Minuto 39 del segundo tiempo. Córner para Huracán. Rodeado por un torbellino de furia quemera por otra derrota que asoma, Nicolás Hernández evita el centro y toca para Nahuel Fioretto. El volante la para, mira, apunta, remata con una conjunción perfecta entre bronca y precisión, y la clava abajo, lejos de Vivaldo. Gol, y empate. El desahogo del insultado Fioretto fue el desahogo de todo Huracán, que no se apichonó ante la desventaja y terminó rescatando un punto que tiene más valor psicológico que estadístico.
Parecía que se le venía la noche cuando tras un buen inicio y un remate de Sebastián Cobelli en un poste, Chacarita ganó confianza ayudado por la habilidad de Piatti, peligro permanente por la derecha. Sin embargo, Huracán terminó dominando la primera etapa. Si no ganó fue porque Pablo Monsalvo pecó de inexperto en las dos posibilidades que tuvo para definir.
Parecía que se le venía la noche luego de la expulsión de Leandro Grimi por un patadón innecesario. Enseguida aparecieron los fantasmas, pero Luis Cerutti se sumó a la lista de expulsiones tontas un minuto después y emparejó todo.
Parecía que se le venía la noche cuando 108 segundos después de ingresar, el interesante Facundo Parra convirtió su primer gol oficial en Chacarita (había gritado dos en amistosos). Volvió entonces la desesperación de los hinchas, con el poco entendible "A ver si ponen huevos...". Huracán los puso, le faltó contundencia. Creó 10 situaciones durante el partido, contra 4 de Chaca. Tuvo 13 tiros de esquina; el amor propio y la precisión del interminable Roberto Pompei; a un delantero clase A como Nico Hernández. Y tuvo un momento para respirar, cuando Fioretto clavó el 1-1 y miró a la platea local gestualizando un ¿por qué no me insultan ahora?
Parecía que se le venía la noche pero Chacarita miró con demasiado afecto un 1-0 exiguo que lo alejaba de la zona de descenso. Y Huracán --cerca, muy cerca de su tercera derrota consecutiva-- tuvo sangre para ir hacia adelante y acallar la bronca de su gente. Quizá valga poco este empate; pero le costó tanto...
TODOS DISCONFORMES
“La gente cantaba que vayamos para adelante, pero no era ése el problema. Jugamos un buen primer tiempo y creamos situaciones, pero nos queda un gusto a poco por el empate”, explicó Roberto Pompei, tras su segundo partido (primero de local) en Huracán. Fernando Teté Quiroz reconoció: “No nos faltó suerte, nos faltó eficacia”. Los visitantes tampoco estaban felices por el resultado: “Huracán dominó el juego y nosotros no supimos manejar la pelota. Y cuando te metés atrás, muchas veces lo terminás pagando”, se lamentó su entrenador, Néstor Clausen.
PUBLICADO EN CLARÍN, FEBRERO DE 2005
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