mis amigos, pero Juan Pizzi y Diego Cagna también laburan bien.

-Son muchos los que elogian a Bielsa aunque los haya dirigido poco tiempo. ¿Qué es lo que gusta de él?
-Que va de frente. Y eso, en la actualidad, el jugador lo valora bastante. Todos dan muchas vueltas. Marcelo, en el tiempo que ha estado conmigo, ha sido muy sincero. Y repito: ha hecho muchos trabajos que después se realizan en la cancha y sirven.

-Las famosas cintitas terminan sirviendo...
-Las cintitas, los trabajos en los laterales que no le he visto hacer a ningún otro técnico... Cosas que te quedan.

-¿Entonces veremos cintitas en algún entrenamiento de Tigre?
-(Sonríe) Haremos algunos trabajos específicos, por lo menos con los laterales. Después, Markic se encargará del medio. Pero sí, me gusta mucho trabajar con reducido. Esperemos poder hacerlo y que se trabaje con alegría, que también es importante.


El Vasco jugador
Ya es director técnico, pero es difícil no verlo un poco como futbolista. A veces hasta se mezcla con sus dirigidos en el entrenamiento y cuesta diferenciarlo del resto. Hace poco, muy poco, que Rodolfo Arruabarrena dejó el fútbol, y es un buen momento para recordar algunos momentos que vivió del lado de adentro de la línea de cal.
¿Tu mejor partido, Vasco? “El mejor fue contra Palmeiras, en la final de la Copa Libertadores 2000. Fue el partido de ida, empatamos 2-2 e hice los dos goles. Fue muy importante porque soy hincha de Boca y porque significaba mucho para nosotros. Buscamos mucho esa Libertadores. En Villarreal también tuve una buena Champions League y metí varios goles, pero ese partido con Boca tiene un valor sentimental muy fuerte.
¿El peor partido? “Contra Lanús, jugando para Tigre, el día que me saltó la térmica y dije que no tenía más ganas de jugar. Fue hace muy poco, hará un año y medio. Hacía calor, había llovido y desde antes del partido no sentía ganas de jugar. Ibamos perdiendo 3-0. Les pedí disculpas a los muchachos y a Diego Cagna. Supieron entender, fue un partido nada más.
¿La cancha más difícil? “No, ninguna. Incluso fui visitante en La Bombonera y no me pareció la más difícil. Sí sentís fastidio cuando te escupen. En Jujuy, por ejemplo, cuando ibas a sacar un lateral, escupían, escupían, escupían... Y encima, tenían buena puntería, ja. Te obligaban a sacar el lateral rápido; si no, el pelito terminaba arruinado.

PUBLICADO EN EL GRAFICO N°4407 (FEBRERO DE 2011)

viernes, 9 de septiembre de 2011

Matías Defederico: “Mi nivel es una incógnita”

Por Martín Estévez

Tiene 21 años pero ya brilló en Huracán, hizo un gol en la Selección y tuvo un paso frustrante por el fútbol brasileño. Tras confesar su amor por Independiente para impulsar su llegada al club, tiene claro su gran objetivo: volver a ser el que fue. Lo ayudará Mohamed, el entrenador que lo hizo debutar.

Pocos jugadores admiten de qué cuadro son hinchas. Exceptuando a los surgidos de las divisiones inferiores de su club, en los últimos años casi ninguno ha exteriorizado sentimientos futboleros. ¿Algunos ejemplos? Matías Giménez se declaró fanático de Boca; el Gato Sessa soñaba con atajar en Gimnasia y lo logró; Gastón Casas, Facundo Sava y Gabriel Hauche son de Racing hasta en la forma de gritar goles; el Cholo Simeone no solo se retiró en La Academia, sino que fue su técnico; justamente en Racing, a Migliore le colgaron una bandera ofensiva por su corazón xeneize; y, ya en 2010, Pavone mostró su piel de Gallina antes de firmar con River. A diferencia de ellos, el Pupi Zanetti no pudo cumplir su deseo de jugar en Independiente y Leandro Gioda espera usar algún día la camiseta de Newell’s. La introducción es larga, pero útil para revalorizar las tres palabras que utilizó Matías Defederico mientras negociaba su salida del Corinthians: “Soy de Independiente”.

