jueves, 17 de junio de 2010

Entrevista a Guillermo Vilas

“EN EL TENIS, UN EQUIPO NUNCA ES UN EQUIPO”

EL GRAN WILLY ANALIZA LA DERROTA ARGENTINA EN LA DAVIS, EXPLICA QUE EL INDIVIDUALISMO DE LOS JUGADORES ES CASI IRROMPIBLE Y LAMENTA NO TENER SU CHANCE COMO CAPITÁN: "HACE CASI VEINTE AÑOS QUE ME PASA LO MISMO".

Por Martín Estévez y Pablo Scoccia

Vilas no es Modesto. No es una valoración de su personalidad, sino una realidad trascendente para el tenis argentino. Del trío que también incluía al Gran Willy y a Martín Jaite, fue Modesto Tito Vázquez quien se quedó con la capitanía del equipo de Copa Davis. Y a Vilas le duele. ¿Por qué creía Guillermo que podía ser el capitán? Porque se sentía preparado, capaz, entusiasmado. Porque confía en sí mismo. ¿Tenía credenciales para serlo? Puf: más que nadie en el tenis argentino. “¿Algo gané, no?”, es una de sus frases de cabecera. Vaya si algo ganó: 62 títulos, 4 Grand Slams, 1.197 partidos. Vilas fue un tenista monstruoso. Y él lo sabe.
–Guillermo, ¿era el momento ideal para ser capitán del equipo de Copa Davis?
–Fue otro momento más. ¿Cuántos momentos pasé así? Hace ya casi veinte años que lo estoy viendo. Me puse a disposición porque había mucha gente que decía que yo en realidad no quería, entonces lo dije. Lo mismo le pasó a Maradona, a él sí lo llamaron y se sorprendió todo el mundo. Cuando sucedió dije “qué bárbaro, ¿no?”. Porque el pibe finalmente termina su carrera como debe terminarla. En el fondo, en el tenis nadie te puede impedir nada. El fútbol siempre tuvo eso: que al director técnico lo nombra un presidente, y el director técnico te puede sacar de la cancha… Es un deporte complicado. Sin embargo es el que dio el ejemplo. Es muy importante que un deportista pueda terminar así su carrera. Estoy muy contento por él, porque ama al fútbol y sabe mucho de fútbol. Y en ese sentido nadie va a intentar como él que Argentina gane.
Vilas habla de Diego, pero también habla de Vilas. Entre líneas, desliza que los símbolos del deporte argentino merecen coronar su trayectoria como líderes de una nueva camada. Como Diego. Como Vilas.
–¿Sentís que tu designación no llegó por problemas que no son deportivos?
–La verdad es que… Uno nunca se hace muchas preguntas, porque los tenistas siempre tenemos que jugar, y ganar, y el torneo lo gana el que gana todos los partidos… Está acostumbrado a seguir adelante. Prefiero, directamente, no hablar del tema.

