Por Martín Estévez
Passarella lo fue a buscar a Paraguay y él se ganó un lugar en la defensa con sobriedad y tres goles de cabeza. El Román millonario no es alto pero gana de arriba, no es zurdo pero juega por izquierda, tiene perfil bajo pero se anima: "Salimos de una situación difícil, ahora hay que pelear el título".
Passarella lo fue a buscar a Paraguay y él se ganó un lugar en la defensa con sobriedad y tres goles de cabeza. El Román millonario no es alto pero gana de arriba, no es zurdo pero juega por izquierda, tiene perfil bajo pero se anima: "Salimos de una situación difícil, ahora hay que pelear el título".
Adalberto Roman habla con voz baja. Su volumen no está relacionado con la timidez del novato, porque siete meses en River (en este River que reconoce a su promedio, pero siente vergüenza si no mira hacia arriba) alcanzan para perderla. Tampoco tiene que ver con que en 2010 haya llegado como un tapado, un refuerzo de segundo orden: el mismísimo Daniel Passarella viajó a Paraguay para cerrar su pase a cambio de al menos tres millones de dólares (las cifras nunca terminan de estar claras en el fútbol actual). Mucho menos se puede caer en la tontería de adjudicarle sus formas a su nacionalidad; eso se llama xenofobia. Entonces hay que asumir que se trata de una característica puramente suya, que difícilmente será modificada por éxitos o fracasos deportivos. Adalberto Román habla con voz baja, y se ríe para adentro, y tiene una cara de bueno que no puede tapar ni con una banda roja adelante.
“Nací en la ciudad de Caaguazú, en un pueblo muy chico llamado San Blas –cuenta–. Lo único que separaba a mi casa de la ruta era una cancha, así que a cada rato nos íbamos con mis hermanos a jugar un partidito. Yo soy el segundo entre los más chiquilines; los grandes me pegaban bastante”.
Potrero: lugar que en Buenos Aires suena añejo, como el tango o la máquina de escribir, pero que sobrevive indemne al tiempo en otras provincias. También en Paraguay. Allí, en un potrero, aprendió a jugar Román. No estamos hablando de la prehistoria; tiene 23 años. “Viví en San Blas solamente hasta los 11 años. Después nos mudamos con mi familia a La Colmena, que es un poquito alejado de donde nací. La Colmena es una ciudad muy linda, con la que me identifico más porque toda mi juventud la pasé ahí”.
Antes de llegar a Libertad, su principal club en Paraguay, compitió en la Liga Lambareña de Deportes. “Jugué en los dos clubes más importantes de La Colmena, que son Sport Guaraní y Deportivo La Colmena. Ahí empecé. Después me convocaron para la selección de mi ciudad y finalmente llegué a Libertad, luego de pasar varias pruebas”. Para tener una idea: antes de Román, la principal figura surgida de Sport Guaraní había sido Isidro Sandoval, defensor que a finales de los 80 jugó en Vélez y en la selección paraguaya. La final de la Liga Lambareña puede juntar alrededor de mil espectadores.
-¿Quién era tu ídolo, en tus inicios?
-De chiquito me gustaban los jugadores que estaban en la selección. Mis hermanos y yo los mirábamos a todos. A mí me gustaban mucho Celso Ayala y Roberto Gamarra, que eran dos muy buenos centrales. Eran mis favoritos. El principal recuerdo es el Mundial del 98.
-Todavía debe dolerte el gol de oro de Laurent Blanc que los eliminó en ese durísimo partido de octavos de final...
-¡Sí! Pero es un recuerdo lindo, porque pese a la eliminación, todos dejaron una buena imagen, eran jugadores muy buenos. Fue una derrota, pero también fue una alegría para todos nosotros, que vivimos ese partido contra Francia como si estuviéramos adentro, como si todo Paraguay lo hubiera estado jugando. Pensar que algún día me puede tocar a mí jugar un partido así, es una sensación muy fuerte, muy linda.
-Quizás la posibilidad se concrete en Brasil 2014. ¿Pensaste en eso?
-Sí, es el sueño de cada futbolista. Pienso en eso, más ahora que estoy en River. Ojalá tenga abiertas las puertas de la Selección, y que haciendo bien las cosas pueda estar ahí.