-Sorprendió esa declaración. ¿En qué momento decidiste hacerla? No muchos resignan cosas por jugar en un club.
-Por ahora creo que no tuve que resignar nada. Decidí decirlo porque Independiente estaba interesado en mí. Sabía que era el club al que más posibilidades tenía de venir, entonces con esa declaración le daba un condimento especial a la negociación. Hay que ser inteligente y trabajar con eso para ayudar a que se dé lo que uno más quiere.

-Seis meses antes habías tenido la chance de jugar en River. Vos lo querías pero no se hizo. ¿Esta vez tuviste que dejar más clara tu postura y tomar la iniciativa?
-No sé si fue la iniciativa, pero sí quise que tuvieran en cuenta mi opinión. De todas maneras, Julio Comparada y mi representante manejaron muy bien el pase. Fue medio callado para no levantar sospechas de nada y que otros clubes no se metieran en el medio. Lo fueron manejando con inteligencia. No es que yo haya esperado hasta último momento para decir que soy de Independiente, pero dejé pasar un poco de tiempo porque nunca se sabe. Quizás aparecían cosas interesantes. El 2011 es un año muy importante en mi carrera, porque hace un año y medio que estoy afuera y no me fue como hubiera querido. Entonces, creo que éste es el momento de volver al ruedo, de estar entre los nombres más importantes de la Argentina, como lo estuve cuando jugaba en Huracán.

-Decís que en Brasil no te fue como hubieras querido. ¿Qué expectativas tenías al llegar a Corinthians?
-Muchísimas. Muchísimas por la manera en la que había llegado a Brasil. Con la camiseta número diez, después de tener un muy buen nivel en Huracán... Me hubiera gustado jugar en ese nivel también en Corinthians. La verdad es que, cuando llegué, lo tuve. Y después... Bueno, en 2010 hubo circunstancias, problemas, cosas que no me permitieron seguir con lo que venía haciendo. Y allá los argentinos la tienen que romper, ser figuras. Es el caso de Darío Conca, de Walter Montillo, de Pablo Guiñazú, que es capitán del Inter desde hace mucho tiempo. Si no se destaca, al jugador argentino se le hace muy difícil estar allá.

-Cuando en 2012 termine el préstamo con Independiente, en teoría, deberías retornar a Corinthians. ¿Tenés ganas de una revancha o preferirías no volver nunca al fútbol brasileño?
-Tengo que volver; me quedan dos años y medio más de contrato. La idea de Corinthians fue cederme y que volviera el año que viene, pero se verá en el transcurso del año. Ojalá que me vaya bien acá y pueda dar el salto a Europa, que es lo que más quiero.

“Circunstancias, problemas, cosas que no me permitieron seguir con lo que venía haciendo”, dice Defederico y resulta evidente que no quiere hablar de un tema del que ya ha hablado: en Corinthians creyó que su habilidad se impondría a todo, incluso a los pedidos tácticos que le hacían sus entrenadores. Pero la rebeldía, que tan buenos resultados le había dado en Argentina, lo condenó en Brasil.

La “cosa que venía haciendo” en Huracán y que no pudo hacer en Brasil fue brillar durante seis meses. Ésa es su carta de presentación. Esos seis meses brillantes lo llevaron a Corinthians, a la Selección y, ahora, a Independiente. Seis meses en los que, junto a Javier Pastore y Mario Bolatti, impulsó al Huracán de Cappa al subcampeonato. Antes de esos 19 partidos del Clausura 2009 no había hecho demasiado. Después, tampoco. Es lógico: tiene apenas 21 años.

