Por Martín Estévez
En el año 390, la homofobia, la crueldad y la pasión por un deportista desataron una tragedia y 7000 muertes.
La Edad Antigua es un período histórico que abarca desde la invención de la escritura (alrededor del año 3600 a. C.) hasta la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.). Aunque las referencias de competencias deportivas en esa época no son demasiadas, en El Gráfico ya hemos contado la historia de los Juegos Olímpicos originales, organizados por las ciudades griegas (en el Especial sobre Londres 2012), y del principal deportista de la Antigüedad, Cayo Apuleyo Diocles (en la edición Nº 4444). Ahora es el turno de la mayor tragedia relacionada con el deporte: la Masacre de Tesalónica.
A finales del siglo IV, el Imperio Romano era el Estado más poderoso del planeta. En distintas partes del territorio se organizaban competencias físicas, algunas bastante sanguinarias, para divertir al pueblo. Una de ellas era la carrera de cuádrigas, en la que un auriga (casi siempre esclavo o ex esclavo) manejaba el carro impulsado por cuatro caballos. Para lograr el objetivo, superar la meta antes que el resto, valían los golpes entre carros, por eso muchas veces las competencias generaban alguna muerte.
En el año 390, uno de los aurigas más populares (cuyo nombre se perdió con el paso de los siglos) fue arrestado en Tesalónica, Grecia (que había sido invadida y anexada al Imperio). ¿Por qué lo apresaron? Por haber intentado seducir a un hombre. La homosexualidad era ilegal en el Imperio, pero el pueblo griego, que adoraba a ese auriga, exigió su inmediata liberación mediante grandes manifestaciones. Las autoridades se negaron y, en medio de las protestas, fue asesinado Buterico, el “juez” (magister militum) que lo había condenado.
Cuando recibió la noticia, Teodosio, emperador de Roma, ordenó que se organizara una importante competencia de aurigas en Tesalónica. Pero era una trampa: una vez que el estadio griego se llenó de fanáticos que esperaban la competencia, las puertas se cerraron, el ejército imperial tomó sus armas y cerca de 7000 personas fueron asesinadas a sangre fría como venganza por la muerte de Buterico.
Algunas versiones cuentan que, luego de enviar la orden, Teodosio se arrepintió, pero las decisiones tardaban mucho en viajar, y ya era demasiado tarde.
El obispo de Milán, Ambrosio, consideró cruel el acto de Teodosio: exigió su arrepentimiento y un público pedido de disculpas. El emperador cumplió con el pedido y recibió el perdón eclesiástico pocos meses después, a cambio de otra decisión violenta: prohibir en el Imperio los rituales de religiones que no fueran católicas. Así, de una represión pasó a otra, y los ciudadanos ya no pudieron profesar libremente sus creencias
Recuadro - ¿Qué pasaba en el siglo IV?
En el siglo IV, el Imperio Romano superó una crisis que había atravesado en la centuria anterior. El principal emperador fue Constantino, que entre 306 y 337 unificó los dominios imperiales.
Mientras tanto, al este, crecía la amenaza de distintos pueblos, conocidos como “bárbaros”. Visigodos, francos, suevos y germanos, entre otros, escapaban de sus territorios por hambre y temor a los hunos, tribu asiática que saqueaba y masacraba poblaciones. En el siglo V, el ingreso masivo de “bárbaros” en territorio romano sería una de las causas del fin del imperio.
Asia, aislada, veía florecer a la civilización china. Parte de África estaba dominada por los romanos. Las tribus de Oceanía aun no habían sido “descubiertas” por los europeos, y en América la principal cultura era la de los mayas.
Publicado en El Gráfico N°4454 (febrero de 2015)
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