-En 2009 ya jugaste un partido con la camiseta de Paraguay. ¿Fue especial o lo importante sería estar en una competencia oficial, como la Copa América?
-Fue una emoción muy grande estar en la selección mayor. Siempre resulta bueno compartir cosas con ellos, más allá de que sea en un amistoso. Fue una experiencia muy buena, pero ojalá en la Copa América me tengan en cuenta. Sería muy lindo jugarla. Tuve a Gerardo Martino como director técnico, sé que me conoce. Si me toca estar, ojalá podamos hacer las cosas bien.
Fue sumando votos positivos desde que llegó a River. Mientras los ojos de los hinchas se posaban sobre otros recién llegados (Juan Pablo Carrizo, Mariano Pavone y especialmente sobre Ángel Cappa), Román tuvo un muy buen debut ante Argentinos (0-0, 4ª fecha) y se ganó el puesto a partir de la fecha 8. Su aporte durante el torneo fue tan importante en defensa como en ataque: tres cabezazos suyos terminaron en gol. Y los tres fueron clave: el 2-2 sobre el final ante Banfield (9ª fecha), el 1-0 a Olimpo (16ª) y el 2-1 que destrabó el partido ante Lanús (terminó 4-1, 19ª fecha). ¿Impuso su altura? Nada de eso. Román mide 1,78; bastante menos que Rogelio Funes Mori (1,85), Jonathan Maidana (1,83), Erik Lamela (1,83) y Alexis Ferrero (1,82). Sin embargo, no es una novedad verlo gritar, lo hizo desde el principio de su carrera. Muy desde el principio: desde el día de su debut. Fue en abril de 2006. A Libertad lo dirigía el Tata Martino y Román compartió la defensa con un ex River, Pedro Sarabia. Metió el cuarto de la goleada 5-1 ante 12 de Octubre.
-¿Cómo fue ese primer gol en Libertad?
-¡De casualidad! Estábamos ganando 3 a 0 y llegó después de un rebote. Fui a disputar la pelota, me rebotó, fue cayendo, cayendo y se metió. Tuve mucha suerte.
-Después mantuviste un lindo promedio de gol allá. Trece goles es un buen número.
-Sí. De hecho, no solo metí un gol en mi primer partido. En el segundo que jugué, metí otro, apenas empezaba el partido contra Guaraní. También hice cuatro goles en la Copa Libertadores, que era un torneo muy importante para Libertad. Y en mi despedida del club también metí uno, fue un 3 a 0 contra Tacuary. Ése fue muy emocionante.
-Durante los partidos, ¿pensás en buscar tu gol o simplemente vas al área en los corners para ver qué pasa?
-Lo busco. Siempre voy al ataque pensando que puedo hacer un gol. Trato de aprovechar al máximo cada situación y cada oportunidad que tengo en ataque.
-Tu posición en la cancha es, en parte, una incógnita en la Argentina. Naturalmente sos marcador central izquierdo, pero en River también jugaste de lateral izquierdo. Sin embargo, aunque manejás bien las dos piernas, sos derecho.
-Sí, es verdad. Allá, en Libertad, jugaba por izquierda. La mayoría de las veces jugábamos con tres defensores y yo era stopper izquierdo, pero también jugué mucho como stopper derecho. Y algunos partidos como lateral derecho, con línea de cuatro. Así que jugué en todos los puestos de la defensa. No tengo problemas para adaptarme.
-Tu estatura, para ser marcador central, es un poco baja. ¿Sentís que en algún momento eso te perjudicó?
-Sí, un poco sí. Es cierto que, para la presencia que debe tener un marcador central, sería mejor medir algunos centímetros más. Pero yo, con el salto que tengo, me igualo con los altos. Por sobre todas las cosas, de marcador central tengo velocidad y orden, me destaco en eso. De esa manera no queda en evidencia mi altura.
-De todas maneras, en el fútbol argentino te está yendo bien de arriba: metiste tres goles en tu primer torneo. No se nota el metro setenta y ocho...
-Sí, por ahí es una estatura mediana y son pocos los marcadores centrales que tienen esa altura. En general son un poco más grandes. Pero aunque los centrales se destacan más por el tamaño, yo tengo la otra virtud necesaria, que es el salto.
Sus años en el fútbol paraguayo estuvieron regados de gloria. Gloria en serio. Con Libertad, históricamente relegado por Olimpia y Cerro Porteño, ganó cuatro títulos consecutivos: las temporadas 2006 y 2007, el Apertura 2008 y el Clausura 2008. Las únicas dos veces que no dio la vuelta olímpica, fue subcampeón. Además, Libertad fue el verdugo de varios equipos argentinos en la Copa Libertadores. Eliminó a River en 2006 (Román no jugó), Banfield en 2007, San Lorenzo en 2009 y Lanús en 2010 (con un gol de Adalberto, incluido). Fue una era dorada para el equipo paraguayo.
-En Libertad estabas acostumbrado a ganar y a pelear siempre los primeros puestos. Cuando apareció lo de River, ¿sabías que ibas a luchar contra el descenso o aceptaste sin saberlo?
-Y... Pensar en River es pensar en un club grande. La posibilidad de jugar en un club grande de la Argentina es un sueño de cada jugador que empieza. Más todavía para mí, que estoy comenzando mi carrera como futbolista. Por eso no pensé en ningún momento en lo que estaba viviendo River. Era mi oportunidad y la tenía que aprovechar.
-Antes de venir conversaste con un ex River, Pedro Sarabia...
-Sí, Pedro fue mi compañero en Libertad y hablamos sobre el club. El conoce muy bien a River y me dijo cosas muy buenas. De hecho, esas cosas buenas fueron las que me provocaron todavía más ganas de venir acá.
-Antes de arreglar con River, ¿tuviste otras ofertas de equipos argentinos?
-No, River fue el primero, pero también había contactos con un equipo brasileño. Algunos empresarios me dijeron que me estaban buscando, pero ya estaba muy cerrado lo de River en ese momento.
-¿Qué te sorprendió del club, incluso después de que te contaran lo que era?
-La gente que tiene es impresionante. El club es muy lindo, muy grande. Y me gustó más todavía porque para mí hicimos un buen campeonato en el torneo pasado, entonces lo disfruté más. Salimos de una posición y de una zona que era difícil, complicada. Esperemos que en el Clausura podamos concretar otra vez las cosas que hicimos bien en el Apertura para seguir progresando.
-Para cerrar tu pase, Daniel Passarella viajó especialmente a Paraguay. Es muy raro que un presidente negocie personalmente la compra de un jugador. ¿Eso te da seguridad, porque sabés que Passarella te valora, o te genera más presión porque pensás “Si me fue a buscar el presidente, la tengo que romper”?
-Cuando llegás a un club tan importante como lo es River, la presión siempre está. Siempre. Eso no se puede evitar. Que el presidente haya participado de la negociación me motiva más, porque me hace sentir importante. Significa que están pensando seriamente en contar conmigo. Eso contribuyó mucho en mi confianza; que ellos confiaran en mi persona me ayudó bastante para poder hacer un buen campeonato.
-En general, los jugadores que están en la Argentina piensan en un pase a Europa. Vos, que recién llegás, querrías quedarte un par de años en River o si aparece alguna oferta te gustaría irte?
-Y... Afianzarse en un club como River sería algo hermoso. Yo todavía no puedo ni siquiera pensar en eso, porque llevo pocos partidos. Ojalá algún día pueda sentirme afianzado y después, si me toca una transferencia en el plano europeo, sería muy bueno.
-En el Apertura era claro que River tenía que pelear el descenso. Las caras estaban serias y se trataba de sumar. Ahora se alejaron un poco. ¿Miran hacia arriba o entre ustedes siguen pensando en el promedio?
-Mientras trabajábamos en la pretemporada, teníamos el mismo objetivo inicial que todos los equipos: nosotros pensamos en el campeonato. Haciendo buenos partidos, sabemos que podemos estar ahí arriba, pelear los primeros puestos y olvidarnos de la Promoción. Ahora hay que pelear el título; sería muy lindo para el grupo. Nos lo merecemos por todo el esfuerzo que estamos haciendo para sacar adelante a River.
-¿Se puede soñar con dos vueltas olímpicas este año, una con River y una con Paraguay, o sería demasiado?
