jueves, 25 de septiembre de 2014

Federico Delbonis - El líder del futuro

Por Martín Estévez

El tenis argentino atraviesa una etapa de recambio. Del Potro enlaza a la generación que se va, encabezada por Nalbandian, con la que viene, que promete ser impulsada por este zurdo nacido hace 23 años que en 2013 perdió con Nadal, le ganó a Federer y que ya empieza a merodear el Top 50.

El inicio de 2014 fue casi devastador para los seguidores de los tenistas argentinos. En el Abierto de Australia, ninguno superó la segunda ronda. En la Copa Davis, derrota de locales ante Italia y riesgo de abandonar el Grupo Mundial luego de trece años. Y en el ATP de Buenos Aires, por primera vez, ninguno alcanzó los cuartos de final. Se vive una etapa de fuerte recambio. Retirados los legionarios originales (Gaudio, Coria, Cañas, Calleri, Chela, Nalbandian), Berlocq (31 años) y Mónaco (cumple 30 en marzo) lideran al equipo de la Davis, mientras Zeballos (28) y Leo Mayer (26) pelean por sobrevivir en el Top 100. Así, Juan Martín Del Potro (25) funciona como bisagra entre los que se van y los que se vienen. Y entre los que se vienen está Federico Delbonis.

Nacido en Azul hace 23 años, es zurdo, altísimo (1,90 m) e hincha de Boca. “Me gusta mucho el fútbol. Mi viejo (Horacio) era arquero, jugó en varios clubes de Azul y, por lo que me cuentan, era bueno. Yo vi un video y parece que sí. Hay un canal de la ciudad que pasa siempre un programa sobre los cien años de Alumni de Azul, y mi viejo aparece, pero todavía no lo pude ver”.

-¿Vos también eras arquero, con esa altura?
-No. De chiquito jugaba en todos lados, pero no de arquero. Hoy juego de 3, soy zurdo también para patear. Me gusta correr, hacer pases, no me gustaría estar parado de 2.

-¿Conocés la Bombonera?
-A un partido fui una sola vez. En 2000, un miércoles contra Racing, empataron 1 a 1. Fui a platea y me encantó. Ahora paso muy seguido por el club, a veces voy a comer, pero no a los partidos. Me gusta ver la Bombonera y fantasear con lo que los jugadores sienten. Algunas personas fantasean con lo que siente un tenista jugando con diez mil personas, pero sesenta mil... Es un número más importante, ¿no?

-¿Por qué jugás al tenis y no al fútbol?
-Empecé a jugar al tenis a los 7 años en el club Bancario porque iba a ver a mi viejo, que en los veranos jugaba dobles. Como me quedaba a 5 o 6 cuadras empecé con un poquito de todo, tenis, fútbol. Me decidí por el tenis enseguida, a los 8 años, casi sin pensarlo. En un momento no me daban los horarios para las dos cosas y elegí el tenis. Además mi primer entrenador, Nacho, me insistía mucho para que no dejara.

-Ser zurdo, para un tenista, ¿es una bendición o un problema?
-Es una buena pregunta. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Los derechos están acostumbrados a jugar contra derechos. Y los zurdos estamos acostumbrados a jugar contra derechos. Cuando jugás contra un zurdo te cambia el panorama. Por lo que leí, Rafa Nadal jugaba con las dos manos y su tío Toni le dijo que jugara con la zurda. Y mal no le fue, ¿no?

-Desde muy chico empezaste a entrenar en España. ¿Cómo surgió?
-Viajé por primera vez a los 15 años, por tres meses, cumplí los 16 allá. En España me esperaba un entrenador llamado Albert, al que sólo conocíamos por referencias, y resultó ser de diez, al punto que sigue siendo uno de mis entrenadores junto a Gustavo Tavernini. Viví en su casa, su familia me trató muy bien y también vivía con nosotros un chico suizo, que no hablaba castellano, y aunque yo tampoco hablaba inglés terminamos siendo amigos. Ahora, cuando voy a Suiza, siempre intento verlo. La verdad es que no me quería volver. No lloré nunca, pero la que sí lloraba era mi vieja.

-Ella es trabajadora social. ¿Es tu mayor punto de contacto con la realidad?
-Sí, pero yo siempre trato de volver a la realidad. No soy el pibe que vive del éxito, soy el chico de Azul que juega bien al tenis. Mi mamá trabaja en la cárcel hace unos treinta años. Es algo fuerte, pero le gusta. Trabaja especialmente con mujeres y, por lo que me cuenta ella, son las más complicadas. Pero lo lleva bien, está contenta, tiene un buen grupo de trabajo.

