Empezar un blog es aburrido. No para quien lo empieza, sino para quienes leen ese comienzo. Chocan las aspiraciones de inmensidad del creador y las ansias de dinamismo del lector. Nadie quiere detenerse a escuchar sobre las mascotas, el pasado o el tamaño de la llave del tipo que escribe.
“Decime lo que me querés decir, decime lo que me tenés que decir y sigo con mis cosas”, podría ser el pedido unificado de los recorredores de Internet. Si a veces no nos detenemos a escuchar a los que amamos, ¿para qué perder tiempo con un desconocido?
Confieso cierta aversión por la tecnología, por la superpoblación de letras-y-fotitos-y-videos-y-toooodo que invade cada uno de mis días. Todo hay que saberlo ya, todo hay que tenerlo ya, todo hay que contarlo ya, todo hay que contárselo a todos, incluso si nadie está interesado.
¿Qué diferencia tiene este blog con todos los demás, entonces? Respuesta: ninguna. Gulp. Y encima habla de deportes.
Claro, deportes, eso nos gusta a todos, ¿no? Es fácil: te sentás frente al televisor, elegís a alguien y deseás que triunfe. No sería una mala definición, para nada. No sería mala si no tuviera en cuenta que no se parece en nada a eso.
La necesidad de identificarse con alguien, el deseo de vivir por un momento la vida de otro tiene que ver con un terreno psicológico más complejo. La elección de nuestro preferido nunca es azarosa: o el más débil, o esos colores, o la actitud, o esa mirada…
Cargamos nuestro pasado, nuestros prejuicios, nuestras ideas. Nuestra elección, nuestros motivos para elegir, nuestra manera de hacer pública esa elección: todo habla de nosotros.
¿Sucede lo mismo con la política, el modo de vestir, los gustos artísticos, la manera en que comemos un helado, el recuerdo que guardamos de un viejo desamor? Sí, por supuesto. Pero acá, lo siento, hablaremos de deportes.
Los deportes serán la excusa para regar ideas políticas, para observar un modo de vestir, para gritar gustos artísticos, para elegir sabores de helado y para recordar el día en que teatralizamos una canción para enamorar a alguien. Todos tenemos una excusa: el deporte es la mía. Es la única manera de clamar, como dice Alejandro Dolina, que tanto en el deporte como en la vida prefiero la derrota con amigos a la victoria con los indeseables.
“Decime lo que me querés decir, decime lo que me tenés que decir y sigo con mis cosas”, podría ser el pedido unificado de los recorredores de Internet. Si a veces no nos detenemos a escuchar a los que amamos, ¿para qué perder tiempo con un desconocido?
Confieso cierta aversión por la tecnología, por la superpoblación de letras-y-fotitos-y-videos-y-toooodo que invade cada uno de mis días. Todo hay que saberlo ya, todo hay que tenerlo ya, todo hay que contarlo ya, todo hay que contárselo a todos, incluso si nadie está interesado.
¿Qué diferencia tiene este blog con todos los demás, entonces? Respuesta: ninguna. Gulp. Y encima habla de deportes.
Claro, deportes, eso nos gusta a todos, ¿no? Es fácil: te sentás frente al televisor, elegís a alguien y deseás que triunfe. No sería una mala definición, para nada. No sería mala si no tuviera en cuenta que no se parece en nada a eso.
La necesidad de identificarse con alguien, el deseo de vivir por un momento la vida de otro tiene que ver con un terreno psicológico más complejo. La elección de nuestro preferido nunca es azarosa: o el más débil, o esos colores, o la actitud, o esa mirada…
Cargamos nuestro pasado, nuestros prejuicios, nuestras ideas. Nuestra elección, nuestros motivos para elegir, nuestra manera de hacer pública esa elección: todo habla de nosotros.
¿Sucede lo mismo con la política, el modo de vestir, los gustos artísticos, la manera en que comemos un helado, el recuerdo que guardamos de un viejo desamor? Sí, por supuesto. Pero acá, lo siento, hablaremos de deportes.
Los deportes serán la excusa para regar ideas políticas, para observar un modo de vestir, para gritar gustos artísticos, para elegir sabores de helado y para recordar el día en que teatralizamos una canción para enamorar a alguien. Todos tenemos una excusa: el deporte es la mía. Es la única manera de clamar, como dice Alejandro Dolina, que tanto en el deporte como en la vida prefiero la derrota con amigos a la victoria con los indeseables.
Felicitaciones por la iniciativa!!! Fuerte abrazo. Será un blog de consulta permanente para mí. Fuerte abrazo. Edu.
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