“¡Cómo está Coria! ¡Qué paliza!”, se escuchó en un bar de Barrio Norte. Se jugaba el primer set y, allí, sólo quince personas seguían el partido. Sin embargo, ese desinterés contrastó con los cientos de miles que se prendieron con la gran final en sus casas, o con las decenas que colmaron los clubes de tenis donde practican habitualmente. Resultó curioso observar reuniones frente a un televisor para ver ¿fútbol? No, tenis. La definición entre compatriotas despertó más simpatía que controversia.
“Miro el partido porque son argentinos, pero no entiendo nada de tenis”, se sinceraba Carlos (53 años) en un bar ubicado en La Pampa y Triunvirato. En ese lugar, algunos alentaban a Coria, otros se inclinaban por Gaudio y no faltaban quienes querían “que ganen los dos”.
Tampoco faltaron los dardos de los expertos dirigidos hacia los protagonistas. “Si Coria empieza a perder, se va a hacer el acalambrado”, vociferaba, en un bar de Almagro, José Luis (35), quien minutos después reconocería que nunca lo había visto jugar. En cambio, con tono soberbio, Carlos (54) decretaba durante el tercer set que el partido estaba liquidado: “Gaudio no lo puede ganar nunca”.
El interés en las calles porteñas creció al momento de la definición. Los bares de San Telmo, por caso, se llenaron. Decenas de personas que espiaban a través de los vidrios ingresaron buscando un lugarcito para compartir un momento histórico, mientras alguno rememoraba que en su época “si te veían con una raqueta te gritaban maricón”.“Miro el partido porque son argentinos, pero no entiendo nada de tenis”, se sinceraba Carlos (53 años) en un bar ubicado en La Pampa y Triunvirato. En ese lugar, algunos alentaban a Coria, otros se inclinaban por Gaudio y no faltaban quienes querían “que ganen los dos”.
Tampoco faltaron los dardos de los expertos dirigidos hacia los protagonistas. “Si Coria empieza a perder, se va a hacer el acalambrado”, vociferaba, en un bar de Almagro, José Luis (35), quien minutos después reconocería que nunca lo había visto jugar. En cambio, con tono soberbio, Carlos (54) decretaba durante el tercer set que el partido estaba liquidado: “Gaudio no lo puede ganar nunca”.
Cuando el triunfo de Gaudio se confirmó, Benjamín –que había alentado a Coria en todo momento– no se lamentó demasiado: “Guille merecía el título, pero igual me voy contento porque ganó uno de los nuestros”. Buenos Aires, invadida por el tenis, disfrutó de un éxito argentino.
Artículo referido a la final de Roland Garros 2004. Gastón Gaudio derrotó a Guillermo Coria por 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6.
PUBLICADO EN CLARÍN, JUNIO DE 2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario