Por Martín Estévez
Hace 50 años, Coronel Suárez ganaba el Campeonato Argentino por quinta vez consecutiva. La leyenda continuaba.
La leyenda continuaba... Como ya es tradición, proponemos realizar un viaje en el tiempo y analizar la cobertura que la revista El Gráfico le dio a la temporada 1965 del polo argentino. Y el foco, claro, estuvo nuevamente en Coronel Suárez, que sumaba cuatro años seguidos ganando el Campeonato Argentino. ¿Podría llegar a la quinta corona consecutiva?
Daniel González, otra vez "Coronel"
Bajo este título apareció en la edición N° 2402, del 19 de octubre, un texto de Ricardo Frascara que focalizaba en la modificación que existía en el cuarteto de Coronel Suárez respecto de 1964. Compartimos las partes fundamentales del artículo.
“Daniel González ocupa un lugar destacado en los comentarios del ambiente. El regular y potente mendocino ha entrado a fortalecer la formación del campeón Coronel Suárez en un puesto de suma responsabilidad. González, aplaudido por el público, elogiado por la crítica y postergado varias veces por las comisiones de handicaps, reemplaza nada menos que al por muchos años capitán de un team que sacó abono de campeón. Juan Carlos Harriott, que ganó el título argentino junto a Enrique Alberdi en 1952 y 53, y que fue casi imbatible desde que incorporó a su hijo Juan Carlos a partir de 1957 –perdió el título únicamente en 1960– se retiró ahora del equipo y dejó en su lugar a un jugador capacitado para complementar con solvencia el juego del superdotado Harriott (h.) y de los hermanos Heguy.
González jugó por Coronel Suárez en 1961 y 62, cuando Harriott (h.) había adquirido la seguridad de juego necesaria para actuar como N° 3 –eje del equipo– y abandonó entonces la formación Luis Lalor –enrolado luego en el eterno rival, Santa Ana– para entrar González como segundo delantero. Fue inmediatamente notoria la eficacia del mendocino, a quien algunos comparan por su juego y presencia en la cancha con un grande del pasado: José Reynal, integrante del famoso Santa Paula. González y Horacio Heguy formaron entonces una pareja de ataque sólida, de taqueo seguro, en tanto que el N° 2 relevaba con solvencia a su N° 3 para permitir los extraordinarios pasos de Harriott (h.) al ataque. En 1963 llegó Alberto Heguy al equipo, y González dejó su lugar a Horacio. Ese año fue quizá el más importante en la trayectoria de Daniel, puesto que en su recorrida por Europa integró los equipos campeones en los certámenes más célebres de Italia, Inglaterra, España y Francia, y al volver a nuestro país llevó al triunfo en la copa República Argentina al team mendocino de El Cóndor”.
Coronel Suárez en marcha
Una semana después, en la edición N° 2403, la mirada estuvo puesta en uno de los principales torneos que existían entonces, el del Club Los Indios. Nuevamente Frascara era el responsable del análisis.
“El equipo grande de Coronel Suárez dio la primera puntada de su año polístico. Al ganar el campeonato abierto del Club Los Indios, el team que concentra las miradas de la mayor parte de los aficionados, no había presentado aún su formación completa y así y todo lució gran juego, especialmente en el match decisivo. En el proceso de este certamen por la copa General San Martín la formación de Coronel Suárez tuvo que introducir un cambio obligado: Juan Carlos Harriott (h), su pieza fundamental, dejó su puesto a Luis Lalor debido a las imposiciones de un estado gripal. El público que presenció en Los Indios la semifinal ante Hurlingham –Coronel Suárez se impuso por 8 a 5– no vio en el equipo favorito todo el lucimiento que esperaba. La oposición que encontró en las líneas del rival, donde Gonzalo Tanoira desarrolló un juego que en cada partido llama la atención, fue mayor que la esperada. Sólo el extraordinario despliegue de los Heguy puso un toque de jerarquía en el varias veces campeón.
Un par de días después, en la final jugada en Palermo, Coronel Suárez sacó entonces a relucir sus condiciones. Allí sí Daniel González encontró su ritmo, ubicación y junto con Horacio Heguy formaron la base de un team que alcanzó tal superioridad sobre Tortugas Aurora que llegó al punto de deslucir el espectáculo. Todo se circunscribió a Suárez. El público, especialmente el de la tribuna de ladrillo, alentó a Tortugas Aurora en búsqueda de una reacción de los Torres Zavaleta que diera el toque que faltaba. El 13-8 final no expresa la superioridad del ganador.
¡Qué no hará Coronel Suárez completo! Si ante uno de los rivales que se consideraban más fuertes y con diferencia solamente de dos goles en el handicap de los equipos se transformó en único protagonista del partido –sin Juan Carlitos Harriott–, ya se puede esperar cualquier cosa”.
¿Ustedes se conocían?
Curioso artículo el aparecido en el N° 2405, publicado el 9 de noviembre. A un periodista de El Gráfico se le ocurrió invitar ¡a su casa! a tres de los deportistas más importantes de aquella temporada.
“Se juntaron en una cita, pero no se conocían entre ellos. La ‘culpa’ fue de Fontanarrosa, que los reunió en su casa de Martínez. Jardín, un perro juguetón, una mutua cordialidad y un diálogo imprevisto. Amadeo Carrizo (39 años, arquero), Jorge Cupeiro (27 años, automovilista) y Juan Carlos Harriott (29 años, polista), que llegó en su Fiat 1500. Amadeo dijo:
–¡Pero, caray! Aquí está toda la gente que yo admiro…
–Bueno…, pero también te aclaro que soy hincha de Boca –fue la respuesta de Harriott antes de saludar.