-¿Sos consciente de que algunos de tus compañeros tienen tu edad y recién dan sus primeros pasos en Primera?
-Sí, lo pienso. Pero algo bueno veo en mí: no hago diferencias por eso. No me sale cancherear porque estuve un año y medio afuera, o porque vengo de jugar con Ronaldo. Quiero ser uno más del grupo. Yo soy el que se tiene que integrar a ellos, porque vienen de salir campeones. Aunque el año pasado no les haya ido bien en el campeonato, haber ganado la Sudamericana le da un plus a este plantel.

-Nombraste a Ronaldo. ¿Sentías algo especial por jugar con él o cuando sos su compañero y lo ves todos los días va perdiendo esa imagen casi mítica?
-Al principio lo mirás raro, pensás qué fenómeno tenés al lado. Pero cuando van pasando los días, los meses, los años, ya es un compañero más. Te puede sorprender en una práctica o en un partido por las cosas que hace, pero verlo se te hace normal.

-Y futbolísticamente no es el mismo que hace diez años...
-Lógicamente, no es el mismo Ronaldo del Mundial del 98 o el del 2002, pero sigue siendo Ronaldo. Eso no se lo va a quitar nadie.


Antes de su primer partido en el Rojo (0-2 contra Boca en Mar del Plata), Defederico había tenido tres debuts muy especiales. Primero, con Huracán en el Nacional B. “Un partido rarísimo. El técnico era Tony (Mohamed) y fuimos a completar a Rosario un partido que se había suspendido a los 39 del segundo tiempo. Se jugaron dos tiempos de tres minutos; el precalentamiento duró más que el partido. Tiro Federal nos hizo un gol enseguida y no quedaba tiempo para nada. Cuando quedaban veinte o treinta segundos, un defensor de ellos despejó, Úbeda la paró de pecho y tiró un centro. La llegué a tocar y empatamos. Fue un debut extraño. Ni debut, diría. Creo que fue más debut el partido siguiente, contra San Martín de San Juan en cancha de Huracán, que ése”.

Luego, el debut con Ángel Cappa en el banco, ya en Primera, en la última fecha del Apertura 2008. “Le ganamos 3-0 a Vélez y metí un gol. Yo sabía que era un partido decisivo para mí, definía si me quedaba en la Reserva, como venía pasando, o iba a la pretemporada en Mar del Plata. Entonces le puse todas las fichas. Creo que mucho de lo que tengo hoy en el fútbol es gracias a ese partido”.

Tercer gran debut: en la Selección, metiendo un gol en el 3-1 contra Panamá, en uno de esos particulares amistosos de la Era Maradona. “Jugar con la Selección nunca es poco importante. Cuando te ponés la camiseta de tu país no hay rivales débiles, no hay amistosos. Ese día jugué 45 minutos porque éramos muchos chicos y Diego quería vernos a todos. Creo que hice un partido aceptable y, gracias a Dios, metí un gol. Nos fuimos todos contentos”.

-¿Te ves con chances de jugar la Copa América? ¿Es una de las razones por las que volviste al fútbol argentino?
-Sí, es una de las razones. Volví para estar más cerca de la Selección, de mi gente, de mi entorno. Quizás el fútbol de Brasil no sale mucho en la Argentina, entonces estaba un poco apartado de todo. Igual, hoy por hoy me veo un poco lejos, porque estuve mucho tiempo sin alcanzar mi nivel.

-Antes de volver, tu último partido oficial como titular había sido en octubre de 2010. ¿Tenés miedo de que se note cuando empiece el torneo?
-No es que sienta miedo; pero sí, importa. No es lo mismo correr diez pasadas que te pide el profe que sostener noventa minutos a buen ritmo. Tengo que estar tranquilo, sé que al primer partido no me van a salir todas bien.

-Hagamos un ping pong de los técnicos que marcaron tu carrera. ¿El Turco Mohamed?
-Tony es un incentivador natural. Sabe mucho de fútbol, pero le llega al jugador por la cabeza, le da ese plus, esas ganas, esa voluntad, comiéndole la cabeza de buena manera. Trabaja muchísimo en eso. Une al grupo. Hace entrenamientos muy divertidos, que te hacen morir de la risa, para estar alegres, para estar con el ánimo bien arriba.