-¿Y tus hermanos qué hacen?
-Antes de mudarme con mi novia, vivía con ellos. Son dos: Alfredo, que estudia administración agraria; y Felicitas, que se volvió a Azul para empezar abogacía. Me gusta que estudien, yo al menos pude terminar el secundario. Es fundamental porque nunca sabés lo que te puede pasar. Terminé 9° grado de noche, raspando, porque había estado dos o tres meses en Europa, así que tuve que rendir en diciembre. Y los tres últimos años los hice a distancia en un colegio de Buenos Aires.

-¿Cómo es Azul?
-Es una ciudad chiquita, tiene un arroyo bastante extenso. Ahora están trabajando mucho, porque hace un par de años sufrimos tres inundaciones seguidas. Tenemos un parque maravilloso, yo vivo a una cuadra. Tanto Bancario como el club de remo en el que entreno son magníficos. Es mi sitio dentro del mundo. Estar en Azul me baja los decibeles; tener los amigos de siempre, también. Hago cosas que hice siempre, no me voy a ir a una discoteca a decir “yo soy tal, dejame entrar a tal lado”.

De Picco a Federer
A lo 16 años, mientras hacía trabajos prácticos para aprobar 2° año del Polimodal, Delbonis jugó su primer partido profesional: triunfo 6-3 y 7-6 ante Agustín Picco, un cordobés dos años mayor. “El primer set lo jugué muy suelto, pero en el match point las piernas me temblaban. Agustín sacaba bien y se me vino todo junto a la cabeza, pero pude cerrarlo. El lunes fui desesperado a verme en el ranking por primera vez y no estaba, recién aparecí una semana después. Ahora lo pienso y digo “¿un punto para qué sirve?”. ¡Después tenés que ganar mil más para estar entre los mejores cincuenta! Pero el primer punto es muy lindo.

-En 2007 y 2008 jugaste 24 Futures (torneos de menor nivel entre los que dan puntos para el ranking). ¿Qué aprendiste?
-Que siempre es difícil un torneo, sea ATP o Future. Tanto en la Argentina como en España me costó, porque los españoles juegan muy bien en tierra. Un montón de tenistas, cuando son chicos, van a España porque ahí aprendés a jugar, agarrás nivel, todos los partidos son duros. Eso te va forzando a ser mejor en cada partido. A mí, España me sirvió mucho.

-¿Qué pasó antes de la temporada 2009? Ganaste el primer torneo que jugaste y diste un salto muy grande.
-Hice una buena pretemporada. Empecé el año por Centroamérica y me fui adaptando, se fue dando todo. La semi de ese Future en Guatemala fue contra un alemán (Holger Fischer, de 28 años) que tiró el primer set. Se lo gané 6-1 y pensé que iba a ser fácil, pero él arrancó con todo el segundo. Lo gané en el tie-break, pero casi me hace la dormilona.

-Se supone que pasar de los Futures a los Challengers es un proceso difícil, pero vos tuviste un gran debut.
-Fue increíble. Perdí en un Future en Roma y el árbitro le avisó al del Challenger de Napoli que yo iba a llegar tarde, pero que me anotaran. Viajé cuatro horas en tren y fui directo al club para ver con quién jugaba. El árbitro me mostró la planilla y yo no estaba: no me habían anotado. Al final hubo uno que no había firmado, o no le alcanzaban los puntos en el ranking, no sé, y se abrió un lugar. Me inscribieron a las once de la noche y al otro día, a las diez de la mañana, jugué contra el primer favorito de la clasificación. Le gané, pasé otros dos partidos y entré al cuadro principal, donde le gané a Pere Riba (143°) y a Ivo Minar (96°) en mi primera vez contra un Top 100. Perdí con Pablo Andújar en cuartos, pero estaba contento igual.

-Ese mismo año debutaste en torneos ATP, nada menos que ante Wawrinka en Suiza, y ganaste tu primer Challenger.
-¡Yo estaba re contento, que me pasara todo eso era increíble! En junio le gané a Mariano Puerta en Milan; en julio pasé la qualy (clasificación) en Gstaad y perdí ajustado contra Wawrinka; y en agosto, en el Challenger de Manerbio, llegué desde la qualy y gané el torneo. También Gaudio fue a verme a un partido. ¡Yo estaba como loco! Era el sueño del pibe.

-Te vio en 2009 y le ganaste en 2010...
-Sí, en un Challenger. Me hubiera gustado enfrentarlo en el mejor momento de Gastón, pero jugar con él siempre es difícil. Por más que llegue bien o mal, es Gastón.

-Entre 2010 y 2011 sumaste casi tantas derrotas (56) como triunfos (63). ¿Te costó aprender a perder?
-Lo bueno era que me mantenía entre los 200 mejores, por más que perdiera seguido. Yo sabía que estaba bien, porque veía a los jugadores de mi camada, que intentaban insertarse en las qualys de los Challengers, y yo perdía, pero en el cuadro principal. Estaba contento.

