domingo, 29 de diciembre de 2013

¡Show time!

Por Martín Estévez

El deporte estadounidense, tan amante de los grandes espectáculos, vivirá este mes el Super Bowl y el All-Star Game de la NBA.

La cultura estadounidense es invasiva. Sus modas, su música, su idioma intentan expandirse por el planeta, ocupar lugares, aprovechar la globalización para transformar la mayor cantidad de regiones posibles en un ‘estado unido’ más, en pequeñas ciudades norteamericanas esparcidas por el mundo. Esa es la explicación para que aquí, en América Latina, estemos escribiendo y leyendo sobre el Super Bowl, uno de los dos grandes sucesos que conmocionarán al deporte durante febrero. El otro será el tradicional y siempre atractivo All-Star Game de la NBA.

¡Touch down!
El Super Bowl, también conocido como Súper Tazón entre los hispanos, es mucho más que un partido de fútbol americano. En Estados Unidos lo consideran un gigantesco evento social: buena parte de la población digita ese día en función del juego. O, en realidad, del show que rodea al juego. Estadio lleno, famosos artistas cantando en cada interrupción, cientos de millones de televidentes, rituales en los bares... 

Las estadísticas abruman tanto que es difícil comprender su magnitud: es transmitido a más de 120 países y en más de treinta idiomas diferentes; treinta segundos de publicidad cuestan nada menos que dos millones de dólares; en 2011, sólo en Estados Unidos, fue visto por 110 millones de personas.

Para aquellos que no lo saben, la aclaración necesaria: el Super Bowl es la final de la NFL (National Football League), el enfrentamiento que define quién es el campeón de la temporada de fútbol americano. Y por si aún existe alguien que no sepa qué es el fútbol americano, es ese deporte con pelota ovalada y jugadores con cascos, extremadamente popular en Estados Unidos, que suele aparece en numerosísimas películas de Hollywood.

Aclarado esto, hablemos del All-Star Game. Durante un fin de semana, la NBA, principal liga de básquet del mundo, congela su programa de partidos para que sus mejores jugadores participen de actividades que, al igual que el Super Bowl, están más relacionadas con el espectáculo que con la competencia deportiva. Lanzamientos de triples, volcadas monstruosas y un partido entre los mejores jugadores de la Conferencia Este enfrentando a los mejores de la Conferencia Oeste son tres de los principales hechos organizados para potenciar a la NBA y, claro, generar una interesante recaudación de dólares.

El juego de las diferencias
Sin embargo, más allá de las similitudes, existe una diferencia clave entre uno y otro: su trascendencia deportiva. El Super Bowl, aun si no tuviera montado un gran circo alrededor, sería el partido más importante de la temporada para los amantes del fútbol americano. En el campo de juego, no hay marketing que valga y ganar es un objetivo sin atenuantes.

Este mes se realizará la 47ª edición. Será el 3 de febrero en el estadio Mercedes-Benz Superdome de New Orleans. Es un producto económicamente tan potente que, al igual que sucede con los Juegos Olímpicos, las ciudades se postulan para ser la sede. Este año, por ejemplo, las otras candidatas fueron Phoenix y Miami. Para New Orleans tendrá un importante contenido emocional: será la primera vez que reciba al Super Bowl desde que el huracán Katrina arrasó con parte de la ciudad en 2005.

Al cierre de esta edición aun no estaban definidos los nombres de las franquicias finalistas, e intentar adivinar suele ser inútil: en las últimas ocho ediciones hubo seis campeones distintos. Los únicos que repitieron festejo fueron los Pittsburgh Steelers y los populares New York Giants.

El All-Star Game, por su parte, significa muy poco deportivamente. Los basquetbolistas de la NBA se juegan las tripas durante la temporada regular y durante los playoffs, que son las instancias que permiten llegar a las finales. El Juego de las Estrellas, en cambio, les representa casi unas minivacaciones, horas de relajación para divertirse y divertir al público.

Desde 1951, los mejores de la historia han sido protagonistas. Entre los que ganaron el premio al jugador más valioso de un All-Star Game están Bill Russell, Julius Erving, Larry Bird, Michael Jordan (1988, 1996 y 1998), Magic Johnson (1990 y 1992), Shaquille O’Neal y Kobe Bryant. En 2012, el Oeste derrotó 152-149 al Este y Kevin Durant fue el MVP.

