Por Martín Estévez
Había una vez un país en el que se televisaba un programa llamado La magia de la NBA. A la medianoche, o al mediodía, dependiendo de las decisiones de los programadores, los argentinos se sentaban a observar cómo Michael Jordan, Magic Johnson y compañía jugaban a algo muy parecido a lo que se conocía como básquet, pero a otro nivel: a un nivel intergaláctico, hipnotizante, inalcanzable.
Cuando, en el año 2000, Juan Ignacio Pepe Sánchez iba a debutar en la NBA, los amantes del básquet se sentaron a medianoche frente a la televisión, no tanto para seguir el espectáculo (se sabía que Pepe jugaría pocos minutos), sino para comprobar que fuera cierto: que al show intergaláctico había llegado un argentino.
Ese país, que parece tan lejano, está a poco más de una década de distancia, pero los que no lo vivieron no terminan de entender por qué los que tenemos más de 25 años seguimos la carrera de Emanuel Ginóbili como si se tratara del más perfecto cuento de hadas del deporte argentino.
No se trata de ser ingenuos: sabemos que si el número de argentinos en la NBA creció tan rotundamente (cero entre 1946 y 2000, nueve en los últimos 14 años) es porque la NBA descubrió que abriendo las fronteras, el negocio económico se multiplicaba. Pero mucho más indiscutible que eso es que Ginóbili no está de relleno en la liga más importante del mundo: es pieza clave, vital, ídolo, referente.
Forma parte, junto a Tim Duncan y Tony Parker, del trío que quedará en la historia del básquet por haber llevado a San Antonio a la cima, con la solidaridad y el trabajo en equipo como estandartes.
Manu debutó con la camiseta de los Spurs en 2002 y desde entonces promedia 27 minutos; 14,7 puntos; y 4 asistencias por partido. Se consagró campeón en 2003, 2005, 2007 y (el motivo por el que finalmente existe este texto) también en 2014.
Los Spurs habían comenzado la temporada cascoteados por los seis años sin títulos, la edad de sus figuras (36 de Manu, 37 de Duncan, 31 de Parker) y, especialmente, por la final perdida por mínimos detalles, semanas antes, ante Miami Heat. Sin embargo, todo eso les sirvió de motivación: sabían que no les quedaba mucho tiempo para volver a ser campeones con sus tres estrellas juntas.
Su temporada regular fue excelente (récord de 62 triunfos y 20 derrotas), pero en los playoffs comenzaron sufriendo: Dallas los llevó hasta el séptimo partido en la primera ronda. Se consolidaron ante Portland (4-1) y Oklahoma (4-2), pero lo mejor llegó en la gran final, otra vez ante Miami, con el conjunto entero jugando a máximo nivel y destrozando a un equipo que dependía de LeBron James: fue 4-1, en una lección de básquet.
A los 37 años, Ginóbili sigue teniendo un rol protagónico mientras los argentinos lo miramos caminar entre las superestrellas, sin terminar de entender que no es sólo que Manu camine, sino que se transformó, sin que nos diéramos cuenta, en una superestrella.
1168 Los puntos que anotó Ginóbili en la temporada 2013/14, sumando la fase regular y los playoffs. En toda su carrera en los Spurs, acumula 14.554.
Publicado en El Gráfico Nº4452 (diciembre de 2014)
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