viernes, 29 de noviembre de 2013

Polo en 1962 - Los invencibles, parte II

Por Martín Estévez

Hace cincuenta años, en 1962, Coronel Suárez ganaba el Campeonato Argentino Abierto por segunda vez consecutiva, alimentando su leyenda.

Ya es una tradición de nuestra revista: retroceder exactamente cincuenta años hacia el pasado para recordar, espiando las viejas páginas de El Gráfico, qué sucedió en la temporada de polo que se jugó medio siglo atrás.

En 1962, la importante cobertura que hacía la revista disminuyó, en parte por la gran variedad de deportes que luchaban por su espacio, y en parte porque no fue una temporada memorable para el polo argentino. Los artículos publicados durante la temporada alta fueron tres. Recordémoslos.  

Empezó la serie de Coronel Suárez
Ese fue el título de la nota escrita por Diego Bonadeo y publicada el 14 de noviembre, que explicaba que la temporada había estado interrumpida por las lluvias y por “una epidemia equina de extraño y científico nombre: laringotraqueítis”.

El enfoque principal era la definición de dos torneos: el Abierto de Hurlingham y el de Los Indios. En semis de Hurlingham, Santa Ana le había ganado a Tortugas, y Coronel Suárez a Los Indios. “Ni Santa Ana ni Coronel Suárez llegaron a la final del Abierto de Hurlingham jugando como para brindar un espectáculo de mucha envergadura –sostenía Bonadeo-. Sin embargo, y merced al alza en el juego de algunos jugadores respecto de las semifinales, el partido resultó técnicamente lo mejor que hayamos visto desde 1960”

El triunfo en la final de Hurlingham correspondió a Coronel Suárez. Como era habitual en aquellos años, los resultados no fueron publicados. Así se analizó el desarrollo del partido: “Comienzo favorable a Santa Ana, merced al disimulado pero eficiente trabajo de Luis Lalor en el medio juego y a la asombrosa multiplicidad de Gastón Dorignac en toda la cancha (...) Pero crecieron Juan Cavanagh y Daniel González. Los Harriott también fueron partícipes de esa alza final de Coronel Suárez, especialmente Juan Carlos hijo, quien una vez más demostró su capacidad para llevar la bocha corta sin revolear el taco, además de su excepcional ubicación para encontrarse con ella en las devoluciones o en los pases de sus compañeros”. En el Abierto de Los Indios, el campeón fue el equipo que formaron Los Indios-Coronel Suárez al derrotar a Tortugas-Aurora.

Polo diferente
“El jueves en un potrero. El domingo en Palermo”. Así se presentaba la nota del 28 de noviembre, en la que Diego Bonadeo criticaba con dureza el estado de los campos de juego. “En un potrero de San Isidro (oficialmente registrado como cancha número cuatro del Jockey Club) comenzó la disputa de la copa República Argentina el jueves último. Y tan potrero era esa ‘cancha’ (la palabra potrero es ‘originaria’ de Alejandro Lalor, jugador de La Alicia), que los mismos equipos que el jueves jugaron dos muy malos partidos en San Isidro, el domingo en Palermo, sin jugar brillantemente, por lo menos por momentos hicieron polo agradable”. 

En el artículo se mencionan los triunfos de La Alicia sobre Guardia del Monte; de Los Indios ante Los Ranchos y también contra Guardia del Monte; y de Los Ranchos sobre Tortugas B. Lo más interesante es un recuadro titulado “Relaciones de dependencia”, donde Bonadeo cuestiona fuertemente a la Asociación. “¿Qué relación de dependencia existe de la Asociación Argentina de Polo al Jockey Club y viceversa cuando se juegan torneos patrocinados en las canchas de San Isidro? La Asociación hizo el fixture del Campeonato Abierto ‘ayudando’ a los Menditeguy en el sentido de proporcionarles más tiempo para que se pusieran en forma. La negativa de éstos y de su cuarteto –precisamente Jockey Club- de participar en el Abierto una vez hecho el fixture produjo trastornos en la programación”.

Coronel Suárez: la importancia de Juan Carlitos Harriott
Sorprendentemente, el desarrollo del Abierto Argentino de 1962 no tuvo lugar en las páginas de El Gráfico. Recién el 23 de enero del '63, mediante un balance de la temporada, nos enteramos de que Coronel Suárez se consagró campeón por segunda ocasión consecutiva y por séptima vez en su historia, con Juan Carlos Harriott hijo como figura. 

Ese análisis, que entonces sirvió para darle un cierre a la temporada, también servirá como cierre de esta nota, publicada cincuenta años después. “En tres años, cuatro disyuntivas. Tortugas, Santa Ana, Coronel Suárez o El Trébol podían ser campeones argentinos de polo de alto hándicap. En 1960, campeón El Trébol. En 1961 y 1962, campeón Coronel Suárez. Conclusiones posibles: faltan equipos, faltan jugadores, no hay promoción, el polo se vino abajo, etcétera. El Trébol ganó en 1960 un campeonato que tuvo un proceso anormal desde la iniciación de la rueda decisiva: accidentes, reemplazos y un match final cuyo desenlace todavía hoy es discutido en el ambiente polístico. Coronel Suárez fue campeón los dos últimos años con el mismo equipo: Horacio Heguy, Daniel González, Juan Carlos Harriott, hijo, y Juan Carlos Harriott, padre. No es un equipo ideal. Inclusive en los propios componentes del campeón hay coincidencia en este sentido. A la rotunda afirmación de todos ellos ‘Coronel Suárez tiene menos sentido de equipo que El Trébol de hace veinte años’; Horacio Heguy hace aún más severa la autocrítica: ‘y también menos que Venado Tuerto. Tampoco tenemos una línea de juego definida. Nos falta hacer más prácticas’”.


PUBLICADO EN EL GRÁFICO POLO Nº329 (NOVIEMBRE DE 2012)

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