Cuando empezó a jugar, lo insultaban por ser “el hijo de”. Cuando empezó a brillar, se acabaron las dudas. Una de las figuras de
“La pasé mal cuando empecé en el vóley. Había muchas expectativas porque mi
viejo venía de jugar el Mundial 2002 y estaba en un momento de mucha
exposición. Era muy fuerte la presión que yo sentía, la agresión de los demás. Mientras
jugaba, me puteaban, me gritaban en la cara, llegaron a escupirme... y yo tenía
14 años. Si lo pienso ahora, me cago de risa, pero fue difícil, un desafío
grande. Al final, lo único que tenía era una ventaja sobre los demás: estar con
mi viejo en casa y que él me enseñara a jugar. Hoy estoy orgulloso de ser ‘el
hijo de’. Me apoyo mucho en él y en mi vieja, especialmente en los momentos
malos”.
Facundo Conte, uno de los mejores jugadores de la Selección de vóley,
habla sobre Hugo Conte, uno de los mejores jugadores de la historia del vóley.
Y que es también su papá. Fueron compañeros de equipo (ganaron un título con
GEBA) y Hugo dirigió a Facundo en el Bologna de Italia. Era difícil no
preguntarle sobre su viejo, pero ya está. A partir de ahora, el protagonista de
la entrevista es él. Un chico no tan chico que ya jugó dos Mundiales juveniles
(4º en el Sub 19 de 2008; 3º en el Sub 21 de 2009) y uno de mayores (9º en
Italia 2010). Y mientras esta revista se imprimía, ya estaba jugando el
segundo: Polonia 2014, en el que la Argentina se enfrentará en el Grupo A con
Venezuela (31/8), Serbia (2/9), Camerún (4/9), Australia (6/9) y Polonia (7/9).
-Cumplís 25 años en Rusia, en medio de la gira previa. ¿Estás acostumbrado?
-Y sí. La última vez que pasé mi cumpleaños en la Argentina tenía… no sé…
15 años. Me gustaría muchísimo festejar mi cumpleaños en Buenos Aires. Mis
viejos viven en Italia, pero en la
Argentina están mis amigos y el resto de mi familia.
-Sufriste un esguince a poco del Mundial, ¿tuviste miedo de quedarte
afuera?
-Me asusté muchísimo. Ya me había esguinzado antes, pero nunca había
sentido ese dolor. No se me cruzó por la cabeza perderme el Mundial porque
faltaban casi dos meses, pero lo primero que pensé fue “me rompí todo”. Ya
había vivido otras lesiones: el año pasado estuve recuperándome del hombro, y
había estado todo un año sin jugar por una lesión ahí. Podría llegar al Mundial
en mejor forma, seguro, pero en los últimos días el tobillo respondió bien.
Estoy en un 70%, 80%. La adrenalina es la mejor droga del mundo, porque te hace
hacer cosas que no creías posible. Eso me va a ayudar a alcanzar mi mejor
rendimiento durante el Mundial.
-¿Camerún es el único débil del Grupo A?
-El nivel de la zona es parejo. Los más fuertes son Serbia y Polonia. A los
polacos los conocemos mucho, algunos de nosotros jugamos ahí. Seguramente,
Julio Velasco nos preguntará sobre ellos cuando llegue el momento.
-¿Conforma ganar 4 de los 5 partidos?
-Si entre esos 4 están Polonia y Serbia, sí, porque después hay que
arrastrar los puntos. Nuestras energías tienen que estar puestas más en esos
dos partidos que en los demás. Si bien son los que más chances tenemos de
perder, son los que más nos ayudan si pasamos de fase. No tenemos la presión de
salir campeones, así que la primera fase es lo más importante. En los amistosos
que jugamos en Brasil, a principios de agosto, nos dimos cuenta de que no
estamos tan lejos.
-¿Qué representa Brasil para Argentina: es el enemigo o el modelo a seguir?
Porque estamos cerca, pero nos ganan siempre.
-Somos parecidos físicamente. Por ahí tienen algún grandote más, pero la
diferencia es que se mataron trabajando y crearon una mentalidad en la que
cualquier jugador que entra en la cancha deja la vida. En cada entrenamiento,
en realidad, porque en un partido todos dejan la vida, pero el entrenamiento
hace que las cosas salgan bien. Hoy Brasil no es el número 1, para mí es Rusia.
Las desventajas físicas contra los europeos son reales, pero se reemplazan con
juego, con ideas, con sistemas. Rusia te da pocas chances y tenés que
aprovecharlas. Nosotros maduramos y creo que estamos más cerca de los equipos
más poderosos, tanto de Rusia como de Brasil.
-¿Hay un objetivo inicial?
-Pensar en qué puesto queremos terminar es difícil. Somos un equipo en
construcción, y en un año mundialista. El trabajo que hicimos en la Liga Mundial fue muy
intenso, pero nos esperan rivales difíciles, hay poco margen.
-¿Cómo calificás al Mundial 2010?
-Fue positivo, pero hoy soy distinto. En el Mundial anterior era más
inconsciente. Hoy quiero ir al Mundial para dejar todo. Irse de un torneo
importante con cosas adentro es terrible. Lo viví en los Juegos Olímpicos, en
donde no pude ni supe expresarme jugando como quería y podía. Me fui muy
frustrado. Este es un momento de construcción, con nuevo entrenador. Lo que me
deseo y nos deseo es volvernos satisfechos porque dejamos todo.
-Qué autocrítica fuerte, especialmente porque en los Juegos los resultados
fueron los esperables. Incluso mejoraron el 9º puesto del Mundial 2010.
-Pero no logramos, ninguno creo yo, jugar el vóley que podíamos jugar. Y
esa es una frustración grande. Esperar tanto tiempo un sueño, porque era la
primera olimpíada para todos, y quedarse con nada… Nos fuimos amargados. No
jugamos bien, no disfrutamos adentro de la cancha ni disfrutamos el torneo.
Deseo de todo corazón que eso no exista más, no quiero volver a vivir esa
sensación porque fue muy duro, muy frustrante. Pensá que podíamos quedarnos
hasta el final de los Juegos, pero apenas terminamos de jugar, yo me fui, no
quería estar ahí, estaba muy amargado, muy triste. Ir y hacer agua fue muy
duro. El resultado era el esperado en los papeles, terminamos entre los ocho
primeros, pero podíamos hacer algo más. Perder con la cabeza alta o con la cabeza
gacha es muy distinto. Yo me exigía a mí mismo un nivel muy alto, y me volví
loco, porque quería ser Superman y ni siquiera fui Facundo Conte. Eso me mató.
-¿La Selección
es irregular?
-Va y viene, sí. Creo en los momentos de los equipos, también. La
regularidad depende del trabajo del equipo y de la madurez. Y de la edad, por
más que muchos digan que sólo está en el documento: hay cosas que la
experiencia te enseña, y las repeticiones te ayudan a ser más regular, prolijo.
Pausa. Momento de repasar los datos sobre su carrera. Facundo nació en 1989
y es receptor punta. En la
Argentina , jugó en Rosario Sonder y GEBA. Entre 2007 y 2012,
pasó por cinco clubes de Italia. Estuvo en el Dínamo Krasnodar de Rusia en la
temporada 2012/13; y en el Skra Belchatow polaco desde entonces. Forma parte de
la Selección Mayor
desde 2008. Este año, fue vital para que el equipo consiguiera un gran récord
de 8 triunfos y 4 derrotas en la Liga Mundial , principal competencia anual.Ahora
sí, que siga hablando el protagonista.
“En mi carrera hubo muchas más cosas buenas que malas. Menos en Rusia, ahí
sí la pasé mal. Por eso me fui a Polonia, donde los estadios están siempre
llenos, la gente se vuelve loca. Yo no soy de los que dicen: ‘Voy, le pego a la
pelota, hago lo mío y vuelvo a casa’. Me gusta divertirme, pasarla bien,
disfrutarlo”.
-¿Cuántos idiomas aprendiste?
-Inglés, italiano, español... Y chamuyo un poco de portugués y de polaco.
En Polonia siempre digo “ochivische”, que quiere decir “por supuesto”. Al
principio, cada vez que me decían algo, yo decía “ochivische”, y todos se
cagaban de risa porque sabían que no había entendido un pomo. Más allá del
idioma, el desarraigo es muy difícil. Yo viví en Italia, en Rusia, en Polonia y
en la Argentina ,
y además cambié mucho de ciudad en Italia, primero por mi viejo y después por
mí. En familia la pasábamos bien porque nos movíamos todos juntos. Pero nunca
lloré tanto en mi vida como cuando me fui en el 2007, sin ellos. Fue un momento
muy duro. Me apoyé en el deporte, que es el apoyo más grande: estás yendo
afuera, solo, a aburrirte, por ahí a pasarla mal con algunas cuestiones. Tenía
18 años, rendí las materias que debía y me fui a Italia. Desde ese momento
estoy dando vueltas. Viajar me abrió la cabeza, hizo mucho a lo que soy, pero
es difícil: nunca me fui de vacaciones con amigos, ni de viaje de egresados.
