lunes, 30 de agosto de 2010

La historia de Banfield: capítulo 1 (1896-1899)

El campeón de camiseta azul y negra

Comienza la leyenda. Un hombre, una plaza, una charla. Un empate memorable y la gloria que está por llegar rodeada por extraños colores.

Descubrir pequeñas historias destinadas a la grandeza. A eso se dedica Duddley. Camina por Buenos Aires con su sangre inglesa y su sentimiento argentino. Argentina, tierra joven y prometedora. Buenos Aires, el sitio donde cada plaza guarda una historia.

Es una tarde más para Duddley. Se sienta en un lugar cualquiera, en una plaza cualquiera del sur de Buenos Aires. Al lado suyo, un joven alto, sin apuros ni angustias, llamado Charles. Duddley lo saluda, se presenta y le entrega una invitación con su voz: “¿Qué desea hacer en cada momento de libertad, joven?”, le pregunta, intentando descubrir qué historia fascinante esconde tras su rostro. “Jugar al football, señor. Jugar al football”. “¿Football, eh?”. “Football, sí”. Esa palabra enciende los ojos de Charles. Duddley sabe que ya nada deberá preguntarle para conocer la historia que ha venido a buscar.

“Juego cada domingo al football junto a amigos de mi padre, que trabaja en la estación ferroviaria. ¡Y no porque sí!: comenzamos a participar de un torneo hace dos años. El primero fue un gran campeonato, con conjuntos muy importantes como Lanús y Belgrano. Y el Lomas Athletic… Ellos sí que son buenos players... Qué lindo sería jugar como ellos… Fueron los campeones, ¿lo sabe? Y el año pasado también”.

–“¿Y su equipo, Charles? ¿Juegan bien a ese tal football?”.
–“Claro, señor”.
–“Habrán obtenido muchos triunfos, entonces, ¿eh?”, le sonrió Duddley. Pero Charles se sonrojó. Hizo un corto silencio y bajó su cabeza.
–“Pues… no, señor. En realidad, no. En esos dos años perdimos 17 partidos, señor. Los recuerdo uno por uno…”.

Sin embargo, el ánimo de Charles se aferra a su mejor recuerdo.
–“¡Pero una vez no perdimos! Qué gran tarde ante el Belgrano Athletic. Aquella vez empatamos 1 a 1, y estuvimos tan cerca de ganar…”.
–“¿Belgrano, eh? ¡Le igualaron a uno de los más poderosos equipos!”, festejó Duddley, intentando revalorizar el hecho.
–“Ehhh… No. En realidad fue en un enfrentamiento con el otro equipo de Belgrano, señor”. Charles, de todos modos, no se amedrentó. “¡Pero qué valentía demostramos! ¡Esa tarde, el señor Kingsland estaba tan contento…”.
–“¿Kingsland?”.
–“Sí, él era el presidente del club, y buen amigo de mi padre. Bueno, en realidad mi padre siempre dice que al señor Kingsland sólo le gusta el cricket, el cricket y el cricket, que al football no le da importancia... Pero aquella vez hasta el señor Kingsland hablaba de nuestro equipo. Ya no es más presidente, pero es un gran hombre, dice mi padre”.

Hay sol en este domingo de octubre. Duddley se siente cada vez más intrigado por ese grupo que dedica su tiempo a un juego llamado football. Y Duddley ama aprender, tanto como Charlie ama jugar al football.

–“¿Juega con ese chaleco?”, pregunta Duddley y señala el torso de Charles.
–“Nooooo –sonríe orgulloso–. ¡No imagina, señor, qué lindas son nuestras camisas! Marrón claro y oscuro, como bastones, así era la primera. Igualita a las señales de peligro que se colocan en las barreras del ferrocarril. Y este año usamos una nueva, mitad negra y mitad azul. Y vaya que nos está trayendo suerte…”.
– “¿Este año han ganado un partido, entonces?”
– “¿Un partido? ¡Muchos! Tantos, que hoy mismo podemos ser los ganadores del torneo de Segunda División. Por la tarde tenemos el enfrentamiento más importante. ¡Estoy ansioso, señor Duddley!”.

Duddley estaba atrapado. Jamás había visto un partido de ese tal football, pero pocas veces había notado a alguien tan enamorado de una actividad.
–“Mi padre es inglés, yo también nací allí. Vine a este país siendo un niño. Mi padre se emplea en el Ferrocarril del Sud, y junto a algunos amigos ingleses crearon un club para disfrutar de cada domingo, como se hacía en su país. ¿Conoce la zona, señor Duddley?”.
–“Sí, este es un pueblo muy bonito”.
–“Pues nosotros tenemos nuestro propio campo en los Alfalfares de Patiño. Entre las vías del ferrocarril y las calles Rincón, Alsina y La Magnolia. Allí recibimos a los rivales, ésa es nuestra casa. Tengo que irme, señor Duddley. Me encontraré con James Doods Watson e iremos juntos al club. ¡Él es nuestro mejor player! ¡Debería verlo, señor Duddley, debería verlo!”.

Charles se levantó apurado, saludó a Duddley y comenzó a pensar en la diversión que lo aguardaba.
–“¡Espera!”, le gritó Duddley olvidando la formalidad. “No me dijiste el nombre del club en el que juegas al football”.
–“Banfield, señor Duddley. ¡Somos el Banfield Athletic Club!”.

Esa tarde de 1899, finalmente, Charles y sus amigos ganarían el torneo. Y, esa tarde de 1899, Duddley había descubierto otra pequeña historia destinada a la grandeza.



ESTADÍSTICAS DE BANFIELD 1897-1899


CAMPEONATO DE PRIMERA DIVISIÓN 1897
Posición: 7º (de 7 equipos). PJ: 12. PG: 0. PE: 1. PP: 11. GF: 6. GC: 52. Puntos: 1.


CAMPEONATO DE PRIMERA DIVISIÓN 1898
Posición: 7º (de 7 equipos), PJ: 12. PG: 0. PE: 0. PP: 12. GF: 3. GC: 24. Puntos: 0.


CAMPEONATO DE SEGUNDA DIVISIÓN 1899
Posición: 1º (de 9 equipos). PJ: 16. PG: 13. PE: 1. PP: 2. GF: 59. GC: 2. Puntos: 27.


Los datos: El primer partido oficial de Banfield se disputó en 1897. Fue ante Lomas Athletic, y perdió 0-5. En 1898 no se presentó en 5 de sus 6 partidos de visitante, que se le dieron por perdidos.


PUBLICADO EN SE JUEGA Nº6 (SEPTIEMBRE DE 2006)

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