Por Martín Estévez
Pablo Guede asumió la dirección técnica siendo casi desconocido para los hinchas. Estuvo al borde del precipicio (ocho partidos sin ganar), pero una racha de siete triunfos seguidos le permitió ganar su primer título de Primera División.
¿Qué es Pablo Guede? En apenas cuatro meses recibió tantos calificativos de la prensa, de hinchas, de opinólogos, que podríamos construir un entrenador estilo Frankestein, armado con partes que no encajan, diferentes, ilógicas: un entrenador superofensivo; un trabajador aplicado y detallista; un inconsciente que le da tres días libres a un equipo que suma ocho partidos sin ganar; un conservador que cambia de estilo para que no lo echen; un genio capaz de meter una racha de siete triunfos consecutivos en un fútbol ultraparejo… En apenas cuatro meses le dijeron de todo, siempre exagerado, siempre a caballo de los resultados. Pero al final, ¿qué es?
Es, antes que nada, un hombre nacido en 1974, en Buenos Aires. Futbolista desde siempre, delantero desde inferiores. Debutó en la Primera de Deportivo Español en 1993. Pasó por Nueva Chicago y en su retorno a Español se hizo conocido por motivos extrafutbolísticos: fue uno de los seis jugadores del plantel que exigieron el pase libre y generaron una de las últimas huelgas del fútbol argentino.
Terminado el conflicto, ya con el pase en su poder, comenzó una larga trayectoria en el ascenso del fútbol español: Xerez, Elche, Polideportivo Ejido, Real Jaen, Melilla… Su día de gloria fue en el 28 de junio de 1998, cuando metió tres goles para que Málaga derrotara 4-1 a Terrassa y ascendiera a Segunda División. Un partido sospechado en España: acusaron al arquero rival de haber aceptado un soborno.
“Málaga es mi casa –asegura-. Como yo he vivido en Málaga, no he vivido en ningún otro lugar. Y es el lugar al que volveré. Tengo dos hijas malagueñas. Siempre digo, Málaga es mi sitio en el mundo”. Las hijas de las que habla son Ainoa y Nerea. También tiene un hijo más grande, llamado Axel.
Pablo dejó de jugar en 2006 y pronto se convirtió en director deportivo del Melilla. No tenía ganas de ser técnico, pero… “Los dirigentes del Centro de Deportes El Palo me fueron a buscar a mi casa –contó-. Yo no quería, pero ellos me presionaron para ser entrenador”. Menos mal, piensan ahora todos los hinchas de San Lorenzo.
Luego de esa experiencia en la Tercera División española, que duró menos de un año, tuvo que retornar a la Argentina por motivos personales. Nueva Chicago le ofreció ser entrenador de la Cuarta División, pero poco después estuvo a cargo del plantel profesional y formó un recordado equipo que consiguió, en la temporada 2013/14, el ascenso al Nacional B.
Dirigentes del Palestino de Chile, que habían viajado a la Argentina para ver a un equipo que jugaba contra Chicago, quedaron maravillados con el verdinegro y se llevaron a Guede para replicar sus logros en Chile. Y lo hizo. Tomó un conjunto humilde, uno de los de menor presupuesto en Primera División, y lo impulsó a clasificarse para la Copa Libertadores por primera vez en 36 años. Pavada de logro.
“Me gusta más el fútbol chileno que el argentino –reconocía-, porque jugás más al arco contrario que en el propio. Acá no hay la presión que hay en Argentina por ganar, y si perdés tres partidos seguidos te echan. Por eso allá te cuidás más de no perder. Acá no. Acá se preocupan más por ganar que por no perder. Es el fútbol que a mí me gusta”.
Cuando San Lorenzo sorprendió anunciando su contratación, a finales de 2015, casi sin referencias futbolísticas de sus equipos (¿cuántos habrán visto algún partido de Chicago o de Palestino?), los hinchas cuervos tuvieron que enfocarse en sus palabras para poder imaginar cómo jugaría el Ciclón. Guede, hábil en el manejo de las palabras, presentaba un discurso seductor:
• “Los cinco segundos después de que se pierde el balón son los más importantes”.
• “En el fútbol no existe la revolución; está todo inventado”
• “Marcelo Bielsa es un grande, porque trabaja aspectos individuales, las mejoras individuales de cada jugador, de forma única, y eso para mí es importantísimo”.
• “Trato de ir robándoles a los grandes del fútbol para después hacer lo mío, mezclarlo y tratar de evocarlo en el campo con los jugadores que tengo”.
• “Conocí a Tito Vilanova y conversé con él cuando dirigía al Barcelona. Trato de copiar, sobre todo, la presión. La presión que hacía el Barcelona en esa época es lo único que se puede copiar. Porque la presión pasa por correr. Eso lo he aprendido de Tito”.
El primer gran desafío con San Lorenzo fue recontra exitoso: una histórica paliza 4-0 a Boca en la final de la Supercopa Argentina. Aquel 10 de febrero permitía la suposición de que para Guede comenzaba un semestre dulce y tranquilo, en un club que, luego de una era exitosa, podía vivir con calma un período de transición en el que ya había acumulado un título más en el bolsillo.
¿Con calma? Ja. Después del triunfo contra Boca y de otros tres seguidos (Sarmiento, Olimpo, Vélez), comenzó una racha de ocho partidos sin ganar. El octavo fue un golpazo: 0-3 contra un Quilmes casi en bancarrota. La calma había durado menos de dos meses y muchos pedían el fin del ciclo Guede.
Hubo críticas desde muchos costados. Desde los resultados: ocho sin ganar es una eternidad para San Lorenzo. Desde lo futbolístico: sus “ideas ofensivas” generaron fragilidad en el equipo. Desde su trato con los más grandes: le había quitado la titularidad a Mercier, no le daba suficientes minutos a Romagnoli y hasta se animaba a sacar a Ortigoza. Desde su trato con los más chicos: luego de viajar a México por Copa Libertadores, el Secretario de las divisiones inferiores lo acusó de enviar a futbolistas juveniles a la clase turista del avión para viajar más cómodo en primera clase.
En el medio de la tormenta, se aferró a tres piezas fundamentales de su cuerpo técnico (Damián Timpano, Germán Cavalieri y Alejandro Albornoz) y empezó a salir adelante cuando ya no quedaba oxígeno: San Lorenzo perdía 2-0 de local ante Belgrano. La remontada, un 3-2 aliviador, fue el primero de siete triunfos consecutivos en el campeonato que dejaron al equipo con chances hasta la última jornada, cuando un triunfo de San Martín de San Juan sobre Godoy Cruz permitió la clasificación a la final. En el medio estuvo la dolorosa eliminación de la Copa Libertadores, sin triunfos y con una tristísima última jornada, ya sin chances y con estadio semivacío. Claro: todo, en cuatro meses, no se puede.
Hizo falta reclasificar a Guede, claro. El ambiente del fútbol es torpe, limitado para analizar complejidades como la psicología, el azar, las evoluciones físicas, los planteos rivales, los niveles individuales y su injerencia en el nivel colectivo, el estado del campo de juego, la presión del público, la doble competencia… A casi todos los futboleros les gusta pensar en A o B, blanco o negro. Entonces, si Guede era “técnico ofensivo” y empezó a ganar recibiendo pocos goles (solo cuatro en esos siete triunfos), se le cambió la etiqueta. Ahora era un técnico “conservador”, que “imitó el estilo Bauza”. O peor, directamente “defensivo”.
El mismo Guede explicó más de una vez que no es una cosa ni la otra, que el fútbol no se trata de ser A o B: “Se habló de muchas cosas que yo nunca dije ni creí, como que era superofensivo. Eso no es cierto. El técnico se debe adaptar a los jugadores que tiene”.
Ahora, después de la gloria, del segundo título en un cuatrimestre, de que ya le dijeron de todo y se arrepintieron de decirle de todo, sea buen momento para escuchar con menos fanatismo sus palabras:
• “El fútbol evoluciona día a día. Trato de ver fútbol toda la semana y sacar siempre algo de todo lo que vi. Del Real Madrid; del Borussia Dortmund; del Cholo Simeone, que la está rompiendo en el Atlético de Madrid. Si ves una pelota parada que él hizo, tratás de copiar e inventar alguna, porque eso es evolucionar. Es la ley del fútbol: copiar de ellos y adaptarlo”.
• “Los técnicos más viejos siempre dicen que es importante poder desconectarse. Entiendo que sí, pero no lo logro, porque tengo 41 años. Por ahí cuando tenga 55 lo lograré, estaré más tranquilo. Pero ahora no es el momento de desconectar. No me puedo relajar. Porque, si te relajás, te comen”.
Entonces, después de todo, ¿qué es Pablo Guede? ¿Ofensivo, aplicado, inconsciente, conservador, genio? En esta tarde de cielo gris y alegría azulgrana, la respuesta es mucho más sencilla: Pablo Adrián Guede es el director técnico del campeón del fútbol argentino.
24 Son los empates que suma Pablo Guede en su campaña como entrenador en el fútbol sudamericano (Nueva Chicago, Palestino y San Lorenzo). Es un número bajo: apenas el 18% de los 130 partidos en los que dirigió.
3 Los títulos que suma como entrenador. Con Nueva Chicago, fue campeón de la temporada 2013/14 de la Primera B Metropolitana. Con San Lorenzo obtuvo la Supercopa Argentina jugada en 2016 y el Campeonato 2016.
[ Este texto iba a ser publicado en una edición especial de El Gráfico en caso de que San Lorenzo ganara el Campeonato 2016. Por lo tanto, jamás se publicó. ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario