Nené, una de las estrellas brasileñas que irá al Mundial, resaltó la intensidad de la primera práctica.
Entraron a la cancha con una sonrisa y salieron con la lengua afuera. Los 12 brasileños no esperaban semejante clase de intensidad de parte de su nuevo entrenador. Sin embargo, Rubén Magnano está decidido a no perder tiempo y en el primer entrenamiento a su mando exigió al máximo a la Selección de Brasil.
“Los que no estuvieron presentes no lo pueden entender. El primer entrenamiento nos sorprendió a todos”, explicó a la prensa local Nené Hilario, que no es un novato sino una estrella de la NBA. “Creo que Magnano en realidad debería llamarse Duro, como su auxiliar”, dijo, más cansado que gracioso, el pivote de Denver Nuggets. Y aunque ignoró el tilde en el apellido de Fernando Duró, su comentario certifica que el entrenador argentino se ha tomado su nuevo trabajo con profesionalismo y, especialmente, sin temor a imponer su estilo a las estrellas.
Magnano llegó a Brasil con un curriculum lujoso: cuatro veces campeón de la Liga Nacional, subcampeón mundial en 2002 y medalla de oro en los Juegos Olímpicos 2004. El básquet brasileño, dos veces campeón del mundo y dos veces subcampeón entre 1954 y 1970, espera recuperar con él un prestigio que ha disminuido notablemente en las últimas décadas.
Brasil no sólo terminó en un indecoroso 19° puesto en el Mundial 2006, sino que no se ha clasificado para los tres últimos Juegos Olímpicos. A partir del 28 de agosto, cuando debute en el Mundial de Turquía enfrentando a Irán, Magnano y un plantel que incluirá a los NBA Nené, Anderson Varejao (Cleveland), Leandrinho Barbosa (Toronto) y Tiago Splitter (San Antonio) intentarán reubicar a Brasil en el mapa del básquet mundial. Esfuerzo y rigor, ya lo aprendieron todos, no van a faltar.
PUBLICADO EN CLARÍN (22 DE JULIO DE 2010)
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