sábado, 17 de marzo de 2012

Vélez campeón - Después del dolor

Por Martín Estévez

Venía de perder el Apertura y tuvo un comienzo irregular. En el medio, se quedó afuera de la Libertadores. Pero al final, el Vélez de Gareca se sobrepuso a todo y festejó su merecido título.

Había terminado la fecha número 3 y ahí estaban los candidatos: el Estudiantes de la Brujita Verón, último campeón; el River de Jota Jota, que arrancó con dos triunfos y un empate; Racing, con el sorprendente Teófilo Gutiérrez; el Boca de Falcioni, que había sumado a Erviti; el San Lorenzo de Ramón, siempre una amenaza; y hasta Olimpo, que había picado en punta. Todos ellos, juntitos ahí arriba, llevándose los flashes y los vaticinios de gloria. Al fondo, compartiendo el anteúltimo puesto, sólo superando a Quilmes, estaba Vélez.

El subcampeonato en el Apertura 2010, luego de pelear hasta el final con Estudiantes, parecía el justificativo perfecto para el mal comienzo. El Fortín se había quedado con las manos vacías luego de una muy buena campaña y el golpe anímico había derrumbado al plantel. Sonaba en todas partes: el periodismo, los hinchas rivales y hasta los propios velezanos alimentaban el vértigo irreparable del fútbol argentino. No es que en tres fechas cambia todo: en tres fechas cambia todo una, dos, tres veces. Vélez, en tres fechas, había perdido el rumbo.

Los 36 primeros minutos del torneo, en realidad, ya les habían permitido a los más apurados una primera confirmación: este equipo no era el mismo que había terminado el torneo pasado ganándoles 2-1 a Tigre, 4-0 a Godoy Cruz, 2-0 a Huracán y 2-0 a Racing. ¿Qué había pasado en esos 36 minutos? Parra y Battión habían gritado en la cara de Barovero; Independiente le estaba ganando 2-0 a Vélez. Enseguida, y otra vez, cambió todo. Maxi Moralez se puso el equipo al hombro y descontó; y el Burrito Martínez entró un ratito, después de su paso por la Selección argentina, para dejar el resultado 2-2.

En la fecha 2, otra vez, Vélez ya no era el mismo. Grazzini armó un desparramo con dos golazos y All Boys le ganó 2-1. Sin Silva, pero con David Ramírez, Moralez y Martínez, sufría una derrota desacostumbrada, atípica en los últimos torneos. La recuperación llegaba en cancha de Argentinos: ventaja por gol del Mago Ramírez, un hombre más durante casi todo el segundo tiempo y manejo de pelota. Pero entró Niell, puso el 1-1 final y ahí estaba Vélez: al fondo, compartiendo el anteúltimo puesto, solo superando a Quilmes. Y qué partiditos se venían: Boca, River, San Lorenzo...


Grande contra los grandes
Fernando Ortiz no será recordado por los hinchas dentro de veinte años, pero su gol contra Boca fue vital. Tiro de esquina ejecutado por Ramírez, centro pasado, y cabezazo del central que, al lado de Seba Domínguez, aumentó la seguridad defensiva de Vélez a medida que avanzó el Clausura. Ése 1-0 (sí: el último partido de Palermo contra el Fortín fue sin goles) alivió la situación en el Clausura y permitió seguir mirando con ganas a los dos torneos (la Libertadores estaba en sus etapas iniciales). “La gente estaba golpeada”, reconoció Gareca tras el partido.

La quinta fecha fue un placer. River, invicto y en su casa, sufrió a Santiago Silva. El uruguayo, primero, aprovechó el error más grosero del campeonato (el arquero Chichizola quiso rechazar la pelota y le rebotó en la otra pierna) y tocó con el arco vacío. Después empató Pavone, pero este Vélez es mucho Vélez para este River: Ricky Álvarez elaboró una gran jugada personal, Chichizola intentó subsanar ese primer error y le manoteó la pelota, pero ahí estaba Silva para meter el botín a seis minutos del final: triunfazo 2-1 en el Monumental y la tabla, tan cruel dos fechas antes, ya mostraba a Vélez a dos unidades de los tres punteros: San Lorenzo, Olimpo y Banfield.