-Ángel Cappa.
-Me marcó mucho. Cuando me fui a jugar a Brasil, sufrí un cambio muy brusco por la manera de trabajar que tiene él con respecto a otros entrenadores. Le da mucha importancia a la pelota, al fútbol, al reducido. Trabaja en darte confianza con la pelota. Es otro tipo de incentivación.

-Mano Menezes.
-Es muy perfeccionista, está en todos los detalles. Quizás no es el entrenador que... a ver, cómo lo digo para que no quede mal... no te va a hacer explotar como un gran jugador. Te va a pedir que hagas dos o tres cosas en un partido, dos o tres detalles; y por ahí con esos dos o tres detalles lo ganás. Pero no te vas a destacar. Es un técnico conservador.

-Diego Maradona.
-Diego es parecido al Turco. Está atrás del jugador, lo incentiva, hace las prácticas divertidas. Con él al lado, el jugador saca cosas que ni siquiera sabía que tenía como futbolista, y el Diego te las hace descubrir dentro de la cancha.

-¿Por qué jugadores de tu edad, que casi no lo vieron jugar, lo admiran tanto?
-Es verdad, yo solamente lo vi en las últimas épocas de Boca. Tenía 7, 8 años. Creo que es porque fue un jugador diferente, alcanza con conocer poco sobre él para saberlo. Di Stéfano, por ejemplo, no tenía la prensa que tuvo Diego en su momento. Diego se crió en este ambiente, es un personaje, diciéndolo de la mejor manera. Siempre está en el aire, siempre está presente, siempre está en todo. En la Selección, en Boca, en esto, en lo otro. Nunca queda en el pasado. Hoy por hoy, a los jugadores les sirve y no les sirve el tema de la prensa. Hay jugadores a los que los levanta y otros a los que los tira abajo. Pero Diego ganó un Mundial, jugó lo que sabemos que jugó y por la prensa que tuvo, la misma que nosotros tenemos ahora, más el hecho de estar presente en el ambiente, creo que no lo vamos a olvidar nunca.

-Si juegan Huracán-San Lorenzo. ¿Te genera algo, te sigue importando Huracán?
-Sí, ¿cómo que no? Quiero que gane Huracán, grito si hace un gol. Yo contra Huracán no tengo nada. Huracán me dio todo. Puedo tener diferencias con dos o tres personas del club, pero no con la gente.

-Cuando llegaste a Corintians, esperabas cosas que finalmente no sucedieron. ¿Qué esperás de este paso por Independiente?
-Primero y principal, volver al nivel que tuve en Huracán para servirle al equipo, para sentirme bien conmigo mismo. Para sacar el signo de pregunta que hay en mí porque es difícil haber jugado seis meses en un buen nivel como lo tuve en Huracán e irme un año y medio afuera y no encontrar ese nivel. El dribbling que tenía, los pases en profundidad... Hoy tengo un signo de pregunta dentro de mí, mi nivel es una incógnita. Entonces quiero que empiecen los partidos para demostrar que puedo jugar en Independiente, que estoy a la altura.

-¿En qué lugar de la cancha te sentís más cómodo? ¿Cuál es tu puesto natural?
-Puedo jugar de enganche o de mediapunta. Me gusta bajar para llegar con la pelota dominada, porque hoy por hoy los defensores están muy fuertes, se trabaja mucho con el físico y yo de contextura no soy grandote. Entonces me gusta jugar más con la pelota al pie, llegar desde atrás con la visión de toda la cancha. Aprovechar mi velocidad con inteligencia. Así se me va a hacer más fácil que yendo al choque con los defensores.

-Dijiste que hasta ahora no resignaste nada, pero probablemente en el clásico rival ya no puedas jugar. ¿No te pondrías nunca la camiseta de Racing?
-Nunca hay que escupir para arriba. Me lo dijeron muchas veces, y por ahí fue un error haber dicho que soy hincha de Independiente porque me puede tocar jugar en Racing. Pero, de hecho, muchos jugadores son hinchas del clásico rival y no lo dicen. No es para tanto: hay millones de clubes en el mundo en los que se puede jugar.