Maldita final
La derrota con España cada vez está más lejos en el tiempo, pero sigue siendo el tema central del mundo del tenis. Qué pasó, en qué se falló, cómo hacer para que no suceda de nuevo... La herida no cerró.
–¿A Argentina le faltó espíritu de equipo?
–Siempre dije que en el tenis un equipo no es un equipo. Son gente que se reúne a comer y que después va a jugar al tenis cuando le toca. No es que, si te sentís mal, salís y entra el otro. Es un equipo por el hecho de que te vienen a alentar, quieren que ganes. Es como tener familiares. Pero tienen que volverse tus amigos, y eso es difícil de lograr. De lo que pasó en el vestuario no sé nada porque no estuve, y de los que estuvieron nadie me contó lo que pasó. Hubo un par de patterns (se refiere a patrones, a situaciones que se repiten) que sucedieron. En los dos partidos hubo problemas físicos de los jugadores. Evidentemente hubo algo que no se tuvo en cuenta, porque en el tenis no hay cambios. Cuando llegué, hablé con el gobernador Scioli y le dije: “Van a tener grandes problemas con esto, esto y esto”. Y me dice: “¿En serio? ¿Y qué otro problema hay?” “Los otros problemas van a ser éste, éste y éste”. Y fue exactamente lo que pasó. Me preguntó cómo lo sabía y le di algunas explicaciones. Esa charla fue el primer día. Al tercer día, vio el partido perfecto. Pero cada uno tiene su visión y yo hablé antes, porque con el resultado puesto es fácil hablar.
–¿Hay que modificar las funciones del capitán? ¿Están claras?
–Las funciones del capitán es todo lo que falta. ¿No hay agua? Tiene que ir a buscar agua. Ver cuándo un jugador se está cansando, cuándo una zapatilla no está conteniendo a un jugador, saber si hay un cambio de táctica del rival y decirlo… El capitán tiene que hablar, interactuar. Es muy importante esa función. En el 90 por ciento de los partidos no falta nada. Está todo, y todo funciona bien. Pero hay veces, como en esta final, en las que hay muchos contratiempos, cosas que complican.
–¿Podés remarcar alguna?
–No tengo todos los detalles de lo que hicieron. Se sentaron en el mismo lugar que cuando jugaron en el Parque Roca, del mismo lado también, pusieron sillas del mismo lado, que fue una cosa muy buena… Pero los cambios de lado se hacían por otro lugar. Me pareció que en el Parque Roca pasaban por atrás de las sillas y en Mar del Plata por adelante. Eso es un cambio importante para un jugador en su visión, en sus horizontes: cómo entra a la cancha. Entrar en diagonal en vez de en paralelo.
Vilas lo dice con voz de sentencia. Aunque hubiéramos apostado que la ubicación de las sillas o el ingreso de los tenistas no influyó en el 1-3 contra España, el que remarca esos detalles es el hombre que refundó el tenis argentino. Entonces, respetuoso silencio y opiniones al bolsillo.
–¿Creés que la idea original de Mancini era un dobles con Nalbandian-Del Potro?
–Mancini tuvo mala suerte: iban a jugar Nalbandian y Del Potro, seguro. Si Del Potro hubiera estado bien, era 3-0 y terminaba.
–En las cuatro últimas derrotas argentinas se perdió el dobles. ¿Eso tiene un significado o es coincidencia?
–Significa que Argentina no tiene un dobles estable. Es una de las características que tiene Argentina. Una de las cosas que se deberían hacer es armar dos dobles, porque para armar los dobles tenés que agarrar un singlista. Igual, Del Potro es muy buen doblista.
–Con respecto a Juan Martín, ¿le jugó en contra que Nalbandian haya rendido tan bien en el primer punto contra Ferrer?
–Siempre te juega en contra, porque él estaba de ‘1’, tenía presión… Le pasó todo. No se rompió antes y se rompió en la Davis.
–Existen jugadores que necesitan que el entrenador les hable. Otros prefieren que no. ¿Esos silencios también hay que respetarlos en la Copa Davis?
–El único momento en el que un capitán le habla a un jugador es cuando está perdiendo o cuando el jugador te lo pide. Te dice: “Che, ¿qué hago ahora?”. Pero si el jugador va ganando sólo dice “muy bien, perfecto”. Yo era muy datero como jugador. Preguntaba “¿me está pasando cruzado o paralelo?”, “¿cuántos globos me tiró en el partido?”, y si el tipo no se acordaba, lo mataba. Pero él sabía que se tenía que acordar. Algo parecido pasó en el Mundial 2006, contra Alemania. El arquero de ellos tenía todo anotado: la manera de patear del jugador en estado de presión y en estado de relax. Eso no es chiste, ¿entendés? Es muy importante.
–¿En el tenis también es tan marcada la diferencia de jugar con y sin presión?
–Es lo mismo. Todo en la vida tiene un pattern. La Luna sale más o menos a tal hora y se acuesta a tal hora. Si algo cambia es porque algo pasa. Cuando gané el campeonato contra Connors había un punto que nunca se lo podía ganar. Y en el final del cuarto set ¡pac! Lo agarré y lo vi. Ésa es la cosa: verlo.
–Entre los jugadores con los que cuenta Modesto están Gaudio, Coria, Chela… ¿Pueden retornar al equipo o es difícil que recuperen el nivel por su edad?
–Es cuestión de jugar. Nalbandian cumple 27 y está jugando perfecto. A los tenistas se los mide por lo que rinden. El que esté bien tiene que jugar. Una de las cosas que tiene que hacer un capitán es recuperar jugadores, como hicieron en su momento con Arnold. Eso es muy bueno. Les dice a los otros jugadores que si les pasa algo los van a ayudar a recuperarse.
–¿Es natural que a los jugadores les importe más un Grand Slam que la Davis?
–Un Grand Slam es un evento muy grande y la Copa Davis es un evento nacional. Ahí yo no puedo ser capitán porque no me ponen, ¿entendés? Es otra cosa. Querés ganar por tu país: el que gana la Copa Davis es el país con mejor tenis ese año. Y este año España tiene el mejor tenis del mundo. Es implacable en ese sentido.
–¿Sentías la diferencia al jugar un Grand Slam y la Copa Davis?
–Sí. Sentía que tenía que hacer todo bien, que no podía cometer ningún error. Si tenía ganas de comerme un helado de más, no lo hacía; si tenía alguna fiesta, no iba; si me caía una mina, miraba para otro lado… Es así, porque entrabas ahí y tenías unos tipos que te miraban y no podían hacer nada. Como el capitán. ¿Qué puede hacer el capitán? Mira, mira, y dale, y mira, “¡fuerza, dale que ganás!”, y le explotan las tripas porque no puede estar ahí adentro. Y cuando estás adentro sentís todo eso. Hace unos años, muy poquitos, los jugadores temblaban al jugar la Copa Davis. Era mucha presión. Hoy, los que no juegan rompen lo que está enfrente; antes se escondían para que no los pongan. En ese sentido hemos avanzado terriblemente. Hoy, los chicos quieren ponerse la camiseta, y eso es gracias al público. Nadie habla de eso. Nadie. Antes todos decían “no, que yo no rindo” y la gente les decía “pechito frío”. Ahora no les dicen más “pechito frío”. Ahora los aplauden.

La eterna rivalidad con Clerc
Parece un tema desgastado, pero también inevitable: ¿cuan mal se llevan Vilas y José Luis Clerc? Responde Guillermo: “Con Batata pude haber tenido diferencias porque a mi entrenador le gustaba un tipo de entrenamiento y al de él otro, nada más. Pero cuando vino McEnroe, los dos le ganamos. Cuando había que hacer las cosas, las hacíamos y las hacíamos bien. Decían que no nos hablábamos en el dobles… ¡pero yo nunca hablaba en el dobles! A él le gustaba una música y a mí, otra. Pero no estábamos en el mismo cuarto, no nos peléabamos. Y en la Davis nos matábamos. Si ganaba uno, el otro lo felicitaba y nos abrazábamos. Siempre”.

PUBLICADO EN FOX SPORTS (EDICIÓN ARGENTINA) Nº18, ENERO DE 2009.

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