31 de mayo de 2008. Racing está al borde de la Promoción, al borde del descenso directo, al borde del caos institucional, al borde de la locura. Y enfrenta a un Independiente que quiere ser campeón del Torneo Clausura y darle la puñalada final a una Academia que, por distintos motivos, perdió a Hilario Navarro, Campagnuolo, Crosa, Cabral, Gonzalo García, Cabrera, Bastía, Pellerano, Romagnoli, Bergessio y el Piojo López en apenas doce meses. A un Racing que promedia 1,162, que no tiene presidente porque está gerenciado, y que no tiene gerenciador porque el gerenciador es un mamarracho.
Alguien tiene que poner la cara y la ponen ellos: José Luis Martínez Gullotta, Diego Menghi, Gabriel Mercado, José Shaffer, Matías Sánchez, Claudio Yacob, José Luis Fernández, Franco Zuculini. Chicos absolutamente chicos que juegan con alma de grandes. Chicos que le roban un punto a Independiente. Chicos que serían la base del equipo que le ganaría a Huracán para salvarse del descenso directo, y que derrotaría a Belgrano en la sufridísima Promoción. Alguien tuvo que poner la cara, y fueron los chicos.
Claro: los chicos de Racing no surgieron de un momento inspirado, como el zurdazo de Bedoya que se clavó en la historia de Avellaneda. Los chicos de Racing son la realidad de un proyecto que sobrevive (pese a muchos inconvenientes) desde hace mucho tiempo. Que comenzó en 2001, cuando Blanquiceleste S.A. firmó un contrato en el que se comprometía a aportar una importante suma de dinero a las divisiones inferiores durante diez años. Y cumplió… hasta 2004, cuando las cuentas ya no eran tan dulces. Entonces Blanquiceleste miró para otro lado. Pero el proyecto, con menos recursos y las mismas ganas, siguió.
Un lugar para vivir
Una pieza fundamental es la Casa Racing, la pensión del club ubicada a escasos metros del estadio. Allí viven alrededor de 45 chicos del Interior que juegan en las Divisiones Inferiores. Fabián Alves, el coordinador, detalla las actividades en épocas de competencia: “Los más grandes entrenan a la mañana, almuerzan y de 2 a 4 de la tarde hay descanso absoluto: no sale nadie y se apagan hasta los televisores. A las 5 se van a la escuela y se los espera. Los más chicos van a la escuela a la mañana y entrenan a la tarde. Los sábados, todos juegan y les queda el resto del día libre para hacer lo que quieran”.
Lejos de los tristes años en que Lux, Bizzarri y Bastía llegaron a comerse al gallo que los despertaba porque no había comida, la Casa Racing es confortable y un buen lugar para proteger y ayudar a los futuros futbolistas.
“En la pensión estamos bien. No pedimos nada más, nosotros sólo queremos jugar”, se conforma Ezequiel Báez, marcador central de la Novena División llegado desde San Pedro.
Orgullo en las paredes de la Casa Racing: Romero, Gullotta, Piñal y Mercado.
Un lugar para jugar
Otro estandarte del futuro de Racing es el Predio Tita Matiussi, construido en los años más oscuros del club e inaugurado en 1999. El lugar de entrenamiento de los chicos era todo un lujo hasta 2004, y actualmente está muy descuidado por falta de mantenimiento. Todos lo remarcan como el principal déficit: tiene cuatro canchas, pero ninguna está en buen estado. “Hubo una muy buena inversión entre 2001 y 2004, y después ya no hubo nada: ni plata para micros, ni para viáticos, ni para mantención”, cuentan los referentes de las inferiores académicas.
Leandro Gutiérrez, preparador físico de la Novena, reafirma las necesidades: “Si tenemos en cuenta la importancia que tiene el club, falta de todo: conos, aros, pelotas… Si yo quiero trabajar la parte física con pelotas, no puedo, no alcanzan”.
La misma situación se vivió en el departamento médico durante los últimos años. “Los recursos con los que contamos fueron bajos. Pero todos dimos mucho más de lo que podíamos, por nuestros compañeros y por Racing”, remarca el doctor Carlos Villalta, uno de los muchos integrantes del equipo capitaneado por Miguel Khoury.
Racing puso Octava
La Academia ha contado con equipos históricos en Inferiores. Como la Cuarta campeona de 1999 (con Diego Milito, Carlos Arano y Gustavo Arce) y la Sexta que festejó en 2002 (con Maxi Moralez, Sergio Romero y Claudio Yacob).
El 2008 pudo ser el inicio de otra camada gloriosa: la Octava División (dirigida por Francisco ‘Pepi’ Berscé) fue subcampeona y cuenta con promesas que entusiasman. Uno de ellos es Kevin Alarcón. “Soy de Neuquén Capital y llegué en prenovena. Me vine a probar, el primer día hicimos fútbol y ya me dijeron que quedaba”, recuerda. “Los primeros meses fueron difíciles, yo me largaba a llorar hablando por teléfono con mi mamá. Pero si te gusta el fútbol de verdad, te quedás. Ahora estoy más cómodo en la pensión que en mi casa”.
Alarcón juega de doble 5 con otro proyecto de crack: Bruno Zuculini. El hermano de Franco (ya consolidado en Primera) sigue con la tradición familiar: corre y juega. Y la Octava también contó con el goleador del campeonato, el cordobés Fabio Videla. Admirador de Pablo Lugüercio, el delantero oriundo de Alejandro Roca había metido 10 goles en Novena y marcó 20 en 2008.
¿Más? Maximiliano Russo, volante de la categoría ’91, ya entrenó con la Primera. Gonzalo Pérez (categoría ’90) es otro al que le apuestan muchas fichas. Y Blas Macchi, admirador de Matías Sánchez y de Sebastián Battaglia, fue el volante con más gol de la Novena.
Claudio Yacob, Maxi Moralez, Gabriel Méndez y Claudio Fileppi.
Presente de pibes
18 de los 29 jugadores del plantel de Racing en el Apertura que finalizó en diciembre surgieron de las Divisiones Inferiores. Comandados por Juan Manuel Llop, los chicos rescataron 22 puntos y alcanzaron momentos de altísimo nivel futbolístico, que Racing no disfrutaba desde la Era Ardiles en 2003.
Sin embargo, las recientes elecciones pueden resultar un nuevo volantazo para el futuro de Racing. Miguel Ángel Colombatti fue designado como el nuevo coordinador de las divisiones inferiores, y será él quien decida cuánto se modificará y cuánto se mantendrá del proyecto actual.
A los chicos, que son el futuro futbolístico de Racing, poco les tendría que afectar. A ellos hay que educarlos para que no dependan del fútbol durante su vida; e impulsarlos para que sueñen con un futuro cerca de él. Como lo hacen Mercado, Shaffer, Yacob o Prichoda, dejando el alma por La Academia y mostrándoles un camino a los chicos. “Ver que la mayoría del plantel es de Inferiores me motiva, porque sé que son del club, que no compraron a nadie –dice Kevin Alarcón y se le enciende la mirada–. Se me pone la piel de gallina cuando la gente de Racing grita ‘vamos, vamos los pibes’ ”.
PUBLICADO EN LA WEB DE FOX SPORTS, DICIEMBRE DE 2008
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