Por Martín Estévez
Pese a que la mayoría no lo conoce, el delantero paraguayo de Crucero del Norte posee una marca que nadie superó en 15 mil millones de años. ¿O no es para tanto?
Desde hace algunos meses, junto al colega Pedro Molina, ironizamos sobre los récords. Más específicamente, sobre lo fácilmente manipulable que es su enunciación. Aunque el periodismo fue siempre una manipulación de datos (la objetividad es una ilusión), esa manipulación suele producirse al elegir qué datos se publican y cuáles no.
En cambio, lo que sucede con los récords es todavía más subjetivo, porque se trata de construcciones abstractas y artificiales. Un récord nunca es un partido, un gol, un campeonato. Un récord es un camión repleto de partidos, goles y campeonatos a los que a alguien, un día, se le ocurrió compararlos.
Así, entonces, si el fin de semana el paraguayo Gabriel Ávalos convierte un gol, el comentarista podría acotar con frialdad:
“Ávalos es el goleador de Crucero en el campeonato”.
Pero, ante la misma situación, no sería incorrecto que el relator de turno, desaforado y al borde del éxtasis, gritara:
“¡Otra vez Ávalos, barrilete cósmico, máximo goleador de Crucero del Norte en Primera de los últimos 15 mil millones de años!”.
Ambos datos son ciertos.
Alguno podrá decir, con criterio, que Crucero debutó en Primera recién en 2015. Y que, incluso salteando ese dato, el fútbol argentino se oficializó hace 124 años. Que es exagerado sumarle al logro de Ávalos más de 14 mil millones de años en los que no hubo fútbol.
Sin embargo, ¿alguien discute esos períodos cuando se habla del de Diego a los ingleses como “el mejor gol de todos los tiempos”? Al menos yo no escuché a nadie aclarar “el mejor gol desde que se reglamentó el fútbol en el siglo XIX”.
Y sin exagerar tanto, cuando Messi batió el récord de goles en una temporada (hizo 91 en 2012), tampoco se oyeron justicieros que pidieran la aclaración: “Récord entre los datos actualmente conocidos”. Porque desde la invención del fútbol hasta ahora, existieron centenas de campeonatos nacionales de los que no se guardaron registros, especialmente en África y Asia. ¿Quién puede asegurar que en la Liga de Mozambique de 1924 (ganada por el Club Indo-Portugués) no hubo un crack que metió 100 goles en el torneo?
Esto, claro, no invalida los récords. Decir que Martín Palermo fue el máximo goleador en la historia de Boca Juniors no es un falso ni inútil, sino cierto y relevante. Simplemente propongo tomar una postura: o aceptamos todos los récords aunque suenen algo extraños, o nos olvidamos de ellos y nos limitamos al día a día.
Yo, por mi parte, estaré atento a lo que haga el gran Ávalos el fin de semana. No todos los días, ya lo sabemos, uno puede ver en vivo al máximo goleador de un club desde el Big Bang hasta la actualidad.
Publicado en la página web de El Gráfico, septiembre de 2015
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