Mis últimas vacaciones de verano fueron en 2005, y eso pesa.
-Ves fotos de tus amigos en la playa y vos estás en Polonia con 4 grados
bajo cero…
-¿Cuatro? ¡Ojalá! En Polonia hace menos veinte, menos treinta. Es violento,
y no me gusta el frío, me encanta el verano. Pero es la vida que elegí y vivo
de lo que me gusta, eso es impagable. Cuando estuve un año sin jugar me di
cuenta de lo afortunado que soy. Pero Buenos Aires es mi lugar en el mundo.
Tener que irme siempre es muy doloroso.
-Estando lejos, ¿te preocupa la realidad social argentina? ¿Te informás?
-Yo no sé nada de nada. De política no sé nada, de fútbol no sé nada, no
soy hincha de ningún equipo, de la televisión no sé nada. Vivo mucho en mi
burbuja, me encanta mirar películas. Viajando tanto, perdés contacto con las
cosas. Obviamente sé lo que pasa, pero vivo muy poco en la Argentina , vivo lo mejor
del país y no entiendo cuando la gente se quiere ir, pero sé las dificultades
que se viven. No opino porque no sé, y no me interesa mucho. Me quito ese peso
de saber y opinar.
-¿Por qué la pasaste mal en Rusia?
-Lo más difícil es la vida cotidiana: ir al súper y saber qué estás
comprando. Comprar condimentos, por ejemplo, es imposible. Estás con el celular
y vas copiando letra por letra para traducir, porque encima en Rusia tienen
otro alfabeto. Terminás la palabra y por ahí no es, y tenés que seguir
buscando. El año en Rusia fue muy difícil, la gente no habla inglés, había sólo
dos chicos en el plantel que hablaban inglés… Pero también fue lo que más me
hizo crecer: entender la cultura de ellos para saber cómo comunicarme. Con los
chicos polacos también me costó. Ellos son fríos en serio. Pasaron muchos meses
hasta que fui a comer con alguno, hasta que me invitaron a la casa. Nuestra
forma de ser, la de los sudamericanos, les da para que se relajen. Allá piden
permiso para todo, pero al final me terminé divirtiendo mucho, así que creo que
esta temporada que me queda en Polonia la voy a disfrutar mucho más. El año
pasado la onda del grupo era muy buena y haber ganado el campeonato fue
increíble. Tengo 30 mil seguidores en Twitter y la mitad deben ser polacos. Que
allá sientan tanto cariño, que se sientan identificados, que me escriban cosas
tan lindas, me llena. Por eso me fui a jugar ahí. Alguna vez quisiera volver a
Italia o jugar en Brasil, por el clima y el idioma. Pero estoy contento donde
estoy.
-¿Las relaciones de pareja se complican más al viajar tanto?
-Poder tener una relación íntima con alguien es muy difícil. Si yo vengo a la Argentina , por ejemplo,
y conozco a alguien, sé que en tres meses me voy. ¡Y me voy durante nueve
meses! No se sabe qué puede pasar: por ahí es el amor de tu vida o por ahí no.
Es complicado distinguir situaciones, poder compartir tiempo. Por suerte ahora
están las redes sociales, pero no reemplazan a tocar a la otra persona, a vivir
ciertas cosas. En el deporte, además, no existe lo personal: tenés que dejar
los problemas afuera del gimnasio porque, si no, después en la cancha se ve. A
mí me pasa al revés: el deporte influye en mi vida personal. Si estoy pasando
un mal momento, entrenar me salva.
Confía en Velasco
Luego de su complicada relación con Javier Weber, anterior entrenador de la Selección , Facundo se
siente a gusto con Julio Velasco. “Lo más importante, lo que marca
diferencia, es lo exigente que es Julio –resalta–. Todo lo que hacés, él quiere
que lo hagas perfecto. No se conforma con que hagas el punto. ‘Está bien,
hiciste el punto, pero tenías que hacer otra cosa’, te dice. Es muy meticuloso.
A nosotros, y al cuerpo técnico, nos exige un montón. Es uno de los cambios más
grandes respecto del proceso anterior. Si automatizás los movimientos, te puede
salir una vez mal, pero una de diez. Y contra los equipos grandes necesitás
fallar poco.Me gusta porque hace que yo mejore, y que el equipo mejore.
Obviamente, hay momentos en los que estás caliente, te viene a decir algo y te
querés matar. Se enoja porque quiere que las cosas salgan. Creo mucho en
Julio”.
PUBLICADO EN EL GRÁFICO
Nº4449 (SEPTIEMBRE DE 2014)
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