Por Martín Estévez
A los 27 años, Leonardo Mayer vivió su temporada consagratoria. La ausencia de Juan Martín Del Potro, lesionado durante casi todo el año, le permitió ser el número 1 argentino, honor que el Yacaré supo mantener con muy buenos resultados.
Mayer había debutado como profesional en 2003. Ingresó por primera vez al Top 100 del ranking mundial en 2009 y llegó a estar entre los mejores 40, pero en 2011 quedó fuera de los 200 primeros y su carrera parecía estancada. Sin embargo, rápidamente volvió al Top 100 y se mantuvo rondando esa posición hasta 2014. En su carrera sólo había ganado un Future y ocho Challengers, sin llegar jamás a la final de un torneo ATP.
Este año, cuando pocos lo esperaban, la rompió. En torneos de Grand Slam sumó 8 triunfos (todos los demás argentinos lograron apenas 6) y sólo perdió contra verdaderos monstruos: ante Novak Djokovic (2ª ronda de Australia), Rafa Nadal (3ª de Roland Garros), Grigor Dimitrov (octavos de final de Wimbledon) y Kei Nishikori (3ª del US Open). Además, en febrero derrotó a Tommy Robredo (16º) y llegó a la final en Viña del Mar.
Pero el gran logro lo consiguió en el ATP 500 de Hamburgo, disputado en julio. Avanzó hasta la final sin ceder sets, tras derrotar a algunos rivales fuertes (el español Guillermo García López y el alemán Philipp Kohlschreiber). En el partido decisivo se las vio con David Ferrer, 7º del mundo y una verdadera bestia sobre polvo de ladrillo. No importó: el correntino se impuso 6-7, 6-1 y 7-6, ganó así su primer título y el único de tan alto nivel conseguido por un argentino durante este año.
Gracias a eso, alcanzó el mejor ranking de su carrera (25º) y, como si fuera poco, también ganó sus dos partidos (ante Botzer y Sela) en la serie contra Israel que le permitió a la Argentina mantenerse en la Primera División de la Copa Davis. Un año inolvidable para él.
Publicado en El Gráfico Nº4452 (diciembre de 2014)
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