lunes, 2 de mayo de 2011

Las Leonas del futuro

Por Martín Estévez

[Este artículo es la continuación de Las Leonas del pasado]

La obtención de la Copa del Mundo de Rosario empuja al hockey sobre césped hacia la popularidad y certifica el primerísimo nivel de las chicas argentinas desde hace más de una década. Ni siquiera el retiro de cinco integrantes del plantel hace temblar a un proyecto que no fue ideado para mantenerse, sino para seguir creciendo.

Ellas se miran y no lo pueden creer. Ellas son la Selección femenina de hockey y en 2010 están viviendo un sueño: ganar el Mundial. Es cierto: en Rosario no está sucediendo nada que no haya ocurrido antes en Sydney, en Perth, en Atenas, en Madrid o en Beijing. Pero tiene un gusto especial, es la confirmación de la confirmación de la confirmación de que ellas son más que la Selección femenina de hockey. Ellas, ahora, son Las Leonas.

La relevancia internacional de esta seguidilla de logros no cabe en los bolsillos argentinos. Aunque es cierto que de hockey sobre césped nunca se debatió en un asado familiar o en el furgón de bicicletas del tren, hasta los más escépticos tendrán que empezar a cambiar su argumento básico. Porque, en la Argentina, el hockey existe. Lo denuncia la realidad, y no se trata sólo del éxito en el Mundial de Rosario. En la primavera de 2000, las preceptoras de colegios estatales y los vendedores de diarios ya dejaban escapar, entre quejas sobre el clima y vaticinios sobre el nuevo milenio, un “¿Qué lástima que las chicas no ganaron la final, no?”. Lo que el subcampeonato del Mundial 94 y el triunfo en el Panamericano 95 no habían podido generar, se generaba en los Juegos Olímpicos: la identidad. Las Leonas perdieron la final de Sydney contra Australia, pero obtuvieron esa peligrosa mezcla de reconocimiento, popularidad, fama y prestigio.

Enumerar los títulos ganados por el equipo o los premios a la mejor del mundo que obtuvo Luciana Aymar es tentador, pero no se trata de repetir datos del presente, sino de espiar hacia adelante. El éxito de Las Leonas aplacó la denostación al hockey por elitista y le aseguró una porción de futuro: materia prima. La Argentina tendrá muchas jugadoras de hockey al menos hasta dentro de diez años, cuando la generación que creció viendo por televisión a Las Leonas campeonas del mundo madure en las numerosas canchas sintéticas del país.

El crecimiento que se hace visible en los resultados internacionales tiene un origen mucho más interno, basado en la consolidación del hockey como uno de los deportes más practicados en los colegios. No se trata de un avance menor. En 1973 había 6 mil mujeres jugando al hockey en la Argentina. En 1994, cuando nadie conocía a Anabel Gambero o a Mariana Arnal pese a que eran subcampeonas mundiales, la cifra ya era un gran 30 mil. ¿Cuántas potenciales Sole García, Rebecchi y Barrionuevo existen hoy? Más de 80 mil. “El hockey es el deporte femenino número 1 en la Argentina. No hay dudas”, celebra Carlos Retegui, entrenador de Las Leonas. El Chapa, que también dirigió a la Selección masculina, certifica que la diferencia de géneros tiene base escolar: “El hockey de hombres tiene que luchar con el fútbol, el rugby, el vóley... Por eso no surgen tantos jugadores. Las chicas, en cambio, se vuelcan casi todas para el lado del hockey”. En esa base, el alto número de jugadoras, se apoyan proyectos ambiciosos. “Están las condiciones dadas para seguir creciendo –reconoce el DT y redobla la apuesta–. Nosotros no estamos de acuerdo con que llegar es fácil y lo difícil es mantenerse. Lo difícil es, una vez en la cima, seguir superándose”.

El futuro inmediato, lo dicen las estadísticas y lo dice Retegui, asoma lindo y perfumado. Con Luciana Aymar no muy lejos del retiro (cumplió 33 años) y tras una década gloriosa (ganaron dos títulos mundiales, tres medallas olímpicas y cuatro Champions Trophy), el recambio parece inminente. ¿O ya sucedió? “Hubo un primer recambio hace 18 meses, y ahora se han alejado jugadoras emblemáticas”, dice Retegui haciendo referencia a Claudia Burkart, Alejandra Gulla, Mariana Rossi, Romina Vatteone y Mariné Russo. “Nosotros empezamos en febrero el Proyecto Olímpico 2012, con un grupo de jóvenes jugadoras entrenándose con vistas a los Juegos de Londres. Y pronto vamos a comenzar con el Proyecto 2016. Es cierto que la planificación no es una garantía de buenos resultados, pero nos acerca a los objetivos”, explica.

Hay más indicios positivos. En el planeta fútbol, por ejemplo, los protagonistas de los Mundiales juveniles no tienen acceso directo a la Selección mayor (Arangio, Perezlindo, Arca, Barroso, Voboril y la lista sigue). Lo contrario sucede en el hockey femenino. Gulla, Rossi, Soledad García, Aymar y Vatteone estuvieron en Corea 97. Russo, Burkart y Aladro, en Buenos Aires 2001. Barrionuevo, Rebecchi, Luchetti, D’Elía, Succi y Kañevsky, en Chile 2005. Merino, en Estados Unidos 2009. Quince de las dieciocho campeonas habían disputado un Mundial Juvenil. Si la lógica acompaña, próximamente seremos invadidos por la generación de Leoncitas que logró un elogiable subcampeonato el año pasado en Boston. Y también por las chicas del Sub 17 que en agosto consiguieron medalla de plata en los Juegos de la Juventud de Singapur. Hay futuro inmediato, sí.

¿Qué se puede prever a largo plazo? “Nuestra responsabilidad no son solamente Las Leonas –asume Retegui–. Es el hockey en toda la Argentina. Por eso estamos trabajando a futuro, y simultáneamente, en ocho regiones del país”. Sólo en septiembre, Club Banco Mendoza y San Martín de Córdoba inauguraron sus canchas sintéticas. En 1983, cuando la Federación Internacional decidió que todos los torneos de hockey se jugaran sobre campos sintéticos, hubo que esperar nueve años para ver inaugurado el primero.

Seguramente el resto de las potencias también usarán sus recursos. De hecho, el presupuesto del hockey en Holanda o Alemania es y seguirá siendo muy superior al argentino. Pero Retegui no teme: “Argentina es, por primera vez en la historia, número 1 del ranking mundial. Y soy optimista, no me cabe ninguna duda de que vamos a seguir mejorando en lo global. El Mundial de Rosario lo soñamos minuto a minuto y se fue dando de esa manera, por eso lo disfrutamos tanto. Ahora llega el momento, por el bien del hockey argentino, de seguir unidos. Ojalá que haber ganado la Copa del Mundo sea una inyección de ánimo para que todos trabajemos en conjunto”.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO N°4403 (OCTUBRE DE 2010)

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