NOVAK DJOKOVIC ASCIENDE EN EL RANKING Y PONE EN JAQUE A FEDERER Y NADAL MIENTRAS IMITA A SUS RIVALES, SE RÍE DE SÍ MISMO Y JURA QUE SU VIDA "ES MARAVILLOSA". CURIOSO DESTINO PARA UN SERBIO DE 20 AÑOS QUE PASÓ SU INFANCIA EN UNA PIZZERÍA DE BELGRADO Y ES ALÉRGICO AL POLVO DE LADRILLO.
No tiene el esplendor de dios griego que despide Roger Federer en cada movimiento perfecto, ni la valentía desnuda para correr hasta que correr pierde el sentido de Rafa Nadal. Novak Djokovic refleja en cambio la irreverencia de quien construye su propia vida, la sonrisa de un adolescente que deja de ser adolescente, el talento necesario para ser una de las personas que mejor maneja una raqueta y la inteligencia para entender que eso no alcanza para llegar –como quiere llegar– al número 1 del mundo.
También sonreía a los 4 años, en la pizzería que sus papás tenían en un centro de esquí en Belgrado, este cómico serbio, la sorpresa del circuito tenístico de 2007 para aquellos que no espían los rankings más allá del puesto 50. A los 4 años tenía motivos para sonreír. Y una raqueta. Y fue acumulando el temple suficiente para decirle a mamá y papá que "mejor fútbol no, mejor juego al tenis".
Cuando nadie me ve
A los 12 ya dividía el tiempo entre la pizzería y la Academia que Niki Pilic (ex tenista croata que fue 12º del ranking) tiene en Munich, Alemania. “Yo imitaba los movimientos de Sampras porque quería jugar como él. Y de Agassi quería tener la devolución. Y de Edberg, la volea...”, recuerda Nole (como le llaman algunos amigos). Así comenzaron esas imitaciones bufonescas que lo hicieron tan conocido como su revés cruzado.
Cuando el público descubrió que Djokovic no sólo juega como juegan los que saben jugar, sino que también ríe como ríen los que saben reír, el término 'carismático' comenzó a quedarle pequeño. Sus imitaciones de Federer, de Nadal, de Sampras y hasta de Maria Sharapova empezaron a hacerse populares. Y se animó a hacer ese show en el Abierto de los Estados Unidos ante miles de personas. No se limita a imitar a los más exitosos: su interpretación del español Rubén Ramírez Hidalgo (116º del ranking) es tan elaborada como la que hace de Lleyton Hewitt. “Antes no hubiera hecho las imitaciones en público porque todos habrían dicho: ‘¿quién es este idiota?’ ”, explica. Los buenos bromistas saben que también deben reírse de sí mismos. Y él disfruta que otros lo parodien: “Andy Roddick y Radek Stepanek son los que mejor me imitan. Hacen picar muchas veces la pelota, abren la boca igual que yo…”.
Viviendo deprisa
En Munich, los profesores lo miraban con admiración y hablaban de su potencial. Tuvo que demostrarlo muy pronto: a los 15 años (en enero de 2003) ya estaba jugando su primer Future (escala más baja en torneos que otorgan puntos para el ranking). El debut ante un alemán de 28 años, Alex Radulescu, lejos de ser humillante, terminó con una ajustada derrota: 5-7 y 6-7. Y en el tercer Future que jugó fue campeón. No necesitó de mucho más para terminar 2003 como 679º del ranking mundial.
En 2004 había que subir un escalón y jugar Challengers. Era el objetivo. Pero la derecha pegaba más fuerte, los golpes de fondo eran más sólidos y los objetivos fueron arrasados. Jugó Challengers, claro, incluso ganó dos (en Budapest y en Aachen); pero también vivió su primer partido en un torneo ATP con 17 añitos... y en la Copa Davis, con victoria ante el letón Janis Skroderis.
Pasó la clasificación para Roland Garros 2005 y debutó contra Robby Ginepri (71º): ganó 6-0, 6-0 y 6-3. En segunda ronda el rival fue Guillermo Coria (9º). “Novak arrancó muy bien, jugando con enorme intensidad, ¡metiendo segundos servicios a 190 kilómetros por hora! Estaba complicado...”, reconoció el argentino. Pero el recto camino que ya había llevado a Djokovic hasta el puesto 142º sufrió un desvío: el que tenía en el tabique de su nariz. Desde pequeño había respirado por la boca, pero la alta competencia exige físicamente y Djokovic lo notó. Entonces crecieron sus dos alergias: al polen de las flores y... al polvo de ladrillo. Triste ironía para un tenista. Por ese motivo debió abandonar.
Consiguió rápidamente otros triunfos importantes: ante Mario Ancic (24º) en el US Open y ante Mariano Puerta (9º) en París. En noviembre de 2005 decidió operarse para mejorar su respiración y su adaptación al polvo de ladrillo. Terminó la temporada como el Top 100 más joven (estaba 78º) y elogiado por John McEnroe. “Hay jóvenes que pueden complicar a Federer: Gasquet, Monfils, Berdych y... Djokovic”, intuía el ex número 1 del mundo.
Sonrió en Roland Garros 2006, torneo en el que llegó a cuartos de final luego de superar, entre otros, al chileno Fernando González (9º). “Necesito trabajar en mi respiración durante cada punto –reconocía–. Toda mi vida tuve problemas en la nariz y debía respirar por la boca; me tengo que acostumbrar al cambio”.
Por bandera
La federación británica, hambrienta de revolucionarios con facultades para reinventar la lógica en un rectángulo de 24x8, intentó nacionalizarlo, pero Novak sonrió y dijo "no". No importaron algunas diferencias con los dirigentes serbios ni las mejores posibilidades económicas que representaba el cambio. Su país había sufrido la disolución de Yugoslavia y transitaba el camino de separación con Montenegro. Definitivamente, Serbia necesitaba más de sus sonrisas que Inglaterra. No podía ignorar los colores de su alma.
“Nací para ganar”, proclamó cuando llegó a su primera final ATP en julio de 2006. Ya nadie sabía cuan serias eran sus palabras, aunque en la cancha venció al chileno Nicolás Massú y se consagró campeón del Abierto de Amersfoort sin perder sets en el torneo. Pero...
El alma al aire
Final de Umag 2006 y las sonrisas que se acaban. Djokovic está tirado sobre el polvo de ladrillo y sus padres lloran desesperados en las tribunas. No ha ganado ni ha perdido el juego ante el suizo Stanislas Wawrinka: mientras jugaba el primer set, se desplomó sobre el suelo. Su respiración otra vez no era lo que debería ser. La fiesta se transforma en silencio y los segundos parecen amontonarse para no pasar. Novak respira. Sus padres respiran. Serbia respira. El miedo terminó.
Decidió, por precaución, no pisar más la arcilla y jugar el resto de 2006 sobre cemento. Siempre había dicho que le daba igual cualquier superficie, y lo demostró ganando su segundo título, esta vez en Metz.
Pisando fuerte
Empezó 2007 en el 16º puesto y encabezando junto a Andy Murray a un grupo de novatos (Ernests Gulbis, Juan Martín Del Potro, Evgeny Korolev y el ascendente Mikhail Kukushkin) que prometían curvas nuevas para el circuito. En enero ganó Adelaida. En marzo lo detuvo Nadal en la final de Indian Wells; doce días después se lo cargó en Miami y arrasó de modo inicuo para ser el primero desde 1989 que gana ese Masters Series sin ceder sets. Y perdió su servicio sólo una vez en 60 games.
El rush hacia el Top Five continuó alcanzando las semifinales en Roland Garros y en Wimbledon. En agosto llegó a Montreal como número 4 del ranking y en la pizzería de Belgrado nadie creía lo que pasaba: en cadena, con la derecha resuelta y con los efectos atados a su raqueta, eliminó a Andy Roddick (número 3), Rafa Nadal (número 2) y Roger Federer (número 1) y ganó, sobre cemento y sobre las predicciones, el torneo con majestuosidad. Histórico por vencer a los tres mejores en un mismo torneo; glorioso porque entre ellos estaban el rey Federer y el príncipe Nadal.
A golpes contra el calendario
“Está en condiciones de ganar un Grand Slam –opina Bjorn Borg, otro ex número 1–. Ya venció a todos y se mueve bien en cualquier superficie. Es muy bueno para el tenis que haya rivalidad y que haya tres grandes en vez de dos. Incluso sería mejor si fueran cuatro". Sonríe Novak Djokovic como si tuviera 4 años, pero tiene 20. Sonríe aunque Federer vengue la osadía de derrotarlo y lo deje sin festejos en la final del US Open. “Soy la clase de persona que disfruta con lo que hace, de estar en la cancha rodeado de público. Amo al tenis. Hoy, puedo decir que mi vida es maravillosa”, dice. Y sonríe otra vez.
De pronto, en la lucha por el trono entre Federer y Nadal parece entrometerse alguien. Djokovic está 1-5 en enfrentamientos contra el suizo, pero si pudo vencerlo en Montreal, sobre la superficie preferida de Roger, no es imposible repetir la hazaña. Especialmente porque a Djokovic le quedan potencialmente muchos años (¿siete, ocho?) para intentarlo. Contra Nadal está 2-5, pero sus dos triunfos fueron en 2007. En polvo de ladrillo, eso sí, todavía parece estar lejos del español. Todavía...
Quisiera ser
Djokovic vive su “maravillosa vida” en Monte Carlo, Mónaco. Ha hecho amistad con su compatriota Ana Ivanovic, con el actor Robert De Niro y con Maria Sharapova (incluso, la 'prensa del corazón' afirma que existe un romance entre ellos). Sus dos hermanos menores también son tenistas. Uno de ellos, Marko, tiene 16 años y ya debutó en un Future. ¿Otra estrella en la familia? “Está trabajando para ser mejor que yo”, asegura Novak.
En sus pocos momentos libres escapa hacia ‘Kapaonik’, la pizzería de la familia, para acumular motivos por los que reír. “También es una pastelería, tiene todo –se enorgullece–. Estuve allí toda mi vida, pero en los últimos años no pude y eso me pone triste porque estoy emocionalmente conectado con ese lugar”. Los ojos perdidos duran unos segundos. El presente de Novak, por una vez, no lo hace reír. Pero las sonrisas también pueden llegar desde el pasado: “Ahí es donde aprendí a jugar al tenis, y me siguen gustando mucho las pizzas y panqueques. ¡Los de mi papá son los mejores!”. Y vuelve la sonrisa. La misma que muestra después de ganar cada juego, cuando piensa en el dolor acumulado en su país, levanta tres dedos y dibuja la “santa triada”, un símbolo nacional de Serbia. Y sonríe.
113 triunfos. Son los que suma Djokovic en su carrera. Perdió 46 veces. Su porcentaje de efectividad es 71%.
El mejor tenista serbio de la historia
Analizar la historia del tenis serbio es “tramposo”, pues, entre 1929 y 1992, Serbia formó parte de Yugoslavia. De ese reino surgieron en los primeros tiempos importantes tenistas, como Dragutin Mitic (cuartofinalista de Roland Garros en 1938 y 1949) y Josip Palada. Ellos dos, como el resto de las figuras célebres del tenis yugoslavo, tenían raíces croatas: Zeljko Franulovic (ganó 9 títulos y fue 33º en singles), Bruno Oresar (46º en 1989), Goran Prpic (16º en 1991) y el gran Goran Ivanisevic (2º en 1994, ganó 22 títulos, incluyendo Wimbledon 2001).
Novak Djokovic ha destacado alguna vez, con orgullo, que es la primera estrella masculina serbia desde el retiro de Slobodan Zivojinovic (19º en el ranking mundial en 1987 y número 1 en dobles). El tenis serbio, siempre a la sombra del croata, vive actualmente una Edad de Oro. Este año ha colocado a tres jugadores en semifinales de Roland Garros: Jelena Jankovic, Ana Ivanovic y Djokovic. Las diez mil personas que los ovacionaron cuando retornaron a su patria renovaron el creciente vínculo entre Serbia y el tenis, impulsado no sólo por ellos, sino también por Janko Tipsarevic (uno de los 60 mejores del mundo) y el siempre polémico Boris Pashanski (permanente animador del Top 100). Además, la reciente victoria ante Australia en la Copa Davis significará para Serbia jugar en el Grupo Mundial por primera vez en 2008. Con Novak como abanderado, todo parece posible.
PUBLICADO EN FOX SPORTS EDICIÓN EL SALVADOR (Nº21), URUGUAY (Nº18) Y COLOMBIA (Nº12), OCTUBRE DE 2007
me encanta DIOS MIO!!!!, asi que Nole se desmayo en umag 06?????
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