sábado, 6 de noviembre de 2010

Viajar sobre una tabla

Si nunca supiste bien qué son el skate, el surf o el snowboard, pero cuando los escuchás nombrar pensás “estaría bueno probar algún día”, esta nota es para vos.

Tranquilo, lector de W: no hablaremos de competencias en Canadá ni de términos técnicos imposibles de recordar. Sabemos que el skate, el surf y el snowboard son minoritarios en Argentina y no queremos aburrirte sino que sepas, en palabras claras, qué es lo divertido de practicarlos y cómo hacer para empezar.

Comencemos con el skate, que al menos suena familiar. ¿Quién no vio una patineta alguna vez? Bueno, el skate es exactamente eso: el sencillo acto de andar en patineta llevado al extremo. ¿Qué hace un principiante? Lo primero, claro, es conseguir un skate (si decís patineta ante un skater es probable que se mate de risa). Aunque los más experimentados disfrutan armando sus propios skates (compuestos por la tabla, las ruedas y los nexos entre ambas cosas, llamados trucks), lo más recomendable y económico es que lo compres ya armado: por $300 se consiguen algunos ideales para aprender. ¿Cómo son los ideales? De madera y anchos, porque permiten mayor estabilidad. Los de aluminio y fibra de vidrio, por ahora, miralos desde lejos.

El skate tiene muchas ventajas: podés aprender solo (aunque es bueno que te aconseje alguien que sepa), no requiere más gastos que el de la tabla (eso sí: tarde o temprano vas a necesitar algún repuesto) y podés practicarlo cuando y donde quieras.

Una vez que controles los movimientos básicos (impulsarte, trasladarte sin tambalear, cambiar de dirección con los pies sobre la tabla), te conviene juntarte con otros skaters en sitios adornados especialmente con rampas; o en lugares públicos con ‘obstáculos’ (escaleras, bajadas pronunciadas). Si no conocés a nadie que ande en skate, el lugar de reunión por excelencia es el Parque Sarmiento: está lleno de principiantes y podés empezar sólo como observador.

El surf es la versión del skate sobre el mar. Los surfistas avanzados se enojarían ante la comparación: aseguran que el surf tiene una profunda relación con lo espiritual y no se trata sólo de moverse arriba de las olas el mayor tiempo posible. Obviamente, para hacer surf no alcanza con ir hasta una plaza cercana, pero tampoco es tan terrible: por el tipo de olas que reciben, Mar del Plata, Miramar y Necochea son lugares fantásticos para surfear.

En este caso sí vas a necesitar de especialistas para acelerar el aprendizaje. Lo más sencillo para empezar es alquilar la tabla (comprar una vale alrededor de $500) y tomar clases. Para que tengas una idea, el curso de diez lecciones sale unos $900. Si te da el presupuesto, es lo mejor.

Lo primero que es necesario aprender es el take off, movimiento en el que pasás de estar recostado en la tabla a estar parado sobre ella. Ésa es la puerta de entrada a todo lo demás. En el curso, de todos modos, se hacen ejercicios de relajación y equilibrio, para que sólo te tires al agua cuando ya estés preparado.

La opción más sofisticada es el snowboard, en el que los costos son mayores. Se trata de deslizarse en la nieve parado sobre una tabla de fibra de vidrio y plástico que va sujetada a los pies. En realidad, sujetada a las botas, que también son imprescindibles.

¿Cuánto dinero es necesario para empezar? Además del traslado a los centros donde se practica snowboard (en Neuquén, Chubut, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego) hay que pagar el alquiler de la tabla y las botas (unos $50 por día); y, claro, lecciones para incorporar las nociones básicas (una clase de dos horas ronda los $180).

La principal ventaja del snowboard es que no hay que hacer movimientos dificultosos para disfrutarlo al máximo: descender por la nieve a toda velocidad (una de las primeras acciones que se aprenden) es una sensación inigualablemente vertiginosa.

PUBLICADO EN [W] Nº6, SEPTIEMBRE DE 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario