Por Martín Estévez
En atletismo, ninguna se destacó tanto como ella: ganó 17 medallas en el Campeonato Sudamericano y una de plata en Juegos Olímpicos.
Fue tapa de El Gráfico cuando tenía apenas 14 años. Sí, 14. Había nacido el 1º de febrero de 1926 y desde muy chica mostró una impactante fortaleza física y mental, en una época en la que las mujeres eran incluso más oprimidas que en la actualidad. Noemí Simonetto no se destacaba en una especialidad del atletismo: se destacaba en todas.
A los 15 años participó en el Campeonato Sudamericano de Buenos Aires y obtuvo medalla de oro en 100 metros llanos y en la posta de 4x100, y de bronce en salto en alto y salto en largo. Enseguida comenzó a ganar campeonato tras campeonato en la Argentina: sumó 21 títulos entre 1942 y 1947.
Evidentemente, la competencia local le quedaba chica y viajó por primera vez al exterior para competir en el Sudamericano de Santiago de Chile 1943. Allí sumó dos medallas de oro (salto en largo y 4x100) y una de bronce.
Los Juegos Olímpicos de 1944 se suspendieron por la Segunda Guerra Mundial y recién volvió a tener competencia internacional en el Sudamericano de Montevideo 1945: oro en salto en largo, 80 metros con vallas y 4x100; más dos medallas de plata. Luego de otro gran torneo (Río de Janeiro 1947) en el que se impuso en 100 metros, en 80 con vallas, en salto en largo y en 4x100, acumuló 17 medallas continentales en seis especialidades distintas, le llegó la posibilidad de competir en los Juegos Olímpicos.
Tenía 22 años y el viaje rumbo a Londres no fue nada sencillo. Primero fueron tres semanas en barco, durante las que pararon en Río de Janeiro, Cabo Verde (Africa) y Barcelona, hasta llegar a Cannes. Cruzaron Francia y viajaron a Inglaterra en ferry (un barco pequeño que repite viajes de un punto a otro). Era difícil mantener el estado físico y lo siguió siendo, porque no dormían siempre en el mismo lugar: vivieron un tiempo en la ciudad de Sussex y luego se mudaron a un colegio de Wimbledon.
Noemí quedó eliminada en la primera ronda de los 100 metros llanos. En 80 con vallas, superó la serie, pero no las semifinales. En salto en largo, en cambio, logró la hazaña: el 4 de agosto de 1948, con marca de 5,60 metros, consiguió la medalla de plata. De haber repetido el salto que realizó en 1945 (5,76 metros), hubiera ganado la de oro.
Comenzó a exigirse menos y siguió compitiendo por placer hasta los 60 años. Se casó con su entrenador, Ramón Portela, tuvo tres hijos y se dedicó a la repostería. Reconocida como una de las cinco principales atletas sudamericanas del siglo XX, murió el 20 de febrero de 2011, a los 85 años. “Tener mucho dinero te aplasta –decía–. A mí me alcanzan pocas cosas para ser feliz. Hay que valorar lo que tenemos y buscarle el lado lindo a la vida”.
Publicado en El Gráfico N°4451 (noviembre de 2014)
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