A Carrizo le gusta el automovilismo y está al tanto del polo. Cupeiro es fanático de Boca y no ve polo. Harriott entiende de fútbol y autos.
Jorge le pregunta a Harriott:
–Y decime, Harriott… ¿Es cierto que ésta es la época más brillante del polo?
Harriott: Sí, no hay duda. Por la enorme cantidad de chicos que ahora juegan con 7 de handicap.
Carrizo: Ser el mejor jugador argentino de polo… ¿significa ser el mejor del mundo?
Harriott (reticente): Yo creo que nadie puede estar al nivel del juego argentino”.
El campeón repetido
En la misma edición apareció una segunda nota con el polo como protagonista, firmada por Frascara. En este caso, el tema principal era el Abierto de Hurlingham, que, al igual que ocurre medio siglo después, tenía gran importancia. Una pequeña diferencia con el estilo de escritura actual era el menor uso de las comas, como es posible notar en estos extractos del texto.
“En su permanente camino de éxito Coronel Suárez conquistó un título al que ya está acostumbrado: el campeonato abierto de Hurlingham. Su actuación llamó otra vez la atención del aficionado porque encontró en ella fuerza y plasticidad. Sin actuar con brillo al principio, Coronel Suárez mostró igualmente que estaba entero desde el vamos. Santa Ana en cambio flaqueó y sólo entró en el partido en el tercer período. Por eso tuvo que correr luego de atrás. Eso es el resultado del notable trabajo de preparación de los coroneles. En cuanto comienza a correr la bocha los cuatro ya están mirando al gol. Santa Ana se lanzó en su búsqueda con gran ímpetu, pero la armazón del rival cortó pronto las alas de los Dorignac y sólo en el tercer chukker anotó Lalor el primer gol de juego para su equipo. Hasta allí únicamente había valido el poderoso brazo de Francisco Dorignac en los penales.
En esos dos chukkers iniciales el público había visto con deleite la potencia del back de Santa Ana y las asombrosas vueltas de los Heguy; González se lanzó a certeros ataques por el medio, y Harriott paraba el desborde de los Dorignac. Los gritos de éstos inundaban el campo, y el tablero fijaba al final del segundo tiempo un 4 a 2 que expresaba claramente la superioridad de Suárez. Santa Ana perdía las dos puntas; formaba en el centro del campo un nudo de tacos y caballos, pero la claridad de Coronel Suárez era decisiva en los arcos, tal como ocurrió otras veces.
Finalmente, Suárez no sólo se impuso por 12 a 8, anotando una clara diferencia, sino que de esa docena de goles, 10 fueron marcados en juego, mientras que Santa Ana sólo superó tres veces la acción de los defensores rivales”.
Coronel Suárez, el secreto de ganar siempre
La temporada llegaba a su fin y, claro, casi no podía hablarse de otro tema que Coronel Suárez, tal como demuestra el texto publicado en el N° 2407, del 23 de noviembre.
“No hacía falta el score de 17 a 8 para triunfar. Tampoco era necesario el triunfo para consagrarse. Coronel Suárez es, desde hace tiempo, un triunfador consagrado. Pero sí hace falta siempre en el deporte un crack, un ídolo. Suárez encontró el domingo en Palermo que el público lo ha ubicado definitivamente en ese sitial. En los cuatro años anteriores fue campeón con riesgo y con brillo; esta vez no había dudas sobre su victoria. En el camino había quedado Santa Ana, su rival más peligroso, eliminado por la revelación del año: Mar del Plata.
El triunfo de los coroneles ante Tortugas Aurora no era un secreto. El aficionado concurrió entonces a Palermo para demostrar su adhesión a un campeón para el que no se ven amenazas en el horizonte. Los Heguy, Harriott y González forman las cuatro partes de este ídolo del polo. Año a año fue reafirmando su superioridad y ahora llegó al final de su campaña de los tres partidos del campeonato argentino con el éxito pintado en estas cifras: 67 goles a favor y 13 en contra.
Difícil será encontrar algo igual en ningún deporte. El nombre de Coronel Suárez ya escapa al círculo del polo y gana la calle. Ese es el triunfo de los fuertes: trascender más allá de sus propias fronteras. Coronel Suárez lo logró”.
Se añoró a Santa Ana
¿Así que no se podía hablar sobre otro tema que no fuera Coronel Suárez? Ricardo Frascara demostró lo contrario en la última nota sobre polo del año, escrita en el N° 2408, del 30 de noviembre.
“El campeonato argentino de polo presentó una variante y una constante con respecto a los últimos años. Ausencia de Santa Ana en la final y presencia de Coronel Suárez en el momento de los premios. La primera circunstancia provocó una conmoción que aún repercute en los comentarios polísticos. Los Dorignac eliminados por la pujanza, el orden y el optimismo de Mar del Plata. Nadie lo esperaba, pero en una tarde de inspiración los hermanos Tanoira, Alejandro Mihanovich y Alfredo Goti se constituyeron en verdugos de uno de los favoritos del polo. Cuando se concretó el 13 a 12 frente al subcampeón de los tres años anteriores no alcanzaban las manos para aplaudir y tocar a los autores de la hazaña.
Tortugas Aurora, finalista al vencer a Mar del Plata por 10 a 8, no resultó para Suárez un obstáculo mayúsculo. El score de 17 a 8 con que terminó la final es demostrativo de dos cosas: Tortugas Aurora no es una fuerza como Santa Ana y Coronel Suárez está cada vez más firme en su sitial”.
Publicado en El Gráfico edición especial N°368 (diciembre de 2015)
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