-Pero uno solo del que también sos hincha.
-Es verdad: uno solo.


NOMBRE COMPLETO: Leonardo Matías Defederico.
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO: 23 de agosto de 1989, en Capital Federal.
EDAD: 21 años. ALTURA: 1,68 metros. PESO: 65 kilos.
DEBUT: 6 de marzo de 2007, contra Tiro Federal de Rosario (1-1), por el Nacional B.
TRAYECTORIA: Huracán (2007-2009), Corinthians de Brasil (2009-2010), Independiente (desde 2011). TÍTULOS: Ninguno.

37 Los partidos que suma Defederico en el fútbol argentino, todos en Huracán. Dos fueron durante la temporada 2006/07 del Nacional B y 35 en Primera División. En total marcó 7 goles, 6 de ellos en Primera, donde debutó el 18 de agosto de 2007 ante Tigre (0-0). En Corinthians jugó 31 veces en un año y medio, e hizo 2 goles. En la Selección suma un partido y un gol.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO N°4407 (FEBRERO DE 2011)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Carlos Ischia – Confieso que he aprendido

Por Martín Estévez

Nació el 28 de octubre de 1956. Entre 1975 y 1991 jugó en Chacarita, Vélez, la Selección Argentina y dos equipos colombianos: Junior y América de Cali. Dirigió a Vélez, Gimnasia, Junior, Rosario Central, Boca y Atlas (México).

“Mi relación con el futbol empezó desde muy chiquito. Mis viejos se mudaron a Isidro Casanova cuando tenía 4 años. En esa época había tres casas por manzana, entonces hicimos una canchita al lado de casa y el papá de uno de mis amigos armó un equipo de pibitos. Nos compró camisetas y todo, yo tendría 6 o 7 años. Jugábamos contra otros barrios y nos llevó dos veces a los torneos de Baby Fútbol que organizaba San Lorenzo. La primera vez duramos tres partidos: ganamos uno y perdimos dos. La segunda vez nos ganaron en el debut; entonces si perdíamos de nuevo quedábamos afuera. Así estuvimos 13 o 14 partidos: los ganamos todos. En el cuadrangular final enfrentamos a un equipo de afuera, como nosotros, y a dos equipos de San Lorenzo. Con los dos San Lorenzo perdimos; al otro le ganamos 9 a 3. Los dos primeros recibieron trofeos gigantes. Nosotros fuimos terceros y nos dieron unas medallitas lastimosas”.

“Mi viejo siempre iba a verme jugar. Hoy valoro mucho que me haya acompañado. No era de los que se la pasan gritando, era un tipo muy tranquilo. Cuando ya estábamos en casa me decía: mirá esto, fijate aquello... Me daba consejos útiles. Y de esa manera eran más útiles todavía. No es lo mismo que te griten cuando estás jugando a que te hablen tranquilo en tu casa. Eso traté de hacer con mi hijo Junior, que también es futbolista. Traté de ir a verlo siempre, cuando era chiquito y ahora. Es más: he estado en una platea, en Olavarría, en la que no permitían público visitante. Me trataron de maravillas, lo único que no me gustó fue que a los tres minutos del descuento nos ganaron 1 a 0”.

“Tuve una infancia muy feliz. En Isidro Casanova viví hasta los 22 años, cuando me casé. Andaba siempre con una pelota. Me dejaban jugar hasta la noche, cuando mi vieja pegaba el grito. Si al primer llamado no ibas, al segundo te llevaban de las orejas. Lo único que me daba bronca era cuando estaba jugando y me llamaban para hacer un mandado. ¡Ay, qué fastidio me daba! Yo tengo tres hermanas mayores y sabía que no les gustaba ir porque las cargoseaban mucho los vecinos, entonces el que iba era yo”.