-Todo se puede en la vida. Ojalá que en River podamos hacer bien las cosas y, si me toca estar en la Selección, ganar la Copa América sería un sueño cumplido.
Román sigue hablando en voz baja. La conversación es larga y, lejos de sentirse interrogado, sonríe bastante y cuenta su relación con el plantel. “Me llevo bien con todos, pero lógicamente con el que más estoy es con mi compatriota, Rodrigo Rojas. Con él, además de compartir los entrenamientos, nos juntamos a almorzar y a cenar. Pero todos me recibieron bien, de verdad. Entre nosotros no hay problemas”.
-Ya que hablás de la nacionalidad, ¿cómo vivís la manera en la que se trata a los paraguayos en la Argentina? La discriminación que los futbolistas no sienten, pero que sí sufren el resto de tus compatriotas.
-Y... Siempre hay cosas que a uno le molestan (hace un gesto de negación con la cabeza). A mí, en lo personal, me han recibido muy bien, pero de hecho no a todos les sucede lo mismo. Por ahí trato de no pensar en esas cosas porque te dan vueltas en la cabeza y no son para bien, solamente sirven para perjudicarte (baja la mirada). Trato de no pensar en esas cosas. De pensar y enfocarme solamente en lo que es el trabajo y en luchar por el objetivo, que es hacer las cosas bien en River.
Cuando levanta los ojos, Adalberto Román solo recibe silencio. Resultó tan notoria su tristeza cuando reconoció la discriminación hacia sus compatriotas, como el modo en que esquivó el tema. Tema difícil en el fútbol y en la sociedad, pero el silencio se sostiene y lo deja meditando durante varios segundos. No hay más preguntas. Vuelve a levantar la mirada, respira hondo y lo dice: “Sí, claro que me duele. De hecho, siempre escucho cosas que no me gustan... Tengo mucho respeto por este país y lo mío es venir a progresar futbolísticamente, tratar de hacer bien mi labor. Pero duele. En todos los países hay racismo, lamentablemente es algo que resulta normal, pero ojalá que algún día a los paraguayos se los trate bien, como a todos los extranjeros que vayan a un país”.
Solamente catorce futbolistas paraguayos jugaron en River antes de la llegada de Adalberto Román, en julio de 2010. Pocos tuvieron éxito. Benjamín Laterza Parodi fue el primero: el delantero disputó 17 partidos y metió 4 goles en 1934. Ese año integró el plantel otro atacante, Clotardo Dendi, que apenas sumó 2 encuentros. Los siguientes fueron el defensor Juan Aníbal Bordón (19 partidos entre 1966 y 1967); los delanteros Pedro Bareiro (28 partidos y 4 goles en el bicampeonato de 1975) y Enrique Atanasio Villalba (27 partidos y 4 goles en 1984); y otro defensor, Oscar López Turitich (5 partidos en 1985). El que cambió la historia fue Celso Ayala. Llegó en 1995 y, en sus dos etapas, jugó 222 partidos y gritó 13 goles (incluido el del memorable 3-3 ante Boca). Ganó siete títulos locales, la Copa Libertadores y la Supercopa. En defensa se juntó con su compatriota Pedro Sarabia (129 partidos y un gol). El paraguayo con más goles en River es Nelson Cuevas. Pipino marcó 14 tantos entre 1999 y 2004. Luego, los breves pasos del defensor Julio César Cáceres (25 partidos en 2006), el delantero Santiago Salcedo (16 encuentros y 2 goles en 2008) y el volante Miguel Paniagua (4 partidos en 2009). Además de Román, en el plantel actual se encuentra Rodrigo Rojas (jugó 19 partidos en 2010).
3 Los goles que convirtió Adalberto Román en sus 12 partidos del Apertura 2010. Fue el segundo jugador de River con mejor promedio de gol (0,25), detrás de Pavone (0,33). Además, junto a Denis Stracqualursi son los únicos que marcaron tres veces de cabeza. Solo dos defensores superaron a Román en la red: Gabriel Mercado y Cristian Tula (4 goles cada uno). Sin embargo, Adalberto no alcanzó como defensor-goleador del club a Paulo Ferrari, que había marcado 4 tantos en el Clausura 2010.
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