La triste suspensión del partido ante San Lorenzo no detuvo a un equipo en ascenso, parecido al del semestre anterior, firme, serio. En la fecha 7, hubo show: Silva la metió de penal y festejó subiéndose al carrito de los lesionados; Ricky Álvarez se llevó por delante la pelota en el segundo; y Juan Manuel Martínez la clavó pegadita al travesaño. Un 3-0 demoledor que obligó al resto a mirar con cuidado la escalada del Fortín. Habían quedado atrás los endebles comienzos. No solo en el Clausura, sino también en la Copa, donde las derrotas ante Universidad Católica (3-4 en Liniers, después de estar 3-1 arriba) y Unión Española habían generado preocupación.

Un verdadero equipo
Olimpo, en uno de los mejores torneos de su historia, tampoco pudo. Cuando el Vélez de Gareca toma envión, el paisaje se torna feo para los rivales. Ricardo Álvarez arrancó despierto en Bahía Blanca, recuperó una pelota con esfuerzo físico y al minuto de juego puso el 1-0. A Papa le cobraron un penal dudoso (Rolle marcó el 1-1) pero su revancha llegó en el segundo tiempo: también la robó cuando Olimpo salía, siguió la jugada hasta el final y aprovechó un rebote de Tombolini para empujar el 2-1. Fecha 8, y Vélez a uno de la punta.

Luego de un difícil empate en Chile (0-0 ante Universidad Católica), en el torneo local todo resultaba más sencillo: contra Newell’s, a los 8 minutos, Silva ya había gritado su cuarto gol en el torneo con un derechazo bajo desde fuera del área. El triunfo jamás corrió peligro, y mucho menos después de un desborde del Burrito Martínez que Augusto Fernández convirtió en el 2-0.

Las horas de viaje comenzaban a acumularse; la temporada atravesaba su momento más intenso. Había que jugar tres partidos seguidos fuera de casa: el 14, 17 y 20 de abril. La clasificación para los octavos de final se definía en Chile, y el 3-0 a Unión Española (un gol de Moralez y dos de Silva) convirtió a Vélez en gran candidato a llevarse la Libertadores. Tres días después, en Santa Fe, hubo que demostrar personalidad. Colón ganaba 1-0 y el partido se extinguía, pero en el minuto 48 del segundo tiempo, el enésimo centro al área de Pozo terminó con Zapata empatando el partido. El abrazo efusivo entre Gareca y el Turu Flores en el banco de suplentes lo evidenciaba: Vélez había dado un paso adelante con el 1-1 final.

El cierre de la minigira fue en La Bombonera, para completar el partido suspendido ante San Lorenzo. A diez minutos del final, Silva volvió a abrir el marcador con un derechazo cruzado y después Álvarez asistió para otro toque goleador de Augusto Fernández: 2-0 al Ciclón de Ramón en una Bombonera vacía de hinchas pero llena de intensidad. Se había cumplido más de la mitad del torneo y, por primera vez, Vélez asumía el liderazgo. Solo, con dos puntos de ventaja, imperturbable.

Carusazo y después
Resulta complicado explicar el partido ante Quilmes, incluso a la distancia. Aunque, desde la llegada de Ricardo Caruso Lombardi, el Cervecero levantó un poco su nivel y mucho su estado anímico, no debería haber estado a la altura de Vélez. Pero lo estuvo. Y eso que Canteros había abierto el marcador con un cabezazo parecido al de Messi contra Manchester en la final de la Champions League 2009. ¿Qué pasó, entonces? Pasó un zurdazo furioso de Caneo en medio de una montonera en el área y dos contraataques bien resueltos por el hasta entonces desconocido Pablo Vázquez; todo en 17 minutos; todo para que Quilmes diera la sorpresa del torneo; todo para que cualquier equipo se llene de dudas. Pero el Vélez de Gareca no es cualquier equipo.