“A los 12 años sentí una tristeza enorme. El que siempre había sido nuestro director técnico falleció en un accidente de trabajo. Mucha gente quiso seguir con el equipo pero nosotros, a pesar de que teníamos 12, 13 años, dijimos que no. Que en memoria de quien había sido nuestro entrenador no podía seguir existiendo el club. Y ahí murió. Se llamaba Capotito Fútbol Club en honor a él: le decían Cacho Capote. Y nosotros éramos los chicos de don Cacho”.

“Empecé a jugar con pibes mas grandes poco después. Yo tenía 12 años y ellos, 16. Nos dirigía José, que también tenía un equipo de mayores que jugaban por plata. Muchas veces engañamos a mi vieja diciéndole que me iba con los de 16 y me llevaban con los grandes. Jugaba en los últimos minutos, cuando íbamos ganando. Me pedían que gambeteara y que si me tiraban una patada me hiciera el lesionado. Ahí entraban los de afuera, se agarraban a piñas entre todos durante cuatro o cinco minutos y, como no había adicional, terminaba el partido y ganábamos”.

“Me probé en Chacarita a los 16 años. Quedé y empecé en Sexta División, en el año 73; después pasé a Quinta en el 74 y a Cuarta en el 75. Un martes de septiembre llego al entrenamiento y los utileros me dicen ‘No hay ropa para vos, tenés que hablar con Duchini’. El coordinador de Chacarita era don Ernesto Duchini, un grande. ‘Pero don Ernesto, explíqueme qué pasó, ¿cómo que no hay ropa para mí?’, le pregunté. Y me dijo: ‘¿Cómo va a haber ropa para usted si mañana tiene que jugar en Primera? Acá está la citación’. Era un papelito que decía que me tenía que presentar a las siete y media de la mañana en Aeroparque. Viajé y jugué de titular sin haber entrenado nunca con la Primera”.

“Debuté el 24 de septiembre del 75. Fue en la Tacita de Plata, contra Gimnasia y Esgrima de Jujuy, torneo Nacional: fui un desastre (El Gráfico lo calificó con un 4). El titular era el Chueco Grimoldi, que estaba suspendido, y el suplente era Crosato, que ese miércoles se casaba. Volví a la Cuarta, pero no me caí, estaba seguro de que iba a triunfar. Además, esa no era la posición que me gustaba ni en la que iba a jugar”.

“Trabajaba, practicaba y estudiaba. En el 75 hacía todo. Trabajaba desde las 6 de la mañana a 2 de la tarde en la oficina de personal del frigorífico Lisandro de la Torre. Me entrenaba y después me iba a estudiar: había empezado el profesorado de matemáticas. Me levantaba a las 4.45 de la mañana y llegaba a mi casa a las 12 de la noche, porque el profesorado era en Ciudadela. No tenía tiempo para estudiar ni para descansar, pero no me gustaba que me mantengan mis viejos. Además, no tenían para mantenerme: mi viejo fue cortador de calzado y zapatero toda la vida. Hoy, cuando tengo algún chico en el plantel, trato de contarle mi historia. Me pasa con mi hijo: le faltan siete materias para terminar quinto año. Algún día lo vamos a convencer y las va a dar”.

“Para el profesorado de matematicas tuve que hacer el curso de ingreso porque había muchos más inscriptos que cupos. Me fue bien, pero no podía pagar la matrícula: me prestaron el dinero uno de los profesores y sus ayudantes. Sin embargo, después no tenía tiempo para estudiar. Hablé con mis viejos, eran duros para el estudio: tengo tres hermanas docentes, había una doctrina educativa importante en la casa. Era un pecado no estudiar. Les dije que si en dos años me daba cuenta de que el fútbol no era para mí, lo dejaba y volvía al estudio. Y al mes debuté en Primera”.


“El Coco Basile debuto como DT en Chacarita. A dos semanas de asumir, me dijo que le habían hablado muy bien de mí y que empezara a entrenar con la Primera. Entré quince o veinte minutos en algunos partidos hasta el 76, cuando arranqué de marcador de punta titular y hasta hice goles. Me acuerdo de uno contra Unión, de cabeza, desde la medialuna del área; terminamos 2 a 2. Hasta que en un partido me fue muy mal. Perdimos 4-1 contra Temperley y el jugador al que yo marcaba fue figura. El martes me llama Coco y me dice: ‘Nene, dígame la verdad. A usted, ¿le gusta jugar de tres?’. Le digo: ‘No, la verdad es que no, Coco, no me siento cómodo, mi puesto es ocho...’. ‘¡Ay, menos mal -se alivió- porque si me decía que sí, le tenía que decir que es un desastre de tres! Quédese tranquilo que el domingo juega de ocho’. Y nunca más fui marcador de punta”.

“Jugué de volante central con Victorio Spinetto de DT. Después, Perfecto Rodríguez me puso de 10. En 1978 hice 13 goles y estuvieron a punto de venderme a Central, pero los hinchas tiraron la transferencia para atrás. A principios del 79, Boca estuvo cerca de comprarme, pero terminé jugando cinco años en Vélez. Era completamente distinto a Chacarita. Yo me había casado en diciembre del 78 y me había ido a vivir a Ramos, entonces Liniers me quedaba cerca”.

“Me siento identificado con Chacarita y Vélez. Y con Boca, donde trabajé cinco años. Hoy voy a la playa a jugar al tejo, hay doscientas personas pidiéndome una foto y casi todas son de Boca. De todas maneras, sé que cuando agarro un equipo, se me cierran las puertas de otro. Como estoy identificado con Chacarita, jamás iría a Atlanta. Por mis años en Vélez, jamás dirigiría a Ferro o Chicago. Tampoco a Newell’s o a Estudiantes, porque dirigí a Central y a Gimnasia”.

“Me fui a jugar a Colombia en 1984. Creo que éramos 41 futbolistas argentinos. De Barranquilla tengo un recuerdo muy grato. Me gustó mucho la ciudad, el clima, la gente. Siempre pienso en Colombia. De hecho, hace poquito estuve a punto de dirigir allá otra vez. Tal vez vuelva en el futuro”.

“Alcancé mi mejor nivel a fines de los 70. En Chacarita, jugando como volante central en el 77 y como volante ofensivo en el 78. Eran funciones completamente distintas, pero Victorio Spinetto me mentalizó de que podía ser volante central y lo hice en un nivel excelente. Igual, lo que más me gustaba era ir al frente, llegar al arco contrario, hacer goles. El año 79 en Vélez fue muy bueno, y me valió que en el 80 Menotti me citara a la Selección, pero por dos lesiones me terminé perdiendo el Mundial de España. Debuté en Wembley, no muchos se dieron ese lujo. Pero jugué solo dos partidos: tampoco son muchos los que tuvieron esa fortuna”.

“Yo jugué con Maradona. Fue en mi segundo partido en la Selección, contra Austria. Ganamos 5 a 1 y me tocó hacer una jugada extraordinaria en el cuarto gol, que fue de Diego. Yo puedo decir que le hice hacer un gol a Maradona y él no me hizo hacer ninguno a mí. Diego era sorprendente. Practicaba con los cordones sueltos y no se caía nunca. Tengo buena relación con él, pese a que algunas opiniones suyas no han sido las mejores. Jamás vamos a ver a un jugador como él. Hoy tenemos al mejor del mundo, Messi, pero no es Diego”.

“Mis primeros años en Junior, el 84 y el 85, fueron espectaculares. Me valió que me comprara América de Cali en el 86. Era un equipazo: jugó tres veces seguidas la final de la Copa Libertadores. No pudo ganar ninguna, ese fue su karma. Además logramos el pentacampeonato y me di el gusto de hacer un gol clave en el título, el 3-1 al Deportivo Cali en la anteúltima fecha. Faltando diez minutos, hice el gol que nos aseguró el título. Después jugué dos años más en Junior. El 87 fue bueno, pero el 88 estuvo plagado de lesiones”.

“Volví a Vélez a fines del 89. No me podían incorporar hasta mediados del 90, así que aproveché para ponerme bien físicamente. Me entrenaba todas las mañanas en Vélez y a la tarde me iba a Depormed a hacer mi rehabilitación. A mitad de año asumió el Coco Basile. Le comenté que tenía los ligamentos rotos y me dijo: ‘Me gustaría verte igual’. Hice la pretemporada y el último día el Coco me llama y me dice: ‘Estoy sorprendido de que tengas este nivel con los cruzados rotos. Andá a arreglar con los dirigentes para quedarte’”.

“Llegué a sacarme siete jeringas de líquido de la rodilla para jugar. Tuve buenos rendimientos, pero peligraba mi carrera. Me fui de Vélez en junio de 1990 y tenía pensado no seguir jugando. Pero me llamaron de Chacarita, que estaba en Primera B, y me tocaron el orgullo. Estuve en todos los partidos desde septiembre hasta diciembre. En las vacaciones fui a jugar al paddle y me arruiné la rodilla. Todo el mundo me dice que es lo peor que podía haber hecho, pero qué sabía yo... Empezó el torneo de vuelta, pero en el primer partido me dolía la rodilla y me fui caminando para el banco en medio del partido. Ahí decidí no jugar nunca más”.

“Empecé el curso de técnico dos meses después de dejar de jugar. Antes de recibir el carnet de técnico, en diciembre del 92, me llama Carlos Bianchi desde Francia para ofrecerme trabajar con él en Vélez. El mejor recuerdo que tengo de mi etapa con él es el primer título de todos los que ganamos, el del Clausura 93. Habíamos empatado 1-1 con Estudiantes a la tarde y teníamos que esperar el resultado de Independiente, que jugaba contra Belgrano. Si no ganaba, éramos campeones. Estabamos cenando y el único que escuchaba el partido era yo. Eran los minutos finales, empataban, Independiente lo tenía en un arco. Termina el partido, me saco los auriculares y los pongo arriba de la mesa. Todos me miraron pensando que era gol de Independiente. Me subí a la mesa y empecé a gritar que éramos campeones. Fue muy emocionante”.

“Tuve propuestas para dirigir desde 1993, pero hablaba con Carlos y me decía ‘Esperá, para qué te vas a ir ahora’. Cuando nos contrató la Roma, pensé: ‘Carlos tenía razón’. Después, otra vez Carlos me decía ‘No te apures, va a venir algo bueno’. Así fue. En el 98 era la Selección, Boca o River. Yo prefería Boca y le dije a Carlos: ‘Si vas a River, yo no voy. Vos sos técnico para Boca’. Le di manija hasta que firmó”.

“Cuando ganamos la libertadores 2001 tuve un cruce fuerte con Pompilio y le dije a Carlos que en 2002 no seguía. ‘Vos siempre me dijiste que uno tiene que tener metas más altas -le expliqué-. Si mañana vos no trabajás más, ¿yo qué hago?’. En abril de 2002 me llamó Vélez y empecé mi carrera como entrenador. Hoy, cada vez que El Fortín da una vuelta olímpica, me siento un poco partícipe de eso por todo el esfuerzo que hicimos con los dirigentes para sanear al club”.

“En Gimnasia estuve bien durante seis meses, pero cuando vino Muñoz ya no estuve cómodo y a las cinco fechas me fui. En Junior dirigí cuatro o cinco meses. Me volví por algunas cuestiones mías, estuve un año y pico sin trabajar hasta que apareció Rosario Central. Fue el torneo en el que explotó Di María, pero decidieron despedirme dos semanas antes de las elecciones. Me fui triste, pero apareció el llamado de Pompilio para ir a Boca. Ése sí que no lo esperaba”.

“Lo que viví en Boca fue muy importante. Gané los últimos dos títulos del club. Ahora los valoran más; algunos me piden que vuelva porque lo posterior fue peor. Antes, Miguel Ángel Russo había ganado la Libertadores, pero de él se acuerdan de vez en cuando, porque después hubo dos títulos más. Los míos, en cambio, fueron los últimos. Los van a recordar hasta que Boca gane un título nuevamente. Después, olvídense de Ischia”.

PUBLICADO EN EL GRAFICO N°4407 (FEBRERO DE 2011)