En 1984 se agregó como atractivo al partido principal una exhibición de volcadas (Jordan lo ganó dos veces con movimientos memorables); y en 1986, el concurso de lanzamientos triples (el actual campeón es Kevin Love, un gigante de 2,08 que juega en Minnesota). La última gran innovación sucedió en 1994, cuando comenzó a jugarse un partido entre los mejores novatos, ahora transformado en un choque entre jugadores debutantes contra aquellos que transitan su segunda temporada en la liga. El 16 y 17 de este mes, en Houston, las estrellas volverán a brillar.

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº52 (MARZO DE 2013)

viernes, 27 de diciembre de 2013

Oklahoma: truenos y estrellas

Por Martín Estévez 

A Oklahoma City Thunder, el equipo de la NBA que más ha crecido en los últimos años, le sobra futuro: sus figuras son jóvenes que no superan los 24 años.

Algunas veces, las nubes y el viento amenazan con una gran tormenta que nunca llega y se extingue antes de nacer. Otras veces, el agua cae, los relámpagos cubren el cielo y los truenos invaden el silencio. Algo similar está sucediendo en la NBA, la mejor liga de básquetbol del planeta. Comienzan a unirse las nubes del talento, los vientos arrastran triunfos y los truenos aumentan su intensidad. Son los Truenos de Oklahoma, que amenazan con una gran tormenta de títulos; con dominar la NBA en los próximos años. ¿Lo lograrán?

Prehistoria supersónica
Antes de ser truenos, fueron supersónicos. Es que la franquicia, hoy denominada Oklahoma City Thunder, se fundó en 1967 bajo el nombre de Seattle Supersonics. ¿El motivo? La ciudad se preparaba entonces para la construcción del Boeing 2707, primer avión supersónico de América, que finalmente quedó en proyecto. Allí brilló Lenny Wilkens a finales de la década del ’60, y también cuando regresó como entrenador. Con él dando indicaciones, los Supersonics fueron finalistas en la temporada 77/78 y consiguieron el único título de su historia en la 78/79.

Tras un período de declive, tres nombres iluminaron la historia de Seattle: Shawn Kemp (arribó en 1989), el “guante” Gary Payton (en 1990) y el coach George Karl (1992). Ellos transformaron a los Supersonics en un gran equipo que alcanzó las finales en la temporada 95/96. Y si no ganaron fue solo porque enfrente estuvo uno de los mejores deportistas de la historia: Michael Jordan, junto a sus Chicago Bulls.

El siglo XXI conoció una débil versión de Seattle. Las reconstrucciones fallaron una y otra vez, la franquicia cambió de dueños y el pésimo récord de 20 triunfos y 62 derrotas en la temporada 2007/08 fue el golpe final para un proyecto que no generaba ganancias ni dentro ni fuera del rectángulo de juego. Adiós, Seattle.

Malvenidos a Oklahoma
Después del huracán Katrina, que azotó parte de Estados Unidos en 2005, los New Orleans Hornets tuvieron que mudarse temporalmente y jugaron algunos partidos en el estadio Ford Center de Oklahoma. La buena recepción de la ciudad generó la idea de tener un equipo propio. Y así, la franquicia cambió de ciudad y de sobrenombre: se decidió guardar el ‘Supersonics’ por si alguna vez Seattle volvía a tener equipo, y modificar la denominación por completo. Nacía Oklahoma City Thunder.

Como suele suceder en la NBA, se planificó un proyecto a largo plazo y nadie esperaba que el equipo peleara con los mejores de un día para otro. Pero tampoco se vaticinaba un comienzo tan frustrante: 17 derrotas en los primeros 18 partidos. En medio de la lluvia de caídas, el entrenador PJ Carlesimo tuvo que hacer sus valijas y dejarle el lugar a su ayudante Scott Brooks, que viviría su primera experiencia liderando un grupo NBA. Las derrotas siguieron acumulándose hasta quedar con un récord de 3-29. El jovencísimo Kevin Durant (20 años) y dos desconocidos novatos, Russell Westbrook y Serge Ibaka, veían a sus carreras desplomarse de a poco. El panorama era desolador.

Crecimiento acelerado
Aquella primera temporada terminó con dignidad. El equipo, ya sin presiones, se raspó las rodillas para arañar triunfos cada noche. El esfuerzo sirvió para decorar el récord: 23 triunfos y 59 caídas. Con ese pequeño logro, Brooks ganó un año más de confianza.