El partido de ida de los octavos de final de la copa terminó con un triunfo 3-0 ante Liga de Quito. Cuatro días después, por la fecha 12 del Clausura, fue victoria 4-0 ante Estudiantes. Fue en La Plata. Fue contra el último campeón. Fue el punto más alto de Vélez en los últimos años. Gran pase de Moralez, pecho y gol de Augusto: 1-0. Tremendo golazo de Maxi desde perspectiva imposible, al ángulo izquierdo de Orión: 2-0. Lindo enganche del Burrito que termina en penal convertido por Moralito: 3-0. Toque sutil de Ramírez en el área: 4-0. Vélez era el mejor equipo del país; Quilmes había quedado atrás.

El avance a cuartos de final en la copa fue un trámite: 2-0 a Liga de Quito en Ecuador. Banfield, por la fecha 13 del Clausura, costó bastante más pero, a ocho minutos del final, a Cubero le bajaron un centro y Poroto la tocó suave de derecha para quebrar el 0-0. Y, buena costumbre del Vélez de Gareca, en los últimos minutos amplió el resultado. El que gritó el 2-0 fue Ramírez.

Cuatro puntos de ventaja a seis fechas del final. Así de rápido Vélez se despegó del resto. Mientras tanto, claro, dejaba todo en la copa. Aunque duela, ese era el principal objetivo del semestre. El 12 de mayo abrió la serie de cuartos de final con otra goleada: 3-0 a Libertad de Paraguay. Contra Lanús, que estaba a siete de distancia, Gareca no puso a varios titulares y a Vélez le costó la tercera derrota en el torneo: 2-3 pese a los goles del Mago Ramírez y con el primer error serio de Barovero en el torneo. Godoy Cruz se ponía a un punto, pero ¿cómo quejarse si, en la Libertadores, Vélez ganaba 4-2 en el estadio Defensores del Chaco y avanzaba a semifinales?

La recta final
Muchos hinchas de Vélez querrían ignorar la mitad de la historia, porque llegaban al tramo final de la temporada con un objetivo futbolísticamente majestuoso: ganar el Clausura y la Copa Libertadores con diferencia de días, demostrar que el Fortín era el mejor de la Argentina y de América. Querían la gloria absoluta.

El triunfo ante Gimnasia (2-0, fecha 15) fue un avance importante. Silva, otra vez Silva, siempre Silva, abrió el resultado picándola por encima de Monetti. Golazo. Moralez, otra vez Moralez, siempre Moralez, lo cerró con un penal. La línea defensiva (Cubero, Domínguez, Ortiz, Papa) no solo se repetía partido a partido, sino que se solidificaba.

El 0-1 contra Peñarol en Uruguay no parecía mal resultado en el comienzo de las semifinales coperas, y ni siquiera la derrota 1-2 ante Tigre, a tres fechas del final del Clausura, preocupó realmente a los jugadores, al cuerpo técnico, al plantel. Pero llegó la puñalada: eliminación de la Libertadores pese a ganar 2-1 en la revancha, por el maldito gol de visitante, penal errado por Silva incluido. Todavía duele.

¿Dudas? Nada de nada. Los pasos finales rumbo a la consagración en el Clausura fueron dados con determinación, sin traumas. Primero, en el mano a mano ante otro candidato al título, Vélez superó claramente a Godoy Cruz: 2-0, con un golazo de Martínez tras dejar a dos rivales en el piso y otro (sobre la hora, qué raro) de Ramírez. Y finalmente, ante un candidato al descenso, tampoco hubo pánico: otro gol de Silva, otro 2-0, otro título. El camino exitoso que se inició en 1993 parece no tener fin. Dieciocho años después, Vélez no para de dar vueltas y vueltas y vueltas. Los más chicos ya se acostumbraron a ganar. Los más grandes, que vivieron las épocas más difíciles, se siguen sorprendiendo: “¿Ocho títulos locales? ¿Ya tenemos ocho títulos locales?”. Sí, Vélez: ocho.


PUBLICADO EN EL GRÁFICO: VÉLEZ CAMPEÓN (JUNIO DE 2011)

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