EL RETORNO DE DIEGO MILITO A GENOA RATIFICÓ SU ENORME CATEGORÍA. PERO PESE A SUS 108 GOLES EN CINCO TEMPORADAS EUROPEAS, LA POSIBILIDAD REAL EN LA SELECCIÓN ARGENTINA NO LLEGA NUNCA. BASILE VOLVIÓ A CONVOCARLO. ¿ESTA VEZ LE DARÁ CONTINUIDAD?
Tachó todos los requisitos que se le cruzaron: triunfar en un grande de Argentina, adaptarse rápido a Europa, brillar en la Liga Española, ser ídolo en el calcio italiano, crecer, evolucionar, meter goles y más goles... Sin embargo, ningún camino condujo a Diego Alberto Milito a la titularidad en la selección argentina.
Tuvo posibilidades esporádicas: un partido por acá, otro por allá, algunos minutos en amistosos... Sin importar demasiado si rendía o no, los delanteros en los partidos clave siempre fueron otros.
Las visitas de Milito a la selección comenzaron en 2003, tiempo después de que fuera una pieza importante del título que Racing ganó después de 35 años. Tardó 14 minutos en anotar su primer gol con la camiseta argentina.
Atrás habían quedado sus inicios de jugador de técnica extremadamente pulida pero abrumado por la ineficacia (2 goles en sus primeros 43 partidos oficiales). En su última etapa en Avellaneda lavó la indefinición de sus botines: fue goleador de Racing durante cuatro torneos consecutivos.
En 2004 fue transferido al Genoa, que jugaba en la segunda división del fútbol italiano, e incluso mejoró su nivel. Marcelo Bielsa, entonces entrenador de la selección argentina, lo tenía entre sus delanteros preferidos (3 goles en 7 partidos en su ciclo) y lo hizo jugar hasta en su último partido antes de renunciar: frente a Perú, por las Eliminatorias Sudamericanas.
Los 37 goles que Milito anotó en una temporada y media en Genoa lo llevaron hasta la Primera División de España: el Zaragoza de su hermano Gabriel lo fichó para la temporada 2005/06. ¿Quién era Milito en ese momento? En Argentina, un héroe de Racing que estaba haciendo muchos goles en el exterior... goles que no se veían ni por la tele y que sólo entrenadores inteligentes como Bielsa podían valorar.
Su llegada al Zaragoza lo puso en el escenario grande y 21 goles en su primera temporada provocaron el aplauso masivo del planeta fútbol. El clímax llegó la noche del 8 de febrero de 2006: cuatro tantos al Real Madrid en un solo partido, un 6-1 antológico en La Romareda.
Sin embargo, Bielsa ya no estaba y José Pekerman armó la lista de convocados para el Mundial de Alemania sin Diegol. Lo llamó por teléfono antes de hacer pública su decisión, un gesto loable, pero pagó en el partido de cuartos de final: necesitó un delantero alto para defender los centros alemanes y rápido para contraatacar, y al mirar el banco de suplentes no lo tuvo. Argentina perdió la ventaja de 1-0 y quedó eliminada en los penales.
Con el nuevo cambio de mando (Alfio Basile por Pekerman) la situación no cambió demasiado. Milito siguió creciendo como centrodelantero (46 goles en sus últimas dos temporadas en Zaragoza), pero las posibilidades siguieron siendo escasísimas. Se esperanzó cuando fue convocado para la Copa América 2007, pero encontró otro pero: pese a la rápida lesión de Hernán Crespo, jugó apenas 120 minutos (le marcó un gol a Colombia) en toda la copa. En la final (0-3 ante Brasil), Basile no lo miró ni para preguntarle la hora.
El sorpresivo descenso del Zaragoza (con 42 puntos no hubiera perdido la categoría en ninguna de las siete temporadas anteriores) pareció interponer una inmensidad entre el sendero del delantero y el de la selección. Pero Milito sabe de inmensidades: inmenso en su clase, inmenso en su constancia, inmenso su listado de gritos eufóricos, de arqueros destrozados, de hinchas enloquecidos.
En septiembre de 2008, la vuelta al Genoa para saldar la cuenta pendiente de jugar en Primera División lo depositó otra vez bajo las luces del fútbol grande. 4 goles en apenas 3 partidos (uno a Milan, uno a Palermo, dos a Roma) reavivaron el amor de los tifosi genoveses y la mirada curiosa de los hinchas argentinos.
El tiempo pasa y Milito, como un desempleado de 29 años con el diario bajo el brazo, muestra su currículum de 154 goles con insistencia. Mejores y peores aspirantes han pasado por un puesto laboral que -desde que Gabriel Batistuta se retiró y Hernán Crespo juega poco en sus equipos- no ha encontrado un ocupante feliz.
Casi en puntas de pie, con una elegancia que esfuma la distancia entre el fútbol y el arte, Milito camina por la sala de espera aguardando sólo una mirada, sólo un anuncio, sólo cuatro palabras: el puesto es suyo.
PUBLICADO EN LA PÁGINA WEB DE FOX SPORTS, SEPTIEMBRE DE 2008
Tachó todos los requisitos que se le cruzaron: triunfar en un grande de Argentina, adaptarse rápido a Europa, brillar en la Liga Española, ser ídolo en el calcio italiano, crecer, evolucionar, meter goles y más goles... Sin embargo, ningún camino condujo a Diego Alberto Milito a la titularidad en la selección argentina.
Tuvo posibilidades esporádicas: un partido por acá, otro por allá, algunos minutos en amistosos... Sin importar demasiado si rendía o no, los delanteros en los partidos clave siempre fueron otros.
Las visitas de Milito a la selección comenzaron en 2003, tiempo después de que fuera una pieza importante del título que Racing ganó después de 35 años. Tardó 14 minutos en anotar su primer gol con la camiseta argentina.
Atrás habían quedado sus inicios de jugador de técnica extremadamente pulida pero abrumado por la ineficacia (2 goles en sus primeros 43 partidos oficiales). En su última etapa en Avellaneda lavó la indefinición de sus botines: fue goleador de Racing durante cuatro torneos consecutivos.
En 2004 fue transferido al Genoa, que jugaba en la segunda división del fútbol italiano, e incluso mejoró su nivel. Marcelo Bielsa, entonces entrenador de la selección argentina, lo tenía entre sus delanteros preferidos (3 goles en 7 partidos en su ciclo) y lo hizo jugar hasta en su último partido antes de renunciar: frente a Perú, por las Eliminatorias Sudamericanas.
Los 37 goles que Milito anotó en una temporada y media en Genoa lo llevaron hasta la Primera División de España: el Zaragoza de su hermano Gabriel lo fichó para la temporada 2005/06. ¿Quién era Milito en ese momento? En Argentina, un héroe de Racing que estaba haciendo muchos goles en el exterior... goles que no se veían ni por la tele y que sólo entrenadores inteligentes como Bielsa podían valorar.
Su llegada al Zaragoza lo puso en el escenario grande y 21 goles en su primera temporada provocaron el aplauso masivo del planeta fútbol. El clímax llegó la noche del 8 de febrero de 2006: cuatro tantos al Real Madrid en un solo partido, un 6-1 antológico en La Romareda.
Sin embargo, Bielsa ya no estaba y José Pekerman armó la lista de convocados para el Mundial de Alemania sin Diegol. Lo llamó por teléfono antes de hacer pública su decisión, un gesto loable, pero pagó en el partido de cuartos de final: necesitó un delantero alto para defender los centros alemanes y rápido para contraatacar, y al mirar el banco de suplentes no lo tuvo. Argentina perdió la ventaja de 1-0 y quedó eliminada en los penales.
Con el nuevo cambio de mando (Alfio Basile por Pekerman) la situación no cambió demasiado. Milito siguió creciendo como centrodelantero (46 goles en sus últimas dos temporadas en Zaragoza), pero las posibilidades siguieron siendo escasísimas. Se esperanzó cuando fue convocado para la Copa América 2007, pero encontró otro pero: pese a la rápida lesión de Hernán Crespo, jugó apenas 120 minutos (le marcó un gol a Colombia) en toda la copa. En la final (0-3 ante Brasil), Basile no lo miró ni para preguntarle la hora.
El sorpresivo descenso del Zaragoza (con 42 puntos no hubiera perdido la categoría en ninguna de las siete temporadas anteriores) pareció interponer una inmensidad entre el sendero del delantero y el de la selección. Pero Milito sabe de inmensidades: inmenso en su clase, inmenso en su constancia, inmenso su listado de gritos eufóricos, de arqueros destrozados, de hinchas enloquecidos.
En septiembre de 2008, la vuelta al Genoa para saldar la cuenta pendiente de jugar en Primera División lo depositó otra vez bajo las luces del fútbol grande. 4 goles en apenas 3 partidos (uno a Milan, uno a Palermo, dos a Roma) reavivaron el amor de los tifosi genoveses y la mirada curiosa de los hinchas argentinos.
El tiempo pasa y Milito, como un desempleado de 29 años con el diario bajo el brazo, muestra su currículum de 154 goles con insistencia. Mejores y peores aspirantes han pasado por un puesto laboral que -desde que Gabriel Batistuta se retiró y Hernán Crespo juega poco en sus equipos- no ha encontrado un ocupante feliz.
Casi en puntas de pie, con una elegancia que esfuma la distancia entre el fútbol y el arte, Milito camina por la sala de espera aguardando sólo una mirada, sólo un anuncio, sólo cuatro palabras: el puesto es suyo.
PUBLICADO EN LA PÁGINA WEB DE FOX SPORTS, SEPTIEMBRE DE 2008
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