Los números financieros eran mejores que los deportivos y la franquicia aprovechó su tercer lugar en el Draft (la elección anual de jugadores menores de 23 años) para sumar en la temporada 2009/10 al interesante escolta James Harden, proveniente de la Universidad de Arizona. 

Kevin Durant, que apenas atravesaba su tercera temporada en la NBA, asumió que todo lo que no hiciera el equipo, tendría que intentar hacerlo él. Sus números explotaron: de 6,5 a 7,6 rebotes de promedio; de 25 a 30 puntos, que lo llevaron a ser el goleador más joven de la historia de la liga. Nueve triunfos consecutivos y un récord de 50-32 impulsaron al equipo hasta los playoffs, donde cayeron ajustadamente ante Los Angeles Lakers. Scott Brooks tuvo premio: fue elegido mejor entrenador de la temporada.

Aquella campaña no fue un espejismo: en la 2010/11 incluso mejoraron sus números. Ibaka se afianzó como titular y a mitad de la temporada llegó Kendrick Perkins, un pivote de 2,08 que reforzó la lucha bajo los tableros. La marca fue de 55 triunfos y 27 derrotas, y esta vez los playoffs fueron un camino más largo: Durant eliminó a Denver, marcando 41 puntos en dos juegos distintos; y a Memphis, clavando 39 en el séptimo y decisivo partido. Perdieron la final de la Conferencia Oeste contra Dallas, pero se habían convertido en una preocupación para el resto de los equipos de la liga.

En la última temporada, la 2011/12, Durant fue el goleador de la NBA por tercera vez consecutiva, Ibaka figuró en el equipo defensivo ideal y la efectividad fue altísima: 71% de triunfos (47, contra apenas 19 derrotas). Llegaron hasta la final de la NBA, donde perdieron ante Miami, un equipo sostenido por jugadores mayores de 30 años y llenos de experiencia.

El plantel
Lejos de tomar ese resultado como una demostración de que los experimentados valen más que las jóvenes promesas, los Thunders aumentaron su apuesta: afuera los veteranos Derek Fisher (37 años), Nazr Mohammed (34) y Royal Ivey (30). Y adiós incluso a Harden, que había sido elegido mejor sexto hombre de la liga.

Al inicio de esta temporada 2012/13, Kevin Durant ya se había transformado en una superestrella de 24 años, un gigante de 2,06 metros con puntería celestial, líder del Dream Team campeón olímpico en Londres 2012 y MVP (jugador más valioso) del último Juego de las Estrellas. 

Él lidera un plantel con apenas cuatro mayores de 25 años: el ala-pivot Nick Collison (32); Kevin Martin (29), buen lanzador de triples que promedia más de 18 puntos en su carrera; el suizo Thabo Sefolosha (28), escolta de brazos largos y gran defensa; y Kendrick Perkins (28), pivot titular que promedió más de 6,5 rebotes en cada temporada con los Thunders.

El resto tiene un largo futuro en la NBA, como Eric Maynor (25), base suplente, y Hasheem Thabeet (25), gigante de 2,21 nacido en Tanzania con poco protagonismo hasta ahora. Russell Westbrook (24) ya es un jugador respetado: dos temporadas elegido en el segundo mejor quinteto de la liga, integrante del Dream Team, con su 1,98 metro promedia más de 19 puntos y casi 7 asistencias en su carrera. 

El ala-pivot Serge Ibaka (23), congoleño nacionalizado español, figuró en el equipo defensivo ideal en 2012, y es uno de los mejores bloqueadores de la liga (promedió 3,6 tapas en la temporada pasada). DeAndre Liggins (24), Reggie Jackson (22) y los novatos Perry Jones III (21) y Jeremy Lamb (20), en tanto, pelearán por algunos minutos en cancha.

Oklahoma tiene el camino hacia los playoffs allanado. ¿Comenzarán Durant y compañía a coleccionar anillos, o serán solo truenos de una tormenta pasajera?

PUBLICADO EN ACCESS DIRECTV Nº51 (ENERO DE 2013)

martes, 24 de diciembre de 2013

Polo – Como si fuera Wimbledon

Por Martín Estévez

Sobre césped, pero de una cancha de polo, Nalbandian fue campeón.

Había buenos jugadores. Sin ir más lejos, Eduardo Heguy y Matías Magrini, dos 8 goles que hicieron diferencia sobre el resto. Sin embargo, la séptima edición de la Copa Zafiro, que se juega en los campos de La Dolfina, tenía un atractivo imposible de obviar: la presencia del talentoso tenista David Nalbandian. Y no como espectador: el cordobés se animó, dejó por un rato las raquetas y agarró el taco. Mal no le fue: junto a sus compañeros de Imperial terminó consagrándose campeón.

A diferencia del otro torneo fuerte que se juega en Cañuelas, la Copa Diamante, la Zafiro apuesta a un fixture más liviano: cuatro equipos de hasta 15 goles en formato de eliminación directa. La primera jornada se jugó el 15 de noviembre. En el partido inaugural, Imperial no tuvo problemas para deshacerse de Mangrullo (Lucas Torales, Alejandro Selva, Federico Teves y Santiago Squinoni). El resultado fue amplio: 14-8. En el segundo turno se disputó la otra semifinal, en la que también hubo un marcador contundente: Totos (Guillermo y Gustavo Usandizaga, Patricio Cieza y Amanda Pearson) derrotó 12-8 a La Ensenada (Fermín Gutiérrez, Matías Magrini, Franco Veronesi y Tomás Garbarini).

Nalbandian, que se acercó al polo gracias a su amistad con Adolfito Cambiaso, ya estaba en las vísperas de una final. Mucho menos importante que otras que protagonizó, como la de Wimbledon 2002 (derrota ante Lleyton Hewitt) o la del Masters 2005 (triunfo ante Roger Federer), pero no dejaba de ser una final. Empezó complicada: Totos se puso 7-4, casi un triple match point para llevarse la Copa. Imperial reaccionó y dio vuelta el resultado: 9-8 a favor. Pero, sobre el final, llegó el empate 9-9 que forzó un chukker suplementario, lo más parecido a un tie-break tenístico. El triunfo de Imperial se concretó gracias al gol decisivo marcado de penal por Eduardo Heguy. Así, en su primera experiencia importante en el polo competitivo, Nalbandian terminó festejando.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº331 (DICIEMBRE DE 2012)

lunes, 23 de diciembre de 2013

Polo - Anfitriones felices

Por Martín Estévez

Por primera vez, Ellerstina ganó su torneo: la Copa de Oro.

En las copas organizadas por clubes, alguna vez había que decirlo, suele estar bien visto que gane el local. En esos torneos existe mucha camaradería, y los dueños de casa tienen siempre un cuarteto fuerte y con muchas posibilidades de ser campeón. Sin embargo, la Copa de Oro de Ellerstina ha roto con todas las suspicacias y sospechas posibles. Desde su creación, y durante doce años, el conjunto local no había podido llevarse el trofeo. Pero en 2012, después de mucho esperar, se subieron a lo más alto del podio.

¿El formato del certamen? Sencillo. Ocho equipos de hasta 22 goles divididos en dos grupos. Los dos primeros, a las semifinales. En la Zona A, todos llegaron a la tercera y última fecha con dos puntos. Por lo tanto, eran definiciones directas: los ganadores avanzarían; los perdedores, eliminados. Primero, Mansour le ganó 15-11 a El Caburé (con Agustín y Sebastián Merlos). Luego, Alegría goleó 18-8 a Sao José (José Kalil). En la B, Ellerstina y Techno Polo hicieron todo lo contrario: ganaron sus dos primeros encuentros y dejaron rápidamente fuera de torneo a Elevation (pese a su 8 goles, Milo Fernández Araujo) y a La Ensenada (Hilario Ulloa). En la última jornada, Ellerstina goleó 17-11 a Techno Polo en un resultado que sólo servía para decidir los cruces en playoffs.

Techno Polo derrotó 10-8 a Mansour (Alejandro Agote y Magoo Laprida) en la primera semifinal. En la segunda, Ellerstina sufrió durante algunos pasajes, pero terminó ganándole 13-10 a Alegría (Matías Mac Donough). Y en el partido decisivo, el equipo liderado por Gonzalito Pieres volvió a sacar claras diferencias en el tanteador: 14-10 sobre Techno Polo para, por fin, ganar el título.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº331 (DICIEMBRE DE 2012)

domingo, 22 de diciembre de 2013

El medallero (noviembre de 2012)

Por Martín Estévez

Oro: Lionel Messi
Es la sexta vez en el año que gana la medalla de oro, pero no lo podemos evitar. Lleva 80 goles en 11 meses y 332 en su carrera. Ya es uno de los diez mayores artilleros de la historia de la liga española y está 94º entre los goleadores de todos los tiempos.