-En 2012 ganaste más (39 triunfos, 25 derrotas) pero tu nivel fue irregular, ¿no?
-Tal cual. Hacía buenos torneos ATP, pero en los Challengers no me iba bien. Trabajamos durante mucho tiempo para que fuera más parejo, porque tenía picos de rendimiento, como cuando le gané dos veces a Florian Mayer, y partidos malos. En 2013 fui mucho más regular.

-¿Cómo fue enfrentar el mismo año a dos de los mejores de la historia, Nadal y Federer?
-Contra Nadal fue raro. Era su reaparición, la cancha de Viña del Mar estaba súper llena, yo estaba nervioso. Empecé ganando 2-0 y en vez de tener la responsabilidad él, pasé a tenerla yo. Fue duro. Pasé de 2-0 a 3-6 enseguida, perdí rápido y no lo pude disfrutar. Me quedó un sabor amargo. Con Federer lo disfruté mucho más. No pensaba en ganar, pensaba en jugar cada punto. No quería perderlo yo, quería que en todo caso lo ganara él.

-¿Qué detalles los distinguen?
-Rafa tiene una velocidad de bola llamativa. Te hace laburar cada pelota, no quiere perder ni un solo punto. Con Federer lo que sentí es que el flaco juega muy fácil, hace lo que quiere con la raqueta. Hacía unos saques que parecía que iban en cámara lenta, pero los ponía donde quería. El no estaba en su mejor momento y yo estaba a tope, corrí como una bestia, y así y todo le gané 7-6 y 7-6.

-Gracias a ese Masters de Hamburgo subiste del puesto 114 al 65. ¿Te queda un recuerdo ambiguo por haber perdido la final?
-La final dolió, pero es cosa del pasado. Lo bailado no me lo quita nadie. En Hamburgo era la primera vez que mi viejo viajaba para verme. No me puse metas. Que Federer me haya halagado, que haya dicho que jugué mejor que él, es muy lindo. Después de la final, pensaba en todo lo que había hecho y no lo podía creer.

-¿Cuál es tu objetivo para este año?
-Mantenerme. Tengo muchos puntos que defender. Cuando vea que estoy fijo en un puesto, ahí sí miraré para arriba. Pero si te ponés objetivos altos, te cargás de presión. Ojalá algún día pueda ser Top Ten, pero no puedo pensarlo de acá a seis meses, sería muy tonto.

-¿Llegar a la segunda semana de un Grand Slam es un objetivo demasiado ambicioso?
-Por ahora estoy contento de jugarlos. Todavía ni debuté en el cuadro principal de Wimbledon y el US Open. A largo plazo, el sueño es ganar Wimbledon, pero en la realidad, me veo con más chances en Roland Garros.

-Formás parte del equipo de la Davis desde hace años, pero no debutaste. ¿Te sentís “copero” o todavía no?
-No, hasta que no la juegue no, pero ser parte del equipo ya es muy lindo. Es como los que van al Mundial y no pueden jugar, ¡pero están en un Mundial! Yo estuve en dos series, estuve en Suecia como quinto jugador, en Francia como sparring. Eso es lindo, pero desde adentro debe ser mucho mejor, especialmente de locales. La gente alienta como en un partido de fútbol, sacás fuerzas desde donde no tenés.

-¿Estás cansado de que se hable sobre el conflicto con Del Potro?
-No, si hay polémicas hay que hablarlas. Yo no tengo problemas con nadie, no estoy de un lado ni del otro: estoy del lado de Argentina. Lo que sí imagino es que, de acá hasta dentro de cinco años, Juan Martín va a ser el líder del equipo

La generación de Delbo
En agosto de 2011, El Gráfico publicó “La generación del ‘90”, nota en la que presentaba a tenistas nacidos en esa década. En la apertura convivían Milos Raonic, Bernard Tomic, Grigor Dimitrov, Ricardas Berankis y... Federico Delbonis. El mismo habla sobre la camada de la que forma parte. “El más fuerte es Raonic, tiene un saque muy bueno, pero el más completo es Dimitrov, aunque tampoco es que me encante su juego“. De los argentinos, además de Guido Pella y Marco Trungelliti, otro que nació en el 90 es Facundo Bagnis. “Me he quedado en su casa, jugamos dobles juntos, nos queremos mucho –cuenta Delbonis–. El tiene nivel de Top 100, pero tiene que dejar de pensar en eso y aprovechar su momento. Pella ya lo demostró haciendo semis de un ATP. Cuando Facu haga un buen torneo se va a soltar”.

PUBLICADO EN EL GRÁFICO Nº4444 (MARZO DE 2014)

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