Nota de noviembre de 2007: Durante la temporada 2004/2005, Tigre ganó 27 partidos, empató 12 y perdió sólo 1, iniciando un camino que lo llevaría a pelear el título en Primera División dos años más tarde. Por eso, el valor de este artículo, el de su única derrota en la Tercera División del fútbol argentino.
El líder de la Primera 'B' pudo definirlo en el primer tiempo, pero falló y su rival fue contundente para darlo vuelta. Ahora lleva sólo un punto de ventaja.
Ganaba 1 a 0, dominaba, sacaba seis puntos de ventaja, veinte mil hinchas deliraban... Tigre tenía todo a favor y a Los Andes al borde del nocaut en el primer tiempo. Pero apareció un tridente --que no era Jonathan-- y cambió el partido.
Explotó Peruscina. Después de sufrir el golazo de Sever --apilada y fuerte remate--, el uno de Los Andes (como ante Temperley) fue clave. En la primera etapa tuvo cuatro tapadas enormes: un anticipo justo sobre Correa, un disparo a quemarropa de Arriola, otra que le sacó con el pecho y un mano a mano con Peralta Cabrera que retuvo con sus piernas. Tigre dominó, y si no liquidó el partido en los 45 iniciales fue por el arquero de Los Andes, de los mejores de la categoría.
Condujo Ruiz Díaz. Luego de un claro penal a su favor no cobrado --mano de Correa-- los de Lomas no se derrumbaron y, empujados por el coraje del volante, presionaron al local. De una falta que le cometieron llegó el empate: tiro libre de Vega que Campestrini no pudo retener y rápido anticipo de Tridente, que puso el 1-1. Silencio en Victoria. Platense ya ganaba su partido y achicaba la diferencia.
Liquidó Brítez Ojeda. El desconcierto le dio envión a Los Andes: Pablo González asistió con clase a Brítez Ojeda, y el mediocampista definió de modo excelso: gambeta al arquero y definición con el arco libre. El segundo golpe fue el definitivo para Tigre, que perdió la cordura. Defendió mal, y Ruiz Díaz casi mete el tercero; y se quedó sin Castaño y Giménez (expulsado dos minutos después de ingresar) para el partido ante Platense, que a esa altura ya goleaba a Temperley.
Los 17 partidos sin derrotas de Tigre ya son historia. "El sábado no podemos fallarnos a nosotros mismos", dijo Gonzalo González. "Sabíamos que lo podíamos dar vuelta", aseguró Maxi Peruscina. Tigre quería, soñaba y podía. Los Andes intentó, lo logró y festejó. Por eso, la fiesta del Matador terminó vestida de rojo y blanco.
Ganaba 1 a 0, dominaba, sacaba seis puntos de ventaja, veinte mil hinchas deliraban... Tigre tenía todo a favor y a Los Andes al borde del nocaut en el primer tiempo. Pero apareció un tridente --que no era Jonathan-- y cambió el partido.
Explotó Peruscina. Después de sufrir el golazo de Sever --apilada y fuerte remate--, el uno de Los Andes (como ante Temperley) fue clave. En la primera etapa tuvo cuatro tapadas enormes: un anticipo justo sobre Correa, un disparo a quemarropa de Arriola, otra que le sacó con el pecho y un mano a mano con Peralta Cabrera que retuvo con sus piernas. Tigre dominó, y si no liquidó el partido en los 45 iniciales fue por el arquero de Los Andes, de los mejores de la categoría.
Condujo Ruiz Díaz. Luego de un claro penal a su favor no cobrado --mano de Correa-- los de Lomas no se derrumbaron y, empujados por el coraje del volante, presionaron al local. De una falta que le cometieron llegó el empate: tiro libre de Vega que Campestrini no pudo retener y rápido anticipo de Tridente, que puso el 1-1. Silencio en Victoria. Platense ya ganaba su partido y achicaba la diferencia.
Liquidó Brítez Ojeda. El desconcierto le dio envión a Los Andes: Pablo González asistió con clase a Brítez Ojeda, y el mediocampista definió de modo excelso: gambeta al arquero y definición con el arco libre. El segundo golpe fue el definitivo para Tigre, que perdió la cordura. Defendió mal, y Ruiz Díaz casi mete el tercero; y se quedó sin Castaño y Giménez (expulsado dos minutos después de ingresar) para el partido ante Platense, que a esa altura ya goleaba a Temperley.
Los 17 partidos sin derrotas de Tigre ya son historia. "El sábado no podemos fallarnos a nosotros mismos", dijo Gonzalo González. "Sabíamos que lo podíamos dar vuelta", aseguró Maxi Peruscina. Tigre quería, soñaba y podía. Los Andes intentó, lo logró y festejó. Por eso, la fiesta del Matador terminó vestida de rojo y blanco.
Festejan Los Andes y los hinchas que fueron hasta Victoria.
PUBLICADO EN CLARÍN, NOVIEMBRE DE 2004
Una perla. Eso es este artículo. Mis amigos de Tigre, que como todo hincha, suelen tener en la memoria estos partidos, agradeceran el recuerdo. Más en un blog que enaborla la bandera de las derrotas dignas. Fuerte abrazo.
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