lunes, 16 de agosto de 2010

Crisis eran las de antes

La derrota en la final de la Copa Davis, la lesión de Nalbandian y el ocaso de jugadores importantes golpearon al tenis argentino. Sin embargo, estamos lejos de volver a épocas tristes y no tan lejanas. Hay futuro.

Hace un año parecía que si le pasaba algo a Nalbandian, el tenis argentino se iría en picada. Por estos días, con David out, parece que si le pasara algo a Del Potro el tenis argentino se estrellaría contra el muro de la mediocridad. Manía argentina, manía humana la de simplificar situaciones hasta la exageración. Mejor reflexionemos.

¿Es el momento más brillante del tenis argentino? No. En esta misma década disfrutamos de un esplendor superior, con Top Tens que crecían como soja (Coria, Gaudio, Nalbandian, Cañas, ¡Puerta!), muchos títulos y una Copa Davis que se escapaba sólo porque nos tocaba un rival invencible, de visitantes, y faltaba medio pasito para la hazaña.

¿Es un mal momento del tenis argentino? No. En 1997, hace poco más de una década, no teníamos jugadores en el Top Cien (ni soñar con Top Tens), un título era un suceso extraordinario y en la Copa Davis perdíamos contra México y Ecuador en la Zona Americana. Al lado de eso, 2009 es el paraíso.

¿Y entonces? ¿Hay que ser tibios y decir "ni muy muy, ni tan tan"? Tampoco. Hoy tenemos un Top Ten con futuro (Del Potro), un potencial Top Ten lesionado (Nalbandian), un puñado de grossos que están terminando sus carreras (Cañas, Puerta, Calleri), otros consagrados con unas cuántas temporadas por delante (Acasuso, Mónaco, Machi González), luchadores interminables (Junqueira, Vassallo Argüello, Roitman) y jóvenes que apuntan buenas maneras (Schwank, Leo Mayer, Zeballos).

El problema no es del tenis argentino sino de los opinólogos argentinos, de los que hablan de todo sin entender nada, de los que se cuelgan del último resultado. Si Argentina ganaba la Copa Davis hace siete meses, hoy seríamos los mejores y nuestro futuro tenístico, el paraíso. Como Argentina perdió la final, estamos en franca decadencia y detrás de esta camada no hay nada de nada. ¿El resultado de una serie puede ser tan determinante? Claro que no.

Entendamos algo: Argentina no puede sostener tres Top Ten y 14 entre los cien mejores durante años. Primero, porque no somos la principal potencia del tenis. Segundo, porque ningún país puede hacerlo.

Entendamos otra cosa: cuando se retiren Nalbandian, Cañas y Calleri no será 'Del Potro contra el resto del mundo'. Existe futuro, quizá no por política deportiva (que casi no existe en Argentina) sino por el crecimiento sostenido de la práctica del tenis en la última década. Es sencillo: a más jugadores, mejor nivel.

Después, los caminos individuales marcarán cuan alta es la cima. Poco tiene que ver la organización del tenis con que un crack se retire joven (Coria), navegue en sus problemas de (des)concentración (Gaudio) o directamente pierda el deseo de exprimir su talento (Chela, Zabaleta).

Si Del Potro llega a número 1 no será porque el tenis argentino encabezó una revolución; y si se viene abajo y nos dedicamos a seguir a chicos cuyo límite es el Top 50 no será porque el tenis está en crisis: será porque los resultados individuales son circunstanciales (Chipre no hizo mucho para disfrutar de un Baghdatis, por ejemplo). Pero mientras haya siembra (104 argentinos en el ranking mundial), tarde o temprano crecerán buenos tenistas.


PUBLICADO EN REVISTA [W] Nº4, JUNIO DE 2009

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