Por Martín Estévez
Si en el 2014 había brillado en el Mundial, en 2015 siguieron los éxitos: el genio del corner corto marcó cuatro goles en la final de los Juegos Panamericanos y terminó como máximo artillero de la Liga Mundial.
A los 23 años, es uno de los jugadores de hockey más relevantes del planeta. No porque demuestre la magia de Lucha Aymar para dejar rivales en el camino, sino porque tiene un rayo láser en el stick para lanzar cada corner corto como nadie. Gonzalo Peillat vivió un gran año con Los Leones y lo mejor para él es que le queda mucho, muchísimo por recorrer.
Sus viejos (Laura Berthold y Emilio) jugaban al hockey en Mitre, así que mucho no le costó decidir su profesión, aunque también dedicó algunos años a estudiar arquitectura.
En 2015, El Gráfico lo entrevistó en la calidez de su casa de Villa Lynch, partido de San Martín. “De chico era el que paraba los corners –recordó aquel día–. Pero, en Quinta División, Marco Riccardi nos enseñó la técnica de la arrastrada. Aprenderla llevaba cuatro o cinco meses, y yo en dos ya sabía hacerla. Después la fui perfeccionando con ayuda de mi viejo. Agujereábamos la bocha y le poníamos arena para ganar potencia; y hasta le atábamos una planchuela a un palo para que pesara más”.
Pasó rápidamente de los seleccionados juveniles al equipo mayor: a los 17 años, Pablo Lombi lo llevó al Champions Challenge 2011 por la lesión de Matías Paredes. Apenas meses después, ya estaba compartiendo una villa olímpica con los mejores deportistas de la Tierra.
“En los juegos conseguimos un empate contra Australia, al que en ese momento lo veíamos muy superior, y le ganamos a Sudáfrica. En la villa, a Usain Bolt lo tuve a un metro. ¡Y es la persona más rápida del mundo! Yo tenía 18 años, me llamaba la atención todo. Un día, en el comedor, estaban los jugadores de la NBA. Esas cosas no las vivís en ningún lado”.
Saltó a la popularidad durante el Mundial 2014, en el que Los Leones lograron un histórico tercer puesto. Gonzalo anotó 10 goles y finalizó como el máximo artillero del torneo. Ese año, la Federación Internacional lo premió como mejor jugador junior. “El tercer puesto cambió la mirada de los demás equipos hacia Argentina –explicó–. Antes nos veían como a un rival más ganable, ahora no”.
Todo aquello fue antes de su fantástico 2015, que lo encontró jugando la poderosa liga holandesa con la camiseta del HGC y, otra vez, rompiendo redes con Los Leones. Primero, durante los Juegos Panamericanos: metió cuatro en los primeros cuatro partidos; y otros cuatro para ganarle 4-0 la final a Canadá y recibir en el cuello la medalla de oro. Y después, en la agridulce Liga Mundial disputada en la India, donde también fue el goleador: gritó 8 veces, el doble que sus perseguidores inmediatos. Pese a ser defensor, ya suma más de 90 goles en la Selección.
En este 2016, todo indica que disfrutará nuevamente del torneo que más le gusta: los Juegos Olímpicos. Y que seguirá brindando seminarios para mejorar la técnica en los corners, como ha hecho en los últimos años. Años, justamente los que le sobran para seguir entrando en la historia del hockey argentino.
Publicado en El Gráfico N°4465 (enero de 2016)
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