Plata: Juan Martín Del Potro
Le ganó dos veces seguidas al mejor tenista de la historia, Roger Federer, y terminó en el 7º puesto del ranking mundial. Más allá de la polémica en la Copa Davis, vivió un gran año, en el que ganó 65 partidos, 4 títulos y la histórica medalla de bronce en los Juegos Olímpicos.

Bronce: Hindú
¡Campeón de la URBA! El equipo de Don Torcuato derrotó 15-9 en la final a La Plata y se consagró por séptima vez en su historia. Con Juan y Nicolás Fernández Miranda como entrenadores, completó una muy buena campaña en la que ganó 21 de sus 26 partidos.

Plomo: Barras del Rojo
Su forma de demostrar poder fue agredir a Juan Carlos Olave y generar la suspensión del partido ante Belgrano. Mientras los verdaderos hinchas de Independiente sufren porque a falta de 25 partidos están en zona de descenso, la barra sólo complica la situación.

Lata: Leonardo Astrada
Sus números como director técnico de Argentinos Juniors no fueron malos (9 triunfos, 9 empates y 11 derrotas), pero una racha de seis partidos sin ganar agotó la poca paciencia de los dirigentes. Un paso en falso en la carrera del Negro, que alguna vez supo dirigir a River.

Cartón: Los Andes
En 2000, el equipo de Lomas de Zamora volvió a Primera ganándole 2-1 a Racing como visitante. En 2012, bordea el descenso a la cuarta división del fútbol argentino y la pasó muy mal en la Copa Argentina: quedó eliminado al perder 1-0 contra Leandro Alem, de la Primera D.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4429 (DICIEMBRE DE 2012)

domingo, 15 de diciembre de 2013

Polo – Dos de diamante

Por Martín Estévez

El Remanso, bicampeón del torneo que se juega en La Dolfina.

La décima edición de la Copa Diamante, principal torneo de los que se juegan en La Dolfina, contó con ocho equipos de hasta 22 goles de hándicap y cuatro figuras: Adolfito Cambiaso (jugó para La Dolfina Polo Ranch), Pablo Mac Donough (TNT), David Stirling (Valiente) y Guillermo Caset (Santa María de Lobos). Ellos eran los candidatos a quitarle el título a El Remanso, campeón en 2011.

En la Zona A, AA2000-La Ensenada y El Remanso eliminaron sin mayores problemas a Chapelco y a Santa María de Lobos. En la B, La Dolfina Polo Ranch y Valiente dejaron en el camino a Hope Funds y TMT. Las semifinales se jugaron el martes 6 de noviembre. Temprano, a las once de la mañana, el cuarteto de El Remanso mostró un notable oficio para disminuir todo lo posible el talento del uruguayo Pelón Stirling y logró imponerse 10-9 a Valiente, finalista en 2011. A las cuatro de la tarde comenzó la segunda semifinal, en la que Adolfito Cambiaso se quedó con las manos vacías: La Ensenada derrotó 7-5 a La Dolfina Polo Ranch.

El jueves 8 de noviembre fue el día de la final. Había un antecedente cercano: en el partido de la primera fase, El Remanso le había ganado 11-9 a La Ensenada. Y no sólo repitió el triunfo, sino que lo consiguió por un resultado que dejó poco lugar a discusiones: 15-9. El punto de quiebre fue el quinto chukker, en el que El Remanso estiró ventajas de 6-5 a 9-5 y se adueñó psicológicamente del partido. El goleador fue Francisco Elizalde, con 9 tantos. Con esta nueva conquista, el equipo de Charlie Hanbury se consolida como el más fuerte de la Copa Diamante: había ganado las ediciones de 2009 y 2011, y fue finalista en 2010.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº331 (DICIEMBRE DE 2012)

jueves, 5 de diciembre de 2013

Los hits (noviembre de 2012)

Los futbolistas que se destacaron en el mes – por Martín Estévez

Cristiano Ronaldo pierde terreno en la pelea por el Balón de Oro. Se mantiene un elenco estable entre los mejores, casi todos delanteros. Neymar, el rey del fútbol sudamericano.

1) Lionel Messi (Barcelona)
Celtic, Mallorca, Zaragoza, Spartak Moscú... Más redes que lo sufrieron. 

2) Zlatan Ibrahimovic (Paris Saint Germain)
Arrancó expulsado, pero le hizo 4 (uno con chilena histórica) a Inglaterra.

3) Cristiano Ronaldo (Real Madrid)
Perdió terreno este mes. No jugó mal, pero sólo metió un gol. Poco para él.

4) Robin van Persie (Manchester United)
Vital en la Premier League y también en la Champions, gol a Braga incluido.

5) Neymar (Santos)
Gran hat-trick en el 4-0 a Cruzeiro y definió los penales contra Argentina.

6) Xavi Hernández (Barcelona)
¿Qué podemos agregar sobre él? Que es el mejor volante de 2012.

7) Edinson Cavani (Napoli)
¡Cuatro goles en un partido de Europa League! ¡Marche un uruguayo goleador!

8) Jordi Alba (Barcelona)
El único defensor en nuestro Top 20. Marca, pasa al ataque y convierte.

9) Luis Suárez (Liverpool)
¡Seis partidos seguidos gritando! ¡Marche otro uruguayo goleador!

10) Stephan El Shaarawy (Milan)
Mes consagratorio. Cinco goles en 20 días para el italiano de apellido árabe.

Del 11 al 20: 11 Roberto Soldado (Valencia), 12 Javier Hernández (Manchester United), 13 Rodrigo Palacio (Inter), 14 Robert Lewandowski (Borussia Dortmund), 15 Manuel Neuer (Bayern Munich), 16 Facundo Ferreyra (Vélez Sarsfield), 17 Andrés Iniesta (Barcelona), 18 Burak Yilmaz (Galatasaray), 19 Fabio Quagliarella (Juventus) y 20 Oscar Cardozo (Benfica).

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4429 (DICIEMBRE DE 2012)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ángel Cabrera – Después de la gloria

Por Martín Estévez

Ya pasaron años desde sus dos logros históricos, ganar el US Open y el Masters de Augusta, pero el Pato sigue recorriendo el circuito en busca de más títulos. Opina sobre el nivel de los argentinos, la aparición de McIlroy y el futuro de Tiger Woods, y confiesa: “El 2012 fue un año duro para mí.

Ángel Cabrera es uno de los dos principales golfistas argentinos de la historia, al menos desde las estadísticas. Roberto De Vicenzo, el otro gigante, ganó su torneo más importante (el Abierto Británico) en 1967. Cabrera suma dos Majors: el US Open 2007 y el Masters de Augusta 2009. Eso lo transforma en una especie de héroe contemporáneo, de prócer vivo. Cuando ya no juegue, su figura se mantendrá vigente. Mientras juega, es difícil pensar en él sin pensar en eso, en que es uno de los dos mejores golfistas argentinos de la historia; al punto que nadie se animaría a criticar su temporada 2012 pese a que aún no consiguió títulos. “Tuve un año... La verdad es que no fue un año bueno –reconoce Ángel–. Sufrí lesiones que me llevaron a tener problemas con el swing. Fue un año duro para mí. Espero terminar de la mejor manera, todavía quedan algunos torneos en la Argentina”.

-¿Sentís presión por ganar un título o ya disfrutás sin depender de los resultados?
-No, presión no. A veces siento la obligación de hacer las cosas bien, pero este año no pude por las lesiones. Eso me llevó a modificar un poco el swing y a hacer cosas a las que no estaba acostumbrado. Pero presión, no.

-¿En qué consiste el trabajo con el estadounidense Charlie Epps, tu entrenador?
-Lo único que hace es ayudarme a practicar y, por ahí, enseñarme algunos métodos de entrenamiento. Me ayuda a mejorar lo que ya tengo, pero las decisiones las tomo yo. 

-¿Cómo estás viviendo las primeras temporadas en las que compartís el circuito con tus hijos, Federico (23 años) y Ángel (21)?
-Normal. Ellos tienen que hacer su camino, practicar, hacer sus cosas. Yo lo único que hago es aconsejarlos como padre.

-Entre 2007 y 2009, la exposición mediática te molestaba. ¿Eso cambió?
-Me molestó en un momento, pero después lo entendí. Es lógico que pasen esas cosas después de ganar semejantes torneos. Me acostumbré y ahora lo tomo como algo natural.

-Además de los dos Majors, ¿cuál fue el tercer torneo más importante de tu carrera?
-Fue muy importante haber ganado el Abierto del Centro, en Córdoba, en las canchas donde nací y crecí. Y también mi primer Abierto de la República. Esos torneos me marcaron. Y, obviamente, el US Open y Augusta.

-¿Del saco verde por ganar el Masters de Augusta te dejaron una réplica, al menos?
-No, no. Lo tuve un año y, cuando volví a competir en Augusta, lo tuve que dejar ahí. Lo que sí me dieron es el trofeo, una casa muy linda hecha a mano y con los nombres de los jugadores que participaron esa semana.

A los 43 años, Cabrera ya no es solamente jugador. También ocupa el cargo de vicepresidente de la PGA (Asociación de Profesionales de Golf de Argentina), que celebró recientemente su 80° aniversario y organizó el 75° Campeonato Argentino de Profesionales. En ese nuevo desafío, reconoce, recién está dando los primeros pasos. “Me pusieron ahí para ayudar, pero he tenido poco tiempo para juntarme. No he podido colaborar mucho todavía, por mis obligaciones y los viajes”.

-¿En qué nivel está el golf argentino, si es que se puede medir colectivamente?
-Está demostrado: en los últimos cinco o seis años hemos tenido triunfos importantes en todos lados. En Europa, en Estados Unidos, en Sudamérica. El golf argentino está muy bien, solamente nos está faltando que los chicos que vienen ahora exploten. Son por lo menos diez que están ahí, que se han pasado al profesionalismo y demostraron en poco tiempo que pueden hacer cosas grandes. No quiero dar nombres para no olvidarme de ninguno.

-Se viene el Abierto de la República (10 al 16 de diciembre). ¿Qué te genera el torneo?
-Es un gran torneo, uno de los mejores de Sudamérica. Tiene cosas muy buenas y otras para mejorar, pero seguramente los dirigentes y la gente que lo organiza las van a hacer.

Preguntarle sobre los temas de moda del golf internacional a Cabrera no es original, pero ¿qué argentino tiene más autoridad que él para opinar? “Estados Unidos no va a perder su lugar de predominancia –asegura–. Europa siempre ha tenido grandes jugadores: Faldo, Ballesteros, Olazábal, Montgomery... Y está pasando un muy buen momento, pero Estados Unidos no va a dejar de ser potencia“.

-¿Y Rory McIlroy? ¿Es el surgimiento de uno de los mejores golfistas de la historia?
-Está claro que las condiciones las tiene: es número 1 a los 21 años. Pero hay que esperar, el golf te llena de sorpresas. Es un deporte en el que uno puede estar arriba y caerse; o estar en el piso, levantarse y hacer cosas grandes. Vamos a ver qué pasa, el tiempo dirá.

-¿Tiger Woods puede volver a su mejor nivel o será terrenal hasta el final de su carrera?
-No creo que vuelva a ser el que fue. Pero, como decía, el golf está lleno de sorpresas. El tiene buena mente, buen físico. Ya está más grande, pasaron tres o cuatro años, pero puede volver a ganar torneos importantes.

Cabrera no proviene de una familia de clase alta. Empezó en el golf como caddie y llegó a ser profesional gracias a su esfuerzo y al de sus amigos. De hecho, una de sus frases más conocidas la dijo al ganar su primer Major: “Si yo pude, cualquiera puede hacerlo”.

-El golf es visto como un deporte de elite. ¿Puede masificarse en la Argentina?
-De Vicenzo, el Gato Romero, Vicente Fernández, José Cóceres... Todos han empezado de caddies. Los que dicen que es elitista es porque lo quieren mirar así. El golf va a ser cada vez más popular en la Argentina, porque hay un gran nivel de jugadores que van a explotar y crecer en algún momento.

-Si lo peor de ser un golfista exitoso fue la exposición que sufriste, ¿qué es lo mejor?
-Disfruto todo. Nunca voy a poder devolverle al golf lo que me ha dado. Aunque haga obras de beneficencia y trate de ayudar, nunca voy a poder. Disfruto de cada momento, porque el golf es lo mejor que me pasó en la vida

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4429 (DICIEMBRE DE 2012)