A dos pasos de la Copa Davis - Por Martín Estévez
Martín Jaite es el encargado de mantener la armonía en el equipo. “No es cuestión de que uno solo se lleve los laureles: hay que compartirlos”, propone.
“Cuando jugaba, yo organizaba todo. Los viajes, las reservas, hasta los campeonatos de truco con mis amigos. Siempre me gustó organizar”, recuerda Martín Jaite, capitán del equipo argentino de Copa Davis. ¿Entonces durante su carrera ya se imaginaba como director del torneo ATP de Buenos Aires, su otra función actual? “No, no. En el 91, 92, pensaba todo el tiempo en cuándo me iba a retirar, en qué momento, de qué manera. Al final resultó todo mucho más simple, porque son los resultados los que te van retirando. Igual, cuando pensaba qué iba a hacer con mi vida, suponía que arrancaría algo en la parte organizativa”. ¿También suponía que llegaría a capitán en la Davis? “No, eso era más un sueño. El trabajo de capitán cumple un ciclo, se termina en dos o tres años, no es un proyecto de vida”.
Cuando Jaite fue convocado para liderar al equipo, pidió conformar junto a Mariano Zabaleta una especie de dupla técnica, algo poco habitual en el tenis. “Yo tengo casi quince años más que Mariano. Nos somos amigos, pero tenemos mucha afinidad. Hace cuatro años, cuando casi me llaman para ser capitán, ya había pensado en él, con lo cual en los últimos tres años estuvimos trabajando juntos. A mí me parece que los proyectos es difícil realizarlos solo. No es cuestión de que uno solo se lleve los laureles: hay que compartirlos. Además, cuando las cosas te van mal, el sufrimiento es menor. Con Mariano compartimos casi todo. Nos buscamos, nos extrañamos. Hay momentos en los que cada uno está en una cancha y al encontrarnos decimos ‘Qué bueno volver a vernos’. ¡Y por ahí pasó muy poco tiempo! Y después, cuando termina la serie de la Davis, no nos vemos más”.
¿Y los jugadores, Martín? ¿Es complicada la relación con ellos? “Ahí dividimos un poco más. Mariano tiene más llegada a Pico Mónaco porque lo entrenó, y conoce un poco más a Juan Martín (Del Potro). Yo entrené a David (Nalbandian) y estuve en algún momento con Edu Schwank, porque jugaba los mismos torneos que David. En eso, nos vamos dividiendo. De la parte de los horarios, los entrenamientos y la relación con la asociación me encargo más yo”.
En semifinales, la Argentina recibirá en septiembre a República Checa. ¿Quién decide sobre qué superficie se va a jugar? “Los jugadores. Los llamo, les pregunto y ellos eligen. Los que juegan son ellos y los que tienen que decidir son ellos”.
Desde que Del Potro es Del Potro, en la Davis siempre se piensa en los singles como terreno de Juan Martín y de Nalbandian. ¿El gran momento de Mónaco le generará dudas a Jaite? “Para mí no es un problema. Pico está haciendo un año muy bueno. Mariano ya me lo venía cantando, pero yo no pensaba que iba a pegar semejante salto. La diferencia en la serie contra Croacia fue que nosotros teníamos cuatro jugadores para elegir, y ellos solamente dos. De hecho, Pico habría jugado el domingo aunque la serie no hubiera estado definida”.
Hablemos de los dos anchos, Martín. ¿A Nalbandian le queda cuerda para pelear varias copas más o ésta puede ser la última? “David tiene dos objetivos muy fuertes este año: los Juegos Olímpicos y la Davis. Mientras tenga metas, lo vamos a tener con nosotros”. ¿Y Del Potro? ¿Qué nos podés contar que no sea lo que vemos desde afuera? “Me sorprendió mucho porque logra algo que sólo logran los grandes tenistas: hace simple algo que puede ser complicado. En el partido contra Marin Cilic vio que tenía que jugar de una manera que no era llamativa, pero era efectiva. Y lo hizo durante todo el partido. Eso habla de lo grande que es”. ¿Su ausencia contra Alemania quedó en el olvido? “En ese momento, él estaba peleando otras cosas, no hay que ser tan terminante. No es ‘si no jugó esa vez no juega más’, ‘qué choto que es’ o ‘qué vendepatria’. No es todo blanco o negro”.
Debe resultar raro ser capitán de Copa Davis. ¿Qué se les dice a Del Potro o Nalbandian, por ejemplo, en un cambio de lado tras perder el saque? Respondenos vos, Martín. “Uf, es difícil. De alguna manera tenés que darte cuenta si el jugador está permeable o no. Y a veces te equivocás; pensás que está permeable y ni te escucha”. ¿Y a vos, como jugador, qué te pasaba? “A veces necesitaba que me dijera algo y a veces no quería ni escucharle el tono de voz. A los jugadores les debe pasar lo mismo conmigo. Pero si les tengo que decir algo, se los digo. Les guste o no les guste, me escuchen o no”.
De su época como jugador, a Jaite siempre le recuerdan su heroico triunfo por Copa Davis contra el alemán Michael Stich, pero también derrotó a Boris Becker, Stefan Edberg, Mats Wilander y hasta a Guillermo Vilas. ¿Vos qué partido elegís, Martín? “No fue el más importante, pero elijo el que le gané a Shahar Perkiss en la última ronda de la clasificación de Roland Garros 84. Gracias a eso, debuté en Grand Slams. ¿Los sorprendí, no?”. Sí, Martín, nos sorprendiste.
Novato. En abril, Jaite fue convocado para dar una charla en el marco de la tercera edición de la TEDx Buenos Aires, una serie de conferencias diseñada para que comunidades y organizaciones compartan ideas. ¿Qué pensó cuando lo llamaron? “Me pregunté por qué a mí. Fue la primera vez que tuve que estar sobre un escenario y me sentí muy nervioso. Mientras estaba hablando, pensaba: ¿estaré diciendo algo importante?, porque me parecía todo una boludez”.
Experto. Durante su monólogo, contó algunas anécdotas sobre su trayectoria. ¿Qué trayectoria? Martín fue uno de los principales tenistas argentinos de la historia. Entre 1983 y 1993, jugó 480 partidos por torneos ATP, de los cuales ganó 301. Obtuvo 12 torneos y su mejor puesto fue 10°, en 1990. En la Copa Davis, tuvo un récord de 14 triunfos y 20 derrotas. Se retiró a los 29 años.
¡Cuánto amor! Alguna vez, Jaite fue entrenador de Gastón Gaudio. ¿Se peleaban todo el tiempo? Nada de eso. “Gastón es supercariñoso -cuenta Martín-. Siempre estábamos abrazados, siempre estábamos de la mano en medio de los torneos. Él ya había ganado Roland Garros, entonces todos le pedían autógrafos. Gastón firmaba con una mano, porque con la otra me agarraba a mí”.
PUBLICADO EN EL GRÁFICO N°4422 (MAYO DE 2012)
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